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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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La naturaleza artificial del centro de la ciudad contemporánea.

Finalmente vemos aparecer lo que hemos descrito más arriba como específico del épisteme moderno. Principio de división que no desciende en apariencia de ninguna estratificación social, religiosa, política pero que toma en consideración las actividades fundadoras de la reproducción de la existencia: las funciones. Comporta reagrupamientos que se convertirán en la base misma de la planificación estatal: el zoning, principio de organización que funda sus localizaciones sobre un orden. En esta óptica ya no se sintetizan en el centro las instancias de lo político, de lo jurídico, etc., sino las funciones o todas las actividades cuyo impacto se extiende sobre la periferia clientelar del centro. Dicho de otra forma, el centro es una zona particular, donde se instalan las oficinas, los comercios, los lugares de diversión.(1) Lógica jerárquica pero que se justifica por la facilidad de acceso de todos y por su impacto. Síntesis tautológica, centro como cima de una funcionalidad ordenada.

El centro no está ya inducido casi "naturalmente" por la vida social. Está pensado y localizado en relación con condiciones internas y externas de uso práctico. El centro no es un lugar de agrupamiento; cuando agrupa es por una razón activa: para cultivarse, consumir, etc. No más ciudadanos, no más burgueses, aunque sean ciudadanos y burgueses los que se encuentran allí, sino usuarios, consumidores. El uso se apega al espacio del cual es la materialización práctica. El espacio se convierte en el reflejo exacto de la sociedad, pero en sus necesidades. Ya no un barrio popular, pero sí una renta moderada.

Este centro es infra-expresivo porque el espacio ya no está encargado de simbolizar lo que contiene.(2) Es infrapolítico porque la conformación de la vida social, el urbanismo y la arquitectura de los lugares son justamente el gran negocio político.(3) Está enteramente centrado en un conocimiento de los usos, en la división productiva y de consumo, en escalas de evaluación y no en fuerzas simbólicas y políticas de unificación.(4) Seguramente hay simbolismos. El cuadrado, la serie representan y simbolizan la racionalidad, la justa satisfacción de las necesidades de todos, pero como lo hacíamos notar más arriba, no es ya de manera estructurante ni directa. Las formas asociativas permiten evitar un dispositivo comunitario específico, el de la ciudad antigua o medieval.

El espacio público indicaba por sus formas la naturaleza de las modalidades urbanas de la solidaridad. El espacio público que se concretaba en el centro indicaba bien esta realidad de lugar privilegiado, destinado potencialmente a la ocupación de la ciudad misma. Era la materialidad de su apertura al mundo y a su propia historia. La ciudad corre el riesgo, a la hora actual, de ceder el paso a una urbanización generalizada donde el centro no será más que una acumulación práctica para urbanos prisioneros de su burbuja motorizada. Un espacio organizado alrededor de la circulación masiva y de la fluidez de un lado y de centros más o menos museificados por el otro. La sociedad moderna concibe difícilmente las formas físicas de su propia consistencia.

El centro de la ciudad constituye el lugar privilegiado para el encuentro ciudadano, es un referente urbano de grandes proporciones en el presupuesto cultural y patrimonial de las ciudades. Asimismo, materializa el imaginario de ciudad para muchos ciudadanos.

Las calles, edificaciones, parques y plazas configuran ese fragmento de ciudad donde se encuentra todo aquello que el ciudadano, como miembro de un grupo social, requiere para satisfacer necesidades existenciales, de relaciones sociales y políticas y de consumo.

El centro, ese lugar sin dueño que nos pertenece a todos, es donde mejor se ejemplifica la disolución de las fronteras de lo privado y de lo público. Las calles, andenes, esquinas y fachadas, en un conjunto arquitectónico, se convierten en parte de cada ciudadano. Aún cuando ellas mismas sean en muchos casos imperceptibles, permanecen formando un lugar que nos identifica y determina como ciudadanos. En otros términos, su presencia sólo se advierte cuando no están.

En el centro se encuentran las instituciones públicas, financieras, empresariales, de comercio y de servicios que impulsan y coordinan el desarrollo económico y social de la ciudad. Si hay algún lugar de la ciudad que pueda ser de igual forma identificado con el escenario de las decisiones, de la discusión y de la participación democrática, es también el centro, como punto convergente de posiciones y pareceres, allí se recrea el placer de la diversidad.

Como bien lo ha propuesto Louis Khan, el centro es un lugar al que se va, no por el que se pasa.
 


1. De ahí la presencia de parques y lagos al aire libre.
2. De allí la abundancia de indicaciones para compensar un lugar que no orienta ni ofrece sentido.
3. Marín, Louis. Muestra que el espacio utópico no tiene un lugar reservado a lo político, porque todo espacio lo es.
4. Lo que no quiere decir que no haya división en el seno de la comunidad o de la asociación.

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