48. PELLICER DE BRODY, Olga (1974) “El llamado a las inversiones extranjeras”. En SEPÚLVEDA, B. et. al Las empresas transnacionales en México. El colegio de México. México. Pp. 75 – 104.
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN MÉXICO
(Siglos XVIII, XIX y XX)
ANTOLOGÍA BIBLIOGRÁFICA COMENTADA

Jorge Isauro Rionda Ramírez

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48. PELLICER DE BRODY, Olga (1974) “El llamado a las inversiones extranjeras”. En SEPÚLVEDA, B. et. al Las empresas transnacionales en México. El colegio de México. México. Pp. 75 – 104.

En la década de los 50 el beneficio del periodo de la reconstrucción europea y la postguerra es evidente en la economía nacional. La creciente y sostenida demanda externa de productos primarios de exportación provee a la nación de divisas suficientes para amparar el crecimiento de un sector financiero fuerte y sano. Las exportaciones agrícolas fortalecieron al campo y el desarrollo industrial y urbano cambiaba la realidad nacional de un sesgo tradicionalmente rural, a una nueva sociedad moderna e industrial, con todos aquellos problemas que también esto significa (Pellicer de Brody, 1974; 75 – 104).

La industria manufacturera, la siderurgia como el papel, son las que más crecieron. La participación de capitales foráneos a su vez era significativa por varias razones:

1. El éxito de la economía estadounidense en su época de expansión durante la postguerra coloca en la región latinoamericana muchos de sus capitales empresariales, y con ello viene a industrializar la región, especialmente a México quien colinda con su frontera.
2. La industria mexicana que veía un buen acomodo y convivio con ciertas industrias norteamericanas, una vez localizadas dentro del territorio nacional.
3. El fomento a la inversión privada tanto nacional como extranjera, como parte de una estrategia de desarrollo modernizador.

Hubo a su vez políticas de fomento industrial tales como la extensión de las exenciones fiscales, sobre todo la del ISR en 1954, para incrementar los márgenes de ganancia y con ello respaldar su crecimiento. A su vez, está la Ley de Industria Nuevas y Necesarias que se crea en 1955, otorga franquicias fiscales, con la finalidad de respaldar la creación de nuevas industrias, especialmente aquellas que se consideran estratégicas para el desarrollo nacional.

Otro incentivo al desarrollo era el proteccionismo, tanto de la industria nacional, como de la industria extranjera localizada en el territorio del país, que da mercados cautivos y favorables a las empresas para sustentar su demanda y garantizar su desarrollo y maduración industrial.

Está también la estabilidad monetaria y cambiaria, y con ella, la estabilidad económica a largo plazo, fundamental para alentar las iniciativas ante un escenario de prosperidad y seguridad, así como de certidumbre a la inversión.

La inducción del crecimiento ordenado se patenta en 1954 con la creación del Consejo de Fomento y Coordinación de la Producción Nacional.

El clima favorable y hospitalario a la IED hace que desde 1955 este tipo de inversión venga a crecer de forma significativa (destacan el lapso que comprende de 1955 a 1958 donde el monto de este tipo de inversión alcanza más de un millón de dólares al año en colocación de desarrollos industriales). Ante este ascenso de la presencia de capitales foráneos en la economía nacional, el grupo empresarial del país responde bajo formas de organización y corporativismo empresarial tales como la CANACINTRA, la CONCANACO y la CONCAMIN.

Se organiza al grupo empresarial del país como se mitigan controversias nacionales respecto a la presencia cada día más significativa de capitales extranjeros en el país. Con ello se crea la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación CANACINTRA, que responde a una estrategia para organizar las empresas mexicanas, como una fuerza empresarial para presionar al estado a solo admitir empresas extranjeras que coadyuven al desarrollo de la industria nacional.

A su vez, nace la Confederación de Cámaras de Comercio CONCANACO, que a su vez imprimen en la política industrial del país el fundamento endogenista que sostiene que el desenvolvimiento económico del país debe efectuarse con recursos internos, donde la inversión extranjera sea auxiliar y complementaria al límite de las posibilidades que dé el ahorro interno para posibilitar el crecimiento de la industria nacional.

La Confederación de Cámaras Industriales CONCAMIN, como otra fórmula de organización del capital nacional ante el extranjero, sostiene que la inversión extranjera debe aceptarse siempre y cuando esta opere asociada al capital nacional, cuando su acción se vincule directamente a los intereses de la nación y contribuyan al desarrollo económico del país.

Esta respuesta empresarial respecto a fundamentar el desarrollo de la nación con base a lineamientos endogenistas, no obstante, no pudo contener el ascenso de la inversión extranjera en México. De hecho, es a partir del segundo lustro de los años 50 cuando su presencia será constante y creciente hasta al actualidad, siempre actuando bajo la tónica que en su momento permita el carácter de la política económica nacional respecto al fomento del desarrollo. La apertura económica de los años 90 dejará de lado las argumentaciones económicas del endogenismo defendido por los corporativos empresariales del país.


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