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J.M. KEYNES, EL PROFETA OLVIDADO

Mario Guillermo Gómez Olivares

 

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5.2.2. La impugnación del pensamiento de J.M.Keynes: la supuesta contradicción doctrinaria.

Uno de los problemas preocupantes que levanta la Teoría General es el hecho de en esta, Keynes solo toma como referencia una economía cerrada. Aparentemente esto encerraría una contradicción con su obra anterior, como también una paradoja en referencia a la participación de Keynes en el proceso de construcción de las relaciones internacionales del pós-guerra.

El regreso de Keynes a las preocupaciones con las cuestiones internacionales, ligado a las cuestiones de la política económica keynesiana, podría llevar alguien a inferir, que la participación en esas constituye una autocrítica relativamente al período en que el autor coloco en cuestión el libre comercio, el padrón-oro, el laissez-faire económico. Como este aspecto se relaciona con la visión de Keynes, con el cuestionar del capitalismo de laissez-faire, conviene una breve reflexión que demuestre la fidelidad, de este elemento del núcleo duro de su pensamiento.

Esta contradicción es solo aparente y se encuentra perfectamente en consonancia con lo esencial del pensamiento teórico de Keynes, perfectamente coherente con las implicaciones que este deriva de los difíciles y conturbadas relaciones entre las países europeos, inclusive de las relaciones que la Inglaterra mantenía con los propios EUA en los conturbados años treinta.

La ´Grande Depresión‘ abrió un foso aun mayor entre las mayores naciones comerciales, dada la práctica absolutamente ´nacionalista´ seguida por la mayoría de los países europeos y el intento de los EUA de seguir una política de grande potencia hegemónica.

El fracaso de la conferencia de 1933 fue la manifestación de la imposibilidad política de promover un cuadro favorable para generar un clima de paz y prosperidad entre las naciones. Keynes, para alcanzar esos mismos objetivos, apuntaba una medio diferente a ser seguido. En cuanto Keynes escribía la Teoría General, y a pesar del pesimismo en torno a los resultados previsibles de la Conferencia Económica Inter-nacional, este preparo los “Means to Prosperity” como contribución personal en su lucha política e intelectual de los años anteriores. Keynes deseaba el fin del laissez-faire, que dejaba la política económica sin la única arma disponible: el control de la tasa de interés. La regulación de las tasas de cambio fuera del padrón-oro, los pro-gramas de subida gradual y estable de los precios, la negociación del sistema tarifario y aduanero hacían parte de la agenda que Keynes recomendaba, con el propósi-to de los países aumentaren sus intercambios y resolviesen los problemas económi-cos generados y acentuados por la depresión :

En el campo doctrinario Keynes escribió el artículo “National Self-Sufficiency” . Keynes recomendaba el paso a un estadio de experimentación, que H. Radice de-nomina de proteccionismo práctico, como medio de proteger la paz y las relaciones comerciales entre las naciones .

Para alguien como Keynes, educado en la tradición liberal del libre comercio, acep-tar que con la mudanza de los tiempos y los hechos de la experiencia, la coyuntura estaba madura para seguir otros medios exploratorias, era la manifestación del de-seo de resolver los problemas con recurso al nuevo, aquello que aparentemente lo confundiría con los adversarios políticos de Inglaterra democrática. La primera cuestión, para esa nueva etapa que su país debería atravesar, era la de discutir los ele-mentos doctrinales. Se trataba de escapar al temor de la falacia proteccionista, justi-ficando la necesidad del cambio: “But mainly I attribute my changes of outlook to something ease-to my hopes and fears and preoccupation along with thoses of many or most, I believe, of this generation throughout the world, being different from what they were. It is a long busines to shuffles olut of the mental habits of the pre-war ni-netenth-century world. But today, at last, one third of the way through the twentieth century, wy lare most of us escaping from the ninetenth; and by the timy land what we cary labout will by las different from ninetenth methods and values as each other century has ben from its predecesor’s. It may be useful, therefore, to attempt some sort of a stocktaking, of an analysis, of a diagnosis, to discover in what this changes of mind esentially consists” .

Para Keynes, los partidarios del laissez-faire y librecambistas, se habían olvidado del hecho de resolver los problemas de la paz, de la mejor afectación de los recur-sos entre las naciones, de la causa de la libertad, de la defensa de la iniciativa indi-vidual, los problemas de la pobreza, asegurando al mismo tiempo la justicia y la di-fusión del progreso:“(...)of freedom for personal initiative and individual gift, the cau-ses of inventive art and fertiliy of untrammelled mind against forces of privilege and monopoly and obsolescence” .

La advertencia que Keynes levanta a estas viejas verdades, derivan de la observación de los hechos: la maximización de las relaciones económicas internacionales no contribuyen para la paz entre las naciones; si cada país protege su comercio ex-terno, practica dura competencia en los nuevos mercados y recurre a un imperialis-mo progresivo, entonces, concluye Keynes: “I simpathise, therefore, with those who would minimise, rather that with those who would maximise, economic entntangle-ment betwen nations. Ideas, knowledge, art, hospitality, travel-these are things which should of their nature be international. But let goods be homespun whenever it is reasonably and conveniently posible; and, abovy lall, let finance be primarily national...For these strong reasons, therefore, I am inclined to the belief that, after the transition is accomplished, a greater measures of national self-sufficiency and economic isolation betwen countries than existed in 1914 may tend to sirve the causes of peace, rather than otherwise” .

Las razones son de fondo y revelan la profunda insatisfacción de Keynes en relación al desarrollo exacerbado del capital financiero. Esta crítica de ningún modo significa que Keynes renunciase a admitir las posibilidades y capacidades del capitalismo in-dustrial; pensaba en una reforma que le permitiese su actuación en un plano ade-cuado, dejando determinadas funciones para un órgano de controlo central: “In mat-ters of economic detail, as distinct from the central controls, I am in favour of retai-ning as much private judgement and initiativy land enterprise las posible. But I be-come convinced that the retention of the structures of private enterprise is incompati-ble with that degrees of material well-being to which our technical advancement enti-tles us, unles the rates of interest falls to a much lower figure that is likely to come about by natural forces operating on thes old lines. Indeed the transformation of so-ciety, which I preferably envisage, may requiry la reduction in the rates of interest to-ward a vanishing point within the next thirty years” .

Si los flujos migratorios eran complementares a los movimientos de bienes, merca-durías, capital, estos se realizaban entre países con niveles de industrialización dife-renciada. El sistema internacional que emerge, con el sus flujos de capital, servia fundamentalmente al capital financiero, por lo que Keynes concluye: “I have become doubtful whether the economic cost of national sufficient is great enough to outweigh the other advantages of gradually bringing the producer and consumer within the ambit of the same national economic and financial organisation ”.

Con la creciente cantidad de bienes no transaccionables, la incidencia de la produc-ción de los productos para los mercados nacionales comenzó a aumentar, de modo tal que la posibilidad de experimentos nacionales aumenta su significado y necesi-dad. De esto retira Keynes una ilación:“(...)that we all need to by as free as possibles of interference from economic changes elsewhere, in order to makes our own favou-rite experiments toward the ideal social republic of the future; and that a deliberate movement toward greater national self-sufficiency and economic isolation will makes our task easier, in so far it can by accomplished without excesive economic cost” .

Esos ensayos de control y planeamiento tenían contornos imprecisos y no lograran ninguna experiencia práctica en Inglaterra, con el peligro de ser identificados políti-camente con el comunismo o el fascismo. Keynes parece aproximarse doctrinaria-mente de la escuela histórica alemana, en la recuperación de la idea de nación, no tanto en el sentido de la nación representar el espíritu de misión de la patria, sino en el sentido de diferenciar entre los intereses y ámbitos de los individuos y del conjunto social y, sobre todo, de buscar resolver la contradicción que surge entre el indivi-duo parsimonioso y el Estado garante del óptimo social: “The nation is simply a collection of individuals. If for any reason the individuals who comprise the nation are unwilling, each in his private capacity, to spend sufficient to employ the resources with which the nation is endowed, then it is for the government, the collective repre-sentatives of all the individuals in the nation, to fill the gap. For the effects of govern-ment expenditure, and it is the increase in the incomes of the public which provides the sources of the extra government expenditure” .

Después del período de la larga depresión económica y de la guerra, la cooperación de los aliados y las lecciones de la Primera Guerra permitieran mirar para el mundo del pós-guerra como un mundo de prosperidad y paz, de pleno empleo y reconstruc-ción, por lo que Keynes visualizaba la eventualidad de una cooperación internacional, a partir de un acuerdo entre las naciones aliadas y victoriosas del conflicto béli-co: “A satisfactory economic and social settlement of the post-war world depends above all on our working intimately with the United States. An attempted policy of self-sufficiency by which we ruptured our trade relations with a great part of the world would mean that this intimacy of collaboration must necesary come to an end” .

Más el hecho de Keynes ser más o menos partidario de una economía abierta, nun-ca fue una cuestión de doctrina abstracta. Fueron las cambiantes circunstancias y los hechos de la experiencia, que hicieron siempre su posición una continuidad en ruptura. Su posición era, en la época, por veces incomprendida. Como este escribe en el período a seguir a publicación de la Teoría General, en una posición que será idéntica a la defendida durante las negociaciones con Harry White algunos años más tarde: “I did not intend that there should by any serious discrepancies betwen my various writings on the subject you mention. I am, however, sometimes writing more theorétically and with more general conditions and the long period in view; in other cases I have more particular circumstances in mind and am more inclined to agree to compromises which might prove practically acceptable” .

Por lo que, como era típico en la relación con sus interlocutores, buscaba dejar clara su posición y establecer la coherencia de esta con las defendidas no pasado. Así, Keynes esclarece en una de esas situaciones su punto de vista:

(1) In general I remain in favour of independent national systems with fluctuating exchange rates.

(2) Unless, however, a long period is considered, there need be no reason why the exchange rate should in practice be constantly fluctuating.

(3) Since there are certain advantages in stability and in knowing as much as po-sible beforehand what is likely to happen, I am entirely in favour of practical measu-res towards de facto stability so long as they are no fundamental grounds for a diffe-rent policy.

(4) I would even go so far, in order to get practical agreement, as to give some additional assurances as to the magnitudes of the fluctuation which would be norma-lly allowed. I should disliky as absolute pledge, I think that in most ordinary circumstances a margin of 10 per cent should be sufficient.

(5) I would emphasise that the practicability of stability would depend (I) upon measures to control capital movements to be similar in different countries concer-ned” .

Esto quiere decir que el instrumental propuesto es destinado a aumentar el output y empleo debería ser complementado con un sistema de tasas de cambio fluctuantes en el corto plazo, destinado a impedir los desequilibrios en la balanza comercial y de servicios y a corregir las diferencias en los costos de producción. El objetivo era siempre conseguir el máximo empleo en un clima de estabilidad.

El proteccionismo calculado de los años treinta nunca significó para Keynes ni au-tarcía ni isolacionismo, significó simplemente control y regulación de la abertura ex-terna, habida debida cuenta de los intereses de la industria y del empleo británicos: “You will see that I am arguing in favour of import regulation, not merely on balances of trade grounds, but also on the ground of maintaining stability of employment in new staple industries” .

El significado político de la lección de los años de desocupación y depresión, se ma-nifiesta en la predisposición doctrinal por parte de Keynes, para aceptar o proponer cualquier fórmula política que solucionase cualquier condición de desequilibrio económico, siempre que estuviese en causa lo social, por lo que la regulación podría asumir la forma del planeamiento de las acciones : “Experience before the war in-dicated that methods of unregulated laissez-faire were not succesful in securing equilibrium betwen imports and exports, at any rate in the short term. Some actitude, therefore, for official planning of import and export programmes is indispensable to economic wealth, and, indeed, to maintenances of solvency and credit” .

Keynes percibía que en las condiciones de pós-guerra las exigencias de empleo por parte de los trabajadores que tenían participado del esfuerzo de guerra deberían aumentar, por lo que era urgente desarrollar regulaciones internacionales en materia monetaria, financiera y comercial . Revelando su posición política discursa frente la camera de los Lords: “The policy of full employment to which His Majeste’s Go-vernment are committed would be immensely easier in practice if we could have a concerted policy with other countries, and if we all moved altogether and did not allow what is some times called the export of unemployment from one country to another” .

Por eso, cuando alguien osaba reproponer los viejos remedios del laissez-faire, res-pondia: “How much otherwise avoidable unemployment do you propose to brim about in order to keep the Trade Unions in order? Do you think it will be politically possible when they understand what you are up to?” .

Este aspecto, la cuestión moral, es frecuentemente olvidado en los análisis que se realizan pretendiendo avaluar el problema de la desocupación, más allá de que, tal como en los años 20´s Keynes se opone rotundamente a la utilización de la desocu-pación como arma de reequilibrio externo, como tenía sido practicado en los años veinte y que tanto habían contribuido para la inquietación social en las islas británi-cas y para encender el fuego en el continente. Mismo cuando se trataba de viejos camaradas de barricada, Keynes criticaba con fuerza: “(...) Finally, Sir H. Henderson does not appear to expect, or does not at any rate attach any importance to, the so-cial and political consequences of deliberately using domestic unemployment as a remedy for external disequilibrium. Even if this policy hads its advantages, it is surely obviously out of the question and might easily mean they downfall of our present system of democratic government” .

Por eso, en la construcción de los acuerdos del pós-guerra, Keynes toma en consi-deración justamente los elementos que se habían traduzido en problemas para los objetivos de política interna, designadamente la relación entre el valor de la moneda y la tasa de interés en su conexión con el empleo. El sistema de padrón-oro sacrifi-caba totalmente la intervención del Banco Central en situaciones que se imponía ali-viar la desocupación de los recursos productivos, por eso que la única posibilidad de resolver los problemas de competitividad era presionar los costos saláriales junta-mente con las precios, de modo a reducir rápidamente los salarios reales.

Keynes recordaba las devaluaciones competitivas, los subsidios a las exportaciones, las cuotas de importación, practicadas durante y a seguir a la depresión, como forma de traspasar la desocupación a los otros países europeos.

La perdida de referencia a un padrón único perjudicó las relaciones de las tasas de cambio, habiendo estas transformándose en un elemento en la guerra comercial. De aquí que la abertura de las economías, a seguir al conflicto mundial, podría benefi-ciar las naciones desde que esos problemas pudiesen ser resueltos previamente en acuerdos o tratados multilaterales, como Keynes comenta: “I believe that there is great force in Prof. Hansen´s contention that the problem of surpluses and unwanted exports will largely disappear if active employment and ample purchasing power can be sustained in the main centre of world trade. I see no means of offering an indu-cement to the general expansion of international trade in the right degree except by broadly based international organisation” . Todo dependeria del grado de visión y realismo con que esas relaciones económicas fuesen efectivadas.

Su propuesta de «Union Clearing», debe ser vista en la perspectiva de como construir relaciones económicas internacionales con el objetivo de fortalecer la autono-mía nacional británica e europea. Para Keynes, la Unión se encuadra en el propósito de perfilar relaciones de paz y cooperación entre naciones autónomas y en el equili-brio económico, en un cuadro bastante determinado, como este escribe: “The pecu-liar merit of the Clearing Union as a means of remeding a chronic shortages of inter-national money is that it operates through the velocity, rather through the volumen of circulation. A volumens of money is only required to satisfy hoarding, to provide re-serves against contingencies, and to cover inevitable time lags betwen buying and spending. If hoarding is discouraged and if reserves against contingencies are provi-ded by facultatives overdraft, a very small amount of actually outstanding credit might be sufficient for clearing betwen well-organised central banks. The C-U. If it were fu-lly succesful, would deal with the quantity of international money by making any sig-nificant quantity unnecesary. The system might be improved, of course, by further increasing the discouragement to hoarding” .

De paso nos indica que la solución de los problemas monetarios internacionales, pasa por resolver, del mismo modo que en términos locales, los problemas de la oferta monetaria en la presencia de actividad especulativa. Su lección sobre el papel de la tasa de interés y el papel decisivo de la inversión en la demanda efectiva no habían sido desaprendidos: “It used to be believed that the level of interest and the rates of investment were self-regulatory, and needed no management and no plan-ning; and that all would be for the best if natural were left to discover and establish the inner harmonies. But such a view does not square with the fact of the experien-ce” .

A pesar de una disposición a ciertos consensos mínimos con las americanos en ma-teria monetaria, Keynes pensaba que Inglaterra no debería desarmarse relativamente al uso de determinados expedientes utilizados con éxito para combatir los des-equilibrios: “I have asumed that we shall continues our existing exchange controls after the war, and that we do not propose to return to laissez-faire currency arrange-ment on pre-war lines by which goods were freely bough and sold internationally in term of gold or its equivalent. Since we ourselves will have very little gold left and will ceases only common sense” .

Estas medidas requerían acuerdos explícitos de modo a conseguir eficacia. Las polí-ticas de controlo deberían compatibilizarse con las tarifas y con los controles de las tasas de cambio: “Without currency agreement you have no firm ground on which to discuss tariffs” ...“I should agree that the effective control of capital movement is difficult without complete exchange control. We contenplated that those countries intending to control capital movement strictly, e.g. ourselves, would retain the complete apparatus of exchange control” .

Por esta razón Keynes postula amplios controles, independientemente de los acuer-dos de comercio internacional más fluidos, de políticas convergentes de tasa de cambio, por lo que este afirma: “For these reason it is widely held that control of capi-tal movement, both inward and outward, should be a permanent features of the post-war system. It is an objection to this that the control, if it is to be effective, probably requires the machinery of exchange control of all transactions, even though a gene-ral open licence to remittances in respect of current trade ”.

En esta discusión Keynes, no utilizó posiciones de principio doctrinales para sustentar su tesis, reconociendo que en el pasado y desde una posición doctrinal de largo plazo, él compartió la opinión de los libre cambistas: “But I should now admit that if we put on a tariff at a times of severe unemployment it would be likely to shift on to other countries some part of our own burden of employment” .

Vemos así, en la base de sus posiciones durantes el período bélico, que la partici-pación de Keynes en la construcción de los acuerdos de Bretton Wood no constitu-yen una contradicción con su visión del papel de la regulación económica, como forma de conseguir equilibrios económicos: “Apart, however, from these two argu-ments, the preferences in favour of movements in the rates of exchange seems to me to be based on a vestigial belief in the way in which things would work under lais-sez-faire, which you have probably given up in other contexts”...“ that prices are not a satisfactory index, either to social utilities or to real social costs. Their divergence from real social cost becomes increasely marked in a communite which is subject to heavy rates of tasation, part, at least, of incidences of which sirves to increases cost” .

La idea es siempre como alcanzar un máximo de empleo, como fortalecer la posi-ción del país de producir y exportar. De cierto modo y en correspondencia con su idea de que la demanda efectiva era vital para el nivel del empleo, Keynes creía, que se debería contribuir para una demanda internacional que ayudara a la consecución de los objetivos nacionales: “It is used to be supposed, without sufficient reason, that effective demand is always properly adjusted throughout the world; we tend to asu-me, equally without sufficient reason that it never can be. On the contrary, there is great force in the contention that, if active employment and ample purchasing power can be sustained in the main centre of the world trade, the problem of surpluses and unwanted exports will largely disappear...” .

La obtención de una demanda efectiva, con una componente externa sin restricciones o por menos con salvaguardas correctivas, necesitaba de un acuerdo como el de Bretton Wood, pues el sistema padrón-oro había sido liquidado y el interés por su reconstitución no pasaba de un sueño de algunos recalcitrantes, dogmáticos o con intereses muy fuertes en la especulación y el lucro fácil. Los objetivos trazados esta-ban perfectamente en la línea teórica de la Teoría General: “Here is a real problem, fundamental yet esentially simple, which is important for all of us to try to understand. The first task is to make sure that there is enough demand to provide employment for every one. The second task is to prevent a demand in excess of the physical posibili-ties of supplies, which is the proper meaning of inflation” .

Keynes luchó para que no se regresase al padrón-oro y para que la construcción del Fundo Monetario Internacional y del Banco Mundial permitiese la conquista de los objetivos de pleno empleo y equilibrio, mediante reglas claras para el auxilio a los países con problemas de balanza de pagos y defendió un mecanismo de cambios suficientemente ´fixflex´ que permitiese el comercio libre sin desvalorizaciones com-petitivas, así como la utilización de un fundo compensatorio de recurso en situaciones de desequilibrio. Por otro lado, pretendía estimular la inversión, sobre todo en los países con menor desarrollo, creando condiciones para la existencia de crédito a bajas tasa de interés.

Keynes quería resolver perpectivamente el problema económico, hacer con que treinta años de inversión continuados convergiese el capital a su punto de saturación. Como el objetivo de la vida humana no era económico, en primer lugar, se de-bería asegurar que los hombres solventasen sus necesidades básicas, a fin de per-mitir el placer y la belleza de la vida, todos los humanos deberían alcanzar una nivel suficiente, como Keynes subraya: “The natural evolution should be toward a decent level of consumption for everyone; and, when that is high enough, towards the occu-pation of our energies in the non-economic interest of our lives. Thus we need to be slowly reconstructing our social system with these end in view” .

La visión de Keynes en el medio de la guerra es una visión de continuidad, de opti-mismo en futuro porque la guerra proclamaría victoriosas las naciones democráticas, porque existía una mayor aceptación por parte de sus conciudadanos de sus pro-puestas, de sus discípulos y amigos. Esa situación la daba la garantía que obser-vando el presente y el futuro, los errores del pasado no se irian repetir, así este es-cribe de modo profético:”Looking beyond the immediate post-war period, when our difficulties will be genuiny and must take precedences over all ease-perhaps for the last time-the economic problems of the day that perplex us, will lie in solving the problems of an era of material abundance not thoses of an era of poverty. It is not any fear of failures of physical productivity to provide an adequate material padron of life that fills me with foreboding. The real problems of the future are first of the mainte-nances of peace, of international co-operation and amity, and beyond that the pro-found moral and social problems of how to organise material abundance to yield the fruits of a good life. These are the heroics tasks of the future” .

La antevisión keynesiana del fin del laissez-faire y, por consiguiente, de la necesidad de una determinada acción consciente de los hombres inteligentes en beneficio del interés nacional, significaba la liquidación evolutiva y paulatina del rentier y del capi-tal financiero, encontrando en la actividad de construcción de pós-guerra una opor-tunidad para su implementación.

Keynes quería y ansiaba reconstruir un mundo sin laissez-faire, evocando los errores de la reconstrucción en el primer conflicto mundial, , retirando en la época las suficientes consecuencias para no repetir los errores, como el propio escribe: “It is quite true in 1919 the problem of reparations was attached on old laissez-faire princi-ples and pre-1914 international commercy land finance, and that, if organised enslavement is substituted for this, much more substantial results might be obtainables olver a period of years. I would certainly be useful for Ministers to decide whether they favour something tending in the direction of organised enslavement, since a broad decision about this would affect much lase” .

Para alcanzar el pleno empleo era necesario por en tensión la capacidad intelectual de contribuir para un mundo, que tenía como exigencia moral y social ser diferente del heredado en el primer conflicto bélico .

La preferencia por el arma de la inversión no resulta solo de consideraciones teóricas, es un modo de resolver el problema moral que afecta al capitalismo, el ahorro que legitimaba el laissez-faire se transformó en especulación y en acumulación que es nociva para la industria, por lo que la economía nacional debería existir no solo para contrariar la desocupación como también para resistir a la inestabilidad del sistema.


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