ALGUNAS PAUTAS Y CONSIDERACIONES PARA APRENDER DE UN TEXTO EDUCATIVO DE CIENCIAS

ALGUNAS PAUTAS Y CONSIDERACIONES PARA APRENDER DE UN TEXTO EDUCATIVO DE CIENCIAS

Joan Josep Solaz-Portolés
Magdalena Moreno-Cabo

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3.2. DE ESTRUCTURA ORGANIZATIVA

Dado que los macroprocesos lectores procuran una representación global del contenido del texto, es lógico que cuanto mayor sea la organización del texto más fácilmente se lleven a cabo dichos macroprocesos. Existen varios resultados de investigación que avalan esta conclusión (Brooks y Dansereau, 1983; Danner, 1976; Golden et al., 1988; Kintsch y Yarbrough, 1982), de los cuales comentaremos a continuación dos que se refieren a textos científicos.

Brooks y Dansereau (1983) presentaron a sujetos universitarios un texto científico en dos versiones, bien y mal organizado. A todos los sujetos se les pidió que realizaran dos tareas: una de recuerdo libre tras estudiar el texto, y otra de recuerdo guiado de detalles y de ideas principales. Los autores encontraron que en tarea de recuerdo libre: a) el recuerdo de ideas principales fue afectado significativamente por el grado de organización pero no por el entrenamiento previo de los estudiantes, no encontrándose efecto alguno de interacción, b) el recuerdo de detalles no fue afectado ni por el grado de organización ni por el entrenamiento previo, no encontrándose tampoco efecto alguno de interacción. Por lo que respecta a la tarea de recuerdo guiado: a) el recuerdo de ideas principales se vio afectado por el entrenamiento previo, pero no por el grado de organización, b) un efecto similar se obtuvo se obtuvo para el recuerdo de detalles. Como se puede apreciar, este estudio confirma que la buena organización del texto afecta a los macroprocesos (recuerdo de ideas principales) pero no a los microprocesos (recuerdo de detalles).

Golden y colaboradores (1988) investigaron la influencia de la organización textual o superestructura y el contenido semántico o macroestructura sobre los resúmenes de un artículo científico efectuados por alumnos. De sus resultados se desprende que los textos bien organizados estructuralmente y semánticamente claros ayudan más al alumno, que hace mejores resúmenes y más parecidos estructuralmente al texto original.

Como punto de partida para la organización de los textos se ha de procurar que dicha organización favorezca la activación de los esquemas de conocimiento necesarios para la recepción del nuevo material, ya que esto es crucial para la recuperación de la memoria del material significativo de cara a la comprensión. En este sentido, podemos citar el trabajo de Dee-Lucas y Larkin (1990), en el que se indican los beneficios de aquellos tipos de organización textual que subrayan los principios conceptuales situándolos al comienzo de los textos y/o párrafos, frente a otro tipos de organización que resaltan las reglas formales y los hechos. También destacan los trabajos de Sari y Reigeluth (1982), Reigeluth y Stein, (1983) y Reigeluth, (1987), en los que se plantea una secuencia organizativa que se inicia con las ideas más simples, las mejor conocidas o familiares para el alumno para después elaborar cada una de ellas, y volver al final de la secuencia a sintetizar las ideas con un mayor grado de precisión, complejidad y abstracción.

También es necesario que en la estructura organizativa del texto haya una presentación adecuada de los tópicos que en él se tratan. Así, se ha observado la gran importancia de situar el tema o tópico del discurso al comienzo del texto (Kieras, 1978), y se recomienda darlos a conocer mediante títulos encabezamientos o frases (Anderson y Armbruster, 1984). Todas estas observaciones son acordes con las teorías de la comprensión que ponen énfasis en el papel de la información supraordinada como guía en el procesamiento del texto (Kintsch y van Dijk, 1978; van Dijk y Kintsch, 1983).

Un aspecto de la estructura organizativa que pese a ser de público conocimiento, no por ello suele ser menos descuidado, es el de utilizar párrafos distintos para unidades de información diferente (Mayer, 1985). Ello aumenta la coherencia del discurso y demanda menos esfuerzo cognitivo por parte del alumno en este nivel de procesamiento (Craik y Lockhart, 1972).

Por último, mencionaremos el trabajo de Anderson y Botticelli (1990) en el que se propone una metodología de análisis cuantitativo de la organización del contenido de los textos de ciencias. En esta investigación se destaca la urgencia de mejorar los niveles de organización textual y la yuxtaposición de las ideas de que dispone el lector con las nuevas que se introducen en el texto, si se quieren hacer más efectivos los textos para la instrucción en ciencias.