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LA LOCALIZACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE LOS SERVICIOS SUPERIORES EN EL CENTRO DE LA CIUDAD: UN ANÁLISIS ESTÁTICO DEL PATRÓN DE LOCALIZACIÓN DE LOS BANCOS Y SERVICIOS ESPECIALIZADOS EN LA CIUDAD DE PUEBLA

Julia Hernández Aragón

 

 

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1.5 CARACTERÍSTICAS DE LA CIUDAD DE PUEBLA
1.5.1 La Evolución de la Ciudad de Puebla: 1970- 1999

La Ciudad de Puebla se encuentra a 127 kms al sureste de la Ciudad de México, y como efecto del proceso de urbanización que ha alcanzado su zona metropolitana se encuentra entre las cuatro grandes áreas metropolitanas regionales del país. Así, a través de su desarrollo se caracterizó como un ente importante dada su función económica industrial, comercial y de servicios; esta gran característica se debe a la ubicación geográfica –como es la localización de la demanda, facilidades de comunicación y sobre todo de transporte, de recursos financieros, materiales y técnicos- y a los equipamientos, infraestructura y servicios. Lo anterior a pesar de la gran proximidad que tiene con la Ciudad de México; cabría mencionar, tal como lo señala Melé (1994) que quizá la ventaja que evita ser parte de esta gran metrópoli es la limitante física que imponen las montañas entre las dos ciudades. Como anteriormente ha sido señalado, la Ciudad de Puebla constituye la cuarta metrópoli regional del país, y para darnos una idea sobre su interrelación con las otras metrópolis y a su vez con su dinámica interna se presenta la Figura 1.

Durante el período 1970-1990, su área urbana experimentó un gran crecimiento demográfico y por ende, expansión urbana; asimismo, se observó una recomposición en cuanto al uso del suelo, de sus actividades económicas, ya que las unidades industriales se desplazaron hacia el exterior del centro, con ello propiciando que el espacio desocupado fuera utilizado por establecimientos comerciales y de servicios. Los cambios que han influido en tal reestructuración urbana fueron: a) la crisis económica que indujo a generar cambios a principios de los años 80; b) las transformaciones estructurales generadas por la liberación económica y apertura externa de la economía a mediados de esa misma década; c) el desarrollo de los transportes y comunicaciones; y, d) el aumento de los costos de congestión y contaminación en la Ciudad de México (Pérez et al., 1996: 18-19).

 

De acuerdo con algunos autores, la Ciudad de Puebla en su etapa de modernización (1960-1980), ha presentado una serie de tendencias propias de una ciudad: a) elevado crecimiento poblacional; b) expansión física de tipo regional; c) nuevos tipos de industria y nuevas formas de localización; d) déficit elevado de servicios, infraestructura y vivienda; e) deterioro del Centro Histórico; y f) fomento a la inversión estatal y a la legislación en el renglón urbanístico (Méndez, 1987: 89).

El crecimiento urbano evidenciado en la Ciudad de Puebla también presenta otra postura, señalada por Gormsen, pero con una visión vertical, tanto en tiempo como en espacio, acerca de los cambios experimentados en las ciudades latinoamericanas, a través de tres fases:

1. Fase preindustrial, en ella se observa un área central reducida de la ciudad, grandes áreas agrícolas y, distantes de ésta, pueblos con los que no se mantienen interrelaciones;
2. Modernización incipiente, en esta fase surge un proceso de expansión urbana y aparecen barrios obreros así como residencias secundarias en los suburbios inmediatos de la ciudad; y
3. Metropolización, en esta fase se observa un auge económico, dislocación del comercio de alta calidad, concentración de tránsito, degradación de casas coloniales, mudanza de la clase alta a los suburbios, expansión del mercado y de ambulantes, y una aguda contaminación ambiental.

Es así como la Ciudad de Puebla ha presenciado cambios profundos en cuanto a su conformación, de tal manera que no ha sido fácil cómo se ha ido organizando esta ciudad (1), llegando a vincularse con otras ciudades aledañas para conformar una de las metrópolis regionales importantes del país, por su propia ubicación física.

Desde la perspectiva económica, y no solo urbanística, la estructura de la Ciudad de Puebla también ha evolucionado, es decir, su propio espacio se ha transformado en cuanto a cómo se ha distribuido el suelo urbano para las actividades económicas, pasando por ejemplo, del desplazamiento de la industria tradicional ubicada anteriormente en la zona central de la ciudad, localizándose ahora al norte de la misma. Lo mismo ha ocurrido con el comercio y los servicios, cuyos establecimientos, han ido desplazándose de acuerdo con la demanda que de ellos se derivan (recordemos que la localización de éstos, y sobre todo de los servicios, es una demanda derivada). Ello ha conllevado también a que como área metropolitana, la Ciudad de Puebla, sea una ciudad central, por sus propias características. Entendiéndose por ciudad central aquella área residencial e industrial más antigua, localizada entre el centro tradicional de la ciudad (lo que algunos llaman el DCN) y los suburbios (Garrocho, 1995: 67).

En tal sentido, el cambio en la estructura económica de la ciudad, específicamente el crecimiento de la moderna actividad de servicios, ejerce una presión creciente en cierta localización central. Se utiliza el término de servicios modernos para hacer referencia a las empresas de servicios especializados y de servicios financieros, así como a las funciones de oficinas administrativas u oficinas matriz, identificándolos al respecto como servicios a la producción o actividades de oficinas. La distribución de los servicios a la producción en una economía urbana es una función directa de su posición en la jerarquía urbana y del nivel de desarrollo. Los servicios a la producción buscarán generalmente la localización más central, tanto dentro de la jerarquía urbana como dentro de la ciudad –de acuerdo con la literatura-, así, identificamos estas áreas en las que el suelo urbano será usado más intensivamente y cuyos precios serán los más elevados (Polèse, 1991). En muchos casos, éstos promediarán una intensificación del uso del suelo urbano en la parte central de la ciudad.


1. Lo que puede considerarse también como una forma de autoorganización, donde es posible observar que sistemas que tanto si se originan bajo condiciones prácticamente homogéneas como aleatorias, acabarán invariablemente por dar lugar a sistemas de gran tamaño de una manera espontánea.
 

 

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