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ÉTICA, PSICOLOGÍA Y CRISTIANISMO

José María Amenós Vidal y otros

 

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e) La psicología mística y la teoría cristiana de la santidad.

Tras su descripción desde la teología e historia de la Iglesia, y después de la reflexión filosófica, también la psicología puede facilitar el acceso a la comprensión de la experiencia mística.

En esta ¨psicología del conocimiento místico¨ somos deudores de Carl Albrecht (1902 - 1965) (ver nota 5), médico que nació y vivió en Bremen y que fue también psicoterapeuta y filósofo.

Las descripciones de Albrecht se refieren al acontecimiento central de la experiencia mística, que es objeto, entre otras, de las descripciones de la mística carmelitana española. Para Albrecht son relevantes dos conceptos: - El acto de inmersión como desintegrador de la conciencia.

- El estado de inmersión como estado de conocimiento completamente integrado, unitario y simple, clarísimo y vacío, experimentado a ritmo ralentizado, que tiene como característica fundamental la quietud y que, en cuanto función única de un yo cuya experiencia es sólo pasiva, está ordenado a la visión interior. El acto de inmersión acontece - según Albrecht - mediante el alejamiento del mundo circundante, con el vaciamiento del espacio de la conciencia y gracias al proceso de unificación de la conciencia misma.

Según Albrecht, pertenece a este tipo de experiencia: - La ¨visión interior¨, con lo que se entiende como una ¨transparencia¨ de la conciencia y una pasividad inquieta del yo que está viviendo la experiencia y ...

- ¨Lo que está por venir¨, considerado como encuentro con un tú, con un Ser que no sólo hace sentir su influencia benéfica, sino que es por sí mismo operante: ¨El yo solicitado, cargado de responsabilidad, apreciado y amado¨.

Partiendo de estos rasgos de Carl Albrecht, que en sus escritos elabora también algunas experiencias como cristiano creyente, no es dificil constatar paralelismos con la fenomenología de las experiencias místicas...

Los más recientes comentaristas de la oración de Jesús distinguen la oración misma de la técnica psicosomática que se desarrolló especialmente en la tradición del monte Athos. Sin embargo, precisamente en el nexo entre el elemento corporal y la oración hecha con la boca y el corazón, está el elemento unificante: La situación de reposo alcanzada por la persona se convierte en expresión conjunta de la fe y de la entrega humilde al Dios del amor revelado en Jesucristo.

En un último análisis, después de haber descubierto, siguiendo su eje principal, que al ¨místico¨ se le abre un camino, que por síntesis del humano y divino es espiritual, completamente nuevo para llegar a la unidad total. En expresión de Edith Stein, de las Carmelitas Descalzas, fuertemente influída por la corriente fenomenológica de Edmund Husserl y Max Scheler, y en quien Karol Wojtyla profundo conocedor de la tradición carmelitana apoyará su tesis doctoral (1953) sobre fenomenología y ética cristiana, en realidad se trata de una intrínseca unión de cuerpo, alma y espíritu, que constituyen el núcleo de la persona, y que con dimensiones psíquicas nuevas deriva en la experiencia mística.

La ¨Weltanschauung¨ como expresión alemana que sirve a la definición de lo que damos en llamar la verdadera visión beatífica, nos lleva a la conclusión según el dogma de fe de la Iglesia Católica, que defiende el consubstancialismo de la naturaleza humana y divina de Cristo, entroncada firmemente en los profetas veterotestamentarios y los Evangelios sinópticos, especificando los rasgos característicos de la escatología cristiana, que en efecto, alcanza su apogeo en la plenitud del éxtasis místico.

En conclusión, se justifica con un vigor y rigor insospechados el precepto implícito en las enseñanzas de la Iglesia sobre la teoría cristiana de la santidad, de la ascesis para ser santo y demás virtudes evangélicas, que constata como el espíritu humano de las personas que son alma de su tiempo emerge de una fuente de inspiración, que se mantiene y guía por la tradición de las grandes místicas, por vía de la contemplación y de la oración, por efecto de la gracia y la revelación divina.


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