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MANUAL DE ORATORIA

Alexander Alban Alencar

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2. BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA ORATORIA

Numerosos tratados sobre oratoria y/o retórica que datan de los tiempos alboréales de los griegos cobran actual vigencia en nuestra globalizada sociedad; lógicamente, a ellos se suman las contribuciones de los romanos –continuadores del esplendor cultural de los helenos- de aquellos tiempos nos han llegado importantes tratados sobre oratoria: los de Aristóteles; “Arte retórica”, los de Cicerón; “De la invención”, “Del Orador” y “De la Perfección Oratoria”, y el de Quintiliano; “Instituciones oratorias”.

QUINTILIANO (c. 35-c. 95)

“Institutio Oratoria” constituyen su obra más famosa. En ellos trata sobre los métodos, fundamentos y técnicas de la enseñanza y de la oratoria. Encarta ® 2005

Pero, al margen de la grandeza oratoria de estas dos civilizaciones clásicas –griega y latina- podemos decir también, que nuestro país tiene un rico pasado en lo que a la práctica oratoria se refiere. Desde épocas preincaicas, según cronistas e historiadores, se hizo uso activo de la expresión oral en el territorio de nuestro actual país. No sólo para transmitir ideas o pensamientos, sino para preservar la propia “historia” de los pueblos del Tahuantinsuyo; en algunos casos, a través de los amautas y en otros, por medio de los quipucamayocs.

La expresión oral en una sociedad ágrafa –sin escritura- se convertía más que un arte en una imperiosa necesidad para preservar el pasado, la cultura, los conocimientos y la tecnología. A través de la transmisión oral, de generación en generación, se comunicaban infaliblemente mitos, leyendas y tradiciones para su perpetuación y difusión. Sino, no nos explicamos como un pueblo sin escritura pudo conquistar gran parte del territorio americano y enseñorearse culturalmente sobre él. Indudablemente la oratoria de aquellos tiempos era completamente diferente a la usada hoy.

En la época de la “Conquista” la retórica hispánica se orientó principalmente a insuflar valor a las huestes invasoras para que pudieran enfrentar con valor al más colosal de los ejércitos americanos. Las palabras de Pizarro, exhortando a sus hombres en la Isla del Gallo -para que no lo abandonaran- constituyen quizás, uno de los discursos más antiguos pronunciados por estas latitudes. Asimismo, los discursos de los funcionarios de la Corona exhortando a los antiguos peruanos –quechuahablantes- a someterse al Rey de España, constituían discursos formales que prologaban, muchas veces, cruentas incursiones genocidas.

En la época de la Colonia, luego de la “Conquista”, surge lo que bien podríamos llamar “primeros oradores profesionales”. Su labor más característica era la de componer extravagantes y rimbombantes discursos para saludar la llegada de un nuevo virrey. El pueblo entero, con los oradores a la cabeza, partía hacía el Callao para escuchar la disertación que, por turnos, hacían estos señores. Eran piezas de retórica apologística, plagadas de elogios que hacían a un personaje que ni siquiera conocían

Durante la gesta emancipadora, los “peruanos”, es decir de aquellos que se identificaban con la tierra donde habían nacido -y ya no con la metrópoli española- iniciaron jornadas independentistas para liberarse del yugo español. Estos precursores e ideólogos de la independencia se valieron tanto de sus escritos como de sus encendidos discursos, para inflamar la vena política y crear ese sentimiento de rebeldía y nacionalismo que permitió, años después, la independencia nacional.

Durante las luchas por la independencia, los caudillos militares supieron inflamar de valor a sus huestes con bizarros discursos militares, inculcando a través de sus palabras el amor a la patria americana y el valor y coraje para desligarse de la metrópoli española. Aun hoy se escuchan en nuestros oídos, las palabras vibrantes del Generalísimo Don José de San Martín al exclamar, en el más famoso de todos sus discursos: “¡El Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y de la causa que Dios defiende...!” ¡Viva la patria! ¡Viva el Perú!

Con el advenimiento de la República, la oratoria se convierte en instrumento aglutinador y forjador de la identidad nacional. Como medio de trasmitir ideas, pensamientos y doctrinas, comienza a ser utilizado por los primeros presidentes del Perú; Manuel Pardo, Nicolás de Pierola y Augusto Leguía y por supuesto por los políticos más destacados; con su verbo radical y sus nuevas doctrinas filosóficas, pretenden crear conciencia para la creación de un nuevo Perú. Entre ellos tenemos a González Prada y a Haya de la Torre.

En épocas contemporáneas resaltan las figuras del arquitecto Fernando Belaunde Ferry -un orador inspirado que a decir de muchos, “leía” sin texto- sus palabras utilizadas con propiedad, eran un llamado constante a la defensa de los valores democráticos. Destaca también la figura de Alan García Pérez -aprista que recordaba los viejos tiempos de don Víctor Raúl Haya de la Torre- dueño de una oratoria torrencial y apasionada que muchas veces caía con facilidad, en la demagogia y el dramatismo oratorio.

De Alberto Fujimori Fujimori –penúltimo presidente- se puede decir que fué una persona carente de dotes oratorios, pero que este detalle parecía no importarle porque “otros” eran sus métodos para “convencer” a sus oyentes. En la actualidad tenemos a un Alejandro Toledo Manrique, que a decir de muchos es un destructor de las normas del buen hablar; sus alocuciones son una mezcolanza de español e inglés mal hablados y fuera de cualquier contexto lingüístico, a decir de sus críticos prima en él una predilección irrefrenable hacia la mitomanía.

EL FUTURO DE LA ORATORIA:

Junto a esta breve reseña histórica, vemos como a nivel nacional e internacional los viejos tratados de oratoria -griega y romana- cobran inusitada vigencia para ser aplicados casi con desesperación por millones de personas que pugnan por dominar con eficacia el arte de expresarse con claridad y facilidad ante un público numeroso y variado. Por supuesto, dichos textos son modernizados y adaptados a las necesidades del hombre del siglo XXI de tal forma que el interesado pueda resaltar su personalidad y convertirse en líder del llamado Tercer Milenio.

Tal es la importancia que reviste la elocuencia en la coyuntura actual, que personas como Salomón Novoa -con el apoyo de prestigiosos expositores nacionales- se encuentran abocados a promover la instauración del 10 de Noviembre como el “Día de la Oratoria” y por extensión como el día del orador, ello en honor a San León Magno -murió el 10 de noviembre del año 461- famoso por su intervención ante Atila, Rey de los Hunos, a quien persuadió -a través de su gran verbielocuencia- a que no invadiera ni destruyera la ciudad de Roma.

Y por si esto fuera poco, los oradores cuentan también con un “Padre”, el ateniense Demóstenes (384 – 322 a.C.) pionero de la elocuencia a quien consideramos desde hace mucho tiempo, como el Padre de la Oratoria. “Su caso - como dice Novoa- es un ejemplo de superación y perseverancia, pues a pesar de su tartamudez natural, llegó a convertirse en el más brillante orador de su época...” La efeméride, el Santo patrón y el Padre de la oratoria son elementos que identifican, cohesionan y caracterizan a todos los oradores.

DEMÓSTENES:

Uno de los grandes oradores de la antigua Grecia, pronunció convincentes discursos contra los reyes macedonios a los que consideraba una amenaza para la libertad de los griegos. Aquí aparece declamando en una playa. Encarta ® 2005


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