BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


NUESTRA FILOSOFÍA DEBIDA

Andrés A. Correa



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EL RETORNO.

El retorno fue tremendo. Pasar del no-dolor- al dolor extremo de un cuerpo torturado, no es facil. Si le cuanto que el ingreso, fue tan parecido como el egreso, con la diferencia de que cuando “egresaba” psasé del dolor extremo al alivio total. Ahora pasaba del alivio total al dolor extremo, aunque ya no lo golpeban..pero estaba con los miembros destrozados y un dolor en el esternón insoportable. Pero la entrada ya estaba en marcha...ingresé nuevamente al Mi Mismo de carne y hueso. Pobre Fernando. El se alegró mas que yo de mi retorno, su expectativa de vida se renovaba.

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En la próxima sesión de tortura fui otra vez y vine. En aquella oscuridad , la continuidad de la tortura y el encierro, todo se me volvió un espejo. En él estaba Yo.

Completamente desnudo ante Mi Mismo.

Mi búsqueda de placer ante tanto dolor en el Alma era tan irresistible que llegué a pararme en el portal del suicidio, o debajo del piano si usted quiere. Si o si, tuve que recurrir a mi mismo para rescatarme de ese deseo.

En el fondo de ese dolor a solas, estuve agarrado a un fino hilo de vida. Desde allí desié. La razón pura se pone al servicio del Deseo, se le cae su lógica y se entrega al deseo.

Desié tanto la presencia de alguien que me asistiera , que en un momento sentí la presencia de alguien a mi lado. Era alguien que no era yo. Porque yo seguía deseando su compañía. Estaba allí parado o parada en la oscuridad del calabozo. La puerta no se había abierto, entonces nadie entró. . Estábamos los dos encerrados. Me sentí acompañado por alguien que evidentemente no era de los de allí.

Lo admirable es que la sola presencia de ese ser me sostuvo y me consoló. Me trajo a la realidad del suelo mojado de pis y caca de mi mismo. Me indujo a salvarme. Me animó a tomar mi propio pis para no deshidratarme y morir. Como no podía ver quien era porque además de esposado tenía una venda en los ojos , una capucha negra encima y estaba física y emocionalmente destruido, y además porque soy partidario de “ver para creer”, creo que fui yo que construí su presencia en Mi Mismo. Pero esto ya no importaba. Ese ser me estaba ayudando a mantenerme vivo y eso era lo único que contaba en ese momento. Recuerdo que para mi era una Mujer. Al menos yo la sentía así. Tenía una túnica larga ¿sería la virgen ¿ ¿sería mi madre? ¿alguien que solemos llamarle ángel? ¿el Mismo Jesucristo? No sé. Pero yo sentía a otro ahí. Y ya no estaba solo.

Con el tiempo traté de seguir teniendo relaciones con esa presencia. Esto ya no era una cuestión de fe. Se convirtió en una cuestión existencial, de vivencia.

Es cierto que lo esencial no es visible a los ojos (de cualquiera).

Pero no a mis sensaciones. En ese instante aprendí lo que hacia años quizás estaba tratando de entender en las miles de hojas que leí sobre filosofía y teología.: que Dios existe. Pero nó es el Dios de los curas ni el del Templo. El Dios era Yo.

Yo era capaz de vivir o de morir. “Si Dios quiere”, resuena en Mi Mismo. “Seréis como dioses”( el pasaje bíblico) ya no me resultaba tan extraño, ni lo sentía como un sacrilegio. Simplemente recurrí a la dimensión de Mi Mismo. Uno llega a ese lugar por varios caminos. El dolor es uno.. Allí recurrí a mi Dios, a mi Virgen María, a mi madre, a mi padre , a mi esposa , a mi primer hijo, y a mis hermanos más allegados.

Comprendí que si bien por muchos años no los había reconocido como parte de mi mismidad, siempre tuvieron su participación a la hora de tomar mis decisiones. Si no fuese por ellos yo habría aceptado a la muerte que me tentaba desde el sufrimiento.

Entendí que ese estar ahí del otro ante mi, se trataba nada menos que de una nueva dimensión de la ex- sistencia .

Entendí que los relatos de filósofos como Heráclito, Sócrates, Jesucristo, Hegel, Marx, Heidegger y algunos seres especiales, confluyen en la misma línea de la existencia humana. Ya no se trata de montar universidades para volver a leer, contar y escribir lo mismo. Está casi todo escrito. Se trata de crear lugares para estimular nuestra libertad, para generar nuevos sentimientos, estimulados quizás por un sentir ya escrito y por el que nunca fue escrito por sus autores ( como Sócrates y Jesucristo entre otros).


 

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