BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


TEMAS

Francisco Javier Contreras Horta

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LA LECCIÓN DEL ÁGUILA

El águila en un ave que se ha prestado para numerosas comparaciones por sus características tan peculiares como ser invencible, volar muy alto, etc. Varios países la utilizan en su símbolo nacional, como queriendo decir que sus habitantes tienen o creen tener algunas de sus muchas cualidades, o de que cuando menos se identifican con ellas. El caso es que de una u otra forma, el águila es reina de las alturas y de las montañas en las que señorea maravillosamente, sin que nadie intente disputarle su lugar: El águila en su medio es una ÁGUILA.

Pero si por alguna razón el águila se pusiera a envidiar al tiburón, que en su medio es también señor, lo más seguro es que se ahogaría en el primer intento; y si insistiera en esa intención, lo más probable es que acabaría siendo símbolo de algo muy lastimoso: el fracaso. Los países se cuidarían mucho de identificar sus anhelos y características con un animal que cometiera semejante equivocación con su naturaleza. Luego entonces podemos concluir: el águila fuera de su medio sería una lastimosa águila.

¿Cuál es la moraleja? La enseñanza es que cada uno de nosotros tiene unas características que lo hacen muy hábil y sobresaliente en determinado medio y actividad, pero ineficaz y mediocre en otras. Y así como el águila si se ubica en las alturas logra un desarrollo y señorío incomparable y si se sale de su medio cae en la mediocridad; del mismo modo las personas, si están en el lugar adecuado, destacan y logran lo que se proponen, pero si se ubican fuera de su contexto característico, sentirán que no la hacen; y si insisten en su objetivo acabarán <como el águila si quisiera vivir en el agua> completamente derrotados y con una sensación de fracaso permanente.

Cada uno de nosotros tiene habilidades y gracias que lo distinguen de los demás, y si las usa puede destacar y lograr un lugar que le satisfaga; pero si siente que todo le sale mal, que es tonto o que su trabajo no le rinde; quizá sea solamente que no está realizando la actividad en la que es más competente: tal vez le convenga, sin dejar lo que tiene, intentar explorar otros campos de la actividad humana, con el objeto fundamental de conocerse y entender mejor su propia naturaleza. No son pocos los casos de gente que intentó ser futbolista o torero y por azares del destino se tuvo que dedicar a ser cantante y descubrió que era para eso para lo que en realidad tenía talento. Y así por el estilo suele pasar en todas las profesiones.

No debemos nosotros caer en el error de catalogar las actividades económicas en categorías de prestigio social, pues luego resulta que gente que tiene capacidad para destacar en la profesión "A", se pone y se dedica al trabajo "B" porque cree que éste le dará más prestigio ante la sociedad; pero si resulta que no es hábil en él, acaba derrotado moralmente y fingiendo eternamente una satisfacción emocional que está muy lejos de sentir, y sin entender por qué la colectividad no le da el lugar que él cree merecer.

No hay actividades más honrosas que otras, entre las que son honestas. Lo único real es que día a día estamos construyendo el mundo para vivir mejor nosotros y para dejárselo más compuesto a nuestros hijos; y todo trabajo es bueno en cuanto que sin él nos quedaría un bache en nuestro desarrollo. No olvidemos que si no existieran los zapateros remendones, el mundo no nos lo podríamos imaginar tal y como existe; un montón de cosas deberían ser de otra forma. Si tus características son propias para tener una profesión humilde, desde el punto de vista de los que te rodean, trata de seguirla: que lo importante es que tú seas feliz y no que creas que los demás te vean demasiado grande y seas en la práctica un desdichado.

Recordemos que si de servir se trata, y ya un sabio dijo que el que no vive para servir no sirve para vivir; lo importante es hacerlo con gusto y encontrar en ello la razón de ser y el estímulo para bregar en este mar de cotidianeidad imprevisible. Preferible que tú seas un humilde barrendero que todos los días cumple religiosamente su cometido de mantener habitable el mundo, si ese es tu sino y no que buscando prestigio social seas un alto mandatario y termines despreciado por todos los que intentaste servir sin saber hacerlo.


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