MÉXICO EN LA ALDEA GLOBAL
Coordinador: Alfredo Rojas Díaz Durán
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La derrota militar de la dupla anglosajona en Iraq, desencadenó cuatro efectos trascendentales que subsumen la azorante
y vertiginosa decadencia de Estados Unidos: 1) no pudo capturar el "oro negro" de la antigua Mesopotamia, lo cual encumbró su cotización y, como corolario, aceleró la devaluación del dólar, mientras desnudaba la amarga realidad de la
vulnerabilidad de su economía; 2) no pudo imponer su "nuevo orden unipolar" mediante el unilateralismo y la guerra preventiva, lo cual ocasionó el nacimiento del nuevo orden multipolar; 3) no pudo contener a China, que emergió como nueva
potencia geoeconómica y geofinanciera global, además de
que, desde el punto de vista geopolítico, orilló a la profundización de la alianza militar de China con Rusia en el Pacto
de Shanghai; y, 4) aceleró el proceso de desglobalización, en
detrimento de la globalización financiera: el feudo inexpugnable de la dupla anglosajona.
Si aplicamos la teoría de "sistemas complejos", del premio
Nobel de Química ruso-belga Ilya Prigogine, a la caótica situación presente, quizá nos encontremos ante una clásica "bifurcación" del sistema inoperante cuando desaparecen las previas certezas para dar pie a nuevas incertidumbres. Ante la
"bifurcación" del presente, se insinúan tres escenarios posibles
como consecuencia del teorema de la desglobalización: 1) la
globalización suave y reformada; 2) la regionalización con
economía mixta y mayor regulación; y, 3) socialismo del siglo
XXI y/o neorrenacentismo humanista: el ser humano en el
centro de los intercambios en lugar del mercado. En los tres
escenarios, regresa el ser humano al proscenio del mundo.
Tras haber coqueteado con la perdición de las almas y la extinción ambiental, son tiempos de reconstrucción y de erección de nuevas instituciones donde reinen las tres letras B de
la salvación y la redención: biodiversidad, bioética y biosfera.
La biodiversidad de todas las especies vivientes de la creación es generadora de la vida en el planeta y debe reflejarse
como su corolario de expresión plural y multicultural en la
actividad ideológica, en la coexistencia comunitaria, la reverencia multirracial y el diálogo de las civilizaciones. La bioética
representa el puente conceptual entre tecnología y humanismo. La ciencia sin conciencia es nesciencia. La tecnología sin
humanismo es la barbarie; la tecnología con humanismo constituye la odisea en el espacio, la hazaña del genoma humano,
la conservación del ambiente, la preservación de los códigos
genético y de Hammurabi, y nuestra escalera hacia el futuro.
Es imperativo rescatar al género humano secuestrado por
sus peores enemigos, pero también urge detectar los fractales
los espacios de orden en medio del desorden de la civilización
humanista, válgase la tautología, para reorganizar al mundo y
sus moradores en forma más armónica y equilibrada con un
sentido de preservación de la biosfera.
Alfredo Jalife-Rahme
Marzo 2007