HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO

Ramón Ruiz Limón

Volver al índice

2.9. Las limitaciones del entendimiento humano

Este entendimiento no es compatible, ni en la extensión de sus generalizaciones ni en sus concepciones, con los graneles sistemas especulativos de la filosofía. "Todos esos sublimes pensamientos que se remontan por encima de las nubes, llegando hasta el mismo cielo, nacen y tienen su base aquí; en toda esa vasta extensión por la que va divagando en alas de esas remotas especulaciones que parecen elevarse hasta regiones sublimes, la mente no se mueve ni en línea más allá de aquellas ideas que la sensación o la reflexión han suministrarlo a la contemplación". Pero, por desgracia, este es el único antídoto de valor permanente contra los brotes de misticismo, de irracionalidad, de embrollador verbalismo y de simulada profundidad con que, de tarde en tarde, de ven contagiados los filósofos. 

John Locke vivió en una época parecida, en ciertos aspectos, a la nuestra, sobre todo en esos estallidos de emoción religiosa y en el recurrir a plataformas instintivas y emocionales en un intento de fundamentar las creencias; plataformas, esas, que no son sino la expresión de "una obstinada confianza en sí mismo, confianza engendrada por una pretendida iluminación interior. Las críticas de Locke contra esta tendencia son tan válidas y pertinentes hoy como lo fueron en tiempos pasados. 

Locke pretendió distinguir y separar las convicciones racionales de "las indinaciones, fantasías y arraigadas certidumbres" que, abjurando de la razón, reenlazan a ésta con "las gratuitas y arbitrarias imaginaciones del cerebro del hombre, a las que toman por cimiento del juicio y del comportamiento". Condenó, Locke, rotundamente lo que él llamaba "la iluminación, la inspiración sin la correspondiente investigación y la certidumbre sin previa sujeción a prueba". Todo esto es, en Locke, un inmenso y permanente valor, no limitándose su influencia sólo su país (Inglaterra), sino que, llegadlas hasta Francia, estas ideas constituyeron un poderoso impulso para la Ilustración francesa (siglo XVIII). 

"Con nuestra palabra y nuestra pluma podemos hacer que Ios hombres sean más ilustrados y mejores". Así escribía Voltaire. Sin ser un profundo pensador, no dejo Voltaire de experimentar una admiración sin limites por John Locke, cuyas ideas asimiló, convirtiéndose en un eficacísiro propagandista y popularizador de la nueva filosoña entre el publico lector. Dicha ideas eran nuevas y revolucionarias; era, aquella, una época de transición, y el pensamiento crítico de Voltaire encajaba perfectamente en su tiempo.

Debemos de reconocer que el sentido común de pensadores del fuste de Diderot, D'Alembert, Voltaire, Helvétius y Holbach; su comprensión de los hechos, por demás evidentes, relativos al sufrimiento humano, su ocio a la mistificación y al engaño tuvieron el efecto de un baño moral e intelectual para el mundo de su tiempo. Nunca podremos agradecer lo suficiente el bien que estos hombre nos hicieron. Su movimiento no consistió solamente en el combate de la razón contra la sinrazón, sino en la oposición de una razón escéptica a una razón especulativa, a una razón que había construido toda una filosoña de la existencia con los primeros principios dimanantes de la intuición racional y de la lógica pura. Locke y Hume fueron los principales protagonistas de esta escéptica postura en Inglaterra; y, al poco tiempo, el espíritu de la crítica se propagó a Francia. 

Los filósofos de la Ilustración francesa dirigieron sus ataques primero contra la iglesia católica y romana, y luego contra la sociedad. Ellos inauguraron la nueva era del pensamiento europeo, preparando el terreno para la Revolución francesa (1789), y para el marxismo.ó2