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DESARROLLO REGIONAL Y URBANO ANTE LA REESTRUCTURACIÓN ECONÓMICA EN MÉXICO (1980 – 2006) (ESTRUCTURA URBANO REGIONAL Y NUEVA CONFIGURACIÓN DE LOS MERCADOS DE TRABAJO EN MÉXICO)


Jorge Isauro Rionda Ramírez

 

 

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DEL ORDENAMIENTO DEL TERRITORIO Y EL CRECIMIENTO

Ante la restructuración económica posfordista iniciada en los años 80, México transita de un tipo de desarrollo basado en la demanda interna, a otro nuevo que fundamenta el crecimiento en la demanda externa y en la oferta.

El nuevo esquema económico obedece al desarrollo del federalismo y la descentralización, la autonomía local territorial, la democracia participativa, el fortalecimiento del municipio como unidad directa de la gestión estatal con los ciudadanos, el desarrollo sostenible y sustentable, armoniosos y respetuoso de la diversidad cultural.

Massiris indica que lo anterior sigue dos líneas de acción: la construcción de un nuevo orden político – administrativo y la gestión de un nuevo estilo de la gestión de la planificación del desarrollo. Ambos vienen a delinear el proceso de ordenamiento territorial.

Desde su inicio en los años 80 con las reformas al artículo 115 constitucional, se dan cambios de actitud en las colectividades locales. Los anhelos de autonomía e identidad nacional con lo local y lo local con lo nacional, ponen peso a las singularidades que cada región aporta a la identidad de la nación mexicana.

La nueva gestión más territorializada, aterrizada en reconocimiento de las realidades locales son el bastión de la nueva administración pública federal a través del nuevo rol que adquiere el municipio.

En este nuevo orden político administrativo que obedece a la descentralización y al federalismo, se viene a dar paralelamente el nuevo esquema de desarrollo exogenista, el cual debe resolver los problemas sociales, ambientales, culturales, económicos, territoriales en el anhelo de una sociedad cada vez más justa, equitativa e igualitaria.

Asimismo, el orden político administrativo y el esquema económico nacional deben corresponder al proceso de globalización internacional, no en el sentido de los intereses transnacionales sino de lo local. En el marco de la globalización las políticas ordenadoras deben procurar conciliar lo transnacional con lo nacional y lo local, lo cual es un reto ante el antagonismo de la lógica del capitalismo global respecto a los del desarrollo nacional en materia social, económica, ambiental, territorial y cultural.

El antagonismo se vive en la economía mexicana en el sentido que el esquema de globalización vincula al aparato nacional a intereses transnacionales y reordena el territorio en base a los intereses de los negocios tanto del país como extranjeros, de tal modo que viene una relocalización espacial de los mismos, los mercados y de la propia población, con una reconversión industrial y reorientación económica que no necesariamente obedece a las necesidades nacionales y locales del país, que muchas veces entran en conflicto.

El sector más perjudicado ante la apertura económica lo es el campo, donde las áreas rurales, observan una reorientación de cultivos y vocación industrial en el fomento de los grandes agronegocios, la mayoría de ellos vinculados a transnacionales que condicionan los mercados en auténticos monopsonios, en detrimento de los precios de los productos agrícolas que sólo son costeables para aquellos productores que pueden producir en una gran escala. Por lo mismo, la apertura económica viene a causar la necesaria reforma de la legislación de la propiedad ejidal, la cual de tácito viene a desaparecer en el artículo 27 constitucional, iniciándose la formación de grandes latifundios, y con la inminente expulsión de población.

Como me lo indica Bertha Alicia Arce Castro :

Si bien la apertura comercial ha afectado significativamente la economía mexicana, lo único que ha puesto en manifiesto es la ineficiencia de nuestra estructura productiva y su incapacidad de beneficiarse con la posibilidad de participar en nuevos mercados, el sobre proteccionismo al sector industrial que se manifiesta en la incapacidad de ofrecer productos competitivos y serlo a nivel internacional, la predominancia de las micro, pequeñas y medianas empresas que ocupan mas del 90 % de las formas de producción y que están limitadas no solo por su estructura productiva sino por su carencia de capital y un sector agropecuario que a raíz de lo que usted expone ha financiado el desarrollo industrial y las grandes ciudades y que a la fecha se encuentra dividido entre los capaces de aprovechar las ventajas de la exportación y el resto clasificado como agricultura tradicional que abarca a la mayoría de la población campesina de nuestro país.

Los beneficios obviamente han sido dispares, si bien hay que reconocer que las políticas macroeconómicas que se han implementado han puesto orden en nuestra economía y se refleja en las reservas internacionales con que se cuenta incrementadas por los precios del petróleo es necesario dar el gran paso y es invertirlas en infraestructura a fin de que puedan beneficiarse los sectores de población ahora marginados, de no hacerse así las divergencias entre ricos y pobres persistirá.

Yo considero que tenemos un gran potencial en el sector agropecuario y que con las adecuadas reformas estructurales puede convertirse en un elemento fundamental de desarrollo, y aunque como menciono en mi ponencia, debe considerarse un nuevo concepto de desarrollo económico más incluyente, con respeto a la diversidad cultural y el medio ambiente, recatando los valores perdidos y devolviendo la dignidad a nuestros campesinos.

La nueva producción del campo se orienta a productos forrajeros para ganaderías de exportación, y hortalizas de exportación. El pequeño propietario, antes ejidatario, con una dote de pequeñas parcelas, sin ventaja tecnológica y con muy modesta escala de producción ve mermada gravemente su economía familiar. Acaban por vender o rentar sus tierras a los grandes propietarios quienes las suman en escala a su gran extensión de tierra cosechable formulándose con ello economías a escala.

La población antes campesina viene a engrosar los contingentes de lumpa proletarios, el comercio informal y el desempleo urbano. Con la reforma al 115 constitucional y la relevancia del municipio en cuanto gestión pública, esta población expulsada se congrega en las cabeceras municipales, ciudades medias, grandes centros urbanos y de población, puertos y ciudades fronterizas. Incluso traspasan las fronteras en la búsqueda de la colocación laboral.

Con todo lo anterior es entonces que el reto de la nación de conciliar el desarrollo local con lo transnacional es un imperativo social bastante difícil de lograr por que ambas lógicas se contraponen. Asimismo en lo ambiental donde el crecimiento sostenido irracional del capitalismo no es consistente con el anhelo del desarrollo sustentable local y nacional.

Contradicciones tan fundamentales las anteriores que vienen a cuestionar severamente el nuevo orden económico que no es consistente con el ordenamiento del territorio.

Al respecto indica Massiris:

“Asimismo, las áreas rurales con mayores posibilidades para la producción agropecuaria competitiva (de exportación), se dinamizan y expulsan población. De este modo, los efectos espaciales del desarrollo económico estimulado por la producción competitiva llevan a la concentración de sus beneficios en las regiones o en los centros urbanos dinámicos donde se concentran las mayores ventajas competitivas en detrimento de las regiones o centros deprimidos, los cuales tradicionalmente no se han beneficiados de este desarrollo.”

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