BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

ANÁLISIS CRÍTICO DE LA CULTURA EN GUANAJUATO

Reflexiones sobre la Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales
 

Ricardo Contreras Soto (Coordinador)

 

 

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Cuantas personas ven la televisión en Guanajuato y la sospecha de los efectos.

Nicolás Gerardo Contreras Ruiz (Filósofo)

Época de la primacía de la imagen del mundo es la temporalidad a la cual nos ha tocado asistir.

En gran medida, el despliegue de nuestra existencia ocurre en el primado de la imagen que impera en la condición simbólica de nuestra actualidad (no hay mas referencias a olores, texturas, ecos, otras miradas, otras visiones, mucho menos a la reflexión), llevándonos al territorio de lo irrelevante, de lo estereotipado, de lo “sensacional”, de lo sustituible y comerciable a la atención en las zonas vitales de desarrollo de la vida de los seres humanos.

La mirada pasa a instalarse en un espacio estrecho que impide visualizar la profundidad y complejidad de las vicisitudes, los intercambios, los entrecruzamientos, en que se manifiesta la oscilación de nuestra convivencia.

El universo de la imagen se ha instaurado como una tendencia dominante donde se garantiza la refuncionalización de un sentido unívoco de la vida (un ejemplo, la hegemonía de lo que se entiende ahora por “belleza”: blanca, rubia, rica, glamour, espigada, esplendorosa, etcétera).

El sometimiento del telespectador a un hostigamiento continuo de elementos dispuestos desde ese medio tecnológico, lejos de crear condiciones mínimas de posibilidad para la aproximación al entendimiento de las variadas formas de relación con su realidad natural y social, le aparta de la necesaria apertura al mundo. Peor, reforzada por una “opinión pública” del discurso único (la predominante en los medios).

“El sentido dado” sobre el “sentido amplio” de la obra abierta determina la significación ideológica en la interpretación, dándose un impedimento para el despliegue de sus alcances y concluyendo por extraviarse en la unidireccionalidad del signo. El sentido dado al unísono de los comentaristas (lideres de opinión) es una cacofonía que trata de sustituir la “verdad”. El margen interpretativo se reduce ampliamente ante el medio y el discurso (o pensamiento) único.

Pérdida de la capacidad de comprensión de lo humano, de su situación, de lo que ha sido, de lo que es, de lo que está siendo y de lo que puede ser. Tal vez lo más de nuestro discurrir acaece en una especie de estrechez de miras vedándonos el acceso pertinente (racional) a los espacios físicos en que son constituidas las comunidades encarnadas, sustituyéndolos progresivamente por comunidades virtuales e imágenes interpretadas por el interés del emisor. Los mismos espacios que inscriben nuestra acción aparecen diluidos en una creciente privatización. Todo un panorama artificial o recodificado en entramados de signos ideológicos, abre paso a la anulación de las relaciones de encuentro tradicionales, a la extensión del predominio del interés económico y de la lógica del cálculo neutralizador del don (regalo) tan caro al existir transcurrido en los ámbitos de las comunidades naturales.

Los márgenes mismos de creación y recreación de lo humano, su carácter inacabado, cuyo supuesto se traduce en el despliegue de la imaginación y la fantasía, experimenta un desgaste en los modos de las transiciones operadas en nuestra coexistencia. Cuestión paradójica: el avance tecnológico posibilitado por la televisión, nos ha situado en un retroceso en cuanto a la aptitud para problematizarnos, cuestionarnos, para reflexionar, responder y salir al paso a los encuentros que nos desafían de cara a la realidad.

Como señala Sartori: “... frente a esos progresos hay una regresión fundamental: el empobrecimiento de la capacidad de entender” . Aparecemos desplazados de la órbita de las decisiones, nos disociamos del esfuerzo por pensar y actuar desde nosotros mismos, del talento para asumir por cuenta propia compromisos y responsabilidades, incluso para sentir desde nosotros. Limitados a la condición de espectadores, de receptores pasivos, acomodamos nuestras proyecciones a los dictados de un afuera que se nos impone imperceptiblemente.

El plano sociocultural de Guanajuato se muestra colmado, en gran medida, por la tendencia antes expuesta. Nuestra cotidianidad se percibe sumamente arraigada en la apuesta en el ver y escuchar las imágenes y discursos procedentes del medio televisivo muy al alcance de nosotros, un artefacto muy a la mano, dispuesto en una inmediatez sucinta. Las representaciones tejidas desde la red de diversos escenarios virtuales, nos ubica en un itinerario recorrido en gran medida en esa tendencia de atender y atenerse a la aportación recreativa de la tecnología televisiva. Recuperando los resultados de la Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales realizada por la Unidad de Estudios sobre la Opinión, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el año de 2004, tenemos que:

De acuerdo con la pregunta ¿Ve la televisión?

Tabla 13 ¿Ve television?

Se aprecia que de un total de 3514432 personas, 2913631 manifestaban una orientación hacia el medio (el 83% aproximadamente), mientras que 600801 no (el 17% restante).

El estudio nos dirige a una situación que exige la puesta en juego de la reflexión, a propósito de algunos de los modos en que se efectúan nuestros desplazamientos en las relaciones establecidas de frente a nuestra realidad social y cultural, en el plano geográfico que circunscribe nuestro existir.

Esos datos iniciales son reveladores en cuanto a las múltiples derivaciones suscitadas por el impacto cultural en los contextos vitales cotidianos. Es decir la predominancia de esta práctica y sus efectos, las inversiones que hacen las personas en su práctica - consumo.

Gráfica 8 ¿Ve la televisión?

La imagen televisiva comercial ha instaurado pautas, modelos, “sentidos dados”, “modas”, sensaciones, “estados anímicos masivos”, configuraciones de entendimiento – obedecimiento, así como “determinaciones interpretativas” en la sociedad (a propósito, son responsables de la guerra sucia, de la reducción de lo político al spot propagandístico, y del icono social como efecto en las recientes elecciones presidenciales, por su interés comercial; es preciso recordar que los que ganaron realmente fueron los dueños de las televisoras).

Las posibilidades abiertas a partir de la difusión ejecutada en la imagen, no apuntan únicamente a asegurar la llegada al vidente de elementos “comunicativos”, asimismo, garantizan la incursión de esa entidad a procesos de formación. Para colmo del cinismo, interpretan (ellos, los dominantes) la imagen.

Además la televisión es un medio accesible, cómodo, inmediato, que invade la vida privada del consumidor y rompe con la frontera entre el espacio público y privado, haciendo de todo un show del gran hermano.

En cuestión de prácticas culturales la televisión no aproxima al sujeto a las cosas (me refiero a la experiencia abierta con la naturaleza, universo, sociedad o la cultura), lo mediatiza (le establece una representación, por lo general pobre y prejuiciosa), lo distancia (en el efecto real de la práctica). Tampoco se trata de trazar sobre ese medio sentidos de satanización, se quiere apostar por un replanteamiento de su sentido (del poder) y de sus efectos.

De esta manera, asistimos a modelos de pensamientos trastocados, actitudes modificadas, intereses reencauzados, proyectos de vida o aspiraciones alterados; el carácter vital de los espacios reales de inscripción de las individualidades, subsumidos a una suerte de apego excesivo a esquemas articulados desde perspectivas ajenas.

En suma, no sólo se ve y se entiende de otra manera el influjo del mecanismo sometido a nuestro estudio, alcanza actitudes y modos de comportamiento en otros, en relación con los vivenciados por generaciones anteriores.

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