LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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FOX PIERDE EL RUMBO. LOS DESACUERDOS DEL GABINETE

25 de junio de 2002

Las discrepancias entre el Presidente Fox y miembros de su gabinete, revelan una evidente incapacidad para gobernar, pues la coordinación entre las distintas instancias gubernamentales es un requisito fundamental para ello. Estas discrepancias tienen que ver con una absoluta falta de comunicación entre el Presidente y sus colaboradores más cercanos, tal vez porque, él no se preocupa por obtener la información adecuada sobre los asuntos de los que va a hablar; tal vez porque no existe un principio de autoridad al interior del gobierno y nadie le hace caso al Presidente. Como quiera que sea, la ignorancia del Presidente en materia de economía queda en evidencia y ninguno de sus colaboradores ha intentado alejarlo del ridículo, por el contrario, contribuyen a exhibirlo, cuando lo desmienten públicamente.

En la semana pasada dos veces quedó en evidencia esta situación. La primera cuando el Presidente festinó un descenso del desempleo y al día siguiente el INEGI, informó que en realidad el desempleo se había incrementado. La segunda, fue cuando el titular de la Secretaría de Hacienda, Francisco Gil, dijo ante los diputados federales, que el país se enfrentaba a problemas similares a los de Argentina, pues no existen suficientes recursos para hacer frente a los compromisos del Estado y se podría caer, incluso, en una situación de no poder pagar el servicio de la deuda. Ese mismo día, el Presidente Fox, al ser cuestionado sobre estas declaraciones, dijo que la situación real era completamente distinta, que el país estaba en franca recuperación con todas las variables económicas en perfecto orden, y que por lo tanto no hay nada de qué preocuparse.

Al día siguiente, los mercados tomaron nota de las declaraciones y de la controversia. Desde luego, le creyeron más a los expertos técnicos que al presidente. Siempre resulta más confiable creerle al Secretario de Hacienda y al INEGI, que son quienes tienen y saben manejar los números que a quién, ni los tiene ni sabe mucho de su manejo. Por esa razón el tipo de cambio cayó cerca de 20 centavos y bajó la bolsa de valores. Ya para entonces tanto el director del INEGI como el propio Francisco Gil, hablaron con los medios de comunicación para aclararles que no había ninguna controversia, que el Presidente es el que tiene la razón y que todo fue una confusión. Pero no es así. El desempleo ha crecido. Tal vez se hayan creado nuevas plazas en lo que va del año, pero oficialmente la tasa de desempleo se mide con respecto a los datos del mismo período del año anterior. Y con respecto a ese período ahora hay más desempleo.

Respecto a la situación fiscal tal vez las cosas no sean tan graves como lo dijo Gil, pero tampoco son tan buenas como aseguró el Presidente. Lo que sucedió es que Gil, de una manera bastante irresponsable, quiso asustar a los diputados pintándoles un panorama de horror, para que aprueben las reformas que pretende realizar el Ejecutivo y sin las cuales, según él, no sólo no habrá crecimiento, sino que además, nos envolverá el caos económico. Y él sabe perfectamente que eso no es cierto, porque el volumen de reservas internacionales de divisas es de cerca de 42 mil millones de pesos y en el FMI existen recursos por cerca de 20 mil millones de dólares, de los que el gobierno mexicano puede disponer, en caso de contingencias. Hay que recordar que el principal problema de Argentina es que el FMI no lo quiere apoyar con recursos frescos.

Como se ve, a Gil se le pasó la mano y el Presidente lo llamó a cuentas. Por eso, después dijo que él no había dicho lo que dijo. Pero sí lo dijo.

Es muy grave que un Presidente dé muestras de ignorancia en aspectos fundamentales para el país. Mucho más grave es que evidencie una falta absoluta de autoridad sobre sus subordinados. Eso sí nos puede llevar al caos. La devaluación se aceleró a partir de estas discrepancias porque los inversionistas prefieren países con gobiernos más sólidos y serios, pero que sobre todo garanticen la gobernabilidad.