EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

Ramón Ruiz Limón

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¿Cuáles son los requisitos del intento o voluntad?

Un abandono y una frialdad totales.

La continuidad es tan importante en nuestra vida que, si se rompe, siempre se repara instantáneamente. En el caso de los brujos, en cambio, una vez que sus puntos de encaje llegan al sitio donde no hay compasión, la continuidad ya no vuelve a ser la misma.

El conocimiento silencioso es una posición general del punto de encaje, que milenios antes había sido la posición normal, del genero humano, pero que por motivos imposibles de determinar, el punto de encaje del hombre se había alejado de esa posición especifica para adoptar una nueva, llamada la “Razón”.

Don Juan Matus observó que la mayoría de los seres humanos no son representativos de esa nueva posición, porque sus puntos de encaje no están situados exactamente en la posición de la razón en sí, sino en su vecindad inmediata. Lo mismo había sucedido en el caso del conocimiento silencioso: tampoco los puntos de encaje de todos los seres humanos estaban situados directamente en esa posición.

También dice que otra posición del punto de encaje, el “sitio donde no hay compasión”, es la vanguardia del conocimiento silencioso; y que existe aún otra posición clave llamada el “sitio de la preocupación”, la antesala de la razón.

¿Qué es la conciencia de ser o la conciencia de la vida cotidiana?

La conciencia de ser es como una inmensa casa. La conciencia de la vida cotidiana es como un cuarto herméticamente cerrado durante toda la vida se entra por medio de una abertura mágica: el nacimiento y se sale por medio de otra abertura mágica: la muerte.

Sin embargo, los brujos son capaces de hallar una abertura más y salir de ese cuarto herméticamente cerrado estando vivos. Un logro estupendo. Pero un logro más estupendo todavía es que, al escapar de ese cuarto sellado, los brujos son capaces de elegir la libertad. Eligen abandonar por completo esa casa inmensa, en vez de perderse en otras partes de ella.

El rito obliga al hombre común y corriente a construir enormes iglesias que son monumentos a la importancia personal, también obliga a los brujos a construir edificios de morbidez y obsesión. La tarea de todo nagual es, por lo tanto, guiar a la conciencia para que vuele hacia lo abstracto, libre de cargas e hipotecas.

Los brujos de hoy en día, en un esfuerzo por evitar pagar este exorbitante precio de dolor, habían desarrollado un código de conducta llamado “el camino del guerrero”, o la acción impecable. Un código de conducta que los preparaba realzando su cordura y su prudencia.

Don Juan explica que en otros tiempos, en el pasado remoto, los brujos estuvieron profundamente interesados en el vínculo de conexión general que el intento posee con todas las cosas. Al concentrar su segunda atención en ese vínculo, adquirieron no sólo el conocimiento directo, sino también la capacidad de manejar ese conocimiento y ejecutar asombrosas hazañas. Sin embargo, no adquirieron el buen juicio necesario para manejar todo ese poder.

Los brujos, mostrando más cordura, decidieron entonces concentrar su segunda atención solamente en el vínculo de criaturas que poseen conciencia de ser. Estas excluyeron la gama entera de los seres orgánicos existentes, así como la gama total de los que los brujos llaman seres inorgánicos o aliados, a los que describen como entes que poseen conciencia de ser pero no vida, por lo menos, de la manera en que nosotros entendemos la vida. Esta solución tampoco tuvo éxito, porque una vez más, no les trajo ni sabiduría ni buen juicio.

Don Juan dice que a pesar de existir una gran diferencia entre estas cuatro áreas de interés, todas ellas eran igual de peligrosas. Así pues, al final los brujos acabaron por enfocar sólo la capacidad que posee cada vínculo de conexión con el intento para moverse más allá de todo lo concebible y permitir, así, la percepción de mundos inimaginables. Todo lo demás, pertinente al movimiento del punto de encaje lo echaron a lado.

Todos los brujos modernos debían luchar con ferocidad inigualada para lograr el buen juicio. La lucha de un nagual es especialmente feroz, porque un nagual es más fuerte, controla mejor los campos de energía que determinan la percepción y tiene más entrenamiento y más familiaridad con el conocimiento silencioso, el cual no es más que el contacto directo con el intento o la voluntad.

Ser demasiado racional es una desventaja. Los seres humanos tienen un sentido muy profundo de la magia. Somos parte de lo misterioso. La racionalidad es sólo un barniz, un baño de oro en nosotros. Si rascamos esa superficie encontramos que debajo hay un brujo. Algunos de nosotros, sin embargo, tenemos una gran dificultad para llegar a ese nivel bajo la superficie; otros, en cambio, lo hacen con absoluta facilidad.

El punto de encaje, con el más ínfimo movimiento crea islas de percepción totalmente aisladas. Información acerca de la complejidad de la conciencia de ser se puede acumular allí.

La mente es igualmente vaga y tampoco tiene forma, sin embargo confiamos en ella, porque nos es familiar.

La vista humana esta adiestrada para enfocarse solamente en los rasgos más salientes de un objeto, y que estos rasgos salientes son conocidos de antemano. Por lo tanto, el arte de acechantes es crear una impresión, presentando rasgos que ellos eligen, rasgos que ellos saben que los ojos del espectador están destinados a notar. Al reforzar ingeniosamente ciertas impresiones, los acechantes logran crear en el espectador una impugnable convicción acerca de lo que perciben.

La apariencia es la esencia del desatino controlado; por lo tanto, los acechantes crean la apariencia intentándola, en vez de lograrlo con la ayuda de disfraces. Los disfraces crean apariencias artificiales que la vista nota consciente o inconscientemente. En ese sentido, intentar apariencias es exclusivamente un ejercicio para el manejo del intento. Las apariencias se solicitan al espíritu o se les llama a la fuerza, pero nunca se las inventa racionalmente.

Los brujos pasan años en el limbo, donde no son ni hombres comunes y corrientes ni brujos. Al final, todo ellos se dan cabal cuenta de lo que son: brujos. La dificultad consiste en que el espejo de la imagen de sí es sumamente poderoso y sólo suelta a sus victimas después de una lucha feroz.

Don Juan describe el problema de los brujos en general como una doble imposibilidad. Una es la imposibilidad de restaurar la destrozada continuidad cotidiana; y la otra, la imposibilidad de utilizar la continuidad dictada por la nueva posición del punto de encaje. Esa nueva continuidad, dijo él, es siempre demasiado tenue, demasiado inestable, y no ofrece a los brujos la seguridad que necesitan para actuar como si estuvieran en el mundo de todos los días.