LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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VULNERABILIDAD ECONÓMICA Y POLÍTICA FISCAL. LA CRISIS QUE VIENE

12 de mayo de 2001

El reconocimiento oficial de la disminución del ritmo de crecimiento de la economía nacional y el recorte al presupuesto público, demuestran la incapacidad del actual gobierno para proponer una estrategia de desarrollo distinta, en la que se reconstituya y fortalezca la estructura productiva interna para enfrentar los vaivenes de la economía mundial sin poner en riesgo, a cada momento, la viabilidad del país. Y, desde luego, evidencia también, su incapacidad para pensar en políticas alternativas frente a los cambios coyunturales de los mercados mundiales.

Efectivamente, el menor crecimiento que tendrá nuestra economía es producto de la desaceleración de la economía de Estados Unidos. En la medida que ese país disminuye su demanda de exportaciones mexicanas, éstas se reducen y como éstas constituyen el eje de la expansión económica mexicana, necesariamente su disminución impacta de manera muy importante al interior del país.

Aparentemente este argumento anula la responsabilidad de cualquier autoridad mexicana respecto a la caída que experimenta el crecimiento económico. Sin embargo, el que la desaceleración mundial tenga tal efecto sobre la economía nacional es resultado del modelo maquilador-exportador que se creó en México desde los ochentas y que orientó una industrialización hacia fuera, con una planta productiva sin integración hacia el interior de la economía y que, por tanto, no ayudó al desarrollo industrial nacional. Por eso, hoy, como a principios del siglo pasado, en los peores días del dominio de los enclaves productivos, la economía mexicana sigue dependiendo, de modo excesivamente riesgoso, de lo que pasa en el mundo.

Es verdad que todos los países se verán afectados, pero la magnitud del impacto es distinto. En otros países la fortaleza de sus economías impide que una desaceleración económica los lleve a una crisis. En México, precisamente porque se ha constituido en una economía débil y dependiente, ese mismo fenómeno conducirá a la crisis económica, porque la única fuente de crecimiento económico que hemos tenido y que tenemos son las exportaciones. A lo largo de estos últimos años no se ha creado una fuente alternativa de crecimiento, como hubiera sido el fortalecimiento del mercado interno. Evidentemente, una estrategia de desarrollo de esta naturaleza tiende a crear una profunda vulnerabilidad económica. Todavía más, cuando, para colmo, el 85% de nuestras exportaciones se concentran en Estados Unidos, lo que duplica la dependencia y la vulnerabilidad y potencia al máximo la debilidad estructural de México. De modo que lo que nos pasa no depende de lo que le pasa al mundo, sino, particularmente, de lo que le pasa a Estados Unidos.

Claro, el actual gobierno no construyó ese esquema productivo. Es responsabilidad de los gobiernos anteriores, pero lo ha asumido como propio y con sus políticas lo ha alentado. Es decir, no ha planteado una estrategia distinta porque cree en la ya existente. Eso lo hace responsable.

Lo más grave es que las medidas de política económica que se han propuesto para enfrentar los problemas agravarán la situación. El recorte presupuestal diminuirá el gasto público total, lo que reducirá la demanda agregada causando efectos en cadena sobre el empleo, el consumo y la inversión.

Eso no es lo peor, la aprobación de la reforma fiscal que aumentará la tasa del IVA propiciará un incremento a los costos y a los precios de los productos y servicios, impactando negativamente al consumo, la inversión y el empleo. La recaudación fiscal adicional que se espera con la reforma es de 130 mil millones de pesos (2.2% del PIB, casi 13 mil millones de dólares) y esto será pagado por los hogares mexicanos, de modo que su demanda disminuirá, más o menos en la misma magnitud, porque el pago de impuestos significa una transferencia directa de recursos de los privados al gobierno. El problema es estos recursos así transferidos, no podrán compensar la caída del consumo porque servirán para cumplir con los requerimientos financieros del gobierno, es decir, pagar deuda.

Lo más grave, es que el menor consumo e inversión hará que la recaudación fiscal caiga en lugar de incrementarse, como sucedió en 1995 cuando se aumentó el IVA del 10 al 15%. Esto es así, porque el menor ritmo de actividad económica genera menores ingresos y ventas, que son la fuente de la tributación.

Es decir, el gobierno no está pensando en una estrategia que aliente el crecimiento económico. Por el contrario esta implementado medidas que nos llevan directo a la crisis económica: menos gasto público y más impuestos y con ello menos consumo, menos inversión, pérdida de empleos. Es decir, más de lo mismo. ¿ Y el cambio Sr. Fox?