LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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LAS RAZONES DE UNA DEVALUACIÓN

1994

Desde hace algunas semanas se vienen haciendo públicos con bastante intensidad los rumores de una posible devaluación del peso mexicano. Unos y otros argumentan inestabilidad política, descomposición del entorno económico o presiones de índole financiera.

En la práctica hay razones de peso para suponer que dicha devaluación no se dará, aunque en teoría existan argumentos convincentes para asegurar lo contrario.

El factor de mayor relevancia para argumentar que no habrá devaluación es el decidido empeño de las autoridades hacendarias para evitar cualquier devaluación abrupta del peso. El programa económico del actual gobierno está sustentado en un tipo de cambio estable. Primero, porque de esta forma se garantiza a los inversionistas extranjeros sus capitales invertidos en el país. Es de esperarse que ante una devaluación del peso, al menos el 50% de las inversiones extranjeras totales del país saldrán de inmediato. Segundo, porque un tipo de cambio estable anula las presiones inflacionarias por el lado del incremento del precio de las importaciones. Tercero, porque una devaluación es un mensaje negativo en términos de expectativas y normalmente provoca desconfianza que se traduce en fuga de capitales (hasta de los propios nacionales).

Otra razón por la cual el gobierno no debe devaluar su moneda es por el gran efecto que esto tendría sobre el valor de su deuda externa que, en términos de pesos se incrementaría considerablemente. Pero hay argumentos en favor de la devaluación. Primero, el peso se encuentra sobrevaluado con respecto al dólar. Es decir, la moneda mexicana está cotizándose a un precio por encima de su valor real. La devaluación debe darse para ajustar su precio a su valor real. Y ello es necesario porque lo único que provoca la sobrevaluación es un castigo a las exportaciones, a las que vuelve más caras, y un estímulo a las importaciones a las que ha vuelto baratas. Ante los serios problemas de desequilibrio externo que sufre el país parecería recomendable la devaluación que estimularía (teóricamente) las exportaciones y contraería las importaciones. Hechos, ambos, no necesariamente ciertos, puesto que las exportaciones no sólo compiten en precio, sino también en calidad y si las importaciones son necesarias no se reducen, sino que su incremento en precio se repercute en el producto final (tratándose de bienes de capital, intermedios o materias primas).

Segundo, una vez dada la devaluación la confianza en el país crece, puesto que no sería de esperarse en el corto plazo una nueva devaluación. Es decir, la devaluación generaría estabilidad a largo plazo y un caudal de nuevas inversiones extranjeras.

Tampoco este segundo argumento es muy creíble. La experiencia indica que las devaluaciones tienen efectos devastadores sobre la confianza y la permanencia de los capitales, lo cual no tan fácil se logra restablecer posteriormente. Por lo menos, eso es lo que ha pasado en nuestro país en las experiencias devaluatorias de los últimos 20 años. Quienes hoy hablan de devaluación están buscando crear un clima de inseguridad financiera, generar un ambiente especulativo y, por esa vía, lograr, justamente, presiones fuertes sobre la oferta de dólares para modificar su precio. La razón, ya debe haber fuertes tenencias de dólares en poder de los especuladores esperando el momento de la devaluación.

Hay un hecho cierto: desde principios de año ha habido una fuerte y constante fuga de capitales, producto de la inestabilidad política que vive el país. Es de suponerse que si el proceso electoral no se lleva a cabo de manera pacífica haya una fuerte embestida sobre la oferta de dólares. En el caso extremo de una guerra civil no podemos asegurar nada.

Pero si las cosas no llegan a ese extremo la moneda mexicana resistiría. Así que si tiene una buena forma de invertir su dinero, no compre dólares para especular, puede ser que le sea improductivo.