El compromiso con la educación se visualiza en cómo y cuánto los estados están invirtiendo en esta materia. La tasa de gasto, sobre los ingresos nacionales, en materia de enseñanza, determina, por un lado, el grado de interés en aumentar el acceso, cobertura y las oportunidades educativas1 y, por otro, en dónde se pone el acento: si se incrementa fuertemente el gasto en el nivel primario se está frente a dos posibles escenarios: que el país desee elevar sustantivamente el nivel de calidad de la base educativa, o que las dificultades sean tan graves que invertir en este nivel es la única forma de sostener dignamente el proceso educativo de la población. El primer escenario es más frecuente en países más desarrollados, en tanto el último se observa más a menudo en los estados más pobres.
Se sigue, entonces, que cualquiera sea la situación de un estado, observar la forma en que se invierte en educación es un indicativo de las orientaciones centrales de los gobiernos. De este modo, la segunda lectura, es decir, el Gasto en educación por nivel es absolutamente necesaria para la percepción de los diversos procesos en torno a la educación, razón por la cual, también, se segrega claramente en los informes respectivos.
Ahora bien, también es relevante referirse complementariamente a dimensiones resultantes o dependientes, de alguna forma, de las anteriores, como es el caso del Indice de Gini y el Indice de Desarrollo Humano.
1 En estricto correlato con el nivel de ingresos de cada país y las prioridades del estado en la forma en que realiza el gasto público.