LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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LOS PRONÓSTICOS ECONÓMICOS DEL AÑO ELECTORAL

30 de enero de 1997

Los pronósticos oficiales y de instituciones privadas (véase El Financiero, enero 6, 1997 página 4) sobre el comportamiento de la economía mexicana para 1997 auguran nuevos éxitos macroeconómicos para la política económica del gobierno federal. Sin embargo, a pesar de ellos, es posible que los logros no lo sean tanto. Así, se espera que en el año, el Producto Interno Bruto (PIB) alcance un crecimiento de alrededor del 4%., lo que parece ser una tasa bastante aceptable, sin embargo, no alcanza para cubrir los déficits ocasionados por la crisis de fines del ‘94. Ni en materia de producto, ni en materia de empleo. Porque la recuperación de los niveles de ese año exige una tasa de crecimiento mayor. Por no mencionar que el ritmo de crecimiento que se requiere para compensar las pérdidas ocasionadas por el modelo neoliberal desde 1983 hasta la fecha.

La inflación para este año se calcula según los pronósticos en un máximo de 20.3% (por encima de la expectativa oficial) en tanto que el crecimiento de los sueldos y salarios, se calcula, será de 25.8% como máximo. Ello habla de un diferencial muy pequeño (si se da) entre salarios y precios, lo que, a lo sumo, evitará que se deteriore más el poder adquisitivo del ingreso, pero no contribuirá a la recuperación de dicho poder que de principios de los ochentas a la fecha se ha deteriorado, al menos, en un 50%.

Asimismo, se espera que las reservas de divisas extranjeras alcancen a lo sumo la cantidad de 23 200 millones de dólares. Cantidad inferior, substancialmente, a la que existía a principios de 1994, que era de 26 840 millones de dólares. Ello a pesar de que se espera un flujo constante de capitales extranjeros y que se supone que habrá un incremento considerable en el volumen de las exportaciones. El problema es que, en México, para que las exportaciones puedan crecer (y en general para que la economía toda crezca) es necesario que se incrementen las importaciones. De ese modo, aunque se supone que se venderá más al exterior, también se le comprará más, razón por la estrategia exportadora no contribuye en, en términos reales, a sustentar un proceso de crecimiento sostenido, ni ha reducir los problemas estructurales de la planta productiva. Ni, mucho menos, a fundamentar la estabilidad del tipo de cambio y de toda la economía. El bajo nivel de reservas y el crecimiento en el déficit de la balanza comercial y la de cuenta corriente esperados presagian una etapa de permanencia de la vulnerabilidad que ha caracterizado a la economía nacional en los últimos años, sin que exista, por parte del gobierno, medida alguna para prevenir que ello vuelva a desatar el caos económico.

Como se ve, las expectativas no parecen ser muy halagadoras. Y eso que se parte de la aceptación de las cifras oficiales y de las derivadas de los análisis de consultarías privadas.

Los resultados podrían, sin embargo, ser más pobres y hasta alarmantes. Hay que tomar en consideración que 1997 es un año en que se renovará la Cámara de diputados federales y, en algunos estados, se elegirá gobernador. La actividad política ya se ha manifestado poco tolerante y democrática por el riesgo tan alto que existe de que el partido en el poder pierda la mayoría del Congreso y algunas gubernaturas. Ello puede derivar en confrontaciones postelectorales graves si no se está dispuesto a aceptar las victorias de la oposición ahí donde se den. Por desgracia este año que se espera de la recuperación económica, también se espera como el de la transición a la democracia. Pero si esta última no se da de manera pacífica y ordenada, lo más probable es que las variables macroeconómicas sufran un fuerte deterioro y la reactivación económica tenga que esperar. Así, resulta que la condición para que las expectativas positivas se cumplan, se requiere orden político y avance democrático. Pero ello implica un juego limpio que el PRI tal vez no esté dispuesto a asumir.

De modo, entonces, que en 1997 en el peor de los casos la crisis económica se agudizará. Y en el mejor de los casos seguiremos, como hasta ahora, peor que como estuvimos la década pasada.