ALGUNAS PAUTAS Y CONSIDERACIONES PARA APRENDER DE UN TEXTO EDUCATIVO DE CIENCIAS

ALGUNAS PAUTAS Y CONSIDERACIONES PARA APRENDER DE UN TEXTO EDUCATIVO DE CIENCIAS

Joan Josep Solaz-Portolés
Magdalena Moreno-Cabo

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1. INTRODUCCIÓN: EL LIBRO DE TEXTO EN CIENCIAS

El libro de texto en ciencias desempeña un papel decisivo en la transmisión de conocimientos (Bachelard, 1965) y presenta, como cualquier otro discurso de información científica, unos rasgos semiológicos que lo diferencian de otros textos (Grize, 1991). El célebre filósofo e historiador de la ciencia T.S. Kuhn (1987a) defiende la tesis de que la enseñanza basada en el libro de texto permite la formación de científicos aptos para realizar ciencia normal y los adiestra como solucionadores de problemas. Este autor, en su libro La estructura de las revoluciones científicas llega a definir a los libros de texto como "vehículos pedagógicos para la perpetuación de la ciencia normal" (Khun, 1987a, p.214). En otro de sus trabajos, lo define como "la única fuente mediante la cual la mayoría de las personas entran en contacto con las ciencias físicas (...). Como atestiguan muchas autobiografías, incluso el investigador científico no siempre se halla libre de la imagen de libro de texto obtenida durante sus primeros contactos con la ciencia" (Kuhn, 1987b, p.204).

Parece bien probado, según señalan diferentes autores (Meyer et al, 1988; Otero, 1990 a, b; Renner et al. 1990; Santelices 1990; Wandersee, 1988; Wood y Wood, 1988), que el libro de texto sigue utilizándose en ciencias como un recurso didáctico básico en países y situaciones educativas distintas, permaneciendo como uno de los principales determinantes del currículum en ciencias (Dreyfus, 1992).

No nos debe ser extraño este uso tan extendido del libro de texto, si tomamos en consideración algunas de las importantes funciones que puede ejercer de apoyo al profesor en: la toma de decisiones curriculares, la planificación de estrategias de enseñanza, las explicaciones científicas y la promoción del cambio conceptual en los estudiantes (Ruth y Anderson, 1986).

Así pues, dado el papel central del texto educativo en la instrucción en ciencias, es comprensible el considerable aumento de estudios en los últimos años para la mejora de su diseño y contenido; si bien, a pesar de esta voluntad declarada no exista todavía un acuerdo tácito de cómo llevar a cabo esta mejora (Staver y Bay, 1989). Sin embargo, en lo que sí parece existir un gran consenso es en la pobre calidad instruccional de los textos actuales con fines pedagógicos (Britton et al, 1989). Una muestra de ello la tenemos en el trabajo realizado por Aguirre de Cárcer (1983) en el Estado Español y en el que determina los niveles de razonamiento en el sentido piagetiano de la exposición de los contenidos presentados en los libros de texto de Física y Química de educación secundaria, y donde comprueba que son superiores a los que los alumnos son capaces de utilizar. Idénticas conclusiones obtienen en los Estados Unidos Staver y Bay (1989) para los textos elementales de ciencias. Y en Brasil, Lopes (1990) encuentra que los libros didácticos de Química no cuestionan el conocimiento común y apenas transmiten estrategias científicas.

Además, los libros de texto de ciencias ofrecen una falsa impresión de la naturaleza de la ciencia: presentan un cuerpo de conocimiento elaborado de forma empírico-inductiva (Stinner, 1992), sin ningún error (Chiappetta et al., 1991), y acompañado de resolución de problemas de carácter algorítmico únicamente (Stinner, 1992). Es evidente, pues, que la concepción de la ciencia como empresa creativa no se fundamenta en los textos didácticos en el desarrollo histórico de los conceptos enmarcado en una adecuada epistemología (Brackenbridge, 1991).

Una muestra de la importancia que se le da al libro de texto en la enseñanza de las ciencias es que él mismo se ha convertido en objeto de estudio en el análisis de la introducción de conceptos científicos en el aula. Citaremos como ejemplos de lo dicho los trabajos realizados sobre la introducción de: la física moderna (Gil Pérez et al., 1986), el concepto de campo (Solbes y Martín, 1991), la óptica (Solbes y Zacarés, 1993), los modelos atómicos (Solbes et al., 1987; Solaz Portóles et al., 1993a), elemento químico (Bullejos et al., 1993), el concepto de mol (Pozo León y Llorens Molina, 1993), el equilibrio químico (Escobedo et al., 1993), el desplazamiento del equilibrio químico (Solaz Portolés, 1993; Quílez et al., 1993) y el tratamiento termodinámico de la disolución de sólidos iónicos en agua (Solaz Portóles y Sanjosé López, 1993b).

De todo lo comentado hasta aquí respecto de los libros de texto, se desprende que éstos son necesarios, aunque no suficientes, para producir un apropiado aprendizaje de las ciencias a partir de su lectura. Por ello, el presente trabajo intenta sacar a la luz algunas pautas que permitan ayudar a los docentes en la enseñanza/aprendizaje de las ciencias a partir de textos y en la elaboración de materiales textuales.