EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

Ramón Ruiz Limón

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¿Cómo se desarrolló el pensamiento racional de los antiguos brujos?

Primeramente los brujos creyeron haber descubierto que el alineamiento era la fuente misma de la conciencia de ser. Mediante el ver, los brujos encontraron que el estar consciente de ser aparece cuando un grupo de campos de energía encerrados dentro de nuestro capullo luminoso se alinea, por así decirlo, con los mismos campos de energía fuera de él.

No obstante, al examinar todo eso con más cuidado, se les hizo evidente que lo que ellos llamaban el alineamiento de las emanaciones del Águila no era suficiente para explicar lo que estaba viendo. Veían que sólo una porción muy pequeña del número total de filamentos luminosos dentro del capullo estaba encendida, el resto no lo estaba. El ver encendido a ese pequeño grupo de filamentos había creado un falso sentido de descubrimiento.

Los filamentos no necesitaban estar alineados, porque los que estaban encerrados dentro del capullo eran los mismos que los que estaban fuera. Lo que necesitaban era estar encendidos. El capullo luminoso es simplemente una capsula transparente que encierra una minúscula porción de unas hebras luminosas de infinita extensión. Lo que iluminaba debía ser, en definitiva, una fuerza independiente. Consideraron entonces que lo importante era el acto de encender los filamentos luminosos. Como no podían llamarlo alineamiento, lo llamaron voluntad o la fuerza encendedora.

Al volverse su ver todavía más sofisticada y eficaz los brujos se dieron cuenta de que lo que llamaban la voluntad no es solamente la fuerza que es responsable de nuestra conciencia de ser, sino también de todo cuanto existe en el universo. Vieron que es una fuerza que posee conciencia total y que surge de los propios campos de energía que componen el universo. Decidieron entonces que era preferible llamarla intento, en vez de voluntad. Pero a la larga el nombre probó ser inadecuado, porque no hace destacar la inconcebible importancia de esa fuerza ni su activa conexión con todo lo existente.

Don Juan Matus asegura que nuestra gran falla colectiva, es vivir esa conexión. Para nosotros, lo precipitado de nuestra existencia, nuestros inflexibles intereses, preocupaciones, esperanzas, frustraciones y miedos, tienen prioridad. En el plano de nuestros asuntos prácticos, no tenemos ni la más vaga idea de que estamos unidos con todo lo demás, o sea que somos parte de una unidad o totalidad.