Hipótesis sobre topoguanimia, cambios climáticos y densidad poblacional
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¡GUA!, EL INSOSPECHADO ORIGEN DEL LENGUAJE

Alfonso Klauer

 

 

 

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Hipótesis sobre topoguanimia, cambios climáticos y densidad poblacional

En el norte de África, hemos citado ya a Marruecos, destacando el gran número de sus topoguánimos: 1 774. De ellos, sin embargo, apenas 60, es decir, el 1,5 %, contienen raíces originarias. Pero habíamos reservado a Túnez para esta parte del trabajo en mérito a que da pie para un análisis muy especial.

Túnez, en su relativamente pequeño territorio, presenta 178 topoguánimos, de los cuales 115, esto es, un muy significativo 65 %, incluye raíces originarias. Túnez tiene una densidad de topoguánimos por población casi idéntica a la de Nigeria (17,8 vs. 20,0). Pero, a diferencia de ésta, solo muestra la presencia de 7 raíces originarias, que por lo demás muestran una distribución porcentual muy especial. En efecto, mientras "dawa" aparece en 97 nombres; "awa", "mawa", "rawa", "sawa", "wata" y "tawa" aparecen menos de diez veces cada una.

Cuadro Nº 23 / Densidad de habitantes y de topoguánimos en África

El Cuadro Nº 23 muestra que hay una alta correlación estadística entre las densidades de habitantes y de topoguánimos en África (0,8). Y, dando mayor consistencia al valor de la topoguanimia reunida, el Cuadro Nº 24 muestra que también hay una alta correlación entre las densidades de habitantes y las de topoguánimos con raíces originarias.

En el Cuadro Nº 23 hemos destacado el hecho de que, aunque conformando parte del África Sahariana, Marruecos y Túnez no solo tienen una densidad de habitantes mucho mayor que la del promedio deesa parte de África (17,2 hab / Km2), sino también mucho mayor que elpromedio de África (27,3 hab / Km2). ¿Cómo entender ese fenómenosi, por el contrario, Argelia y Libia, formando parte de la misma África Sahariana y estando también en las riberas del mar Mediterráneo, apenas tienen densidades de población de 14 y 3 hab / Km2, respectivamente? ¿Y cómo entender, a la luz de lo que muestra el Cuadro Nº 24, que mientras la densidad de raíces originarias en Marruecos sea solo de 60 (topoguánimos por millón de Km2), en Túnez sea en cambio de 700? Cuadro Nº 24 / Densidad de habitantes y de raíces originarias en África

¿Qué significa, o puede significar realmente que en un territorio, como Túnez, las raíces originarias estén incluidas en un alto porcentaje de sus topoguánimos; y que, por el contrario, en Marruecos apenas formen una pequeñísima fracción? Los Gráficos Nº 40 y 41 pueden ayudarnos.

Gráfico Nº 40 El Gráfico Nº 40 deja mejor en evidencia que en Marruecos la mayoría de sus topoguánimos están constituidos con "raíces ulteriores", distintas de las "raíces originarias" que sin duda surgieron con anterioridad. Marruecos pues resulta un claro ejemplo de una fisonomía toponímica renovada, con preeminencia de las raíces más recientes sobre las más remotas. ¿Pero a su vez, cómo explicar esa gran transformación en la fisonomía del conjunto de la topoguanimia marroquí, qué dio lugar a ese cambio? Porque en Túnez, por el contrario, la mayor parte de los topoguánimos contiene "raíces originarias", y solo una fracción minoritaria habría sido elaborada posteriormente con "raíces ulteriores".

¿Cómo pues entender en este caso la escasa renovación de la fisonomía del conjunto de la topoguanimia tunecina? Parece difícil responder a esas inquietudes sin antes apreciar lo que a ese respecto habría ocurrido en todas las grandes áreas del continente africano.

Cuadro Nº 25 / Topoguánimos originarios y ulteriores en África Territorio % RO / Topog. Dif. del Prom.

El Cuadro Nº 25 muestra en qué porcentajes se han mantenido las densidades de topoguánimos con raíces originarias (R.O. / M Km2, en el Cuadro Nº 24), respecto de las densidades del total de topoguánimos de cada área (Topog. / M Km2, en el Cuadro Nº 23). O, lo que es lo mismo: A1 (del Cuadro Nº 24) / A (del Cuadro Nº 23), B1 / B, etc.

Y nos muestra asimismo la diferencia de cada uno de esos valores respecto del promedio de África. Pero sin duda esos resultados aparecen mejor representados en el Gráfico Nº 41.

En él quedan claramente en evidencia los dos tipos de casos esperables. Es decir, de un lado, con barras en naranja, los casos en los que el porcentaje de densidad de los topoguánimos con raíces originales respecto del total de sus topoguánimos está por encima delpromedio de África, como en el Suroeste del Sahara y el África Sahariana. Y, del otro, con barras en magenta, como en el Suroeste deÁfrica, el Cuerno de África y el Sureste de África, en que dicho valor está por debajo del promedio del continente.

Sin embargo, y aunque formando parte pues del África Sahariana, también muestra el gráfico cuán por encima del promedio está el ratio de Túnez, y cuán por debajo del mismo el ratio de Marruecos.

En verdad, entonces, los casos de Túnez y Marruecos corresponden a dos tendencias distintas dentro del conjunto del territorio deÁfrica. Subsiste sin embargo la interrogante de cómo explicar esas diferencias. O, si se prefiere, encontrar la razón de por qué en unas áreas han prevalecido las raíces originarias y en otras las ulteriores.

Pero también subsiste la interrogante de por qué Túnez y Marruecos, a pesar de ser territorios predominantemente áridos, escasos de áreas fértiles, tienen densidades poblacionales tan altas, muy por encima delpromedio de África. En la variación climática y la conformación geográfica de África –los últimos recursos de que disponemos–, parecen estar las respuestas a ambas cuestiones. Veamos pues lo que más probablemente ha ocurrido en el continente africano durante los períodos glaciares e interglaciares.

Los procesos de glaciación que han afectado la vida del hombre y sus predecesores han sido 149: Cuadro Nº 26 / Últimas grandes glaciaciones Glaciación Inicio Término Duración (año) (año) (años) Biber 2 500 000 2 000 000 500 000 Donau 1 800 000 1 400 000 400 000 Günz / Nebraska 1 100 000 750 000 350 000 Midel / Kansas 580 000 390 000 180 000 Riss / Illinois 200 000 140 000 60 000 Würm / Wisconsin 80 000 10 000 70 000 Gráfico Nº 41 Gráfico Nº 42 -Paisaje marroquí Gráfico Nº 43 -Paisaje tunecino   Es decir, en el 62 % del tiempo transcurrido en los últimos 2,5 millones de años, el clima de la Tierra ha sido predominantemente frío.

A duras penas eran habitables las zonas del planeta próximas a la línea Ecuatorial.

Durante la glaciación Midel / Kansas las masas de hielo alcanzaron su máxima extensión. En vez de cubrir como hoy solo 15 millones de kilómetros cuadrados, ocuparon hasta un tercio de la superficie planetaria: casi 45 millones de kilómetros cuadrados 150. Sin embargo, en tanto que son procesos, las glaciaciones alcanzan picos de enfriamiento que, en el caso de la última, ocurrió hace 18 mil años 151.

En el único hábitat que ocuparon los primeros homínidos, África, una de las más drásticas consecuencias de las glaciaciones ha sido –y seguirá siendo– la completa transformación del espacio al que hoy conocemos como "Sahara", voz que, en coherencia con lo que se aprecia hoy en ese territorio, significa precisamente desierto 152. No obstante, en los períodos interglaciares más cálidos fue por el contrario una feraz selva tropical. Pero en el proceso de enfriamiento, al crecer los casquetes de hielo en los polos, y en consecuencia disminuir las lluvias en el resto del planeta, el territorio se va transformando en una inmensa sabana, luego en estepa y finalmente en desierto.

En esos procesos, primeros los homínidos y luego el hombre, han visto progresivamente disminuir sus fuentes de alimento, tanto vegetales como animales, y sus fuentes de agua dulce, insustituibles para la vida. Necesariamente pues, tras inenarrables períodos de hambruna y sed, perdidas las esperanzas de retorno a la normalidad, los supervivientes no tuvieron otra alternativa que migrar.

Las opciones disponibles no eran muchas. Pero sin duda los habitantes del norte del Sahara enrrumbaron a las riberas del Mediterráneo, a lo que hoy son las costas de Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, y el curso inferior y delta del Nilo, en Egipto. En su nuevo hábitat, el Mediterráneo los proveyó de un alimento marino al que no estaban acostumbrados, y al precio de un clima tanto más frío cuanto más al norte avanzaron.

Quienes estaban ubicados en el extremo este del Sahara migraron hacia las riberas del mar Rojo y el mar Arábigo. Algunos de ellos seguramente se concentraron en los que hoy son los puertos de Sawãkin, en Sudán, y Massawa, en Eritrea. Pero, a cambio de un clima menos frío que el del norte, obtuvieron una menor riqueza alimenticia, pues ninguno de esos mares ha sido nunca pródigo en riqueza ictiológica.

Los habitantes del suroeste del Sahara, migrando en dirección sur, encontraron en los valles de los ríos Senegal, Níger y Volta (ver Gráfico Nº 38) un espacio ecológico semejante al que había sido el suyo, y un clima más hospitalario que los que hallaron quienes migraron al norte y este del continente. Pero el precio de la fortuna fue compartir el territorio con los que allí residían, sobresaturando el espacio.

Ése sin duda fue el comienzo de la altísima densidad poblacional que hoy ostenta Nigeria: 148,5 hab./Km2, cinco veces más que el promedio de África. Y es sin duda el fundamento de la gran cantidad de topoguánimos que reúnen Nigeria y los territorios colindantes: 5 629, de los cuales 1 864 contienen raíces originarias.

Por último, es de imaginar que los habitantes del sureste del Sahara, enrrumbando hacia el sur, tras un penoso recorrido de casi 3 mil kilómetros, arribaron a las cuencas de los lagos Victoria, Tanganica y Malawi. Muy posiblemente llegaron en pequeñas cantidades, considerando que la densidad poblacional actual de ese inmenso espacio es apenas superior al promedio del continente: 32,6 vs. 27,3 hab./Km2.

Pero a diferencia de la información de que hoy se dispone, quienes por primera vez experimentaron la desertificación del Sahara no tuvieron la más remota idea del destino que les deparaba su huida de la muerte, el hambre y la sed. El resultado de la fuga era un albur.

Pero, como se puede deducir del Cuadro Nº 26, siendo que los períodos glaciares fueron tan prolongados, con mucha dificultad, muy distorsionado y mitificado debió llegar el relato de la travesía y sus resultados a quienes, cuatro mil generaciones más tarde, la necesitaron para decidir adónde ir al presentarse una nueva ocurrencia del fenómeno glacial. Es decir, y salvo eventualmente en el caso de las últimas glaciaciones, el resultado de la estampida del Sahara fue más incierto que exitoso para sus protagonistas.

Mas, como bien se sabe, otra de las drásticas consecuencias de las glaciaciones es el descenso del nivel de los mares. Hace 5 millones de años, por ejemplo, descendió 200 m. respecto del nivel actual, dando como resultado el desecamiento casi total del mar Mediterráneo 153. Es probable que los cambios no hayan sido tan drásticos en las últimas seis glaciaciones registradas. Pero sin duda los ancestrales habitantes de las costas de Marruecos a Egipto, y los que llegaban a ellas aluvionalmente en cada proceso, han asistido a ver que la tierra se extendía por kilómetros y que las costas meridionales de Europa quedaban más próximas, cuando no a la vista.

Gráfico Nº 44 Qué duda puede caber, apreciando el Gráfico Nº 44, que quienes más y mejor asistieron a esa experiencia fueron quienes estuvieron en los extremos norte de Marruecos y Túnez. En el caso del primero, quienes ocupaban lo que hoy son Farsiouâ (# 1 en el gráfico), Dchâr   Gráfico Nº 45 Hendidor de Sidi Zin / Túnez Gráfico Nº 46 Fouâl, Aouama Melloussa, Jouaneb y Dar Guarda, por ejemplo, vieron reducirse el estrecho de Gibraltar de 18 a 9 kilómetros, quedando pues claramente a la vista el extremo sur de la península Ibérica.

En el caso de la glaciación Günz / Nebraska, de ello pudieron dar fe el Homo ergaster que, cruzando el estrecho de Gibraltar, llegó hasta el norte de España, al yacimiento de Atapuerca (pasando en el camino por otros puntos que la arqueología tarda en descubrir); y algo más tarde el Homo heidelbergensis que ocupó Sidi Abderramán (# 2 en el gráfico), hace casi un millón de años.

En el caso de Túnez debieron ser testigos del fenómeno quienes estaban y quienes llegaron a Dawãlah, a Halq Al Wãdi (vecina de Cartago) y a Zaghouan, por ejemplo. Entre ellos sin duda estuvieron los homínidos que hace tanto como 800 mil años dejaron sus utensilios de piedra en Sidi Zin, en las proximidades de Dawwãr Mraf (# 3 en el gráfico), a 100 kilómetros al oeste de Cartago. Para quienes estuvieron en la punta de Al Huwãriyah (# 4 en el gráfico), el estrecho que los separa de Europa se redujo de 150 a 40 kilómetros, dada la escasa profundidad del mar en las riberas de Sicilia. La gran isla, luego Italia y después Europa estuvieron pues a sus manos.

Por su parte, como se aprecia en el Gráfico Nº 46, los migrantesque escaparon en dirección al Cuerno del África, antes de toparse con la agrestre, también árida y poco hospitalaria cordillera –el macizo de Etiopía–, encontraron el curso del Nilo Blanco. Así, muy razonablemente habrían enrumbado hacia el norte, hacia el curso bajo y el delta del Nilo, contribuyendo a poblar aún más ese fértil espacio de Egipto.

Fue quizá el caso de los habitantes de los que hoy son Umm Ruwãbah y Wãw, de Sudán.

Sin embargo, por la escasa profundidad de las aguas del estrecho Bad el–Mandeb, y con quizá solo una vaga conciencia de lo que ocurría, algunos habitantes del área al este del macizo etíope atravezaron una fugaz franja de tierra que los condujo a la península Arábiga. Fue seguramente el caso de quienes estuvieron en Suwa, en Eritrea (# 1 en el gráfico). En Bankouwâle, en Yibuti (# 2). En Warabood, en Somalia (# 3). Y en lo que hoy es el Parque Nacional Gewane, en Etiopía (# 4).

Pero también los que poblaban Uare Uaio, Waho y Aua, por ejemplo.

Entre ellos debieron estar los herederos de Lucy y Selam, los Australopitecus afarensis de algo más de 3 millones de antigüedad que habitaron Hadar 154, a 200 kilómetros al oeste de Gewane. Fueron esos migrantes los que, ya en la península, se establecieron en Yemen en puntos como Al Wa`rah (# 5), Wãlí Jaylãn (# 6) y Qa`wah (# 7). Y los mismos que después alcanzaron Omán y, por el estrecho de Ormuz, seguramente accedieron más tarde a las costas de Irán en el golfo Pérsico. Entre tanto, en el nuevo espacio, y durante su tránsito por él, descubrieron que la península Arábiga era tan poco fértil como el área que habían abandonado. Sin saberlo y menos proponérselo, habían arribado al inclemente desierto de Arabia.

Sin embargo, la posibilidad que unos tuvieron de atravesar el estrecho de Gibraltar, otros el de Sicilia y otros el de Bad el–Mandeb, evitó pues que durante las primeras glaciaciones que se ha presentadoen el Cuadro Nº 26 se saturaran los territorios de África vecinos a los mismos.

Pero los períodos de glaciación e interglaciares son sucesivos y recurrentes. Así, durante un período interglaciar, en incontrovertible prueba de su episódica fertilidad, en el corazón del Sahara, en el Parque Nacional Tassili N`Ajjer (o Tassili de los Najjer), parte del sureste de Argelia, los hombres de la Edad de Piedra labraron sobre rocas escenas de la vida cotidiana, vacas, bueyes, caza con perros, etc., que hablan de una abundante vida vegetal y animal 155. Mas ello también prueba que muchas de las poblaciones que habían migrado hacia las costas del Mediterráneo retornaron al Sahara, el territorio de sus ancestros.

Pero, tras esa circunstancial experiencia, un nuevo recrudecimiento de la aridez del Sahara volvió a expulsar en todas direcciones a los habitantes de esa inmensa región. Y, todavía con muy escasa e imprecisa información, siempre pues con un destino incierto.

Por los datos que hemos venido trabajando, puede inferirse que, por lo menos en algunas de las últimas glaciaciones, el estrecho de Gibraltar, pero representando un desafío mayor que en episodios anteriores, solo habría permitido el paso de algunas oleadas de migrantes que llegaron del Sahara. Por el estrecho de Sicilia el tránsito habría sido nulo, frustrándose las expectativas de todos cuantos se asentaron en sus inmediaciones. Y en el estrecho de Bad el–Mandeb la presión poblacional habría sido mínima. No solo porque el Nilo seguía orientando hacia el norte a quienes huían del Sahara, sino porque para los escasos habitantes del este del macizo de Etiopía el desierto de Arabia no resultaba mejor de lo que disponían.

Así, oleada tras oleada, como se ha pretendido ilustrar en el Gráfico Nº 44, los migrantes empezaron a saturar los espacios del norte de Marruecos y de Túnez, dado que el mar había pasado a convertirse en un tapón que impedía aliviar la presión de migrantes que llegaban sin cesar.

Pero también los datos trabajados permiten suponer además que, aun cuando siempre disminuyó el nivel de los mares, en algunas glaciaciones ninguno de los estrechos permitió el tránsito hacia Europa.

Terminaron así pues de saturarse las áreas costeras de Marruecos y   Túnez. Pero más las de aquél que de éste, porque es posible imaginar que, con mejores recursos que en el pasado, quienes vieron frustradas las posibilidades de cruzar el estrecho de Sicilia prolongaron su viaje para intentarlo por el de Gibraltar. Pero de allí no pudieron pasar.

Sin embargo, también es posible imaginar que en las últimas ocasiones mayor fue la población que migró hacia Marruecos que a Túnez. Y es que, en los períodos interglaciares, mayor debió ser la población que reocupó el Sahara en su área occidental, vecina a Mauritania, como se insinúa en el Gráfico Nº 47 # 5, porque a su vez los espacios vecinos eran los secularmente más ocupados.

De ese modo, a pesar de la escasez de riqueza del suelo, paradójicamente Marruecos y Túnez se fueron haciendo de una densidad poblacional excepcionalmente alta. Y ésa es pues quizá también la mejor explicación del extraño fenómeno que habíamos observado de la también alta concentración de topoguánimos en ambos puntos del mapa.

Gráfico Nº 47 Con los Gráficos Nº 47 y Nº 48 esperamos aclarar más nuestras hipótesis. En alguno de los períodos interglaciares en el Suroeste del Sahara habrían aparecido las primeras raíces originarias (# 2) que, a través del homogéneo bosque tropical fueron expandiéndose en todas direcciones (# 3). Obviamente más tardó en llegar una raíz cuanto más largo fue su recorrido, y cuanto menos densamente poblado era el ter   ritorio entre el punto de partida y el de llegada. Así, más habrían tardado por ejemplo en llegar a Túnez que a Marruecos.

Acabado el período interglaciar, desertificado el Sahara (# 4), quedó roto prácticamente todo vínculo entre el Suroeste del Sahara y Túnez, pero a través de Mauritania se mantuvo ligeramente con Marruecos que alcanzó a recibir las raíces secundarias que también habrían surgido en torno a Nigeria. En el interglaciar siguiente, la sabana pasó a repoblarse (# 5), pero fundamentalmente desde el más poblado Gráfico Nº 48   Suroeste que así siguió esparciendo raíces primarias y secundarias por la sabana, pero estas últimas no habrían alcanzado a llegar a Túnez.

En el interglaciar posterior a la glaciación Midel / Kansas, Marruecos recibió las raíces terciarias que llegaban del Suroeste del Sahara, que solo más tarde alcanzaron a llegar a Túnez. De allí pues que la composición del conjunto de las raíces en cada uno de los tres territorios, Marruecos, Túnez y el Suroeste del Sahara, sea tan distinta una de otra, como se pretende insinuar con las diferencias de color.

En definitiva, todo sugiere que los drásticos cambios climáticos operados en los últimos millones de años, que gravemente afectaron la vida de los homínidos y el hombre, han sido decisivos en la distribución de las poblaciones en África, concentrándolas en torno al Sahara, sobre todo en la permanente selva ecuatorial del Suroeste, y en torno a los estrechos que posibilitaban acceder a Europa. No así pues en territorios como Argelia y Libia, que siendo igualmente pobres en recursos, el azar de la geografía los había colocado a gran distancia de Europa.

Por lo demás, a través del flujo y reflujo de las poblaciones, los cambios climáticos han sido también decisivos para definir la dispersión de las raíces originarias que surgían del hábitat más estable, generoso y poblado de África: el permanente bosque ecuatorial nutrido con las aguas de los cursos bajos del Níger y el Volta.

Nuestra hipótesis, ya gráficamente planteada, considera además que, en el proceso de formación del lenguaje humano, un "protolenguaje", constituido por escasas voces a las que acá venimos llamando "raíces originarias", habría surgido por oleadas –"raíces primarias", "raíces secundarias", etc.– en el contexto de los dinámicos, efervescentes y desestabilizadores últimos cambios climáticos y glaciaciones.

La presencia de raíces presuntamente tan antiguas como Gua o Gúa, en el norte de la península Ibérica, y Guamaggiore, en Cerdeña, permiten suponer que fueron llevadas por el Homo ergaster que atravesó los estrechos de Gibraltar y Sicilia durante la glaciación Günz / Nebraska (# 4). Surgidas durante la glaciación Donau (# 2) –o incluso antes–, fueron dispersadas en el período interglaciar siguiente (# 3) en que llegaron a Marruecos y Túnez, para desde esos puntos ser llevadas al continente Europeo.

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