América Latina Hoy
¿Y Hasta Cuándo?

Iván Ureta-Vaquero
César Calvo

 

Colectivismo.

Una de las principales características del sistema ideológico comunista consiste en el ensalzamiento del colectivismo y en la aniquilación del ego. Algo similar ocurre cuando hablamos del tipo de homo consummens que se podría caracterizar como agente del sistema capitalista. ¿Acaso no se puede decir también que el homo consummens no está finalmente incluido en una colectividad diseñada a través de los estudios de marketing de las empresas productoras? ¿No es cierto que cuando algo se pone de moda, todos la seguimos creyendo que somos originales, cayendo así en la uniformidad? ¿Dónde está el supuesto ego que a través de la personalidad permite decidir sin incurrir en la aceptación de paradigmas de base convencionalmente aceptados? Analizábamos que ambas corrientes convergen también por ser esencialmente materialistas y por ser así, el hombre de estas sociedades se esfuerza por insertarse en una comunidad que le acepte por lo que tiene y no por lo que es. Como expresa Zygmunt Baumann, el hombre tiende a buscar el calor de una comunidad donde se sienta como en casa, seguro. Algo que también comparte Amitai Etzioni cuando habla del comunitarismo.

Cuando uno convive en una comunidad, tiene que ceder una parte de su interés personal por adecuarse al marco normativo impuesto por el entorno que también le protege, de modo, que esa cesión se puede entender como una parte de aceptación de colectivismo. Un colectivismo impuesto en el caso del comunismo a través de un programa doctrinario que no piensa, que solo cree y un colectivismo autoimpuesto por el hombre capitalista quien se encuentra aislado ante tanta abstracción individualista, la cual, le obliga a buscar puntos de referencia artificialmente diseñados por una gaseosa sensación de pertenencia a una clase autodefinida por su posibilidad de tener.

En los dos casos, el ego es aplastado. El individuo ni le importa al comité comunista ni a la espontaneidad capitalista. A ambos les interesa la fuerza que la sensación de pertenencia del individuo a una comunidad, puede avocar a la perpetuación de unos sistemas que no se basan en el pensamiento individual sino en la creencia colectiva. ¿Quién puede decir que esto no es así? El otro día recibí un correo electrónico un mensaje que ilustraba la realidad que se vive en España en lo referente a los jóvenes y a la vivienda. El relato habla por si solo. (1)

“La nómina de mi padre en diciembre de 1979 era de 38.000 pesetas. Él trabajaba como peón en una obra. En ese mismo momento le ofrecieron comprar una casa. Le pedían un total de 500.000 pesetas por ella. Decidió no arriesgar y continuar viviendo en régimen de alquiler, en unas condiciones muy buenas. Se trataba de una casa modesta pero muy bien ubicada, en pleno centro de un pueblo cercano a Barcelona. A los pocos meses mi padre y mi madre compraron un terreno en otro pueblo de la misma provincia y en menos de cinco años de esfuerzo ya habían levantado y pagado una vivienda de 120 m2. Han pasado 27 años. En 2006 y en el mismo pueblo donde viven, un piso modesto de 75m2 a las afueras no se encuentra por menos de 35 millones de pesetas, y estoy siendo muy generoso.

En el año 1979 el coste de un piso era del orden de 14 mensualidades de un peón de obra 38.000 pts/mes x 14 meses = 532.000 pts. El sueldo en 2006 de un universitario recién titulado en ingeniería informática sin experiencia profesional no llega a las 200.000 pesetas mensuales. En el año 2006 una vivienda modesta cuesta 175 mensualidades (14 anualidades!!!) de un ingeniero informático. 200.000 pts/mes x 175 meses = 35.000.000 pts. Las jóvenes de hoy necesitaríamos cobrar 2,5 millones de pesetas mensuales para estar en igualdad de condiciones con nuestros padres que compraron una vivienda a principios de los años 80. 2.500.000 pts/mes x 14 meses = 35 Mill. de pts

Los pisos en el año 2006 deberían costar 2,8 millones de pesetas para que los jóvenes de hoy estemos en igualdad de condiciones con nuestros padres en 1979. 200.000 pts/mes x 14 meses = 2.800.000 pts. No encuentro adjetivo alguno en el año 2006 para calificar lo que mi padre consideró arriesgado en 1979. Está claro que los pisos no van a pasar a costar de la noche a la mañana 30 veces menos, de 35 a 3 millones. También está claro que no voy a cobrar 2,5 millones de pesetas mensuales, por muy buen trabajo que encuentre y por muchos estudios que tenga. Lo primero que se le ocurre a uno es seguir viviendo en casa de sus padres y ahorrar el 100% del sueldo durante los próximos 14años, para el año 2020 (yo rondaré ya los 40 años de edad) tendré el dinero suficiente para comprar una vivienda al coste del año 2006 pero, por supuesto, no al coste del año 2020. Evidentemente esta ocurrencia la desecha uno antes de hacer cualquier cálculo.”

Como puede observarse, esta no es una situación producida de la noche a la mañana, sino que se ha venido produciendo a lo largo de varios años debido a una condescendencia moral alta. La justicia da paso a la especulación y la especulación da muestras de una fuerza que subordina la capacidad de una sociedad por regirse de forma racional. Por ello, a pesar de existir un fuerte individualismo, para llegar a un fenómeno de esta naturaleza es necesaria la existencia de un colectivismo que apoye intelectualmente esta corriente, de otro modo no se hubiera podido desarrollar.


1. Si es necesario hacer el cálculo: 1 euro=166,386 pesetas.


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Web eumed.net

 

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