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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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1.3.1 El concepto de desarrollo.

El concepto de desarrollo asumido para las ciudades actuales en cuanto corresponde a las exigencias de una planificación social, económica y urbanística, debe, en este sentido, adoptar una visión holística del hábitat urbano, abordando el desarrollo no sólo en variables del crecimiento del producto interno bruto, de la expansión de la ciudad y en los últimos años de propender al mejoramiento de la calidad de vida de la población, sino que, sumado a ello, considere la cultura, la concepción política de los ciudadanos, la educación -en medio de unas sociedades del conocimiento-, las estrategias de la convivencia ciudadana y la negociación pacífica de los conflictos, los modos de ocupación y apropiación del espacio urbano y el fortalecimiento de la sociedad civil, como elementos inherentes al desarrollo.

Inscritos en el marco anterior del desarrollo en función del ser humano, es posible seguir la propuesta del filósofo alemán Jurgen Habermas, en torno a la teoría de la acción comunicativa y en especial al sistema y mundo de la vida.

Habermas distingue dos grandes necesidades en el hombre como son la producción y la reproducción, que responden, una, a la actividad creadora y comunicativa, y la otra, a la preservación de la especie, que son inherentes a la capacidad racional del ser humano.

La capacidad de producción del hombre lleva inmersas tres variables que son el trabajo, las interacciones y las expresiones simbólicas, sujetas a un análisis sectorial. El trabajo, más allá de la dimensión económica del hombre, constituye la aplicación de sus conocimientos a través de medios e instrumentos, en busca de un ambiente propicio para la existencia cotidiana del hombre.

El interaccionar cobija todas las relaciones sociales que enmarcan el desarrollo del individuo dentro de una comunidad con establecidas normas éticas, morales y jurídicas.

Por su parte, las expresiones simbólicas del hombre van asociadas a la actividad artística-creadora, a la generación de códigos simbólicos, sin dejar de lado la necesidad de reconocimiento. Aquí se trasciende el código ético del ser humano a uno de carácter estético, unido a los criterios de validez.

Estas consideraciones previas, permiten abordar el planteamiento de Habermas cuando expone tres estructuras de percepción y análisis de la realidad, que si bien son planteadas en los aspectos comunicativo y sociológico, son susceptibles de transferencia al campo de la planificación del desarrollo de la ciudad.

De esta forma el planeamiento de las estrategias del desarrollo de la ciudad pueden enmarcarse en tres dimensiones o mundos que brindan una cobertura totalizante a la complejidad del desarrollo mismo.

En primer lugar, el mundo objetivo, constituido por elementos físicos o tangibles como el ordenamiento territorial, la identificación de la vocación de la ciudad y la apertura económica; el desarrollo científico y tecnológico, soportado en una sólida política educativa; proyectos infraestructurales en los ejes estructurantes de la ciudad y la región, mejoramiento y cualificación del entorno urbano o diseño de la ciudad.

En segunda instancia, el mundo subjetivo, que contiene el fortalecimiento de la sociedad civil, las veedurías ciudadanas, la defensa de lo público, lo político y lo ético, los mecanismos de participación ciudadana, la cultura de la planeación concertada, las estrategias de la convivencia pacífica y demás elementos no perceptibles a primera vista en el planeamiento del desarrollo, pero que son, sin lugar a dudas, determinantes del mismo y condición para alcanzar un desarrollo equilibrado en términos de lograr una ciudad con altos niveles de modernidad.

Por último, aparece el mundo crítico-emancipador, que se presenta con elementos tales como una apertura cultural, que lleva consigo una identidad regional o urbana propia, capaz de hacer frente al avance de la hibridación cultural, pero también con la solidez necesaria para mostrarse a una cultura homogeneizante y una sociedad globalizada. El mundo crítico-emancipador incluye la capacidad crítica y autoreflexiva de la ciudad y del ciudadano y una problematización constante de la política y conducción del gobierno local, todo ello en el marco de la discusión y concertación que permite la acción comunicativa.

Estos elementos, contenidos en los tres mundos antes citados, tienen como finalidad dotar a la ciudad de un proyecto político y cultural que se constituya en el eje articulador del desarrollo urbano-regional y que legitime las estrategias para alcanzarlo, en un proceso en el que los diferentes actores sociales de esa comunidad, tengan la oportunidad de participar; en otras palabras, que puedan ejercer su calidad de ciudadanos y construyan un proyecto colectivo de ciudad.

De igual forma, para la Ciudad Educadora, en el contexto del desarrollo, los procesos educativos no se justifican en sí mismos; su significado proviene de los propósitos sociales, políticos, económicos y culturales de que se provean como horizonte. El desarrollo integral de cualquier sociedad del mundo, en la dirección del desarrollo humano, está íntimamente ligado con el nivel de educación de la totalidad de la población.

De esto depende la eficiencia del aparato productivo, la capacidad de intercambio con el resto del mundo, el nivel de salud, la estructura demográfica y, sobre todo, la posibilidad de acercarse cada vez más a formas civilizadas de confrontación y manejo de los conflictos.

 


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