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DEMANDA DE AUTOMÓVILES NUEVOS EN VENEZUELA

Elvis Padilla
Jonny Sequera

 

 

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III.6. La Tasa de Interés Real

En Venezuela el BCV ha sido por tradición el que fija la tasa de interés nominal. Durante los años ‘50 y ‘60 las tasa de interés sobre depósitos eran moderadamente altas en términos reales (de 3 a 5%). En los años ‘70, las tasas nominales se mantuvieron fijas en sus niveles históricos, mientras la inflación produjo tasa de intereses reales algo negativas. Los diferenciales en las tasas de interés nominal frente a los mercados internacionales se volvieron negativos desde 1971 hasta 1981. En esa época, la fuga masiva de capitales y el descenso en las reservas internacionales se convirtieron en un serio problema político que llevó al gobierno a liberar las tasas de interés, lo que frenó la fuga de capitales, pero creo una seria oposición política (ver e.g. Hausmann, 1990).

La reaunadación de la fuga de capitales en 1982 producto de la declinación de los precios petroleros, dando paso a que el gobierno adoptara una política de crédito expansionista para evitar la contracción monetaria. La masiva fuga de capital continuó, lo que llevo al colapso del régimen cambiario en 1983, lo que llevó a pensar al público que liberar las tasas de interés había sido un ejercicio inútil y costoso (ver e.g Hausmann, 1990).

En 1984, se implementa la promesa electoral del control administrativo de las tasas de interés del gobierno socialdemócrata. Esta era la medida que el Ejecutivo consideraba conveniente para poder lograr la estimulación de la actividad económica del país (ver e.g. Toro-Hardy, 1993).

Durante el período 1984-85, los controles fueron moderados y se acomodaron básicamente a una prima cambiaria y a algún racionamiento de crédito. Sin embargo, cuando en el período 1986-88 la inflación se acelera, aparecieron ciertas distorsiones en los mercados de créditos y tasa flotante. Se hizo práctica común entre la clase media pedir prestado en bolívares para comprar dólares o comprar bienes durables intensivos en importación, a través del crédito del consumidor. Las tarjetas de créditos se incrementaron bruscamente y cada banco trataba de presentar mejores ofertas que otros (ver e.g. Hausmann, 1990).

Esta situación se presentó hasta que el Presidente Pérez toma el poder. Entonces se aumentaron las tasas de interés inicialmente (de 13% a 28%) y luego se liberaron; pronto subieron a 42%. No obstante, la liberalización de las tasas de interés creo una importante reacción violenta, entre la oposición política, que los llevo a tomar acciones legales para evitar esa situación (ver e.g. Hausmann, 1990).

En el período 1990-94 se presentaron tasas de interés elevadas, las cuales contribuyeron a las presiones inflacionarias que se presentaron en esos años. Se había producido un circulo vicioso difícil de romper, ya que habiéndose eliminados los controles de cambios, la única forma de impedir una salida insostenible de capitales era mantener una política de tasas positivas, o sea, que las tasas de interés debían ser mayores que las tasas de inflación (ver e.g. Toro-Hardy, 1993).

Las tasas de interés para 1998 según el informe económico del BCV de 1999, mostraron una tendencia al alza como consecuencia de las condiciones de inestabilidad macroeconómica prevalecientes, que generaron en los inversionistas expectativas negativas en torno a la inflación esperada, a la evolución del tipo de cambio nominal y del incremento de la prima de riesgo que el país representa. Las mismas en términos reales para finalizar el año se ubicaron en 30.9% la activa y 16.6% la pasiva.

Para el período de 1999-2002, las tasas de interés activa y pasiva reales según el Fondo Monetario Internacional (FMI) se caracterizaron por tener una tendencia decreciente que las llevo a ubicarse para 1999 en 21.2% tasa pasiva y 32.1% tasa activa a 16.3% y 25.2% respectivamente en el 2000, esto se mantuvo en el 2001 reflejando una tasa pasiva de 15.5% y 22.4% en la tasa activa.

El Informe Económico del BCV del 2003 señala que las tasas de interés para ese año reflejaron el incremento de la prima de riesgo país derivada del deterioro de las expectativas de los agentes en torno a la evolución de la tasa de inflación y el tipo de cambio. Esta situación determinó que las tasas de interés promedio activa y pasiva se ubicaran, a mediados de enero, en 41,5% y 26,5%, respectivamente, lo que significó un incremento de 8,3 puntos porcentuales para la tasa activa y de 2,6 puntos porcentuales para la tasa pasiva, respecto al mes de diciembre de 2002. Las tasas de interés reales permanecieron en valores negativos durante todo el año, aunque a partir del mes de julio comenzaron a experimentar un aumento como consecuencia de la mejora en las expectativas de inflación por parte de los agentes económicos. Así, las tasas de interés reales activas y pasivas pasaron de -7,1% y -16,7% en el mes de junio, a -5,5% y -12,4%, respectivamente al cierre del año.

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