Texto: Ma. Elena Abonce y Ricardo Contreras Soto (Antropólogo)
Fotografía: Ma. Concepción Franco Bonilla
Un recorrido silencioso gravita en los pasillos, viaje de emociones entre historias, paisajes, pasajes, sueños, esperanzas y pesadillas.
La ausencia de un ser querido recorre cada célula, provocando un intenso frío comparado con las noches invernales cuando se carece de lo indispensable para resguardarse, el cual se desvanece con el calor que tramiten de los seres que transitan y los objetos existentes en el tiempo del ausente, estos emiten su luz a través de las obscuras tumbas que brota en el llanto desgarrador y silencioso, sentimientos de tristeza y alegría por haber revivido con la energía de sus pensamientos al ser amado.
El negro-espacio es un encuentro con el pasado de muchos tiempos: pasado - remoto, pasado reciente, los objetos y las imágenes del panteón obliga a abrir una reflexión profunda en diversas direcciones, que nos refiere a constantes dicotomías entre la vida y la muerte.
La muerte tiene varias mascaras, varios ropajes, varias personificaciones y varias interpretaciones.
Siempre buscamos alguna revelación que nos permita asumir o evadir la muerte de forma conciente e inconsciente, despertar nuestras fantasías y esperanzas que mitiguen la ausencia.
Que historia hay en el campo santo, que apropiamos, compartimos, vivimos, no son tan ajenas y tienen algo de conocido, de familiar.
Los muertos, nuestros muertos, los que en silencio elaboran nuestras historias, los que hablan como conciencia a nuestros oídos, los que cuidan nuestros actos, los que ordenan nuestros sentidos.
Sin embargo los muertos están en los vivos.
Visita video en http://es.youtube.com/watch?v=3DVYv6sa_wpZI