ESPACIOS REGIONALES FRONTERIZOS
Teoría, política y práctica del desarrollo y la integración fronteriza

ESPACIOS REGIONALES FRONTERIZOS TEOR?A, POL?TICA Y PR?CTICA DEL DESARROLLO Y LA INTEGRACI?N FRONTERIZA

Nilo Meza Monge

Volver al índice

 

 

 

 

1.4. Los procesos económicos regionales

Efraín Gonzáles (Perú) y Edgar Forero (Colombia) coinciden al señalar que los procesos económicos regionales pueden ser entendidos, en primera instancia, como la articulación de diferentes actividades económicas a través de las cuales se realiza el proceso de valorización de los capitales individuales.

En segunda instancia, y conforme a las características que tengan estos procesos, la población se vincula a ellos en forma diferenciada, generando las condiciones de su propia reproducción y de sus relaciones con el Estado. En economías como las de Latinoamérica, la vinculación de la población a los procesos económicos se dará, como es obvio, de conformidad a los modos de producción que coexisten en la formación social regional, teniendo en cuenta la propiedad de los medios de producción y las formas que asumen las relaciones de producción.

Hasta aquí, entonces, queda claro que los procesos económicos regionales no son sujetos de interpretación sino solo en su relación con la población. Además, es bueno recalcar que, en momentos en que el sistema capitalista se ha instalado en todo el planeta, las relaciones de producción que de él se derivan, se van imponiendo sobre otros, incorporándolos en sus circuitos o eliminándolos del escenario económico donde actúan.

Queda por aclarar la forma cómo interviene el Estado en estos procesos. A nuestro juicio, entender esto es fundamental, pues ya no se trata de tradicionales formas de actuar sobre la vida nacional, o regional para el caso, sino de intervenciones que pueden ocasionar sustanciales reacomodos en el escenario económico y político, con sus consecuentes resultados en la correlación de fuerzas sociales.

En este sentido, la intervención del Estado en los procesos económicos regionales, adquiere dimensiones mucho más importantes que en los procesos nacionales, no solo para la cuantía de recursos que puedan inyectar en ellos, sino por la respuesta que origina dichos estímulos, según sea el grado de desarrollo y atraso relativos que presentan las distintas regiones.

El Estado puede intervenir en diferentes frentes:

a. En los mercados públicos, básicamente relacionados con la industria de la construcción; en la seguridad social; y, en la generación de puestos de trabajo a partir de programas de empleo masivo.

b. Gastos de asistencia y de apoyo a la producción en regiones donde, aún con predominio de las relaciones de producción capitalista, aparecen grandes sectores de población vinculados a formas de producción pre y no capitalista, por lo que este tipo de gastos alcanzan niveles significativos en los presupuestos regionales/nacionales.

c. Las medidas de orden tributario, arancelario, etc., como incentivos a la “inversión descentralizada”, es otro filón importante de intervención del Estado. En este terreno, habrá que montar mecanismos que eviten el aprovechamiento de quienes estando en el “centro” aprovechan esta ventana de oportunidades a favor de sus objetivos de lucro ajenos a los que supone el desarrollo regional y fronterizo.

d. De la misma forma, el sistema financiero de fomento a la producción, no es sino otro instrumento poderoso del Estado para orientar o reorientar tendencias de los procesos económicos regionales a partir de créditos relativamente baratos y, en algunos casos, sin costo alguno como ocurrió en la criticada gestión de Alan García entre 1985-1990.

Las posibilidades de desarrollo que tienen las regiones, tanto fronterizas como las que no son, pasan por una racional y eficaz intervención de sus Estados. No hacerlo es caer en la ilusión de que el mercado lo hará todo.