BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales
 

 

VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCIÓN

Edgardo González Medina

 

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El segundo sacrificio de la democracia formal

Al declararse la política de No más Concesiones Petroleras, las compañías disminuyen todo lo que podía ser disminuido. La Inversión en el sector cae automáticamente de 1958 a 1959 y se desploma para el 1960, y sigue decreciendo a una tasa promedio entre 1958 y 1964 del 14,4% interanual. La exploración decrece a un ritmo de 8,4% interanual en el mismo lapso. El número de pozos petroleros en producción aumenta ligeramente a una tasa de 0,7%, aunque aumenta la productividad en un índice de 2,8% interanual, debido a mayores ganancias con menores inversiones cada vez, sobre una producción que en esas condiciones aumenta a una tasa del 3,43% interanual de 1958 a 1964. El precio realizado para Venezuela disminuye sin embargo a una tasa promedio del 2% en los mismos años. Las restricciones petroleras que gravitaron durante considerable tiempo, ocasionaron una reducción de la participación del crudo venezolano en el paquete de importaciones petroleras norteamericanas, del 46,5% en 1960 a 34,9% en 1965. Como sucedáneo, siguiendo la pista de las petroleras, las compañías del hierro reducen la producción en el mismo lapso a una tasa de 1,6% interanual.

A partir de 1960 la Corporación Venezolana de Petróleo comienza a producir petróleo, y no obstante la minúscula cifra de 6.400 barriles diarios en 1964, su producción aumenta a una tasa del 48,4% anual en el lapso considerado, en un intento soterrado por amenazar a las transnacionales con un programa tan valeroso como infructuoso. Pese a la debilidad de estos intentos, la política petrolera tiene francos niveles de suficiencia, y muchos embates se le ganan a las compañías, sobre todo por la representatividad al frente del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, en manos del sabio Juan Pablo Pérez Alfonso, fundador de la OPEP.

La clave de la crisis económica que adviene en 1960 no tiene duda: La caída estrepitosa de las inversiones petroleras, y el efecto sobre la reducción de las inversiones en el sector Construcción, el Transporte y Almacenamiento, y el de Servicios. El malestar en las compañías petroleras surte un efecto paralizador en el inversionista nacional. El Ingreso Nacional disminuye haciéndose negativa la tasa de crecimiento con el solo hecho de verificarse una desaceleración del ritmo de crecimiento del Producto Territorial Bruto. Con todo, opera positivamente una distribución del Ingreso a favor del sector Trabajo.

Entre 1959 y 1964 corren años que pueden describirse como de enfrentamiento subterráneo al mercado mundial dominado por los EE.UU. El Estado venezolano no coloca milicianos barbudos luchando en las playas frente a invasiones armadas, pero pronuncia una política de sustitución de importaciones en el sector manufacturero, y aunque dicha política no corrigió los desequilibrios estructurales, y no obstante que el rubro agrícola aumenta; se obtiene como resultado una tasa de disminución del 15,32% promedio anual en el período 1958-64 para los bienes de consumo final interno que eran importados, lo cual abrió espacio de mercado a los productores nacionales. La sustitución de importaciones no planteó originalmente resultados definitivos para un cambio radical en la estructura técnica de la producción ni para la estructura económica en general, como lo quisieron entender años después los críticos que desde las posiciones cómodas del fondomonetarismo pasaban sobre el cadáver insepulto de la vieja formula cepalista arrostrándole sus pocos efectos de largo plazo. No podía pensarse en 1960 que la nulidad de las fuerzas productivas fuera de tal forma que los espacios de mercado interno no indujeran en absoluto un aumento de la absorción de recursos nacionales y la pleamar económica nos llevara otra vez hacia un comercio exterior desfavorable. El efecto no logrado va a sentirse en la minusvalía en que se halla durante todo el período 1958-65 la inversión bruta en maquinaria y equipos, calculándose que la contracción en este rubro ejerció una influencia determinante en la disminución sostenida de la inversión bruta fija de numerosos otros rubros, dado el proceso de rigidez en la elasticidad de la oferta de bienes de capital nacionalmente producidos que podía suponerse inclusive al no encontrarse, viajando días seguidos por el territorio, sino pocas plantas industriales de producción de bienes de capital.

La recurrente característica de la estructura económica nacional, que se traduce en menor capacidad de absorción de la demanda ante mayores cifras de Ingreso Territorial, dominó como siempre el resultado de las actividades. Si uno toma en cuenta que al crecimiento del Ingreso Nacional y el Producto Territorial le corresponde una menor tendencia inversionista, se percata de la inveterada fracturación de nuestra economía: La interna por su lado, y el ingreso monetario oliendo a petróleo por el suyo.

Mientras el primer sacrificio ideológico de la Venezuela que arribaba apenas a la libertad fue el de los sectores revolucionarios dirigidos mayoritariamente por jóvenes plenos de romanticismo, el segundo lo fue para las clases neoburguesas, cuyos dirigentes no menos jóvenes afrontaron la realidad de una economía incapaz de realizar un gasto productivo, una demanda generadora de crecimiento nacional no petrolero. Muchas causas eran puestas en juego para procesar las hondas decepciones: Carencia de capitales, lo cual era mas o menos una ficción, debido a la contabilidad de divisas petroleras, 2) Carencia de mercados, que era una forma de disfrazar precisamente el problema de la demanda efectiva y de paso la cultura productiva del empresario nacional que aspiró por encima de sus posibilidades obtener altas tasas de ganancia y ventas sobredimensionadas en un mercado al que debían auxilio y no especulación, 3) Carencia de equipos y bienes de capital, lo cual era una media verdad, ya que era plausible una política de importaciones de esos rubros, y 4) Carencia de tecnología, lo cual ha sido una ficción secular, e incluso en este primer período democrático se formularon planes de importación masiva de técnicos de Italia, Alemania, España, Japón, URSS, Yugoslavia, Corea, etc., para intentar desvincularse de la estructura técnica de los EE.UU.100Quienes desde la CEPAL hacían desesperados análisis no consideraban la restricción esencial sustentada en el hecho de que estos pueblos latinoamericanos esperaron, pugnaron, como lo siguen haciendo, por un modelo económico que los acercara al dominio de sus propios resultados productivos y no una mera alianza de clases con el empresariado tradicional.


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