Reforzamiento de la Sociedad Civil
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

LA PROLIFERACIÓN DE LAS ONG´s EN EL ESTADO DE TLAXCALA

Ramos Montalvo Vargas

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1.3 Reforzamiento de la Sociedad Civil.

La polémica sobre la definición de la Sociedad Civil ocupa un lugar importante, hablar de ella, es hablar de autonomía organizada de lo social frente al poder público, del peso de la colectividad, de su voluntad en cada espacio de la vida social.

Una sociedad civil, la forman ciudadanos que se constituyen en actor colectivo para relacionarse con el Estado. Las organizaciones tradicionales de la sociedad civil como los sindicatos, están perdiendo la relevancia que tenían en la vida política, donde es imposible avanzar en la democracia debilitando el sistema de partidos a costa o en aras de un fortalecimiento de la sociedad civil.

Carlos Pereyra (1981) dice que la sociedad civil es el conjunto de instituciones creadas por distintos sectores sociales para organizar su participación en la vida política. Por tanto, la sociedad civil son instituciones cuyo origen está en la sociedad y no en su gobierno. El objetivo de esas organizaciones, que podemos ubicar como sociedad civil, es orientar la cosa pública, conseguir objetivos específicos y concretos y defender derechos también específicos y concretos. Por estas razones, la sociedad civil reúne a instituciones creadas para la defensa de intereses particulares y específicos, así como para intervenir en la conformación de la opinión pública. Asimismo, Gilberto Rincón Gallardo (1995:38) afirma que los partidos son la expresión más desarrollada de la sociedad civil, también afirmó que si México no avanza sensiblemente en la formación de un auténtico sistema de partidos puede presentarse una ruptura entre la sociedad civil y el Estado. Al respecto, también el profesor Segovia dice bien, que hay una abrumadora tendencia al individualismo en el mundo, y naturalmente también en nuestro país. En efecto, hay una creciente desconfianza de la sociedad hacia los partidos políticos y tiene razón el profesor Segovia cuando dice que ésta puede ser una de las razones para el surgimiento de centenas -como ocurre en Tlaxcala- o miles de organizaciones que buscan conseguir propósitos y objetivos muy concretos.

Es cierto que en los últimos años, se ha invocado la idea de sociedad civil a tal punto de que comienza a sesgarse el significado del concepto (si es que hay un significado preciso, situación que no compartimos). Por ello es importante explicar seis contextos en que se invoca la sociedad civil, que describe Norbert Lechner (1981) y son:

1.- En América Latina, el llamado al fortalecimiento de la sociedad civil surge a mediados de los años setenta, a raíz de los golpes militares en Sudamérica. Se recurre entonces al término con intención polémica para explicitar una antinomia básica: sociedad civil es Estado autoritario. Invocar la idea de sociedad civil tiene una connotación claramente antiautoritaria; se trata de denunciar a un Estado que viola los derechos humanos, reprime la participación ciudadana y desarticula a las organizaciones sociales. La referencia a la sociedad civil expresa una autodefensa que da voz a un cuerpo social violentado, y al margen de las banderas ideológico-partidistas, traza una línea divisoria entre las fuerzas democráticas y los grupos autoritarios. Sin invocar la democracia, desacreditada por los desaciertos de los gobiernos anteriores, el fortalecimiento de la sociedad civil alude a la construcción de una nueva mayoría social.

2.- Un segundo contexto remite a una lectura crítica de la nueva estructura social. Aunque en el concepto de sociedad civil se refiere básicamente a la relación Sociedad-Estado, también puede significar una crítica a la estructura social que emerge en América Latina a raíz del ajuste estructural de los años setenta y ochenta. La liberación de los mercados, la apertura del comercio exterior, la reducción del gasto fiscal y la privatización de empresas públicas provocan entonces una drástica degradación de la vida social que, junto a la acelerada globalización de los circuitos comerciales y financieros, producen procesos de desintegración al interior de cada sociedad. Las dinámicas de la economía capitalista de mercado se imponen brutalmente, apenas amortiguadas por mecanismos compensatorios y sistemas de seguridad social, destruyendo los lazos de solidaridad y comunidad. En este contexto, el llamado al fortalecimiento de la sociedad civil se contrapone a la desintegración del tejido social. Alude no sólo a los derechos políticos cercenados por el autoritarismo; alude igualmente a los derechos sociales y económicos, vulnerados por las políticas de modernización.

3.- Un tercer contexto que invoca a la sociedad civil, significa una interpelación de los nuevos actores sociales. Podemos distinguir dos perspectivas; un enfoque liberal que festeja la modernización como una revolución silenciosa que libera la iniciativa privada de la tutela estatal y que abre a la actividad económica que es vista como un potencial de desarrollo. Fortalecer la sociedad civil significa, según esta interpretación, hacer de la iniciativa privada el motor del desarrollo social.

Desde otro punto de vista que podríamos denominar comunitarista, la invocación a la sociedad civil apunta a los nuevos movimientos sociales. La reorganización de la sociedad es interpretada en función del surgimiento de formas renovadas de acción colectiva, que incorporan nuevos intereses y demandas. En lugar de identificar a la sociedad civil con la sociedad de mercado; se destaca por el contrario, el desarrollo de relaciones de solidaridad que contrarrestan las fuerzas del mercado.

4.- Lo anterior adquiere notoriedad política por su inserción en un cuarto contexto: la reorientación estratégica de la izquierda. El fracaso de la concepción revolucionaria de la acción política, evidente en los años setenta, obliga a las izquierdas latinoamericanas a repensar la esquiva noción de lo popular y a buscar otra relación entre lo político y lo social. Los partidos de izquierda encuentran dificultades en dar cuentas de las grandes transformaciones sociales en los últimos años y en aprovechar el confuso proceso social de democratización. De modo desequilibrado, los procesos de modernización revolucionan el orden heredado y van generando un país diferente. Al invocar a la sociedad civil, las izquierdas pretenden ajustar sus discursos a las tendencias de reestructuración social y a sintonizar sus estrategias con las nuevas reivindicaciones populares. En esta perspectiva, el término sociedad civil alude a la integración y articulación de las fuerzas sociales en contraposición a una sociedad mercantil y fragmentada.

5.- El quinto contexto es que la referencia a la sociedad civil solamente logra resonancia mundial a raíz del colapso de los estados comunistas en Europa central. A más de 200 años de la Revolución Francesa, un pueblo desarmado vuelve a derrocar a un régimen anquilosado. Tanto el movimiento de Solidaridad en Polonia, como después la Revolución de terciopelo en Praga o en Alemania Democrática, o finalmente la misma victoria de Boris Yeltzin resaltan el poder de la civilidad frente a una burocracia autoritaria y parasitaria. En 1989 la sociedad civil es vista como un gigante amordazado que despierta y, en un mismo movimiento, se libera de las cadenas de la opresión estatal y construye un nuevo orden social. Los procesos posteriores desmienten esta visión heroica e ingenua. La democracia representativa supone un sistema de partidos y la sociedad civil no puede reemplazar al sistema político.

6.- Después del colapso de los Estados comunistas surge un sexto contexto destacable. El fin de la antinomia capitalismo-socialismo da un nuevo impulso a la sociedad civil, entendida como recordatorio de las promesas incumplidas de la democracia liberal. Se trata de actualizar la legitimación de la democracia en ausencia de un adversario externo. En la medida en que el régimen socialista deja de ser una alternativa viable, la democracia liberal ha de legitimarse por sí sola. Problemas y defectos (corrupción, clientelismo y un estilo elitista de hacer política) que también existían antes; son hoy vicios intolerables. El malestar nos dirige en contra de la democracia, ni siquiera en contra de los partidos; es más bien un reclamo por su calidad, la calidad de la democracia y de la política. Cuando una política cada vez más autorreferida deja de ser plausible a los ojos de la ciudadanía, la invocación de la sociedad civil reclama de la democracia las promesas de participación ciudadana y de transparencia de los asuntos públicos. En el fondo, el llamado a la sociedad civil nos recuerda que la democracia se funda en una comunidad de ciudadanos.

Ya se mencionaron los 6 contextos del fortalecimiento de la sociedad civil, sin embargo, algunos otros autores como Ángel Flisfisch (1982:7), se refieren al reforzamiento de la misma y lo explica haciendo uso de fundamentos de la teoría política que a continuación se expresa:

La idea de un reforzamiento de la sociedad civil tiende a evocar múltiples resonancias. No parece entonces, que se trata de una noción que implique una importante y fuerte univocidad. En efecto, por lo menos se podrían identificar los siguientes significados sin pretender que la enumeración sea exhaustiva, pues probablemente se pueden encontrar otros:

A). La idea de un reforzamiento de la sociedad civil puede interpretarse en términos de la noción clásica avanzada en Tocqueville. Esa acepción, heredada posteriormente por la sicología anglosajona, apunta al grado o nivel de sociabilidad voluntaria secundaria existente en una sociedad. Desde esta interpretación, reforzar la sociedad civil significa aumentar y diversificar las capacidades de asociarse voluntariamente en el interior de la sociedad.

B). La noción también puede adquirir el significado de un reforzamiento de la vida corporativa y de los intereses corporativos. Provista de este sentido, la idea se vincula a un diagnóstico de politización excesiva de la sociedad, y a la correspondiente necesidad de conferir una mayor autonomía a instancias específicamente sociales.

C). Un tercer sentido posible de la idea es el de un proceso general de democratización. Podría sostenerse que los problemas que se enfrentan, tienen relación con la necesidad o con el imperativo de expandir las posibilidades de intervención y control de las mayorías en los más diversos ámbitos de la vida colectiva. Desde este punto de vista, reforzar la sociedad civil significa crear y garantizar nuevas opciones de participación en los diversos planos de la realidad: en la economía y en la vida política.

D). Un sentido diferente resulta de hacer sinónima la idea con la noción de un desarrollo de una determinada clase social, o de dos o más clases sociales. Así, se podría recuperar la distinción que hace Marx entre clase en sí y clase para sí, y admitir que el reforzamiento de la sociedad civil no es otra cosa que el tránsito de una a otra situación. En este punto, habría que admitir matices o ciertas opciones teóricas. Por una parte, podría restringirse el significado a la idea de un desarrollo unilateral de una sola clase, desarrollo que culminaría en la capacidad de esa clase de reordenar el conjunto del orden social. Aquí, la noción gramsciana de hegemonía estaría bastante cercana de la idea del reforzamiento de la sociedad civil.

E). Una quinta acepción es la idea de implantación en una sociedad capitalista de formas de organización productiva, provistas de un sentido anticapitalista, o potencialmente anticapitalista: congestión, participación en la gestión de la empresa, cooperativas, etc. Teóricamente, el desarrollo de estas formas organizativas podría en el largo plazo, culminar en procesos globales de transformación social.

F). En vinculación con lo anterior, la idea de un reforzamiento de la sociedad civil puede utilizarse simplemente en el sentido de un robustecimiento de aquellas organizaciones populares distintas de los partidos políticos, o por referencia a la creación de nuevos tipos de organización popular distintos de los partidos políticos. Posiblemente hay varias razones que pueden llevar a sostener que ello es necesario o deseable. Así, se puede ver en ese proceso de robustecimiento y de fomento organizacional una estrategia complementaria y sustitutiva en los casos donde la acción específicamente política se ve sometida a serias restricciones; o bien, se puede postular que ese robustecimiento y fomento organizacionales son condición de una mayor democratización de la vida social en general.

G). Otro significado que se tiende a atribuir a la idea, es el de un robustecimiento de los procesos de descentralización política y administrativa y con ello, el de un reforzamiento de las instancias regionales y locales de decisión, control y participación. Aquí habría de incluir también el surgimiento de nuevas formas de organización, de naturaleza regional o local, de composición pluriclasista, que reivindican una mayor autonomía frente a los centros nacionales, o que enfatizan problemas regionales o locales que desde la perspectiva del centro aparecen como secundarios.

H). Finalmente, la idea de un reforzamiento de la sociedad civil adquiere muchas veces el significado difuso de una referencia genérica a una capacidad general de resistencia local frente a los procesos o intentos de penetración e intervención estatal. En este caso el reforzamiento de la sociedad civil significa robustecimiento de ciertos sectores sociales, para oponerse a la acción estatal. Se trata simplemente del poder de la sociedad frente al poder del Estado.

De lo que se trata entonces, es de identificar ese problema común y de caracterizarlo. Supuesta esa caracterización, cabe luego preguntar por el sentido que tiene hoy en el seno de la actual crisis, la idea del reforzamiento de la sociedad civil. Cuando se plantea el reforzamiento de la sociedad civil como problema, conviene distinguir desde un comienzo tres planos diferentes de la realidad: sociedad civil, sociedad política y Estado. Es en términos de esta distinción que el problema adquiere sentido.

En su acepción clásica, la noción de sociedad civil apunta a una distribución de las personas en clases, según relaciones de producción o, más en general, según relaciones económicas y relaciones sociales privadas. A la vez, a asta distribución se asocian lealtades sociales específicas, contenidos subjetivos específicos, posibilidades de poder y organización también específico. Frente a la sociedad civil, emerge la sociedad política, como plano distinto de la realidad. Su elemento esencial o constitutivo, por lo menos en la historia política occidental, es la figura del ciudadano. Al igual que en el caso de la sociedad civil, cabe identificar en la sociedad política:

a). Opciones específicas de organización donde la opción típica de organización en este ámbito es el partido político.

b). Lealtades específicas, que no se confunden con lealtades sociales por ejemplo, la lealtad hacia un partido.

c). Una división social que no es ni del trabajo ni de la administración, es fundamentalmente una división política, que se basa en la distinción entre representantes y representados.

d). Contenidos subjetivos específicos, que se corresponden con esas opciones organizacionales, con esas lealtades y con esa división social.

Finalmente, se tiene el Estado como plano de la realidad donde lo constitutivo es la oposición entre autoridades y súbditos, entre soberano y súbdito. En el plano estatal hay una lealtad básica, expresada en la obligación genérica de obediencia al soberano, enunciada con toda claridad por Hobbes. En ese mismo plano estatal cabe distinguir también, un rango históricamente muy acotado de posibilidades de organización y la posibilidad de acceso a un recurso de poder esencial: la pretensión del monopolio del uso, y de la amenaza del uso legítimo de la fuerza.

Por tanto; es en el seno de esa historia que adquiere sentido la idea de reforzamiento de la sociedad civil. En definitiva, el reforzamiento es una respuesta más a ese problema de la articulación contradictoria. No obstante, la idea del reforzamiento de la sociedad civil aparece hoy como una respuesta privilegiada, y ese privilegio parece derivar del carácter insatisfactorio que se atribuye a las otras respuestas que han tenido y tienen vigencia histórica.

En el plano de la reflexión, el carácter contradictorio de la articulación entre sociedad civil, sociedad política y Estado, ha sido resuelto mediante elaboraciones conceptuales provistas de un fuerte contenido utópico. Se trata de auténticos modelos del hombre o modelos de la sociedad, entendiendo sociedad en términos amplios.

Si bien la enumeración que se presenta obedece a cierta lógica cronológica, todos estos intentos de llevar al límite la articulación contradictoria entre sociedad civil, sociedad política y Estado, tienen vigencia y se encuentran operando actualmente; donde como lo establece Norbert Lechner (1987):

i). Hay un momento o principio regulador Hobbesiano que, como bien se sabe, es expresión de los procesos de constitución del Estado absolutista. Aquí, sociedad civil y sociedad política se subordinan radicalmente al Estado. En definitiva, la obligación de obediencia al soberano disuelve toda división social, toda lealtad distinta de esa obligación.

ii). Está también la utopía Jacobina, históricamente una reacción contra el fenómeno absolutista. Aquí, la sociedad civil se disuelve en la sociedad política. Toda diferencia social se anula en la figura del ciudadano. Hay un común denominador que equipara a campesinos, burgueses, pequeños burgueses, etc., antes que nada, y primordialmente, todos son ciudadanos. A la vez, el Estado se subordina a la sociedad política. El Estado no es más que la encarnación de la soberanía popular, de la voluntad general del conjunto de los ciudadanos.

iii). En tercer lugar, cabría destacar un momento utópico liberal. Desde la perspectiva de este principio regulador, la sociedad política se disuelve en la sociedad civil. En definitiva, la figura del ciudadano se disuelve en la del propietario. A la vez, el Estado se subordina estrictamente al cometido de poner en obra ciertas condiciones de posibilidad básicas de la sociedad civil.

iv). Para la utopía marxista clásica, el Estado es un fenómeno sospechoso, capaz de desarrollos perversos. Adicionalmente, la sociedad política se reduce a una realidad efectiva de la sociedad civil, donde las relaciones políticas expresan o reflejan relaciones de clase. En la utopía de la asociación de hombres libres que producen colectivamente Estado y sociedad política se disuelven en la sociedad civil.

v). Hay un principio regulador del marxismo post-clásico, como también lo hay del capitalismo contemporáneo. El primero es distinto del clásico, y se asocia a la elaboración ideológica vinculada con el desarrollo de los así llamados socialismos reales. El segundo no se confunde con el liberalismo clásico y se asocia quizás con la experiencia del Welfare State. Para el marxismo post-clásico la figura social rectora es el hombre necesitado, a la vez, a esa necesidad se subordina el Estado, como medio de superar el reino de la necesidad y transitar hacia el reino de la abundancia.

Para el principio regulador propio del capitalismo de este siglo, la figura social rectora es el maximizador de utilidad, el homo economicus de la economía neoclásica, que en el fondo asume el consumidor. Así, Estado, sociedad y política y toda diferenciación social se disuelven en el consumo.

vi). Finalmente, hay que mencionar que frente a estos principios reguladores emergen, reiteradamente, respuestas de corte conservador o liberal-conservador. Lo característico de estas respuestas es reaccionar a las proposiciones, o intentos objetivos, de disolver uno o más de los planos de la realidad considerados en uno específico de ellos, postulando la autonomía o irreductibilidad necesaria de aquellos planos amenazados. Por lo general, estas reacciones suponen que esa disolución, efectiva o potencial, no puede sino distorsionar gravemente la realidad social al negar una parte de ella que necesariamente existe.

Dando por supuesto que los principios reguladores que históricamente se han ofrecido como respuestas al problema de la articulación entre sociedad civil, sociedad política y Estado se muestran hoy insatisfactorios, cabe dejar la idea acerca de qué es lo que se perfila hoy como respuesta opcional.

De manera preliminar, podría decirse que en el horizonte inmediato comienzan a adquirir forma tres figuras sociales rectoras –tres “modelos de hombre”- como establece Ángel Flisfisch (1982:23), que están vinculados entre sí y se postulan como candidatos para sustituir o trascender al súbdito, al ciudadano, al propietario, al hombre necesitado y al consumidor: 1). El hombre liberado, cuyas raíces especulativas y sociales de esta figura son múltiples, que no ampliaremos aquí. 2). El disidente, del cual hay antecedentes liberales claros, pero es innegable que tanto el problema de la libertad personal como el del abuso y contención del poder han pasado a ser, durante la última década, una preocupación efectiva de la izquierda marxista o no marxista y de las tendencias progresistas en general. 3). El hombre como sujeto de derechos humanos, tras Intentar una síntesis apretada de las raíces especulativas y sociales efectivas de la noción de derechos humanos resultaría imposible. Es contra el trasfondo de estas ideas rectoras u otras similares, que hay que entender la pluralidad de significados que trae consigo la idea de un reforzamiento de la sociedad civil.

En un comienzo, esa multivocidad puede incluso provocar la impresión de que se está frente a puntos de vista contradictorios entre sí; y lo reconocemos por su dificultad teórica y no debemos apartar incluso la posibilidad de que efectivamente estén aquí en juego, visiones y puntos de vista que no guarden entre sí un grado importante de armonía.

Después de todo, frente a la diversidad de situaciones e intereses, la alegre y superficial imputación de un consenso constituye un expediente demasiado fácil, que puede ser particularmente estéril en sus consecuencias. No obstante, más relevante que esa posibilidad de iluminar contradicciones, es la de mostrar la existencia de un trasfondo de ideas rectoras, que puedan llegar a constituir un marco de referencia común para pensar el problema del reforzamiento de la sociedad civil.

El objetivo de estas notas no era otro que el de estimular la reflexión acerca de esas posibles ideas rectoras, que permitieran ampliar la noción y marco de las ONG’s forma de expresión de la sociedad civil.


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