La economía Argentina y las guerras mundiales
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ISLAS MALVINAS, SU HISTORIA, LA GUERRA Y LA ECONOMÍA, Y LOS ASPECTOS JURÍDICOS SU VINCULACIÓN CON EL DERECHO HUMANITARIO

Bruno Tondini

 

 

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VI.2.3.- La economía Argentina y las guerras mundiales.

VI.2.3.a.- La Primera Guerra Mundial, su inicio y la aparición de Yrigoyen.

Poco antes de declararse la Guerra Mundial, diversas voces vuelven a poner al desnudo el verdadero rostro del país , por debajo de los ornamentos dorados y las luces de colores con que la oligarquía ha festejado el Centenario, subyacen la cuestión nacional y la cuestión social.

El país semicolonial -"granero del mundo" para la conveniencia extranjera- no solo ofrece un panorama social de flagrante injusticia y un panorama político de burla a la voluntad popular sino que muestra, asimismo, una economía altamente vulnerable.

Cuccorese recuerda que Estanislao Zeballos sostuvo que la independencia del país debía ser total y que no se era libre si las finanzas dependían del extranjero y reproduce estos conceptos:

“...En materia de protección a los capitales extranjeros, el país ha ido hasta la abdicación de su soberanía y de su dignidad, de su soberanía porque hemos puesto el atributo supremo de emitir moneda en manos de extranjeros desconocidos que no viven siquiera aquí, que viven en Europa y de nuestra dignidad, porque no nos defendemos de las explotaciones del capital extranjero, que han llegado a constituir monopolios, de manera que pocas manos manipulan parte de la riqueza argentina, imponiendo la ley voraz de los precios a los grandes y a los pequeños, al trigo y al pan.”

Por su parte, Jorge A. Ramos reproduce la opinión del profesor Pierre de Maroussem, en vísperas de la Guerra:

“Si Quesnay, el jefe los fisiócratas, hubiese podido apartar el velo del porvenir, habría ciertamente mostrado a sus discípulos la realización más completa de sus doctrinas en la actual República Argentina. Pero la admiración de Quesnay hubiera sido contrabalanceada por un desengaño bastante vivo. Esta economía nacional, compuesta de estancieros superiores, es incompleta, si cabe decirlo. Ella se asienta, sin duda, sobre la más admirable base. Su coronamiento monetario es de los más sólidos: la relación de oro a la circulación fiduciaria es superior a la del Banco de Inglaterra. Pero, en el intervalo, ¡qué abismo abierto! Las lanas, las pieles, el trigo, la carne, el maíz, el lino, abandonan los estuarios y los puertos en cargamentos formidables. Los carbones, las máquinas, los artículos más diversos, aun los de alimentación, vuelven transformados, dejando al extranjero los más evidentes beneficios. Bien más, este comercio de va y viene está en manos de extranjeros: ingleses, franceses, alemanes, yanquis, italianos, españoles. Estamos en presencia de una provincia económica, de un fragmento de economías más fuertes (...) Esto no es la Nación independiente.”

Este sojuzgamiento que sufre la Argentina por entonces aparece simbolizado en Victorino de la Plaza -el vicepresidente que suplanta a Roque Sáenz Peña a su muerte, en 1914- y cuya fisonomía indígena contrasta con su estrecha vinculación con el mundo de las finanzas extranjeras, un político -como se ha señalado- que "hablaba inglés con tonada salteña" y del cual Manuel Gálvez, en sus memorias, afirma: "Aunque tenga el rostro de un colla viejo, es espiritualmente un inglés" .

Estalla, por entonces, la guerra mundial provocando fuertes cambios en la Argentina. La conflagración -con las grandes potencias volcando su aparato industrial al armamentismo y por tanto, cesando o disminuyendo sus ventas a los países coloniales y semicoloniales- crea una oportunidad para el desarrollo industrial de la Argentina.

Un empresario, el ingeniero Salvador San Martín, se refiere a ese fenómeno en estos términos:

“Yo tenía muy pocos años cuando estalló la Primera Guerra Mundial pero, aún así, conservo recuerdos muy claros (...) Se trataba de sustituir los fideos y quesos italianos, el aceite de oliva español, el calzado y los casimires ingleses y fabricar algunas fundiciones de acero y repuestos para los ferrocarriles y la escasa maquinaria existente en el país, porque la guerra había interrumpido sus suministros. Así se produjo la primera improvisación industrial y el pueblo fue surtido de esos artículos por una industria incipiente que había nacido de un hecho externo, insólito para la tranquilidad colonial de un país que exportaba trigo, granos, carnes, cueros, lanas y otros productos del agro e importaba hasta ladrillos para construir las casas y adoquines para empedrar las calles (...) Con la guerra del 14, el mundo del comercio libre se había desplomado súbitamente y cada país debía arreglarse como podía... ”

Desarrollo industrial propio equivale, para la Argentina, a disminución de la dependencia externa, fenómeno que también ocurre con respecto a la deuda. A su vez, estos períodos de luchas interimperialistas, facilitan la llegada al poder a los movimientos nacionales en los países dominados. Estos fenómenos nuevos se verifican a partir de 1916.

Hipólito Yrigoyen asume como presidente el 12 de octubre de 1916, con él, la clase media inmi¬gratoria del litoral y los sectores populares del interior, de raíz federal, da comienzo a una nueva época en nuestra historia.

En esos años, la condición semicolonial del país -granja productora de carnes y cereales baratos para el Imperio Británico- debió ser comprendida y subvertida por el movimiento nacional llegado al poder.

Pero el radicalismo sólo democratizó dentro de los marcos de la dependencia, debido a su límite ideológico -el nacionalismo agrario- pues él mismo era hijo de la estructura dependiente y su propio líder, un mediano productor agropecuario.

La relación de complementaridad de nuestra economía en la división internacional se encuentra a la vista: exportación de enormes riquezas en alimentos pagadas a precios en permanente deterioro, condena al estancamiento de gran parte del país que no integra el sistema semicolonial, deuda externa en crecimiento.

Esto es denunciado incluso por John Maynard Keynes, quien, en 1919 señala:

“Antes de mediados del siglo XIX, ninguna nación debía, a otra, pagos en especie, salvo tributos exigidos bajo presión de la fuerza y a veces por el príncipe ausente, en razón del lazo feudal. Es cierto que la necesidad en que se vio el capitalismo de hallar en los últimos cincuenta años mercados en el nuevo mundo llevó a ciertos países, como la Argentina, aunque en escala aún modesta, a deber una suma anual a naciones como Inglaterra.”

Después de intentar relativizar el peso del tributo, Keynes agrega:

“Dicha carga representa un activo verdadero y se enlaza con todo el sistema de la propiedad en general... No creemos que ninguno de los tributos en cuestión se sigan pagando más allá de unos pocos años. No concuerdan ni con la naturaleza humana, ni con el espíritu del siglo.”

Sin embargo, más allá de las limitaciones, debido a la circunstancia de nutrirse de sectores populares, el radicalismo significa un viento nuevo que oxigena a la política argentina y esa renovación se manifiesta también en un cambio apreciable de la política financiera.

Cuccorese relata que a partir de la guerra, el pago por nuestras ventas se recibía a menudo como depósito de oro sellado en las legaciones argentinas en Europa y los embajadores depositaban los importes en algún banco cercano a la embajada. Así se operó normalmente durante cierto tiempo, pero cuando Argentina quiso repatriar efectivamente el oro de Nueva York, el gobierno norteamericano sostuvo que ello constituía un acto inamistoso, por lo cual De la Plaza optó por no efectuar retiro alguno. Pero, señala Cuccorese, "en 1918, Yrigoyen hizo trasladar oro de Londres a Madrid y acreditar esas sumas en Nueva York, y luego envió un barco de guerra argentino que retiró el dinero: catorce millones de pesos oro" .

Asimismo, la política yrigoyenista adquiere perfiles propios, distintos a los de los viejos conservadores, también en materia de deuda externa. Si bien puede argüirse que fue favorecido por los efectos de la guerra mundial, Yrigoyen no contrató nuevos empréstitos y si hubo proyectos en ese sentido, sus objetivos eran comercializar la cosecha por parte del Estado y constituir una flota de mar propia que independizara a nuestro comercio exterior, pero, en ambos casos, fueron rechazados por el Senado con mayoría conservadora.

A su vez, Yrigoyen se opone decididamente y frustra un proyecto legislativo, en 1921, dirigido a abrir la Caja de Conversión y decretar la libre exportación de oro, definiéndose por la inconversión, para evitar un fuerte drenaje de metal. Más importante aún resulta la política dirigida a disminuir el endeudamiento externo.

W. Beveraggi Allende analiza de este modo la balanza de pagos para el período 1915-20.

Movimiento comercial

Exportaciones 4.515.000.000 $ oro

Importaciones 2.915.000.000$ oro

BALANZA COMERCIAL FAVORABLE 1.600.000.000$ oro

Movimientos de fondos

Egresos

Intereses y dividendos de la deuda -890.000.000 $ oro

Remesas de inmigrantes -150.000.000 $ oro

Gastos turistas -75.000.000$ oro

Ajuste 31.000.000$ oro

-1.084.000.000$ oro

SUPERÁVIT BALANZA DE PAGOS 516.000.000 $ oro

Según Beveraggi Allende, este resultado positivo permite repatriar 248 millones de pesos oro (21.565.217 libras, a 11,50 cada libra). Y asimismo, aumentar reservas por 220.00.000 de pesos oro.

En su biografía de Hipólito Yrigoyen, Félix Luna da otra cifra, aunque relativamente aproximada: "A través de su período de gobierno, Yrigoyen redujo en 225 millones de pesos oro la deuda externa" .

Vítale, por su parte, afirma:

“La Argentina emergió de la primera posguerra mundial con tal cantidad de divisas que concedió créditos a Francia e Inglaterra por valor de 200 millones de pesos para que continuaran adquiriendo la cuota tradicional de carnes y cereales. De 1917 a 1922, el servicio de la deuda se mantuvo prácticamente constante, aun cuando otros servicios se incrementaron considerablemente. El balance neto favorable que la Argentina estaba acumulando a su favor, que promediaba alrededor de los 100 millones de pesos oro al año, fue utilizado en parte para saldar la deuda externa (58%) y en parte, para importar oro.”

En cinco años, a un saldo a favor promedio de cien millones, resultan 500 millones, de los cuales el 58%, es decir 290 millones de pesos oro se habrían destinado a repatriar deuda y el resto a aumentar reservas.

El gobierno de Yrigoyen sigue una estrategia que se manifiesta un propósito de sanear nuestra situación financiera facilitada, en parte, por los efectos provocados por la guerra mundial.

El proceso de industrialización, gestado naturalmente durante la guerra al calor de un proteccionismo de hecho, tiempo después ante la ausencia de las medidas proteccionistas necesarias, genera que las industrias se desmoronen en el período 1922-24.

En su Historia económica financiera argentina, Cuccorese se preocupa por resaltar, más allá de esta limitación agrarista de aquel momento, los intentos dirigidos a recuperar la autonomía del país: a) Proyectos de Banco Agrícola, desarrollo de Marina Mercante propia y Banco de la República, frustrados en el Senado por la mayoría conservadora; b) Desarrollo de ferrocarriles estatales en el interior; c) Aplicación de derechos a la exportación; d) Defensa de la Caja de Conversión, negándose a su reapertura, así como prohibición de salida de oro; e) Impulso a la explotación petrolífera con la creación de YPF; f) Política de colonización agraria, mediante subdivisión de tierras, colonización en pequeñas propiedades.45 También debe recordarse el recupero de seis millones de hectáreas de tierras públicas entregadas ilegalmente por gobiernos anteriores.

En el mismo sentido señala Olmos Gaona :

“Durante su presidencia se cortan abruptamente los fines a que se destinaban los créditos, y si bien no puede hablarse de un cambio económico realmente significativo en este tema, la idea del endeudamiento pasa a ser otra, y el Presidente se propone pedir dinero, para destinarlo a la explotación de las reservas de petróleo de Comodoro Rivadavia, la creación de una marina mercante y la constitución de un Banco Agrario; es decir crear riqueza, y no dedicar el dinero a aventuras especulativas, o a nuevas refinanciaciones destinadas a enriquecer a los capitalistas extranjeros que operaban en el país. Pero el Senado de la Nación, en manos de los opositores bloqueó sistemáticamente todos los proyectos presidenciales y nada se pudo hacer. Pero a pesar de todo se pretendió llevar adelante una política distinta, donde se pondría el acento en el capital nacional. Su gobierno fue una excepción a esa vieja concepción política del sometimiento, y de allí surge una gran empresa, un verdadero emblema del poder de decisión de la República: Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que sólo tuvo como aporte del gobierno la suma de 8.000.000 de pesos, habiéndose financiado exclusivamente con el petróleo que extraía. El General Enrique Mosconi que se hace cargo de la Dirección de la empresa, lleva a cabo una admirable y eficiente administración y sienta las bases de lo que va a ser una de las petroleras más importantes, y simultáneamente empieza una lucha con dos colosos de la explotación de hidrocarburos: la Royal Dutch de capitales ingleses y holandeses, y la Standard Oil de propiedad de Rockefeller.”

Di Telia y Zymelman , al analizar el ciclo, aportan algunos datos interesantes que permiten explicar la gestión del primer gobierno de Hipólito Yrigoyen e incluso su regreso con enorme alud de votos en 1928, no obstante las represiones importantes producidas durante su primer gobierno:

a) Desde fines de 1917, fuerte recuperación, con muy buenas cosechas, altos precios agropecuarios y fuertes excedentes en la balanza comercial;

b) el flujo de capital extranjero no se restableció;

c) el volumen físico de la producción industrial, según CEPAL, tuvo esta evolución, tomando base 100 para 1950:

d) importante disminución del desempleo

e) y mejoramiento del salario real, según esta serie , tomando 100 para 1910:

Además, la deuda externa disminuyó el grado de su presencia sobre nuestro país. Dado que existen diversas estimaciones sobre el valor de esa disminución, se opta por un valor intermedio, que se corresponde con la información de V. L. Phelps en su libro La situación económica externa de la Argentina, editado en Pensylvania en 1937 y cuya tabla de Balanza de Pagos es empleada por Di Telia y Zymelman en su libro sobre Los ciclos económicos...-: 233 millones de pesos oro, que -al cambio de 1 libra -$ 11,50- da un valor de 20.260.000 libras.

Por tanto, partiendo de una deuda inicial de 121.240.000 libras y no habiéndose concertado nuevos empréstitos durante esa gestión presidencial, puede considerarse que la deuda externa, en 1922, alcanza a un valor cercano a 101 millones de libras. En el mismo sentido otros autores señalan , que durante el gobierno de Yrigoyen, va a comenzar a acentuarse la baja de los montos de la deuda hasta llegar al fin de su presidencia a la suma de 535.734.657.

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