DE LOS RELATOS QUE SORPRENDEN A LOS HECHOS QUE INDIGNAN. ACERCAMIENTO A LA HISTORIA CULTURAL DEMOLÓGICA DE CELAYA

DE LOS RELATOS QUE SORPRENDEN A LOS HECHOS QUE INDIGNAN. ACERCAMIENTO A LA HISTORIA CULTURAL DEMOL?GICA DE CELAYA

Ricardo Contreras Soto

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A manera de conclusión

Si no ponemos atención a lo que ha sucedido en los encuentros planteados en estos relatos aparentemente burdos, graciosos o ridículos con referencia a la ciencia y la tecnología, podríamos encoger los hombros nuevamente y cuidar que el de a lado no nos vigile, para no seguir cometiendo esos errores (simulando la familiaridad en el desconocimiento que hay con ellos), que sigamos en una especie de bricolage construyendo las representaciones que tenemos sobre las ciencias y las tecnología con retazos de magia, objetos exóticos, ignorancia, snobismo y poca información.

Sin embargo, hay demandas culturales profundas que deben de ser atendidas, si en realidad nos queremos apropiar de estos saberes, prácticas, productos y espacios. Transformando.

Creaciones, rupturas, reformulaciones, exigencias, críticas, construcciones meticulosas del saber aunadas a un entramado institucional y popular, considero como las grandes actividades a realizar.

El problema con el poco desarrollo de la ciencia y tecnología en México en el fondo es cultural.

Respeto y obediencia

En la configuración axiológica de las personas mayores entrevistadas de Celaya, hay un recuerdo recurrente que destacan, para comparar la diferencia entre ciertos valores de convivencia entre la época anterior y esta, es la que hace referencia al respeto y a la obediencia. A continuación vamos a reflexionar los testimonios.

La autoridad paterna jugaba un papel importante en la familia, él era quien dictaba las normas del comportamiento en la casa, muy apegado a las tradiciones.

Era muy humilde y muy unida, pero sobre todo se le daba gran respeto a su padre, había un patriarcado. Todas las personas de las que se rodeaba eran muy humildes y deportistas. (Entrevista 49) (José de Jesús Ávila Martínez, 57 años, maestro universitario)

El padre es el que respondía económicamente por la familia, los hombres a cierta edad trabajaban, casi no había mujeres que trabajaran de manera independiente, las mujeres solo trabajaban en la casa.

Se usaba que sólo los hombres trabajaban y las mujeres nos dedicábamos al hogar, aunque yo siempre estuve en la tienda, pero las demás esposas se quedaban en sus casas mientras sus maridos trabajaban. Además la gente se conocía más y siempre se saludaban, eran mas respetuosos y las familias enseñaban la moral a los hijos, ahora son muy groseros los muchachos y rebeldes. (Entrevista 48) (Guadalupe Rodríguez Patiño 81 años, mujer, comerciante).

El respeto hacia la autoridad familiar se imponía, al padre, a la madre, a los mayores. Cierta formalidad en las formas de conducirse con los mayores.

Fermín: las costumbres de antes eran muy, conservadoras definitivamente conservadoras, la gente vivía este tranquila dedicada a su hogar, este con respeto hacia todas las personas hacia los todas las personas de mayores de edad, todo este se les tenia respeto, y no se salía uno de la norma, de que le marcaban los padres o las familia o los familiares adultos, con todo este, saludar atender a los niños este atenderlos con respeto a los mayores, pues hablarles con atención con respeto y sin nada de de nada de bromas, ni nada de vaciladas, si no que todo de una forma correcta hacia todas las personas. (Entrevista 7) (Fermín Moreno Ramírez, 63 años, Masculino, Jubilado, originario de Celaya).

Las reglas de convivencia se daban no tanto democráticamente, se justificaba la experiencia de la edad del padre, y de las personas mayores. El lugar del padre como autoridad era visible en la cabecera de la mesa, en sus pláticas, en sus lecciones. Las reuniones de lecciones eran principalmente en los eventos familiares de la comida, desayuno o almuerzo y la cena. Para ciertas clases sociales, porque a otros los trabajos determinaban el tiempo de convivencia familiar. Las reglas que se imponían delimitaban los márgenes de acción y orientaban la representación de lo que debería ser la “familia”. Muy difícilmente se cuestionaba la autoridad del padre en la familia.

Más arraigadas y en las casas se imponían reglas que hacían que todo fuera más bonito, porque todos comíamos juntos, la hora de llegada era más temprano y los jóvenes no andaban por ahí de locos como ahora. (Entrevista 48) (Guadalupe Rodríguez Patiño 81 años, mujer, comerciante).

El rompimiento de las reglas estaban acompañadas de sanciones: correr de la casa (como un extremo), mandarlo a encerrar a su cuarto, la violencia física. En el discurso estaba justificada la violencia física y simbólica del padre, primero porque él es quien mantenía a la familia (les deba de comer), el segundo supuesto es donde él nunca iba a buscar algo malo para algunos de sus miembros. El problema fue el arbitrio de justicia que los padres utilizaban, muchas veces sin comprender que es lo que realmente sucedía. La amenaza de ejercer violencia estaba latente en el castigo.

Pues diferentes a ahora en que en que todo era más bonito, era muy más libre, más había más respeto para todos: para las muchachas, para los viejitos, para todos. En mis tiempos los hijos no le podían hablar de “tu” a los padres, les tenías que hablar de “usted”, si los mirabas a los ojos te pegaban, tenían que guardar respeto: ahora hasta los jóvenes les pegan a los papas. (Entrevista 64) (Maria Elena Cruz Sánchez, 67 años, femenino, tercero de primaria, comerciante).

Tratar de evitar el desafió que reta con la mirada la autoridad del padre. Desafiarlo era no quererlo, no venerarlo. Aún cuando no tuviera la razón.

Fijar en el rol de las “propiedades” de las personas en el bien y en la justicia, no solo afectaba la actitud dogmática de las personas con referencia a la institución familiar, sino se prolongaba en la representación en su cultura política general, en el poder extensivo de la connotación en todas sus prácticas sociales y de sus ideas institucionales. El patriarcado marcaba la idea de estado y su autoritarismo.

Por ejemplo teníamos la costumbre de jugar a los encantados, a la roña, a las escondidas, tiene que ir uno a estudiar, entrábamos a las 9 de la mañana, y salía uno a las 12, y regresamos a casa, y otra vez a la escuela a las 3, y salíamos a las 5, y la costumbre de asistir siempre, y siempre nos mandaban los papas, de uno le inculcaban a uno siempre la religión, el respeto dice su esposa a los mayores se les daban los lugares, en los asientos no robaban ni una aguja, decían no, no robes nada y uno decía pero porque y decían porque es malo, las costumbres eran totalmente conservadoras no podían recibir uno nada, sino que dijeran los papás esto te va a servir, y si uno no podía cuestionarlos decirles pero porque se enojaban, y había veces en que nos pegaban. (Entrevista 51) (Rubén Galván Miranda, 60 años, masculino, contador publico).

La docilidad parecía buena en estas reglas de convivencia, en estas connotaciones estaban las trampas ideológicas.

Mas dócil que los de ahora, más buena gente, no los de ahora ya pasan sobre todos nosotros. (Entrevista 123) (Gabriel Lojero Lojeño, 77 años, panadero)

Ciertos márgenes de comunicación se daban en la familia, en algunos casos el silencio predominaba, acatar la norma era condición de seguir conviviendo.

Pues si eran muy distintas a las de ahora, ya que pues antes todos se respetaban y había mucha comunicación con los padres, y uno como hijo obedecía a ellos. (Entrevista 14) (Maria Guadalupe Hernández García, 62 años, femenino, sexto de primaria, ama de casa, originario de un ranchito cerca de Celaya).

Pues mira este no fíjate pues antes no hablaban tanto los padres con los hijos, no es como ahora. (Entrevista 14) (Maria Guadalupe Hernández García, 62 años, femenino, sexto de primaria, ama de casa, originario de un ranchito cerca de Celaya).

Parecía ser que la censura a las palabras altisonantes, a la grosería no eran bien vista, mucho menos de una mujer, el juego era buscar palabras homófonas para insinuarlas, más no decirlas. ¿La grosería insinuada no era tan dañina como la grosería lépera?.

“… ¡fíjate en ese tiempo! que yo era jovencita como ustedes ahorita, que esperanzas de que hora te rayaran tu madre, tu para rayarle la madre a otra le decías: “me saludas por favor a tu mama”, no le decías a lo claro, para decir pa decir pinche, no, no, no le decías así le decías trinche, hijo de la changada, no había muchas groserías, no le decías en claro le ibas temblando, ahora nombre nomás galopa el pico pa decir tanta tontería”. (Entrevista 15) (Carmen Santana Macías, 78 años, campesina, Celaya).

Ante un sistema de coerciones familiares y de otras instituciones se daba la obediencia, la separación de niños y niñas en las escuelas privadas era parte de esa moralina que evitaba conflictos con la convivencia entre personas de distinto sexo. Las connotaciones sobre sexualidad son malas, la negación y la distancia física resolvía el problema latente que atormentaba a las personas mayores.

Pues las costumbres en la familia pues eran muy bonitas, porque pues no se si éramos tontos o éramos muy educados, pero, los niños éramos de aquel tiempo muy obedientes, muy obedientes tanto como con los padres como con los maestros de aquel tiempo, porque nosotros, por ejemplo estudiamos los cuatro hermanos en escuela particular, la primaria, entonces cuando mi hermano Bernardo que era el único hombre de los cuatro, estuvo en edad de ir a la escuela lo pusieron en una escuela de monjas, ahí por Juárez, entonces en ese tiempo a nosotros nos pusieron en otra escuela particular porque en ese tiempo estaba aparte la escuela de niños y la escuela de niñas, no estábamos juntos, entonces, este... en esa escuela de niñas me acuerdo que fue donde recibí mis primeros manazos, y los únicos que tuve en toda mi vida, de mis maestros, y fue por esto, porque en esa escuela pues era una casa, una casa particular, entonces había un muchacho que era el mozo, el que abría y cerraba la puerta y toda la cosa, nosotros tendríamos como unos ocho o nueve años, entonces ese muchachillo tendría como unos once años, más o menos, y un día dijo la maestra, pónganse a hacer su trabajo que ahorita regreso, y se fue, se salió y cuando entra el mozo, pues nos empezó a hacer reír y de repente entro la maestra nos vio que nos estábamos riendo, se molesto muchísimo, nos regaño, nos formo a todos, y nos dio tres manazos en cada mano, a todos, por estar platicando con el mozo, las niñas no deben platicar con los niños, decía ella, y ese fue mi primer castigo y el único que tuve en toda mi carrera. (Entrevista 121) (Teresa Reynoso Ruiz, 66 años, Normal Superior, Maestra de Primaria).

Las instituciones deberían tener la confianza de la sociedad para poder ejercer su autoridad, el supuesto de respeto de la autoridad a la ciudadanía mostraba su condición moral. En la historia del ya no hay muchos develamientos.

Lo que mas me gustaba de Celaya antes, que había mas, pos mas respeto y había mucha orden, sobre todo un respeto que había sobre los policías, eran muy respetuosos y ahora ya no. (Entrevista 45) (Sabina Segura Campos, 65 años, Ama de casa, Celaya).

El respeto a las personas es fundamental cuando es mutuo, pero cierto es que se matiza en el capitalismo el desecho de las personas mayores como recursos acabados e inservibles. Causa extrañeza tanta saña y desprecio a los ancianos actualmente.

Sra. María: pues había más respeto, a nosotros nos enseñaron a respetar a las personas mayores, eran costumbres muy, pues con mucho respeto hacia las personas mayores. (Entrevista 42) (María Carmen Vargas Navarrete, Celaya).

El respeto y el miedo en las prácticas culturales autoritarias son sinónimos, la razón del actuar moral de una forma o de otra, no es la presencia del miedo a la sanción o represión por si misma, es la convicción racional de una forma de actuar en beneficio de algo social o para evitar el daño a algo. La amenaza al castigo no es lo que debe de inhibir la acción, sino el entendimiento de las implicaciones sociales de esa acción.

Pues que la gente era muy tratable muy pues si todos muy como te dijera muy amistosos, no había tanta malicia, había más respeto, venia una persona y te bajabas de la banqueta para que pasara, y ya salía uno de la escuela y venia por la calle gritando cualquier cosa y cualquier persona te llamaba y te decía cualquier cosa y la obedecías, y luego cuando venías fumando y veías que venía una persona pues le corrías a tirar el cigarro. (Entrevista 57, José González Valadez, 74 años, primaria, artesano y hojalatero).

La doble moral ante la moralina manifiesta los más obscuros deseos latentes de lo prohibido.

Pos los mismos le digo que los mismos, los mismos, hay que dicen que la juventud rebelde de ahora y que lo otro, mire lo que pasa es que como le digo ahora lo hacen abiertamente y antes como diciendo abajo del agua, pero siempre ha existido todo. (Entrevista 56) (Gabriela Benítez, 75 años, mujer, primaria, trabajos en fábricas, bufetes)