BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

PROFUNDIZACIÓN DE LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA
El caso de Argentina 1995-1999
 

Mariana Calvento

 

 

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4.3. Alfonsín y la deuda externa (1)

La década de los ochenta, y limitándonos al contexto económico, se ve restringida a la problemática de la deuda externa, período generalmente reconocido como la década perdida.

Esta crisis de la deuda respondió a un proceso de endeudamiento, el cual se explica a partir de variables externas e internas.

Entre las variables externas encontramos un contexto internacional caracterizado por una gran liquidez de capitales. Esta liquidez fue producto de los dólares emitidos por los Estados Unidos para financiar el déficit de su balanza de pagos, por tanto la creciente reserva de dólares multiplicó los recursos del sistema bancario internacional. El aumento de los precios del petróleo, desde 1973, generó otra fuente adicional de liquidez: parte de los excedentes del hidrocarburo se depositaron en los bancos internacionales y ampliaron su capacidad prestable. Así fue que los capitales fluyeron libremente entre y hacia diversos mercados.

A medida que la demanda de crédito de los clientes tradicionales disminuía, debido a la recesión en los países industriales, los depósitos de los exportadores de petróleo y otras fuentes optaron por mercados alternativos. Por tanto, los bancos comenzaron a otorgar créditos a prestatarios que anteriormente se consideraban marginales, como los países de América Latina. Y los gobiernos de estos países prefirieron los créditos privados, porque los bancos no aplicaban casi ninguna condicionalidad para el desembolso de sus préstamos.

Las políticas fiscales y monetarias de los Estados Unidos jugaron un papel decisivo en la determinación de las tasas de interés en los mercados internacionales y en los movimientos de capitales. Además, el aumento de las tasas de interés durante el gobierno de Reagan agravó el problema de la deuda en los países latinoamericanos.

Con referencia a las variables internas encontramos (2): los intereses del gobierno militar y el nuevo modelo de acumulación que buscaron implementar. El nuevo modelo de acumulación se sustentó en la valorización financiera. Necesitaba, concomitantemente, para su funcionamiento un flujo continuo de capitales. El P.R.N. logró conseguirlos a través de fuentes internas, como la redistribución del ingreso, y fuentes externas, en la afluencia de capitales externos.

Todos estos condicionantes operaron en el contexto del gobierno democrático de Raúl Alfonsín de 1983 quien asumió con una gran crisis económica que incluía inflación, incertidumbre, especulación, gran déficit fiscal y deuda externa. Los conceptos que caracterizaban a la economía Argentina, por ese entonces, incluían estancamiento y fuerte vulnerabilidad externa.

El gobierno constitucional intentó, en principio, continuar con la política salarial expansiva iniciada durante la retirada militar y negociar una salida política al sobreendeudamiento. En el Grafico 2 podemos vislumbrar un aumento en la participación porcentual de los sueldos y salarios en el ingreso Nacional de 26% en 1983 a casi 45% en 1987. No obstante, “en 1985 terminó por aceptar las reglas de los acreedores para renegociar la deuda externa, pero adoptó un programa heterodoxo de estabilización” (3). El Plan Austral aplicado por la administración radical fue parte del programa heterodoxo. Combinó medidas como el congelamiento de precios y salarios, la desindexación de la economía y la creación de una nueva moneda, con otras de corte ortodoxo, que apuntaban a resolver los problemas estructurales de la economía como, por ejemplo, un excesivo gasto público, la emisión espuria de moneda, el proteccionismo y los subsidios.

Con respecto a la deuda externa, el pago de los servicios consumía altos montos de los ingresos del Estado. El endeudamiento llegó a U$S 45.000 millones (4), el equivalente a 5 años de exportaciones. Por ello se buscó la refinanciación de la deuda, que a cambio exigía por parte del FMI la adopción de políticas orientadas a un aumento en la capacidad inmediata de pago de los servicios de la deuda. Básicamente significaba establecer medidas de ajuste al gasto público, mayor recaudación impositiva y adquisición de nuevos créditos externos.

El Estado afrontaba a su vez: un déficit creciente por el crecido aparato de servicios sociales, reducción de las recaudaciones, inexistencia de créditos externos e internos. Concomitantemente, el problema repercutía en una inflación permanente que distorsionaba las condiciones de la economía, y afectaba la propia capacidad del Estado para gobernar efectivamente la economía y la sociedad.

La crisis de la deuda, entonces, condujo a una espiral inflacionaria cuando el Gobierno no pudo adoptar medidas lo suficientemente correctivas.

En este período la pobreza (Grafico 3) alcanzó un 12% de los hogares. Entre 1980 y 1986 la desigualdad urbana continuó aumentando (aproximadamente un 8% del Gini). Lo acontecido con la desigualdad y el nivel de actividad económica, en el contexto de la crisis, determinaron otra considerable elevación (casi duplicación) de la incidencia de la pobreza hacia 1986. Este deterioro se acentuó en los años de la hiperinflación, período donde la pobreza llegó al 38% de los hogares.

Gráfico 3: Tasa de pobreza del Gran Buenos Aires desde 1980 a 1990.

 

Fuente: Banco Mundial: “Un pueblo pobre, un país rico”, disponible en www.bancomundial.org . Accedido en 05/2003.

La hiperinflación (5) de 1989 marcó el punto de inflexión del gobierno radical. La tasa de inflación que en promedio había alcanzado el 14% mensual en 1988, llegó a un máximo del 200% en 1989.

El impacto del proceso inflacionario no se limitó al ámbito económico sino que en el plano político significó el abandono temprano del gobierno por parte de Alfonsín y el ascenso de Carlos S. Menem. Asimismo, como desarrollaremos en los siguientes apartados, logró un efecto disciplinador sobre los sectores populares y sobre los actores sociales. La crisis de la deuda generó condiciones sociales necesarias para aceptar como inevitables reformas estructurales propuestas por los organismos de crédito internacionales y los economistas neoliberales locales.


1. Para detalles de los montos Ver Anexo D: Evolución de la deuda externa 1966-1999.
2. Ver apartado 4.2.
3. Beccaria, Luis y Altimir, Oscar: Ob. Cit., en www.iadb.org . Se trata de políticas basadas en el control de precios, de las tasas de interés y del tipo de cambio, se aplicaron restricciones al comercio exterior, se incremento del gasto público agrícola y los subsidios a los productores, entre otras medidas.
4. Aspiazu Daniel- Nochteff Hugo: “La democracia condicionada. Quince años de economía.”, en Quince años de democracia Lejtman Román (comp.), Grupo editorial Norma, Bs As, 1998, Pág. 149.
5. “Es reconocida por la altísima inflación (elevación general del nivel de los precios) asociado con un conjunto particular de comportamientos tal que las actividades económicas y aún las transacciones económicas se ven perturbadas(...) Las hiperinflaciones son procesos donde no solo la tasa de inflación es muy alta, sino también muy variable; además los precios relativos son altamente volátiles”.Di Tella, Torcuato: Diccionario de ciencias sociales y políticas. Edit. EMECE. Argentina. 2001.pp. : 333-334
 

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