Topoguanimia francesa
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

¡GUA!, EL INSOSPECHADO ORIGEN DEL LENGUAJE

Alfonso Klauer

 

 

 

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Topoguanimia francesa

Como muestra el Gráfico Nº 31 la densidad de topoguánimos en Francia es bastante mayor en el norte que en el resto del territorio. En el sur, sin embargo, hay una cierta concentración en las proximidades de los Pirineos.

En el gráfico nos hemos permitido destacar la ubicación de dos emblemáticos Le Gua, distantes entre sí algo más de 500 kilómetros.

Uno, en el Charente – Maritime, en la costa occidental de Francia. Y el otro, en el departamento de Isère, en el extremo oriental, en las proximidades de los Alpes.

En relación con la etimología de Le Gua, para el caso del ubicado en el Charente – Maritime, dos versiones se disputan el origen del nombre. Según una, "gua" derivaría de "gâts", que es el nombre que se da a los pantanos salinos que quedan en la zona cuando el mar se retira.

Y según la otra, el nombre original, Saint–Laurent du Gué (San Lorenzo del Vado, ya que está ubicado en una zona en que el río se cruza vadeándolo), perdió el nombre del santo durante la Revolución Francesa, quedando pues solo "Gué" que resultó transformado en "Le Gua" 71. No obstante, como creemos, es posible que el "Gua", tanto en uno como en otro extremo de Francia, tenga otro origen etimológico, y muchísima antigüedad.

Al destacar en el Gráfico Nº 31 la ubicación de la legendaria cueva de Lascaux, con pinturas del paleolítico que datan de 17 mil años, pretendemos sugerir que muchas de las raíces que venimos presentando, pero quizá sobre todo las más reiteradas, bien pueden tener ésa o incluso mayor antigüedad.

En Francia hemos encontrado 379 topoguánimos. De ellos, además de los dos emblemáticos Le Gua, puede presentarse a título de ejemplo los siguientes: La Guay y Gouaix (= way); así como Guagno (= guano) y Gualdo, en la isla de Córcega.

Pero además Bouan y Bouard (~ bawa); Couaqueux y Couarde (~ cawa); Douai y Douains (~ dawa) y Noual y Nouan (~ nawa). Es decir, en ausencia absoluta de las ya conocidas y transparentes raíces "bawa", "cawa", "dawa" y "nawa", parece razonable concluir que, con los siglos, en su evolución fonética el francés transformó /a/ J /o/.

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