Antropoguanimia
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

¡GUA!, EL INSOSPECHADO ORIGEN DEL LENGUAJE

Alfonso Klauer

 

 

 

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Antropoguanimia

El Cuadro Nº 50 muestra la presencia porcentual de los antropoguánimos dentro de los antropónimos de 13 pueblos diversos del mundo. Mientras que, en un extremo, los antropoguánimos vascos apenas constituyen el 0,61 % de los apellidos de ese origen; en el otro, los antropoguánimos constituyen el 21,25 % de los apellidos nativos de las islas Canarias.

En el conjunto de las 13 muestras (que en más de un caso pueden no ser representativas, pero son las que hemos encontrado en Internet), sobre un total de 28 118 apellidos (que sí puede considerarse una muestra representativa, o una que nos acerca bastante a la realidad), el 2,57 % son antropoguánimos. Ya veremos que ése no es precisamente un porcentaje desdeñable.

Cuadro Nº 50 / Antropoguanimia Apellidos Muestras Ua % Vascos 2 611 16 0,61 Españoles 10 146 78 0,77 Bretones 478 4 0,84 Árabes 609 12 1,97 Alemanes 2 338 47 2,01 Franceses 5 982 165 2,76 Chinos 158 5 3,16 Anglo – Norteamericanos 3 769 131 3,48 Nicaragüenses 159 11 6,92 Polacos 167 12 7,19 Japoneses 918 93 10,13 Aymara 209 28 13,40 Canarios 574 122 21,25 Total 28 118 724 2,57 Alos antropónimos, específicamente a los apellidos en este caso, se les considera «parte del conjunto de los nombres propios de una lengua» 314. Son pues característicos de cada lengua. Distintos en una que en otra.

¿Cómo explicar sin embargo que, en forma similar a lo observado en el caso de los topónimos, en 12 de las 13 lenguas de la muestra (y fuera de ella quizá en muchas más), los antropónimos comparten la 208 Alfonso Klauer característica de tener una presencia de la voz /ua/ más alta de lo que debería esperarse? Es difícil precisar cuándo empezó a generalizarse el uso de los apellidos como elemento que facilitara la identificación de los individuos, dado que los nombres de pila se repetían mucho. En la Grecia de Homero, del segundo milenio aC, aún no habían aparecido. Con "Aquiles", "Paris" y "Elena" era suficiente. Incluso con el mismo "Homero". Sin embargo, durante el esplendor de Grecia, en torno al siglo V aC, ya estaba en práctica el uso de adicionar al nombre de pila su lugar de origen para así evitar confusiones. Y es que se había incrementado considerablemente el número de personas que interactuaban o que habían pasado a ser personajes públicos, y a los que repetidamente había que hacer referencia sin confundirlos. De allí Tales "de Mileto", o Safo "de Lesbos", para distinguirlos de otros Tales y de otras Safo.

No fue distinta la primera práctica a la que recurrieron los romanos. Virtualmente se adoptó por apellido el gentilicio, es decir, el nombre de la tribu, clan o grupo familiar del que provenía el individuo, que en realidad derivada de un topónimo, del nombre del lugar al que pertenecía el grupo. De allí en más, en la historia de Occidente, miles de apellidos derivan directamente de topónimos. "Castellanos" y "Aragón" son solo dos ejemplos españoles. Y "Wald" (= selva) un ejemplo del alemán.

En cuanto a Oriente, se cree por ejemplo que en Japón el uso generalizado de apellidos recién ocurrió a partir del siglo X, pues hasta esa fecha tal uso era privativo de la nobleza. "Yamaguchi" y "Kawasaki" son apenas dos casos de apellidos de origen toponímico.

En relación con el momento de la historia en que habría aparecido el protolenguaje, fechas como el siglo V aC, y más aún el siglo X de nuestra era, son pues muy recientes. Pero siendo que se apeló a los topónimos, en alto porcentaje topoguánimos, para componer los apellidos, era lógico que éstos resultaran antropoguánimos.

Más tarde sin embargo, como resultado del crecimiento demográfico, no siendo ya suficiente apelar al gentilicio (dado que había muchos Juanes y Marías en un mismo pueblo), empezó a ponerse en práctica la adopción de oficios, colores, elementos de la naturaleza, etc., para componer los apellidos. Como en el caso de "Herrero", "Botero", "Watanabe" (= barquero, en japonés); o "Wolf" (= lobo, en alemán), "Huamán" (= halcón, en quechua), "Schwarz" (= negro, en alemán), "Encinas", "Piedra", etc.

A partir de entonces, en coherencia con el desarrollo de los léxicos, que poco a poco fueron prescindiendo cada más de la voz /ua/, los apellidos fueron reflejando ese cambio. Así fueron distanciándose fonéticamente cada vez más de los topoguánimos. No obstante, los antropoguánimos todavía constituyen un conjunto porcentualmente significativo.

En el caso de los apellidos vascos y españoles, cuyos conjuntos ostentan los índices más bajos de antropoguánimos, ambos datos ame¡ Gua!, el insospechado origen del lenguaje 209 ritan ser comparados con el siguiente. En efecto, analizando dos textos de idénticas dimensiones, La vida es sueño, del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca, del siglo XVII, por cierto en español; y el Izen Geografikoen Glosarioa del Gobierno Vasco 315, en euskara, y de nuestros días; mientras en éste el diptongo "ua" está presente 236 veces (en el 2,2 % de las palabras), en aquél está 127 veces (en el 0,7 % de las palabras). Y si en el caso de los antropónimos sumamos tanto los guánimos puros como impuros, consistentemente los apellidos vascos alcanzan el 2,9 % mientras los españoles el 2,1 %.

Es decir, tanto la mayor presencia del diptongo "ua" en los textos y en los antropónimos se ofrecen como nuevos indicios de la más antigua formación del vasco al que, según creemos, cada vez habrá que relacionar más con Atapuerca. Apesar de que la antropoguanimia vasca engañosamente parece mostrarnos lo contrario.

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