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VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCIÓN

Edgardo González Medina

 

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Cuáles son las clases sometidas y a qué costo

A diferencia de la revolución liderada por Lenin en 1917, en Venezuela los grupos sometidos desde 1998 hasta ahora no han sido la burguesía tradicional, los grandes propietarios de tierras, los monopolios o las compañias transnacionales.

Debe recordarse que es cierto que Lenin ofreció y dió a monopolios de las potencias capitalistas, concesiones económicas dentro de movimientos tácticos destinados a sacar a Rusia de la guerra, el bloqueo y la miseria. Y la firma de la paz con Alemania hizo que Rusia fuese desmembrada transitoriamente, y obtuvo la paz con Japón entregando otra parte de territorio. Pero Lenin era solo el líder de un poder popular donde las masas determinaban el curso de la revolución. Las masas habían tomado el poder, y Lenin era su líder fundamental, no un autócrata militarista. Los grupos de la burguesía y los grandes propietarios de tierras habían sido sometido a un nuevo sistema de relaciones sociales.

En Venezuela, por el contrario, a partir de 1998 se agudiza un proceso de desapropiaciòn y depauperaciòn de la clase media, que ya venía avanzando dentro del proceso de imposición del llamado modelo neoliberal. Siendo una clase bastante numerosa, con influencia sobre el resto de la sociedad por tratarse de clases trabajadoras intelectuales en su mayorìa, reclamaba desde hace mucho un mayor acceso al poder, y su presencia en la escena pseudorevolucionaria ha venido perturbando a los grupos militaristas en el poder, por sentirse éstos excedidos intelectual y políticamente. El primer movimiento del régimen fue promover con bastante éxito la contradicción de los sectores mas desposeídos contra la clase media, la cual ha sido hostilizada implacablemente y echada al campo de la derecha reaccionaria.

Pero son las clases trabajadoras manuales las que en forma protuberante han quedado sometidas política y forzadamente, no a nuevas relaciones sociales de producción, sino obligadas a adaptarse a condiciones invisibles del modelo neoliberal y la reinserción de Venezuela en la globalización capitalista. Hugo Chavez encontró al llegar al gobierno, que los principales recursos – petróleo y hierro - estaban nacionalizados, que los principales servicios estaban nacionalizados, que el Estado poseía una concentración económica incomparable para ser puesta a la orden de un cambio social relevante. Encontró también, ciertamente, un proceso de contramarcha de la vieja estrategia socialdemócrata de capitalismo de Estado, contramarcha débil y confrontada ferozmente por los movimientos sociales, especialmente de los trabajadores organizados del mismo reformismo El bonapartismo encabezado por Hugo Chavez, ignorante de la esencia del sutil proceso de cambio operado en la sociedad desde 1945, y guiado por el instinto hedónico y el ejercicio autoritario del poder, se ha pasado siete años manoteando con el fácil desempeño clientelar del gobierno, aturdiendo y aturdiéndose de retóricas inútiles cosidas por pedazos en una colcha de retazos, permitiendo la reorganización de las fuerzas mas reaccionarias que habian quedado derrotadas en el pasado. admitiendo nuevas formas de penetración de los consorcios transnacionales, así como encarnando la emergencia de nuevos grupos de la Burguesía, constituídos por los altos cuadros de funcionarios que se han enriquecido rapazmente con el saqueo mas intenso del erario público experimentado en Venezuela en toda su historia. En vez de una V Repúbilca, en los últimos siete años se ha desarrollado una V Ola de Acumulación Originaria.

Partimos de la premisa de que la única alternativa viable a la globalización es la definición de un diseño de internacionalización de relaciones sociales, especialmente las relaciones de producción, y la concepción de metas estructurales globales, basados ambos elementos en un objetivo básico de transferencia progresiva y sistemática del poder de los Estados Nacionales a la sociedad de los países correspondientes, debiendo ser especialmente beneficiarias las clases trabajadoras. Es incompatible con los principios del movimiento revolucionario, e inviable, la unidad o alianza de estructuras económicas y sociales capitalistas cuya finalidad no es otra -en esencia- que el reforzamiento y renovación de la División Internacional del Trabajo dominada por el mercado mundial capitalista, predominado éste por las economías capitalistas más poderosas, en especial EE.UU., Gran Bretaña, Canadá, Alemania, Italia, Francia, España, Holanda, Japón, Rusia y China.

Es por tanto que ha sido rechazable la tendencia del gobierno de Hugo Chávez, de perseguir acuerdos bilaterales o multilaterales que colocan a Venezuela en posición casi exclusiva de proveedor de petróleo y complementariamente de otras materias primas, cuyos efectos inmediatos son una variedad de formas de retroalimentación de la estructura monoproductora de Venezuela, llevada por mampuesto nuestra sociedad a sujetarse con más fuerza a la actual División Internacional del Trabajo.

El diseño de definiciones revolucionarias de relaciones sociales internacionales debe estar dirigido a una concepción de la producción de bienes y servicios orientada al desarrollo del hombre mas que a la optimización de los mercados capitalistas monopólicos de las producciones transnacionales, o al fortalecimiento de las estructuras económicas capitalistas de América Latina y el resto del mundo, donde por demás aquellas obran. Pero el régimen de Hugo Chavez ha actuado a contrario de una búsqueda exhaustiva de las posibilidades de acuerdos productivos que favorezca la promoción de unidades de producción nuevas, numerosas y de productores directos, sea en el caso de Cuba o en el de otros países hermanos de la América Latina. Acuerdos que no sean necesariamente pactados con los gobiernos de esos países, sino que impulsen la promoción de nuevas relaciones de producción, directamente con los agentes sociales de las economías, como programa global, bilateral o del alcance que se haga necesario y posible, y que vengan a complementar la promoción de nuevas relaciones de producción en Venezuela.

Hugo Chavez se ha desplazado por América Latina ofreciendo el petróleo en forma de una tentación hedónica, planteando el trueque con mercancías o productos cuyas producciones están en manos de sectores dominantes explotadores en esos países hermanos, como es el caso del trueque de petróleo por ganado vacuno pactado con Argentina o Uruguay que beneficia a la burguesía ganadera del cono sur, los proyectos de trueque de Soya y de procesamiento de Coca que beneficiará a los terratenientes bolivianos, etc. El Presidente venezolano es aclamado en esos países por los empresarios capitalistas. En el fondo ofrece y da protección a las clases opresoras de esos países.

Pero adicionalmente, el régimen de Chavez se ha adocenado de suyo a las fuerzas dominantes tradicionales. El mejor ejemplo ha sido el franco proceso de concesiones petroleras y mineras a empresas transnacionales, y el pago puntual de una cuantiosa deuda externa que a pesar de todo ha sido incrementada aberrantemente con la banca interna subsidiaria de la banca internacional y directamente con esta banca internacional. La suma de la distorsión lo ha constituido un programa de compra de bonos de la deuda externa de otros países de América Latina, para beneficio de los acreedores financieros internacionales.

En medio de este fondo entreguista, el régimen ha impuesto mecanismos de dominación interna como estrategia para perpetuarse en el poder; ganando por los medios mas oscuros la aprobación de aquellos factores de la comunidad internacional dominante, mucho de lo cual hay que entenderlo a la luz de esas fabulosas entregas de petróleo y dinero. Al mismo estilo de los despotismos tradicionales, ha realizado y quizá lo seguirá haciendo, elecciones generales para la imagen de una democracia formal, sin garantìa alguna para la dirigencia popular autónoma, mucho menos la disidencia, pero mucho menos aún para los sectores auténticamente revolucionarios a quienes se ha arrinconado subrepticiamente y que pueden verse perseguidos dentro de poco con mucho mayor saña. Ya no tenemos ante nosotros un estancamiento con relación a la utopía del proyecto de los filósofos revolucionarios ya muertos, sino un retroceso en lo que respecta a las escasas conquistas de independencia política de las masas populares que alcanzaron a verse en las décadas dominadas por el reformismo.

Durante siete años se ha empleado no solamente una violencia mas o menos sistemática, sino el uso arbitrario del poder del Estado, principalmente en la esfera judicial, incrementándose procesos judiciales contra periodistas y disidentes, algunos de los cuales en verdad se habían colocado en posiciones beligerantes que no podìan tener otras consecuencias polìticas. Para ello ha sido adelantado un diseño jurídico de naturaleza penal donde aparecen sanciones extremadamente punitivas contra delitos asociados a la opinión y a la crítica de los funcionarios del Estado. La actividad polìtica y sindical está siendo sometida a una rígida reglamentación, por la cual el Organo Electoral del Estado (Consejo Nacional Electoral) quedó facultado para intervenir toda elección interna de los partidos políticos, sindicatos y gremios, mientras los ciudadanos individualmente considerados no pueden optar por cargos de representación política o sindical sino a través de “agrupaciones” de carácter electoral previamente reconocidas por dicho Organo Electoral. El intento de control, como es de esperarse, es ineficaz sin embargo para someter a los numerosos activistas, expertos ya en evadirlo.

En los últimos siete años no se ha permitido en forma pacífica ninguna manifestación popular. Todas han sido reprimidas, bien sea en forma directa usando componentes de la Fuerza Armada, la policía, o mediante grupos de choque armados y protegidos por la policía política. Los primeros afectados fueron los grupos de la oposición política, pero una vez empleado el sistema, ya ha comenzado a cebarse sobre las manifestaciones de las clases desposeídas y sobre sus grupos partidiarios rebeldes. Las clases trabajadoras manuales e intelectuales han sido sometidas bien por el miedo a morir, o ser golpeados, perder los puestos de trabajo, etc. Aún así, Hugo Chavez sigue hablando en los foros latinoamericanos y mundiales a favor de una revolución antiimperialista y socialista, y solo una profunda autocrítica acerca de los vicios del proceso que dice liderar podría mantenerlo al frente de un proyecto revolucionario en marcha, siempre que él mismo se asuma como un elemento del proceso y abandone la visión mesiánica acerca de su persona, que ha sido alimentada y aprovechada por quienes han usado su gobierno para enriquecerse ilícitamente.

Aún asi - y el corolario es pertinente con la tesis que hemos venido sosteniendo en nuestro trabajo - las masas siguen cerrando filas a favor del Estado, no tanto en razón de las migajas que reciben de sus estamentos, sino por ese fenómeno intuitivo de entender que el Estado sigue siendo el pivote para los cambios del futuro. Por ahora, sigue siendo un Estado capitalista, condición necesaria para poder repartir como una torta los presupuestos públicos, con pedazos muy grandes para quienes están al frente de las posiciones públicas.


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