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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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La ciudad precolombina.

La ciudad precolombina nació y creció primero en Mesoamérica. Hace alrededor de tres mil años, los Olmecas iniciaron la construcción de centros ceremoniales, y posteriormente los Mayas, los Zapotecas, los Mixtecas y los Aztecas desarrollaron grandes ciudades, centros políticos-religiosos, comerciales y productores de artesanías. Son muy conocidos algunos puntos como Tika, Dzibilcha tun, Chicen Itza, Mayapán, Uxmal y otros centros urbanos precolombinos del valle de México, Guatemala y Honduras.

Teotihuacán, la primera y más grande ciudad precolombina, estaba ubicada cuarenta kilómetros al noroeste de la actual ciudad de México. Nació hace dos mil años y, en su época de máximo desarrollo (hacia el año 500 de nuestra era), llegó a tener más de 200 mil habitantes. En su época de máximo esplendor, Teotihuacán era mayor que la Roma Imperial, y su influencia se extendió por todo Mesoamérica.

Empezó a crecer rápidamente entre los años 100 y 200, cuando levantó su principal monumento religioso, la Pirámide del Sol. Seguidamente se organizaron grandes peregrinaciones hacia ese lugar. Sus grandes monumentos religiosos, amplias avenidas, plazas y demás edificios políticos y sagrados no tienen precedente en América precolombina. A la vez se destaca la arquitectura de sus residencias, que rescata la individualidad, dentro de la colectividad. En las barriadas se unían grupos artesanales, algunos de los cuales pertenecían a las mismas minorías étnicas; las construcciones provistas de múltiples patios internos, permitían el placer de contar con espacios libres individuales. Por otra parte, las inmensas avenidas, las plazas y los templos eran disfrutados plenamente por la colectividad. La posición estrátegica de Teotihuacán, fue uno de los factores principales para su desarrollo, aparte de la riqueza de los suelos circundantes (donde se construyeron sistemas de regadío) y los importantes depósitos de obsidiana.

Teotihuacán fue un enorme centro de intercambio y de mercado y, además, un centro productivo que reunió centenares de talleres artesanales de diversos tipos, especialmente los de trabajos de obsidiana. También fue un enorme centro ceremonial, un centro religioso objeto de peregrinaciones, aparte de la influencia y atracción cultural y política que ejercía.

Finalmente, Teotihuacán fue el centro de residencia de los principales dirigentes políticos y religiosos. Parte de la gente residente en la ciudad realizaba trabajos agrícolas en los alrededores de ésta, y recibía de las comunidades de las regiones altas del valle donaciones de alimentos y diversos productos que se comerciaban en la ciudad.

La ciudad entera (y no sólo su centro) fue completamente planificada; incluso durante el crecimiento abrupto que tuvo en su época de mayor esplendor se siguió el trazado original. La ciudad estaba dividida en zonas de acuerdo con la importancia político-religiosa de sus habitantes. El dominio de Teotihuacán, que duró cinco siglos, declinó en los años setecientos de nuestra era. Las "elites" políticas y religiosas perdieron poderío, y los grupos y las tribus de diversas regiones que habían sido dominados, e incluso los de la ciudad, se dispersaron y sublevaron contra el dominio militar. Hacia el año 750 Teotihuacán sufrió el pillaje, y buena parte de la ciudad fue quemada. Entre los factores que influyeron en su decadencia, aparte de los sociales, se encuentra el hecho de que las condiciones climáticas adversas y la deforestación causaron sequías e imposibilitaron la consecución de los alimentos necesarios para la enorme cantidad de pobladores que fueron desocupando la ciudad, con lo que ésta perdió su importancia productiva y comercial.

Años después de la caída de Teotihuacan, los Aztecas construyeron otra gran ciudad como centro de su Imperio: Tenochtitlan. Una gran parte de los ingresos de las diversas regiones del Imperio era llevada al valle de México y sólo una parte mínima quedaba en las zonas dominadas, para mantener a las guarniciones y a los recaudadores. Los tributos recibidos por los gobernantes eran luego vendidos en los mercados del altiplano y llevados por mercaderes a regiones lejanas y fuera de la zona de dominación azteca. Tenochtitlan, fundada alrededor del año 1300 de nuestra era, alcanzó, cien años después, gran fuerza y agresividad, después de haberse aliado con las otras dos ciudades del valle de México: Texcoco y Tlacopan.

Durante su época de máximo desarrollo, Tenochtitlan llegó a tener más de 300 mil habitantes. Era un enorme centro comercial y de producción artesanal; tenía una plaza donde ordinariamente 60 mil personas compraban y vendían los más diversos productos provenientes de todo el imperio. Era, pues, centro comercial y punto estratégico de intercambio. Basaba su poder en el control que su élite militar y terrateniente tenía sobre importantes obras hidráulicas que permitían la producción agrícola.

En la América Precolombina hubo otra gran región donde surgieron grandes concentraciones urbanas. Se trata del Altiplano Peruano, donde por cientos de años se desarrollaron sociedades urbanas y, especialmente, de la capital del gran Imperio Inca: Cuzco.

Luego de que desaperecieron las antiguas ciudades de Wari y Tiwanaku, hace mil años, en el sur de Perú, no hubo nuevas ciudades hasta la planificación y reconstrucción de Cuzco, a mediados del siglo XV. Desde el año mil hasta la afirmación de los incas, se produjo el fenómeno urbano de Chan-chan, la ciudad más grande construida en el antiguo Perú. En la costa central surgieron los grandes establecimientos de Pachamac, y Cajamarca. Estos fueron, preferentemente, centros religiosos, políticos y de habitación, pero también centros de producción artesanal. Todas estas ciudades, con diversas características de cultura y de construcción -en alguna monumentalidad-, en trazados ortogonales y geométricos, en otros finos trabajos de cantería, etc., fueron las que alimentaron la imaginación del diseñador de Cuzco. La planificación del desarrollo urbano en América del Sur, comienza, por lo menos, desde el diseño y la planificación detallada de la gran capital de los incas. Pachakuti, el máximo jefe del imperio, ordenó despoblar la aldea de Cuzco para tener libertad de acción en el trazado de la nueva ciudad, y hasta mandó hacer con barro las maquetas de todo lo que pensaba construir.

El Cuzco fue diseñado como la capital -sede del poder-, y su organización interna correspondía a una tradicional división territorial urbana incaica. La ciudad se dividía en dos partes, y tenía dos grandes plazas en la parte central. Aunque las construcciones fueron de una sola planta y no hubo grandes edificios monumentales (como las pirámides de los mejicanos), la quebrada topografía aparentaba diversidad de volúmenes y resaltó el gran espacio conformado por las dos enormes plazas.

Desde el Cuzco salían cuatro caminos hacia las cuatro regiones que constituyeron el Imperio Inca. En el Cuzco nacían los cuatro caminos que, pasando por los centros administrativos y políticos intermedios, seguían hasta los confines del Imperio. Cuzco fue el centro político-administrativo y religioso del enorme territorio donde laboraban pequeñas comunidades agrícolas que los Incas doblegaron mediante su poderío militar. De la producción total, una parte quedaba en las comunidades y centros administrativos intermedios, donde también se construían las edificaciones necesarias para la milicia y para los tiempos difíciles. La otra parte era enviada al centro político-administrativo, al Cuzco.

En el Imperio Incaico las aglomeraciones urbanas tendían a ser menores, las casas más dispersas y el comercio menos importante que en el valle de México. El Cuzco era por excelencia el centro administrativo y político-religioso. Tenía más importancia como centro manufacturero que como centro comercial. Una cantidad considerable de los mejores artesanos del Imperio y de las tejedoras había sido concentrada en el Cuzco, y allí elaboraban sus productos, cuyo destino era, esencialmente, el consumo de lujo y el uso en ceremonias.

La construcción de la capital del Imperio siguió la topografía y respetó el curso de los ríos, de manera que no responde a trazados geométricos rígidos, sino que exalta la riqueza natural del paisaje. El diseño original de la ciudad se hizo siguiendo la forma del puma, símbolo del poder. Los Incas edificaron, además, otros importantes centros ceremoniales y político-administrativos. Uno de ellos, descubierto hace pocas decenas de años, es de los más conocidos: Machu-pichu. Se encuentra enclavado en las alturas de los Andes y en él tuvieron residencia permanente varios cientos de personas que realizaban tareas religiosas y políticas. Ahí residían, además, quienes cultivaban y producían los productos necesarios para la comunidad.

 


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