BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

Comunicación móvil y sociedad, una perspectiva global

Manuel Castells
Mireia Fernández-Ardèvol
Jack Linchuan Qiu
Araba Sey

 

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Cultura juvenil en la sociedad en red

La tecnología de la comunicación inalámbrica no es más que la última en una larga lista de cambios tecnológicos que han ido alimentando esperanzas y miedos sobre el impacto de la tecnología en la juventud. Los avances en los libros, la radio, la televisión e internet, se han relacionado con las transformaciónes que se perciben en las relaciones entre los jóvenes y el resto de la sociedad, especialmente como agentes de socialización.785 Las tecnologías de la información y comunicación contemporáneas, sin embargo, se consideran particularmente significativas por los cambios que han posibilitado. David y Russell, por ejemplo, afirman que las nuevas «tecnologías interactivas y llevables» han originado «un cambio tectónico en la formación contemporánea de la identidad adolescente».786 Básicamente, estas nuevas tecnologías apartan a los jóvenes de la esfera de influencia de las estructuras de socialización tradicionales como el hogar, el sistema educativo y los medios de radiodifusión y teledifusión, al tiempo que aportan una variedad siempre creciente de formas de socialización y opciones de identificación que contribuyen así a la «crisis de fronteras».787 A un nivel más amplio, según David y Russell, la nueva tecnología digital y móvil genera un cambio cualitativo en la experiencia de los usuarios en la vida diaria, al tiempo que la tecnología se incorpora a las actividades rutinarias. En el caso de los adolescentes que se encuentran muy inmersos en el estilo de vida digital, el resultado es una «sensibilidad tecnosocial», es decir, «el estado en el que la tecnología y la naturaleza se unen».788 El concepto de tecnosocialidad pone énfasis en las tecnologías de la comunicación, no como herramientas, sino como contextos, condiciones ambientales que hacen posible «nuevas maneras de ser, nuevas cadenas de valores y nuevas sensibilidades sobre el tiempo, el espacio y los acontecimientos culturales».789 Se ha observado que el teléfono móvil, en tanto que «dispositivo personal y de comunicaciones que tiene una presencia constante, ligera y mundana en la vida diaria»,790 está influyendo profundamente en los hábitos de las redes sociales de los jóvenes y en su relación con los mayores. Dicha tendencia provoca un aumento de los pánicos morales relacionados con los miedos relativos a la desaparición de la infancia, ya que las nuevas tecnologías proporcionan, a los niños, un acceso continuado a la información y a la participación que, o borran la frontera entre la infancia y el mundo adulto, o bien debilitan los lazos de los niños con la familia y otras instituciones sociales.

791 Sin embargo, las nuevas tecnologías de la comunicación también se han vinculado a visiones optimistas sobre la potencial mejora que suponen en las vidas de los niños y, a través de ellos de la sociedad en su conjunto, especialmente en las áreas de educación y participación cívica.792 Podemos observar muchas similitudes entre las culturas juveniles de diferentes países en lo que se refiere a consumismo, tendencias de moda, identidad cultural, formación de grupos de iguales, relación con las instituciones sociales existentes (por ejemplo, la familia y la escuela), y la tendencia hacia una red social más «flexible» en el espacio y en el tiempo (o «softening of time»).793 Sin embargo, a un nivel más específico, el contexto en el que la cultura juvenil móvil emerge es también significativamente diferente, tanto en Europa y en América como en los cuatro países de la región de Asia-Pacífico.

Como ya hemos comentado con anterioridad, los patrones de difusión inalámbrica y de diferenciación social son bastante diversos, dadas las disparidades económicas entre los países y entre los grupos de jóvenes suscriptores con un estatus socioeconómico diferente, que utilizan tanto lo último en servicios 3G o MMS como tarjetas prepago u otros servicios de gama baja, como Little Smart en China.

A tenor de las razones expuestas, el encontrar un patrón consistente de cultura móvil entre las poblaciones jóvenes en los diferentes países que hemos estudiado, sería una gran aportación a favor de nuestro argumento según el cual se puede afirmar que hay una cultura juvenil que emerge globalmente y que «encuentra en la comunicación móvil una forma adecuada de expresión y de refuerzo». Sin embargo, llegados a este punto, tan solo podemos ofrecer una respuesta muy provisional (que es: sí, existe una cultura juvenil móvil global), porque la investigación académica es insuficiente en lo referente a jóvenes y teléfonos móviles en América y en Asia-Pacífico, y, en especial, en los mercados menos desarrollados. Así, con reservas sobre nuestra capacidad para generalizar, en el contexto de la red estructural, la individualización cultural y la construcción de autonomía a partir de proyectos autogenerados que caracterizan la sociedad en red, está emergiendo una cultura juvenil móvil alrededor de la gestión de varios procesos en diversas dimensiones sociales.

Un proceso particularmente importante en el desarrollo de las nuevas relaciones familiares es el de la gestión de la autonomía en relación a la seguridad. La crisis de la familia patriarcal lleva al debilitamiento de las formas tradicionales de autoridad paterna y a la temprana emancipación psicológica y social de la juventud. Al mismo tiempo, la familia sigue siendo una fuente esencial de seguridad y apoyo para los jóvenes, tanto en términos funcionales (seguridad, ingresos) como en términos psicológicos (orientación, apoyo emocional).

Por otro lado, la crisis de la familia patriarcal conlleva una tensión cada vez mayor entre los padres, con altos índices de disolución de parejas y elevados niveles de inestabilidad emocional. Los niños se convierten en la fuente primaria de recompensa emocional, cosa que se consigue renunciando a la autoridad a cambio de compañía. Por otro lado, un mercado laboral envejecido y desigual, en el caso concreto de Europa, coloca a los jóvenes en clara desventaja con respecto a la población mayor, a pesar de los niveles más altos de educación de la juventud, y de su mayor conocimiento del nuevo ambiente tecnológico.

El resultado global de estas tendencias es que la población mayor necesita el apoyo emocional de la juventud, manteniéndolos económicamente dependientes, no siendo capaces de ejercer su autoridad debido a la crisis del sistema patriarcal y del temprano proceso de individualización.

La población más joven siente su autonomía como individuos muy temprano, pero necesitan la seguridad de su familia hasta bien avanzada su evolución. Por lo tanto, gestionar la relación entre autonomía y seguridad en las relaciones familiares es una condición esencial de su existencia. Aunque esto resulta particularmente importante en los años adolescentes, también está presente entre los niños que a menudo regresan de la escuela a un hogar vacío de padres que trabajan en exceso, y también está presente entre los jóvenes adultos que toman todas las decisiones cotidianas de forma independiente pero necesitan a sus padres para resolver los temas vitales.

Existe una transformación de la sociabilidad en la sociedad en red, tal y como se ha demostrado en los estudios llevados a cabo sobre los usos sociales de internet,794 que conduce a la construcción del grupo de iguales mediante la sociabilidad en red. La cultura del individualismo no lleva al aislamiento pero cambia los patrones de sociabilidad ya que los contactos son cada vez más selectivos y autodirigidos. Así, la nueva tendencia es la emergencia de la sociabilidad en red. El canal de esta sociabilidad puede variar. Naturalmente, incluye internet y los teléfonos móviles, pero también el contacto cara a cara. El punto crítico no es la tecnología, sino el desarrollo de las redes de sociabilidad basadas en la elección y la afinidad, rompiendo las barreras organizativas y de espacio en las relaciones.

El resultado social de estas redes es doble. Por un lado, desde el punto de vista de cada individuo, su mundo social se forma alrededor de sus redes, y se desarrolla con la composición de la red. Por otro lado, desde el punto de vista de la red, su configuración opera como punto de referencia de cada uno de los que participan en la misma. Cuando una red es común a un cierto número de sus miembros, se convierte en un grupo de iguales. Dicho de otro modo, la sociabilidad en red conduce tanto a la red centrada en el individuo, específica de él, como a la formación de grupos de iguales, cuando la red se convierte en el contexto de comportamiento de sus participantes.

La consolidación de los grupos de iguales en función de valores compartidos y códigos de significado para los miembros del grupo lleva al surgimiento de la identidad colectiva. La(s) cultura(s) juvenil(es) están marcadas por la presencia de estos códigos; por ejemplo, una lengua compartida, como en la práctica de mensajes de texto en la comunicación inalámbrica, y en la adopción de nuevas formas de expresión de la lengua escrita. La pregunta de si existe una cultura juvenil compartida o una serie de subculturas específicas es una cuestión abierta, que probablemente varía en cada sociedad. Es posible que exista una cultura juvenil común y global, construida alrededor de ciertos atributos distintivos difundidos por los medios de comunicación globales, y un cierto número de culturas y subculturas nacionales específicas. La cuestión clave, sin embargo, es que cada una de estas culturas necesitará una serie de códigos específicos de autorreconocimiento, incluida su propia lengua, así como protocolos de comunicación con otros subconjuntos de cultura juvenil. La comunicación, de hecho, es crucial en la formación y mantenimiento de la identidad colectiva de los jóvenes.

Existe también una tendencia a personalizar el comportamiento dentro de la cultura juvenil. En otras palabras, en paralelo a la afirmación de una identidad colectiva, existe el fortalecimiento de la identidad individual como atributo distintivo de esta identidad juvenil colectiva. Lo que es distintivo de la cultura juvenil contemporánea es la afirmación de cada individuo como parte de dicha cultura: es una comunidad de individuos. Así, habrá signos de individualismo en cada proceso de comunicación. Cada persona en la comunicación personalizará su mensaje y su posición de emisor/receptor.

El consumo es un valor esencial de nuestra sociedad. Así, la búsqueda de estatus a través de los símbolos, y la estratificación de los individuos respecto a la jerarquía de los símbolos a los que se otorga valor, constituyen dimensiones importantes del consumismo joven.

La cultura juvenil no es tan solo una cultura de consumo, pero el consumismo (es decir, el gran valor otorgado al consumo) es una dimensión importante de la cultura. Sin embargo, los patrones de consumo, la valoración de lo que debe consumirse, cambia. Estos cambios, derivados de la combinación de innovación simbólica, psicología de masas, imitación, y búsqueda de estatus, están modelados siguiendo los patrones de las señales que constituyen una moda. Mientras que el valor comercial de la moda resulta esencial para su difusión, la moda no la generan las empresas comerciales. En realidad, el mercado queda configurado por el comportamiento de las empresas que identifican las señales tempranas de una moda y la difunden bajo su marca.

Así pues, la moda está relacionada con la identidad colectiva, pero no son lo mismo. Tanto la identidad como la moda están incorporadas en los códigos que se definen colectivamente, pero la identidad es lo primero, y se expresa a través de la moda. Las modas cambian, la identidad colectiva es más estable.

Relacionado con lo anterior, sin ser lo mismo, está la construcción de la identidad colectiva. Hasta cierto punto, la identidad colectiva de la cultura juvenil rompe con la cultura dominante. La moda es la personalización de la ruptura para alcanzar una identidad individualizada. La suma de estas identidades individuales, que expresan de diferente manera la identidad colectiva, produce la moda. Por ejemplo, el piercing rompe con la estética dominante, y a la vez afirma el valor del dolor autoinducido (empezó durante el movimiento sadomasoquista de los ochenta). Por tanto, forma parte de la identidad colectiva, pero existe una personalización del piercing usando las diferentes partes del cuerpo, diferente aparatos, diferentes colores y formas. La variedad de las formas de piercing se convierte en la moda del piercing. Más adelante veremos que la personalización de los teléfonos móviles puede ligarse a un fenómeno similar.

La cultura de la sociedad en red se caracteriza fundamentalmente por la importancia de los proyectos de autonomía como principio de orientación de las personas. Esto tiene manifestaciones colectivas e individuales, incluyendo la política como, por ejemplo, la móvilización característica del movimiento antiglobalización. Los actores sociales aspiran a construir su propia autonomía, en todas las dimensiones de la vida, definiendo así su cultura de forma práctica, y empezando no desde quienes son, sino desde lo que quieren ser. Esta búsqueda de la autonomía es particularmente importante entre los segmentos jóvenes de la población, porque son los que quieren buscar influencias y cambiar la sociedad en lugar de adaptarse a ella. Por tanto, aquí la práctica tiende a ser instrumental, pero necesitamos entender la instrumentalidad dentro de un amplio espectro de significados. Puede ser profesional, comunicativa, dirigida hacia el control del propio cuerpo, o política, pero lo que importa es que es el propio actor quien decide el propósito de la instrumentalidad.

Finalmente, el entretenimiento, los juegos y los medios son también elementos importantes de la cultura juvenil, y siguiendo el mismo patrón que otras actividades o servicios, se están convirtiendo en parte del entorno inalámbrico de los adolescentes. El entretenimiento móvil es una actividad de ocio que rivaliza con otras actividades. El hecho de que los jóvenes constituyan el segmento de usuarios de comunicación móvil que crece más rápido, favorece la función de entretenimiento de los teléfonos móviles, ya que, precisamente, es éste el grupo social más predispuesto al entretenimiento. De nuevo, lo que puede observarse es que la tecnología encaja en una necesidad preexistente y latente de la sociedad en red. Nuestra hipótesis es que la comunicación inalámbrica proporciona una tecnología excepcional de comunicación en la que se apoyan las dimensiones que caracterizan la cultura juvenil de la sociedad en red, tal y como se han presentado más arriba. Examinemos hasta qué punto la evidencia sustenta esta hipótesis.


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