BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales
 

 

EL PRESUPUESTO PARTICIPATIVO

Defendiendo lo público y construyendo ciudadanía.

La experiencia del departamento de Risaralda. Colombia

 Jahir Rodríguez Rodríguez

 

 

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3.5. La construcción de ciudadanía.

“El ciudadano es aquel que ha participado en la conquista y construcción de la ciudad.”

JORDI BORJA

La ciudadanía es un status, es decir, un reconocimiento social y jurídico por el cual una persona tiene derechos y deberes por su pertenencia a una comunidad, en general, de base territorial y cultural. Los "ciudadanos" son iguales entre ellos, en la teoría no se puede distinguir entre ciudadanos de primera, de segunda, etc. En el mismo territorio, sometidos a las mismas leyes, todos deben de ser iguales. La ciudadanía acepta la diferencia, no la desigualdad.

La ciudadanía se origina en las ciudades, caracterizadas por la densidad, la diversidad, el autogobierno, las normas no formales de convivencia, la obertura al exterior,... Es decir, la ciudad es intercambio, comercio y cultura. No es solamente "urbs", es decir, concentración física de personas y edificios. Es "civitas", lugar del civismo, o participación en los quehaceres públicos. Es "polis", lugar de política, de ejercicio de poder.

Sin instituciones fuertes y representativas no hay ciudadanía. El status, los derechos y deberes reclaman instituciones públicas para garantizar el ejercicio o el cumplimiento de los mismos. La igualdad requiere acción pública permanente, las libertades urbanas soportan mal las exclusiones que generan las desigualdades económicas, sociales o culturales. La ciudadanía va estrechamente vinculada a la democracia representativa para poder realizar sus promesas.

Pero la ciudadanía no se refiere solo a los grandes asuntos del Estado sino y sobre todo a los problemas cotidianos, a la participación en la regulación del uso del espacio público, a la normalización justa de las relaciones del Estado con los ciudadanos.

En una palabra, la ciudadanía pasa por la construcción y el fortalecimiento de la civilidad, de la sociedad civil. "El ciudadano se construye en la participación política sobre el destino de la sociedad. Sin una participación en la vida pública no es posible construir la ciudadanía: el ciudadano debe, como pensaba Aristóteles, ser aquel que es capaz de gobernar y de ser gobernado. Por consiguiente el proyecto de ciudad debe tener como eje articulador la construcción de una nueva ciudadanía"(1)

Esto se concreta en la participación, por diversos mecanismos, en la toma de decisiones sobre cuestiones de interés común: “La autonomía política de los ciudadanos debe expresarse en la auto-organización de una comunidad que se da sus leyes mediante la voluntad del pueblo. La autonomía privada de los ciudadanos debe por otra parte - señala Habermas – cobrar forma en los derechos fundamentales que garantizan el dominio anónimo de las leyes”.(2)

Pero esta condición de ciudadano, bien sea formada en acto pedagógico o desarrollo político en el escenario de la ciudad, hoy tiene que consolidar y profundizar la democracia, la cohesión social, la equidad, la participación, en suma, la moderna ciudadanía.

En los propósitos anteriores, podemos percatarnos de que el reto pedagógico es enorme. Y no es otro que el de contribuir mediante procesos de movilización social y política, entendidos también en clave educativa, a formar sujetos políticos universales en tanto locales, con identidades simultáneas y cambiantes.

No estamos ante un pre-requisito de ciudadanía política, es decir, no se trata de construir primero las condiciones sociales y económicas para vivir con dignidad y luego, ahí sí, ocuparse de los problemas de interés común. Estamos ante un proceso simultáneo. En el acto de dotarse de las condiciones referidas, de construir una ciudad más al alcance de su mano, se constituyen los sujetos autónomos que ejercen una ciudadanía plena.

En definitiva, la consideración según la cual la política tiene un ámbito autónomo y se ocupa solamente del control y dominio del poder público, evade el hecho de que la participación de las comunidades, además de tener un carácter histórico, tiene una función transformadora de la sociedad y por ello es en esencia un ejercicio pleno de la política.

Es necesario por tanto abordar el tema de lo político y del ejercicio de la política en su expresión más auténtica, tal como la plantea Castoriadis: Ahora bien, la política no existe siempre y en cualquier lugar; la verdadera política es la resultante de una creación histórico – social rara y frágil. Lo que existe en toda sociedad es lo político: la dimensión - explícita, implícita o quizá casi imperceptible - que tiene que ver con el poder, esto es la instancia o instancias instituidas, que pueden emitir mandatos con autoridad, y que, al menos, deben incluir siempre, de forma explícita, lo que denominamos un poder judicial y un poder de gobierno.(3)


1. GIRALDO, Fabio. En: Pensar la Ciudad. TM Editores, Bogotá, l996. pág. l8
2. HABERMAS, Jürgen. El nexo interno entre estado de derechos y democracia. En: Rev. Ensayo y error No. 4. Bogotá. pág. 15.
3. CASTORIADIS, Cornelius. La democracia como procedimiento y como régimen. En: Revista Iniciativa Socialista N. 38, Madrid. 1996. pág. 12
 

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