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VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCIÓN

Edgardo González Medina

 

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Gobierno de Ancha Base y retirada revolucionaria

El gobierno de Leoni arranca con la coalición de ancha base, término inventado por Paz Galarraga para la alianza firmada con el partido de Uslar Pietri (FND) y el partido de Jóvito Villalba (URD). Este diseño fue combatido duramente en AD, principalmente por los betancuristas, a cuya cabeza se colocaba, dando codazos, Carlos Andrés Pérez. El CEN ordenó una discusión nacional de la propuesta y durante dos semanas los hombres de Paz Galarraga se movilizaron a todo el país, realizándose asambleas de base en cada municipio o parroquia de Venezuela, y en la mayoría se producía un rechazo unánime, no tanto por la resistencia al grupo pacista o por la antipatía que sentían los adecos contra Uslar Pietri y Jóvito Villalba, sino por lo que sentían contra cualquier gobierno de coalición que postergara por nuevos años la esperada revolución prometida en los programas partidistas. Paz Galarraga justificó el diseño, argumentando que el gobierno requería situarse en medio de una fuerza de izquierda, que supuestamente era URD, y una fuerza de derecha, que era el FND uslarista. Diferenciándose de lo que se dice era la propuesta de Betancourt, es decir, alianza con COPEI, que sería la fuerza de derecha en un gobierno apoyado por AD, que significaría la izquierda. Paz Galarraga reproduce en cierta forma la esencia de la táctica del anterior quinquenio, cuando Betancourt se situó en medio de fuerzas de izquierda y de derecha colocando al gobierno como eje; e institucionaliza pragmáticamente la experiencia que ya había dado resultado, con la ventaja ahora de encontrarse disminuidas sensiblemente las presiones de las tendencias políticas. Pero Betancourt no pudo asimilar la derrota de su propuesta, y sobre todo no podía asimilar la alianza con un uslarismo donde figuraban estelarmente arsistas como José Angel Ciliberto, Ramón Escovar Salom y Ramón Quijada, junto a personas provenientes del PCV en roles de bajo perfil, y el propio Uslar, uno de sus principales adversarios históricos a partir del derrocamiento de Medina Angarita junto al cual Uslar desempeñaba una trayectoria de delfín que podía llegar a ser Presidente. Tampoco podía asimilar Betancourt una nueva alianza con Jóvito Villalba, a quien acusaba de haber abandonado la anterior coalición en su último año, cuando ya URD no podía obtener mas provecho de la administración pública, dejando no solo los problemas de los demás sino los problemas que sus mismos funcionarios habían dejado en áreas tan importantes como la salud, el trabajo, la seguridad social, y otros. Pero sobre todo, el betancurismo parecía advertir que AD dominaría en gran parte la orientación del gobierno, ya que los demás partidos de la alianza no hacían juntos un buen equilibrio, y que en esas condiciones la Dirección Nacional de AD, en manos de Paz Galarraga, pasaría a dominar la escena política y social. No desconfiaba tanto Betancourt del grado izquierdista de Paz y sus seguidores, como de lo que llamaba la incapacidad para sostener la democracia, ya que entre otras cosas consideraba que el izquierdismo en AD era una clase de incapacidad para garantizar las necesidades del Estado democrático venezolano.

Las bases de AD resultaron sorprendidas con la propuesta de una nueva coalición. Si algo habría enervado la capacidad de lucha de los adecos en la campaña de Leoni, fue la idea de que ahora si gobernarían solos, una esperanza que había permanecido apagada durante los cinco años anteriores donde dirigentes y activistas hicieron esfuerzos por entender y aceptar a COPEI y los sectores de la burguesía insertados en el gobierno de Betancourt. Carlos Andrés Pérez, integrado a la vida interna del partido después de haber acompañado a Betancourt en su gobierno, se arroga la oposición interna de la propuesta de coalición de ancha base. El betancurismo como tal se encontraba disperso, y en todos los grupos se encontraban fieles betancuristas. Betancourt finalmente hace honor a su promesa de alejarse de Venezuela al término de su gobierno, y se marcha a Suiza los cinco años del gobierno de Leoni, aparentando al menos no incidir sobre la política venezolana. Sus propios amigos quizá le habían hecho ver que Leoni gobernaría más pacíficamente si él estaba lejos de Venezuela.

Ya se habían iniciado conversaciones entre dirigentes de AD y los partidos insurreccionales. La derrota de la corta estrategia guerrillera había sido rapaz, ni siquiera parecía una derrota estratégica sino táctica. Los mas jóvenes comenzaban a darse cuenta de lo que les había pasado: “Lisa y llanamente estábamos derrotados”, dice Teodoro Petkoff en su libro Proceso a la Izquierda. Entre el PCV y el MIR comienza un proceso de alejamiento y disidencia, ya que el PCV es quien hace los primeros movimientos defensivos para apartarse de la estrategia de guerra armada, por decisión del VIII Congreso del Comité Central. En el propio partido comunista coexisten quienes nunca habían aceptado esa estrategia con quienes recogían los vidrios rotos aceptando la derrota como algo inherente a las luchas políticas. Del MIR se desprenden sucesivas capas hacia la pacificación. Cuando se retira Domingo Alberto Rangel, queda Rubén Sáez Mérida al frente. Cuando éste se aparta, queda Américo Martín, y cuado éste es capturado viajando a la URSS, queda Moisés Moleiro en el cerro El Bachiller del estado Miranda. Cuando Moleiro regresa a la ciudad, el Presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad Central, Julio Escalona, se va a las montañas. Con éste, Jorge Rodríguez pasa progresivamente a dirigir núcleos de guerrilla urbana y el movimiento estudiantil. Julio Escalona abandona las guerrillas y las deja en manos de Carlos Betancourt y Gabriel Puerta Aponte, y al final no queda sino la fachada. De las guerrillas del PCV tampoco queda sino variados disidentes, encabezados o al menos inspirados por Douglas Bravo.117 Hasta 1968 la retirada es penosa, con reflejos de flaca rebeldía en aquellos nuevos demorados. En el seno del gobierno había brotado una camarilla de furibundos anticomunistas que llegó a actuar autónomamente, contando con órganos policiales (Dirección General de Policía, Dirección de Inteligencia Militar, y el Servicio de Información de las Fuerzas Armadas), que desarrolló sus propias formas de presión y represión, que incluso se aplicó contra dirigentes del propio partido AD, asesorados por expertos cubanos batisteros, del FBI y la CIA, y que contabilizaron torturas, muertes y desapariciones entre los activistas de izquierda. El movimiento insurreccional urbano, por su parte, llegó a admitir en sus filas a delincuentes profesionales con quienes ejecutó robos a bancos, cuyo producto no siempre ingresó a las finanzas revolucionarias, y también perpetró atrocidades, contabilizando muertos y heridos. Civiles de corbata, que habían pasado el tremedal desde oficinas quizá no tan cómodas, reciben a los guerrilleros que regresan, tomando su defensa burocrática en el Congreso para lavarse sus propias manchas de cobardía. Hablaron y hablaron, siguieron y aún siguen hablando, de una epopeya que no alcanzaron a vivir, algunos por cobardes, pero hablaron y pontificaron hasta convencer a nuevas generaciones de haber sido alma y carne del sacrificio de la izquierda revolucionaria, y han ocupado altos cargos en el gobierno de Hugo Chavez.

De los restos de la guerrilla surgen Bandera Roja de Betancourt y luego Bandera Roja de Puerta Aponte. Del PCV se despliegan PRV, Ruptura, PRAG, Causa R, y siguen. Se fraccionan y se siguen fraccionando.118 Hay material para siglos de forja. El acero gimió de dolor mientras el golpe implacable del martillo sobre el yunque de la historia siguió un ritmo casi monótono. El hierro candente tiene una sed infinita. Tac. Tac. Es viento que golpea la ventana. Una gota que rueda desde el techo sobre una chapa de zinc en un rancho solitario. Un palpitar de nostalgia en la mirada de decenas de presos. Los siglos aún encadenados hurgan en un pedazo de pan la migaja de su historia. Pan. Pan. Una mujer, madre, novia, esposa, abuela, bisabuela, tatarabuela, todavía espera cortando una verdura en un fregadero de cemento, pensando en el preso, pensando en el muerto, masticando el verbo entre los dientes. Tac. Tac. Una Venezuela de patriotas. Una Venezuela de románticos. Una Venezuela de pueblo puro.


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