ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

Víctor H. Palacio Muñoz
Miguel Ángel Lara Sánchez
Héctor M. Mora Zebadúa

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9. La industria de guerra y sus protagonistas

Cuando la presión sobre las empresas, por la contracción creciente del mercado en todo el mundo comenzó a ser muy notoria, el gran capital internacional echó mano a un recurso desesperado.

Mediante un tonto fanático colocado al frente del gobierno norteamericano promovió una guerra totalmente artificial contra Afganistán, Irak y el terrorismo internacional (categoría inventada exprofeso), tomando como pretexto un ataque terrorista planeado y promovido en las entrañas mismas de los altos mandos del poder económico, político y militar norteamericano.

Los promotores del militarismo yanqui son accionistas importantes en as empresas de la industria de guerra.

En los EUA es tradición que los políticos de primera línea representen y sean socios de las más poderosas empresas multinancionales.

No es casual que los principales colaboradores de Bush fueran socios de las empresas que apoyaron económicamente su candidatura y de las que financiaron la guerra.

La industria de guerra incluye desde proveedores de servicios hasta investigación y desarrollo tecnológico, pasando por inversión y producción de armas.

Casi todas las grandes corporaciones tienen una subsidiaria o división dedicada a la industria de guerra.

Los productos van desde alimentos y ropa, hasta satélites artificiales, sistemas de comunicación y navegación, aviones y misiles.

Unas empresas se benefician como proveedores de bienes y servicios, otras por los contratos de investigación y desarrollo tecnológico; y en la guerra de invasión a Irak, unas se beneficiaron con la destrucción y otras con la reconstrucción.

En el negocio de la guerra se benefician las empresas relacionadas con el armamen to y los servicios al ejército a costa del resto de la economía y en particular de los contribu yentes, quienes salen pagando, con sus impuestos, los gastos de la guerra.

Así, cientos de empresas norteamericanas y sus aliadas lograron posponer media década su caída en la crisis actual.

El resto de la economía aceleró su aproximación a la crisis, pero eso no le im portó ni al gobierno ni a los empresarios promotores de la guerra.

Para ilustrar lo anterior observemos cómo coinciden muchos nombres entre las em presas que financiaron la campaña electoral de George Bush y las incluidas entre los clien tes del ejército norteamericano.

Las empresas que financiaron con más dinero la campaña de Bush son Philip Morris; PepsiCo; Reynolds Tobacco; Esso-Exxon Mobil; General Electric; ChevronTexaco; BP Amoco; Boeing; Ford Motor; Daimler Chrysler; General Motors; Microsoft; AOL Time Warner; Walt Disney; Citigroup; American Express; ATT; Bristol-Myers Squibb; National Rifle Assn; Pfizer Inc; Freddie Mac; Enron Corp.

Algunas de las empresas que tienen participación directa en la industria de guerra son Esso-Exxon Mobil; General Electric; Mitsubishi; Boeing; Daimler Chrysler; Rolls Royce; Iberia; Nissan Motor; IBM; Siemens; Motorola; Dell Computer; Alcatel; Ericsson.

Las firmas Lockheed Martin, Northrop, Raytheon, United Technologies, Goodrich Corporation y BAE Systems, obtuvieron del Pentágono el contrato para un nuevo avión de combate, por más de 200,000 millones de dólares.

McRae Footwear, entregó 120,000 pares de botas mili tares anualmente, pero al aproximarse el inicio de la guerra recibió contrato por otros 100,000 pares.

Los principales contratistas del Departamento de Defensa de EUA en 2001 (en miles de millones de dólares) fueron: Lockheed Martin 14.7; Boeing 13.3; Newport News 5.9; Raytheon 5.6; Northrup Grumman 5.2; General Dynamics 4.9; United Technologies 3.8; TRW Inc. 1.9; Science Applications International Corp. 1.7 y General Electric 1.7.

De acuerdo a Government Executive, los 15 principales contratistas son: Lockheed Martin; Raytheon; Boeing; Canadian Commercial Corp.; Northrop Grumman; General Dy namics; TRW Inc.; Science Applications International; United Technologies; General Elec tric; Honeywell Inc.; Renco Group; Carlyle Group; Engineering Mgmt. Concepts y el Gobierno de Holanda.

Algunas de estas empresas son las más grandes de la industria aeroespacial y de defensa, sus utilidades en millones de dólares en el 2000 fueron: Boeing 2,128; United Technologies 1,808; Lockheed Martin 519; Honeywell Internacional 1,659; Raytheon 141; EADS (Holanda) 835; BAE Systems (Inglaterra) 20; Textron 218; General Dynamics 901 (Fortune, julio 23, 2001).

Por ello promueven con ahínco las guerras.

Un hecho que no puede calificarse simplemente como paradójico es que los 5 miem bros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EUA, Rusia, Inglaterra, Francia y China) son exportadores de armas, pero EUA es el principal.

Según el Federation of Ameri can Scientist Arms Sales Project, EUA exporta armas por más de 152 mil millones de dólares.

El presupuesto de defensa de EUA para el 2003 fue mayor que la suma de los presu puestos de defensa de los 25 países que más gastan en ello.

El gasto militar (en miles de millones de dólares) de EUA fue de 343.2; el de Rusia 56; el de China 39.5; Japón 45.6; Ingla terra 34.5; Francia 27.0; Alemania 23.3; otros 15 países de la OTAN 62.3; India 15.9; Taiwán 12.8; Corea del Sur 12.8; Irán 7.5; Siria 1.8; Irak 1.4; Australia 7.1; Corea del Norte 1.3; Libia 1.2; Cuba 0.8.

No debe olvidarse que esos presupuestos van a parar a las manos de los due ños de las empresas de la industria armamentista.

Los datos muestran la desproporción de los gastos destinados al armamento, que sirve para, además de intimidar a potenciales ene migos, asignar contratos de manera artificial a un grupo de corporaciones privilegiadas.

La promoción de la política guerrerista se entiende cuando vemos las relaciones del gabinete de Bush con las grandes multinacionales.

El propio Bush es un magnate petrolero socio de Harken Energy y de General Electric, Duke Energy, ExxonMobil, Newmont Gold Mining Corporation, Pennzoil y Tom Brown Inc.

Su Vicepresidente Dick Cheney, es accionis ta de Halliburton (petrolera), Procter & Gamble, Union Pacific y Electronic Data Systems.

Colin Powell, Secretario de Estado, es socio de AOL Time Warner, Gulfstream Aerospace y General Dynamics.

Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa, tiene acciones y perteneció a los consejos de administración de G.D.

Searle/Pharmacia (farmacéutica), General Instru ment/Motorola, Gulfstream Aerospace, General Dynamics y otras.

Condolezza Rice, Consejera de Seguridad Nacional, es socia de Chevron (petróleo), Charles Schwab (agencia de inversiones en bolsa) y Transamerica Corp.

(seguros).

El Secretario de Energía, Spencer Abraham, es socio de General Motors, Ford Motor Company, Lear Corp. y Daimler Chrysler.

Donald L. Evans, Secretario de Comercio, es accionista de Tom Brown Inc. (petróleo y gas) y TMBR/Sharp Drilling (perforación de pozos de petróleo y gas).

Norman Y. Mineta, Secretario de Transporte, accionista de Lockheed Martin, Northwest Airlines, Greyhound, United Airli nes, Union Pacific y Boeing.

Anthony Principi, Secretario de Asuntos sobre los Veteranos, es accionista de Lockheed Martin, tiene acciones en Microsoft, Schering-Plough, Ford y Qual comm.

Tommy G. Thompson, Secretario de Salud y Servicios Sociales, es socio de Amtrak, AOL Time Warner y General Electric.

Y la lista de altos funcionarios asociados al gran capi tal internacional y armamentista sigue.

Algunos analistas consideran que la guerra de invasión a Irak se debió a que cada norteamericano al nacer debe 300 mil dólares, la deuda total del país asciende a 32 millones de millones, cuando su PIB es de 10 millones de millones.

Por lo que ese país estaba, desde entonces, en quiebra.

No obstante, el gobierno de Bush prefirió incrementar la deuda pública financiando la guerra para tomar por asalto la mayor reserva petrolera del mundo y rescatar, mediante contratos multimillonarios, a decenas de megaempresas.

Fue una apuesta temera ria intentar reactivar la economía norteamericana mediante la guerra, o la estafa más grande y perversa de la historia: beneficiarse del control monopólico del petróleo, elevando los pre cios (a costa del resto de la economía mundial) y asignar a los amigos y socios los contratos (financiados por el gobierno con el dinero de los contribuyentes norteamericanos) resultantes de movilizar al ejército, hacer la guerra y luego reconstruir lo bombardeado.

En cualquier caso, lo importante es el resultado, no las intenciones.

La guerra apenas sirvió para posponer un poco la crisis, al precio de decenas de miles de vidas.