LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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INFLACIÓN Y DEMANDA

1990

La gente se volcó sobre las calles e invadió los comercios, que después de mucho tiempo volvieron a registrar altos niveles en sus ventas. Diciembre ha sido otra vez un mes de alegrías y esperanzas. Aunque efímeras tanto para comerciantes como para consumidores. Ello porque una vez que se agote la ampliada capacidad adquisitiva de los aguinaldos y otras remuneraciones extras que los trabajadores y empleados reciben durante este mes, todo volverá a ser como antes.

Al ver el marcado crecimiento de la demanda durante este último mes del año se comprueba la existencia de varios hechos importantes. Asimismo la realidad sugiere ideas concretas respecto a cómo solucionar el problema recesivo.

Primero, las remuneraciones de fin de año no se han canalizado, como en épocas anteriores, al consumo superfluo. Por el contrario, ha habido una marcada tendencia a ocupar dichas remuneraciones para la satisfacción de necesidades básicas. Necesidades que no habían sido cubiertas o lo habían sido sólo parcialmente, durante los meses anteriores. Ello habla de la impresionante brecha que se ha abierto entre salarios y necesidades sociales vía inflación y contención salarial. Ya no podemos hablar más del desbordado “consumismo decembrino” , después de observar la estructura de la demanda y encontrar que si bien antes la gente podía darse el gusto de despilfarrar su aguinaldo, ahora no lo hace ya. Y ello no porque se haya vuelto más prudente sino porque antes durante el año mantenía más o menos satisfechas todas sus necesidades y ahora no.

Segundo: sí hemos visto que el aumento de los ingresos ha provocado el incremento de la demanda. Y esto a su vez ha propiciado un incremento en las ventas. Ello significa que el proceso recesivo por el que pasamos actualmente puede solucionarse si se da un impulso al salario, en tanto ello reactivaría la demanda y por tanto la actividad económica toda. Imaginemos que todo el año fuera diciembre. Que la gente tuviera una capacidad de compra, si no igual, por lo menos cercana a la de dicho mes.

No faltará, desde luego, quien opine que el incremento salarial es inflacionario porque impactan los costos de producción. Suponiendo que así fuera (sin aceptarlo) habría dos caminos. Uno que los empresarios absorbieran el incremento sin reflejarlo en los precios, lo cual si bien podría ser lesivo en algunos casos se compensaría ampliamente por el incremento en la demanda que elevaría las ventas y con ello las utilidades. Los empresarios podrían no aceptar absorber el incremento salarial e incrementar sus precios, lo que de cualquier manera no sería un obstáculo a la reactivación económica, siempre y cuando el incremento salarial fuese superior al incremento inflacionario.

Habrá también quien opine que un desbordamiento de la demanda puede desatar un proceso inflacionario. Y aquí hay que aclarar dos cosas: uno, que la contracción de la demanda que hemos presenciado durante largo tiempo no ha demostrado ser el elemento determinante para desacelerar el ritmo de incremento de los precios. Y dos, que si el incremento de la demanda y el incremento de los precios se dan de manera paralela ello no quiere decir que el primero provoque el segundo. Lo que sucede es que el escenario de expansión de la demanda es campo propicio para el incremento de los precios. Precios que no pueden incrementarse más allá de cierto límite por muy amplio que sea el incremento de la demanda. Ello significa que este incremento de la demanda puede propiciar una reactivación económica , aunque en el corto plazo podría propiciar un incremento de los precios. Incremento que de todos modos se está dando sin que haya una expansión de las compras que realiza la población. La demanda podrá cumplir esa función sólo si su expansión es mayor que el incremento que pueda provocar en los precios. De otro modo el proceso inflacionario cancelaría cualquier posibilidad de incremento de la demanda en el mediano plazo.

Habrá quien identifique el repunte inflacionario del mes de diciembre con la expansión de la demanda propia de este mes. Pero no es posible negar que en buena parte la inflación decembrina ha sido provocada por un incremento en los precios anterior a la expansión de la demanda. Por lo que dicha expansión explica muy poco la de los precios. De tal modo que en diciembre comprobamos que la ampliación de la demanda no es tan inflacionaria como dicen que es. Y por el contrario si es muy deseable ya que posibilita la reactivación económica. Que dicha expansión sea a través de incrementos salariales importantes puede cuestionarse porque muchos identifican esto como un elemento inflacionario. Pero si bien podría serlo, no cabe duda que llegado un momento, aun con el incremento de precios la economía se encontraría nuevamente en movimiento ascendente.

La fórmula de expansión de la demanda-reactivación económica con escenario de posible inflación difiere profundamente por su contenido de la fórmula de estabilización vía contracción de demanda-contracción económica que se ha aplicado en nuestro país y que hasta el momento no termina por estabilizar los precios y si ha conducido a la economía mexicana a una fuerte recesión. Sería deseable la aplicación de la primera fórmula ahora que los hechos le dan la razón. Ahora que la segunda fórmula ha mostrado su ineficacia y agotamiento. Sería deseable aunque en las actuales circunstancias políticas no es posible. La venganza de los ortodoxos aún no termina y están dispuestos a todo. Uno de los riesgos de mantenerse bajo esa línea (quizá el más grave) es que puede ser que el monetarismo en México no muera de muerte natural. Más que el acecho de la heterodoxia, lo que podría provocar tal situación es que agote la paciencia del pueblo.