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VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCIÓN

Edgardo González Medina

 

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El cultivo de la esperanza monetarista

Se observó en Venezuela una expansión crediticia significativa en los años de la guerra. Los recursos bancarios también habían aumentado. El BCV en su Memoria de 1943 dice:

"...En lo que a este aumento se refiere, procede destacar su conexión con el ritmo progresivo que acusan las actividades internas, pues estando las importaciones tan restringidas, es lógico suponer que tales créditos no han sido otorgados para traer mercancías del exterior ni para ensanchar el sistema de ventas de éstas por cuotas...(...)...La expansión crediticia no ha afectado en los mas mínimo la firme posición de la Banca, pues el dinero egresado por el crecimiento de estas operaciones quedó suficientemente compensado con el aumento que señalan los recursos...".

La Banca contaba en poco tiempo con una evolución que en ausencia de la centralización operada del ingreso y la emisión por el Estado, hubiera demorado mucho más. La Memoria citada del BCV dice, en ese ritmo que el músico Bach llamaría poco alegretto sin llegare al lamentoso41, característico de los informes del BCV de por vida:

"...A esta fortaleza característica de nuestra banca hay que añadir el respaldo que representa para el conjunto del sistema la instalación del Banco Central, pues así como antes los bancos comerciales únicamente podían contar con sus propios recursos para realizar sus operaciones de crédito, pueden hoy ensancharlas merced a las posibilidades que les ofrece el redescuento de efectos en el Instituto Emisor. Esta circunstancia comprueba que el volumen y desarrollo crediticio de un país no pueden ser exactamente apreciados examinando el balance de su banco central, ‘la fuente de dinero en última instancia’, como suele llamársele, pues los institutos comerciales sólo recurren a él cuando precisan dinero nuevo para continuar el curso de sus operaciones, pudiendo ensancharlos mientras llega esta oportunidad ante la certeza de que, en caso necesario, los recursos adicionales se los procurará rápidamente utilizando las facilidades del redescuento...”

Continúa el BCV:

“...El tiempo ha demostrado cuán infundados eran los recelos con que en principio fue acogida la idea de crear el Banco Central de Venezuela...(...)...La mención no la hacemos sin propósito determinado. Deseamos que aleccione a quienes pudieran descorazonarse al ver combatidos sus proyectos de positiva trascendencia nacional: Un día fue el Banco Central el objetivo de los impugnadores; otro, el Impuesto sobre la Renta; mañana tal vez serán la Reforma Agraria o el Seguro Social el próximo blanco de los recalcitrantes. No hay que prestar demasiada atención a los desasosiegos de los espíritus tímidos que no ven más que riesgos y peligros en todo intento de avance y en todo propósito renovador...”.

Esta manifestación del BCV resume, más que la propia tendencia reformista burguesa nacional, la época propicia para el cambio que se vivía. El BCV no surgió como una centralización de las actividades bancarias. Tal error hubiese costado caro a la economía capitalista incipiente. La expansión crediticia que puede suponerse con un solo banco, y por agregación estatal, es ilimitada: Los préstamos se convierten en pagos, los pagos en depósitos, y éstos en préstamos, etc., con lo cual una economía sin planificación sería encaminada hacia un crecimiento ficticio que gastaría hoy lo que debe producir mañana o que no producirá nunca.42

La creación de Bancos Centrales en América Latina hay que entenderla desde varios puntos de vista. Nacionalmente podemos sostener su necesidad en el hecho de que la economía capitalista incipiente requería de un desarrollo de actividades financieras básicas como el préstamo, la cuenta corriente, etc. Sin embargo, la necesidad del Banco Central no queda así totalmente clara en países en que el estado controla indirectamente la mayoría de la banca privada en virtud de sus depósitos y el control de las acciones. Es por ello que también dicha creación de bancos centrales tiene una connotación internacional, derivada de las necesidades del capital internacional, y es porque a través de estas instituciones el Estado responde frente al mercado financiero por las deudas bancarias, colocando si se quiere, como respaldo todo aquello que como Nación significa. Para el mercado financiero internacional no ha sido nunca similar una garantía de un pequeño banco local. Solo el Estado por su concentración es capaz de entablar relaciones económicas suficientemente equilibradas con monopolios internacionales que siempre han tenido un poder financiero igual y hasta superior que la mayoría de los países.

La diversificación bancaria (privada, central, estatal) acusa rasgos ficticios porque la expansión de sus actividades principales se da por obra de un Estado que asume finalmente los riesgos. El Banco Central de Venezuela (BCV) se crea para dar salida a la centralización capitalista del Estado que ocurre de una manera casi natural con la muerte de Gómez y el paso de sus bienes al patrimonio público, y dar salida a la expansión del ingreso fiscal petrolero. La transferencia en un sistema absolutamente latifundista en que las fuerzas productivas no alcancen un mínimo desarrollo precapitalista, hubiera tenido una solución tradicional de entrega de tierras, concesiones mercantiles sobre aduanas y servicios, organización militar de la economía, etc., todo lo cual venía ocurriendo antes de la muerte de Gómez. Pero ya envueltos en una temprana postguerra Venezuela estaba imbuida de los nuevos tiempos por la casi forzada apertura hacia el mercado mundial provocada por la monoproducción petrolera y la previa economía de guerra de los países en pugna. Los nuevos planes de occidente apuntalaban designios nuevos también, para la libre movilidad del capital. Ahora se trataba de la movilización de dinero, que estaba en manos del Estado en países de la periferia, o a lo menos emisiones que el Estado podría respaldar con el patrimonio nacional y hasta con la propia nacionalidad.

El circulante en 1943 asciende al final del ejercicio fiscal a Bs. 535,6 millones, de los cuales un 50% estaba constituido por depósitos a la vista. Dicho aumento significó un aumento del 20% con respecto a 1942. Existía un saldo constantemente favorable de las operaciones internacionales - es decir ingresos de divisas – que venían influyendo en el crecimiento de los medios de pago. En 1943 se suma la irreversible expansión en la utilización del cheque y el préstamo, como dinero que no requería someterse a los mecanismos de emisión.

C.8. COLOCACIONES E INVERSIONES DE LA BANCA 1937-1943 Miles de bolívares a precios corrientes (Al 30 de junio) Cta. Cte. Hipotecas Préstamos y descuentos Inmuebles Diversos Otros Total Total 587.690 115.417 333.301 103.693 50.535 103.293 1.307.509 1937 74.060 14.430 22.454 22.375 5.290 8.031 148.577 1938 88.590 15.546 33.187 19.124 6.126 20.422 184.933 1939 85.530 15.300 51.381 15.498 6.652 11.964 188.264 1940 88.000 14.394 62.653 13.942 5.925 11.186 198.040 1941 87.718 17.177 54.206 12.029 5.256 10.303 188.630 1942 78.582 18.607 47.455 11.048 10.611 16.743 184.988 1943 85.210 19.963 61.965 9.677 10.675 24.644 214.077

> Grafico 3: Colocaciones e Inversiones de la banca(1937-1943)

El aumento del circulante no parecía inducir los aumentos de precios observados, los cuales presentaron indicadores de 126,27% en 1942 y 132,02% en 1943, con base 1938. La memoria del BCV refleja el pensamiento académico de esos momentos, empeñado en advertir al país:

“...No puede afirmarse - dice – como a veces se ha tratado de sostener, que el alza de los precios obedezca a movimientos impulsivos de las disponibilidades....(...)...Si deseamos analizar la situación de Venezuela, tenemos que prescindir de establecer comparaciones con las de los países beligerantes, donde la expansión del circulante tiene como causas principales e inmediatas el extraordinario impulso que han alcanzado las industrias que colaboran con el esfuerzo bélico y la prosperidad que han logrado diferentes ramos de la producción, ante la afluencia de dinero procedente del enorme crecimiento de los gastos estatales y del circunstancial desarrollo de las actividades dedicadas a producir la guerra. Esta situación febril ha producido una distribución más o menos proporcionada de sueldos y jornales y ha puesto en manos de gran número de individuos una cantidad de poder adquisitivo superior a la de las épocas de normalidad, con la circunstancia de que, habiendo ahora menos mercancías en venta, el desajuste monetario ha surgido como una consecuencia natural e inevitable. Pero nuestra situación es muy diferente, pues aunque en los últimos años algunas industrias han aumentado sus actividades y el gobierno ha seguido manteniendo sus planes de obras públicas, no hemos llegado, ni con mucho, a vivir esos períodos de inusitado dinamismo característicos de las épocas de guerra, eufóricas en ciertos aspectos económicos, que producen una sensación de gran prosperidad, porque el dinero circula en abundancia y hay mas deseos de gastarlo que nunca, y en los que la acumulación de la demanda presiona los precios de los escasos artículos que salen al mercado. Venezuela no puede decirse que ha creado un poder adquisitivo desconcertante y, mucho menos, que éste se halle en poder de las masas y que sean ellas las que con una demanda agitada coaccionen los precios de las cosas. ¿Cuál es, pues, el origen del fenómeno acumulativo que estamos presenciando?. Huelga casi la pregunta por lo visible que es la respuesta: Porque el forzado descenso de las importaciones no nos consiente gastar en la proporción que veníamos haciendo. La causa principal del crecimiento de nuestras disponibilidades reside en el hecho concreto de que desde enero de 1942, o sea inmediatamente después de la agresión a los Estados Unidos, hasta el 31 de diciembre de 1943, sólo ha podido venderse el 71,22% del cambio controlado adquirido por el Banco Central...(...)...Más interesa explicar que casi toda esta concentración de numerario reside en un limitado número de poseedores, principalmente en manos de quienes habiendo realizado mercancías, valores o bienes inmuebles, por carecer de posibilidades para continuar su tráfico al ritmo de antes, se hallan en posesión de un dinero que estiman inconvertible por el momento y lo han transformado en depósitos bancarios. En noviembre de 1942, entre 486 personas tenían depositados en los bancos Bs. 112.125.905 o sea un promedio de Bs. 230.711 por depositante, constituyendo dichas cuentas el 58,93% del total de los depósitos a la vista en dicha fecha. El 30 de noviembre de 1943, entre 616 personas tenían 166.903.263 bolívares, cifra que acusa un promedio de Bs. 270.999 por depósito y representa el 62,04% de las cuentas a la vista...”

Y finaliza con este párrafo, redactado tal vez por alguien que lo “coló” a última hora:

“...Queda así comprobado que el 62,04% de los depósitos bancarios movilizables por cheques está en manos del 0,16 por mil de los habitantes del país. Demostración tan convincente no precisa de aclaraciones y explica por si sola los motivos principales de la concentración del circulante a que nos venimos refiriendo...”.

Desde el Estado se confía en el poder del circulante. Dice el BCV “...Cuando tanto hay por crear y resolver, ¿ no será mejor aprovechar la coyuntura para movilizar los capitales en beneficio del adelanto industrial, agrícola y pecuario del país? ...”. La confianza en el poder del circulante se unía al temor de los efectos de ese mismo circulante sobre los precios en caso de no emplearse en fines productivos. La entrada de divisas controladas en 1943 aumenta a 85.996.951 $ USA, de las cuales 72,5 millones $ USA correspondía a petróleo, como sigue:

C.9. INGRESOS POR DIVISAS PETROLERAS 1938-43 año $ USA ? % 1938 72.580.415 - 1939 79.311.316 9,27% 1940 66.810.986 -15,76% 1941 65.726.509 -1,62% 1942 62.130.765 -5,47% 1943 72.450.515 16,61% total 419.010.506 Crecimiento interanual promedio 0,61%

La esperanza de los analistas económicos de la época era crear una especie de fondo de reserva, tal que acabada la guerra pudiera garantizar el costo de las importaciones hasta el período de un año. La economía venezolana parecía prepararse - como los átomos de un yunque están preparados para el golpe del martillo – para la postguerra norteamericana. Se vislumbraba un proceso de liberación de exportaciones norteamericanas en cuanto a variedad de productos, lo cual conllevaría al replanteamiento del conflicto entre el librecambismo tradicional y el proteccionismo de la nueva época. Los protagonistas de la guerra habían desarrollado una tremenda maquinaria de movilización de mercancías, a un grado, que deviene en pauta principal para dar salida al stock mercantil, el uso de la capacidad de transporte. Auge de la economía imperialista, necesidad de petróleo para mover las maquinarias, e ingreso monetario creciente, prefiguraban el conjurado futuro inmediato de la Venezuela ya petrolera. Exportación imperialista sustentada en la actividad primaria extractiva, que generaría crecidos ingresos a factores nacionales inducidos a importar bienes y servicios. La postguerra propiciaría una economía nacional que alguien comparó como quien se coloca el cerebro encima del sombrero. Deterioro estructural e impulso alcista por carencia de técnicas productivas que influían en los bajos rendimientos marginales, eran circunstancias permanentes que provocarían una baja utilidad marginal y la conformación de una demanda agregada estructuralmente desfigurada, hasta la constitución del enclave o estrato diferenciado de la población cuyas actividades no conllevaban la multiplicación de inversiones agrícolas o industriales que detuvieran el proceso de la dependencia externa. Es aquí donde hay que buscar explicaciones a los problemas recurrentes de nuestros tiempos de la democracia.


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