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VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCIÓN

Edgardo González Medina

 

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Una revolución monetaria

Adviene el golpe de Estado de octubre de 1945, propiciado por un grupo militar de mediana graduación, y ahí se coló el partido Acción Democrática. Se verá mas adelante que desde la caída de Medina Angarita, los grupos desplazados iniciarían un largo periplo digno de Odiseo, sembrando de revanchismo la historia contemporánea, cultivando la longevidad como primera virtud para arribar a un día en la década de los noventa, en que la revancha se concretaría, cerrando el ciclo político del siglo XX.

En 1945 fue un hecho casi inevitable la presencia de un partido político que expresara con bastante propiedad el ascenso relativo de las clases populares.48 El elemento popular se encontraba divorciado del poder, y los propios mecanismos de poder clamaron un ajuste que muchos quisieron protagonizar y no lo hicieron, hasta que el reto fue asumido por una facción de jóvenes militares. En una Venezuela que había presenciado el remoto espectáculo de la guerra y la preparación de la postguerra, amplísimos sectores nacionales pugnaban por definiciones de economía y sociedad moderna, plagio en cierta forma del modo de vida norteamericano. Al golpe de 1945 concurre casi todo el país, no obstante haber sido originalmente una táctica militar de un grupo determinado, una técnica de arribo al poder consagrado por muchos viejos y zorros teóricos de la ciencia política. Si bien el General Medina no era un caudillo represivo a la manera que lo fue Juan Vicente Gómez, y si bien se le reputa como hombre tolerante que cuando fue derrocado desmilitarizaba relativamente el poder político respecto lo ya hecho también por su antecesor General Eleazar López Contreras, no es menos cierto que las propias demandas internacionales de la postguerra le reclamaron hacer de lado la resistencia militar del viejo régimen y dar paso a los intentos modernizadores, sobre todo en lo que respecta a los cambios en la forma de elección de los poderes públicos. El país viene ocupándose en un período de ajuste económico y político después de haber transitado un siglo de guerras rurales. Resultaba prácticamente inevitable la civilizatoria emergente del poder. Muchas medidas del régimen del General Medina, por su carácter semidemocrático, sorprendía a quien miraba el gobierno como una herencia despótica, anclados en el atardecer nostálgico del gomecismo. Sectores que habían bloqueado una reforma constitucional en marzo de 1945 por la cual hubieran podido realizarse elecciones generales, directas y secretas. El golpe adviene en medio de la ya explicada expansión monetaria, que a su vez había propiciado una relativa armonía social por obra del poder adquisitivo del ingreso. El golpe contra Medina y el llamado a elecciones generales, directas y secretas, solo pudo ocurrir cuando ocurrió, ya que más adelante las exigencias más agudas de la reconstrucción del mercado mundial dominado ya por los EE.UU., apuntarán al establecimiento de regímenes de fuerza en los países de la periferia donde repercutiría buena parte de la carga de tal reconstrucción.

En efecto, como una veloz yuxtaposición entre guerra y paz, así mismo va a alzarse una tremenda presión internacional contra los países pequeños, para garantizarse una colaboración mundial que inducirían gobiernos autoritarios en América Latina.49 El imperialismo anglo-norteamericano, mientras acababa con el régimen de Hitler, se sirvió de gobiernos democráticos o semidemocráticos que resultaron contradictorios al deslizarse a las manos de corrientes populares que amenazaban ir a parar al campo del pujante campo socialista encabezado por la Unión Soviética, en momentos que estos socios triunfantes de la guerra arrancaban la carrera de dominación y debían acordarse el reparto del mundo como botín de guerra. El menage a troi entre Stalin, Churchill, y Roosevelt, había concluido con éxito la guerra, pero no servía para la paz. La opinión del Banco Central de Venezuela resume la visión que analiza el golpe de Estado contra Medina Angarita como un evento esperado:

“...En el área económica –dice la Memoria de 1945- que, naturalmente es la que demarca la condición de nuestros comentarios, la revolución no ha ocasionado alteraciones destacables. No vacilamos en asegurar que tampoco las producirá en lo sucesivo, y que la vida financiera del país seguirá transcurriendo en el buen ambiente que la distingue, que nuestro desarrollo comercial y bancario persistirá en su trayectoria progresiva y que nuestra característica solidez monetaria continuará otorgando a todos el respaldo de plena solvencia y absoluta garantía que tan eficazmente ha colaborado en nuestro desenvolvimiento económico y tanto habrá de ayudarnos a intensificarlo en el futuro...”

El rumbo del país sigue su curso en calma. En 1945 las reservas de oro aumentan a Bs. 517 millones, mas Bs. 100 millones que eran propiedad del Ejecutivo Nacional. Había escasez de monedas, ya que la existencia de plata, níquel y cobre-zinc habían bajado en mas de un millón de bolívares, con una población que agrupada ya mucho más en las urbes, utilizaba el billete con mas confianza que en los campos, donde por el contrario el metal era mas apreciado y más útil para los requerimientos de pago, que seguían incluso coexistiendo con otras formas de compensación, como el trueque, o de comprobación de la deuda, como la Tarja, consagrada aún a estas alturas en el Código Civil venezolano. 50

Los depósitos del BCV en el exterior suben a Bs. 79 millones. Los bancos privados cancelan totalmente sus créditos al Banco Central, lo cual lo libera de la carga crediticia que venía soportando desde su creación. La emisión alcanza Bs. 735,38 millones. Los depósitos del gobierno en el BCV alcanzan Bs. 100 millones y del sector privado Bs. 88 millones. El activo del emisor llega a Bs. 777 millones. Su éxito sigue garantizándose por el depósito del Ejecutivo Nacional. La estabilidad era patente, y el encaje con relación a los billetes en circulación fue del 94%, mientras que la relación entre la existencia de oro y los billetes en circulación fue de Bs. 134,14 por cada cien en circulación. La relación del oro sumados los depósitos de metal en el exterior y la circulación fue de Bs. 151,06%, disponiéndose de una y media unidad en moneda-oro para hacer frente a la demanda exigible de una unidad monetaria fiduciaria, lo cual, además de ensanchar el margen de fortaleza de la paridad oro, presuponía la posibilidad de aumentar el circulante sin disminuirse el poder de compra de la moneda bajo el patrón oro, descartándose la holgura frente a variaciones de la tasa de interés. El tipo de descuento utilizado por el BCV era menor que el de Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú, Dinamarca, España, Finlandia, Grecia, Italia, URSS e igual que el de Alemania, Argentina y Canadá, mientras que ligeramente mayor que el de Japón, y solo superior al de EE.UU., Francia y Gran Bretaña. Teorizar sobre un modelo económico moderno basado en la tasa de interés equivalía en 1945 a prever inversiones, elevación del ingreso, y crecimiento de otras variables macroeconómicas. Pero en un país incapaz de hacer elástica su oferta real, es prácticamente imposible predecir el destino del ahorro.

La banca comercial había alcanzado en 1944 recursos (capital, reserva y depósitos) por Bs. 523,6 millones, de los cuales solo el 57,8% tenía colocados. En diciembre de 1945 los recursos llegan a 572,3 millones y el porcentaje de colocación al 61,8%, principalmente en hipotecas, cuentas corrientes, préstamos, descuentos e inmuebles. El número de transacciones aumenta y la Cámara de compensación procesa 724.628 cheques por valor promedio de Bs. 3.781. La economía monetaria seguía su curso casi autónomo. La riqueza petrolera, regulada con el mecanismo financiero de la centralización monetaria, se volcaba sobre la economía real, ahogándola.


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