América Latina Hoy
¿Y Hasta Cuándo?

Iván Ureta-Vaquero
César Calvo

 

¿Qué delimita la ortodoxia?

Quizá se podría introducir este tema con una frase de Marx (Down 2002:9) en la que indicaba que “las ideas predominantes en cualquier época son las ideas de la clase dirigente, es decir, de la clase que es la fuerza material rectora de la sociedad; y es al mismo tiempo su fuerza rectora intelectual”. Es cierto, esta hipótesis puede ser ampliamente aceptada si entendemos que el individuo carecería de inteligencia, de voluntad y de libertad. Pero aceptando la predominancia fundamental del radical moderno, basado en el principio de resultado, podemos observar que el hombre se comporta y se le observa desde una perspectiva que restringe su naturaleza humana y pasa por tanto de ser tratado como un sistema libre a un sistema cuando menos, ultraestable. Así en la medida que el hombre desconozca quién es exactamente, se podría llegar a aceptar esta proposición marxista. Aceptarla significa mostrar que de alguna manera, la forma en la que se crean las reglas del juego promocionan la generación de un pensamiento primario que se convierte en doctrina para todas aquellas realidades que observan como referencia a dicho pensamiento.

Celso Furtado (2001:12) reflexiona sobre un tema que titula “imaginación versus ciencia institucionalizada”. Cuando se refiere a ciencia institucionalizada está refiriéndose a la ortodoxia que aludíamos anteriormente. Concretamente indica que “la ciencia institucionalizada es siempre conservadora. Véase cualquier revista de economía clase A en inglés. Sus criterios de selección de artículos que han de publicar comportan un visible contenido ideológico”. Esto está absolutamente claro, pero me parece más interesante detenernos en el contenido que tiene la palabra imaginación en su discurso.

La pasada sesión, surgió un pequeño debate en torno a lo buenas que son las universidades de los Estados Unidos. Es cierto, no se puede decir que no haya buenas universidades, sin embargo también habría que pensar qué se entiende por bueno. Los Estados Unidos, como el resto de realidades que en algún momento de la historia fueron preeminentes por uno u otro motivo, actúan como auténticos agujeros negros, que, con gran voracidad atraen la energía y la absorben. La fuerza centrípeta de realidades como la estadounidense, provoca que sea posible creer que el pensamiento generado en estos centros, representa la verdad. Marca las reglas, marca la ortodoxia. En América Latina, salvo algunas y raras excepciones, la tendencia a emigrar como estudiantes se convierte en una obsesión. Analizando los motivos, ciertamente muchos tendrán poderosos motivos cognoscitivos que les impulsan a buscar una educación lo mejor posible en estas universidades, sin embargo, muchos otros, quizá una gran mayoría, se mueve por motivos extrínsecos, dentro de los cuáles subyace una idea de vivir unos años allí y, por qué no, tener la posibilidad de quedarse a vivir, dado que los aspectos relativos al ingreso potencial es complicado de relacionar con sus realidades de origen.

Esta ilusión extrínseca por emigrar, significa que en los postgrados norteamericanos podemos encontrar un número muy alto de estudiantes extranjeros. Muchos de ellos procedentes de realidades como la latinoamericana. Estos estudiantes de maestrías y de doctorado llevan las problemáticas de sus países para estudiarlas allí según métodos particulares. El conocimiento finalmente suele quedarse almacenado en forma de experiencias variadas en las propias universidades. Me pregunto ¿qué hubiera sido de las universidades norteamericanas de no haber existido una segunda guerra mundial? Muchos de los intelectuales de Europa occidental y oriental se exiliaron encontrando en Estados Unidos un campo casi virgen donde poder seguir desarrollando sus investigaciones.

Siendo esta un factor muy relevante, nos encontramos anualmente miles de los mejores estudiantes latinoamericanos –también africanos, asiáticos y europeos- aplicando a estas universidades. En el proceso de aplicación se suelen gastar grandes cantidades de dinero. Pero este costo puede representar la concreción de su aspiración y merece la pena llevarlo adelante. Las expectativas personales sobre este aspecto son muy altas. Personalmente vivo cerca de la embajada de los Estados Unidos en Perú y como me gusta caminar muchas veces paso frente a ella. Casi todos los días, a la salida del local, puede verse gente llorando desconsoladamente tras haberles sido denegado el visado para viajar. Realmente hay, como vemos un tremendo vuelco sobre las expectativas futuras en casos como estos.

Daniel Kanheman escribió un libro titulado Atención y Esfuerzo (1997). Recordemos que a Kanheman le dieron el premio Nóbel de economía de 2002 siendo psicólogo. En este libro podemos observar las relaciones directas existentes entre la atención-esfuerzo y los resultados. Obviamente, para desarrollar una actividad económica –una micro, una pequeña empresa- hay que prestar mucha atención y mucho esfuerzo. La creatividad, como señaló Edison de forma práctica y Mihaly Csickszentmihalyi en sus estudios sobre varios científicos preeminentes, no sólo está relacionada con las capacidades y aptitudes de los sujetos, sino también y sobre todo con su actitud ante el logro de un reto. Este binomio atención-esfuerzo, con unas características muy particulares, está fuertemente imbricado en los sistemas sociales de sociedades como las latinoamericanas.

Veamos un caso práctico relacionado con la idea anterior. Teniendo un mínimo de sensibilidad, y más siendo extranjero, puedes recorrer las calles de las ciudades de un país como Perú y preguntar a la gente si les gustaría emigrar. La respuesta es que por supuesto que les gustaría emigrar. Muchos tienen familiares en el extranjero y de una forma u otra se dedican a pensar varias horas al día la forma en la que pueden organizar su proceso de emigración. Así puede verse que el binomio atención-esfuerzo está diversificado y desde el punto de vista productivo se disuelven muchas de las fuerzas que serían necesarias aplicar a los modelos de creación y promoción de empresas.

Los ejemplos prácticos que hemos comentado con brevedad (1) vienen a relacionarse con los aspectos de la imaginación versus ciencia institucionalizada con los que introducíamos el epígrafe. Como hemos venido sugiriendo más arriba, no estoy de acuerdo con quienes hablan sin demasiada reflexión sobre las crisis económicas. Repito que mi idea fundamental es que las crisis económicas están edificadas sobre una crisis de pensamiento económico propio. Retomando a Furtado, indicó que “debe recordarse que la lucha que libramos en la CEPAL se opuso a una academización precoz de la ciencia, que acaba subordinándola a limitaciones que inhiben la creatividad”. Esto significa que, efectivamente la ortodoxia del pensamiento económico norteamericano se traduce en doctrina y que dicha doctrina se ha expandido por toda la región, gracias a los grandes esfuerzos realizados por muchos políticos y tecnócratas latinoamericanos.

Esto ha inhibido la creatividad propia del pensamiento económico latinoamericano, que debería, cuando menos, tener la inquietud de diseñar sus propias líneas de pensamiento, porque como he dicho en algún momento, y como veremos más adelante, la historia del pensamiento económico a partir de la época moderna es la historia de los intereses comerciales y por tanto, este pensamiento económico se creó desde, por y para realidades muy concretas y por consiguiente, difícilmente aplicables sin modificaciones en otras realidades.

En cuanto a la difusión del conocimiento ortodoxo también el lenguaje juega un papel importante.(2) Casi todos los foros y congresos importantes a nivel mundial se desarrollan en inglés. En este sentido, el español no se suele ver como un lenguaje científico. No es nice, no es cool escribir un relevant paper en español para publicarlo en un journal de impacto. Algunas asociaciones como la Society for the Advancement of the Socio Economics (SASE)desarrolla sus sesiones anuales en tres idiomas: inglés, español y francés. Es necesario que se haga un esfuerzo en América Latina por promover el uso del español como idioma científico. Es necesario ser consistente en este planteamiento, debido a que si no se realizan esfuerzos en este aspecto difícilmente se podrá construir un pensamiento económico adaptado. Un pensamiento, no una doctrina.

Esta defensa del idioma, por ejemplo, la tienen bien aprendida en Francia. Hace varios años fui invitado por la Universidad de París-Sorbona, para dictar un seminario sobre conflictividad laboral en el sector de la electricidad europeo. Sin preguntar, supuse que dicho seminario debía prepararlo en inglés y así lo hice. Cuando llegué a la sala de conferencias dije que habría preparado las exposiciones en inglés. Inmediatamente me dijeron que preferían que expusiera en español mientras implementaban un sistema de traducción simultánea. Este es un ejemplo y no únicamente restringido al ámbito académico, también es válido para la vida cotidiana, donde posiblemente nos dirán: in France we don´t say good morning, we say bonjour.

A lo largo de este capítulo seguiremos argumentando más ideas referidas a esta dualidad que en si, encierra parte del gran misterio de las ideas económicas “buenas” o “malas”. Teniendo estas ideas inicialmente planteadas, podemos pasar a describir algunos conceptos conflictivos que enmarañan esta cuestión. Por razones obvias no vamos a hacer un análisis exhaustivo respecto a la historia del pensamiento económico, pero quizá, sería interesante realizar esta breve síntesis relacionándola con los radicales humanos que anteriormente habíamos señalado. Posteriormente hablaremos de un término un tanto confuso como es el capitalismo para entrar de lleno en el pensamiento económico actual.


1. Podría resultar muy interesante realizar estudios más precisos y concretos sobre el binomio atención-esfuerzo, analizados en las claves que hemos indicado.

2. Así también podemos observar que en el siglo XIX el alemán fue uno de los idiomas más representativos en la creación y generación de conocimiento científico. Andando el tiempo podemos observar que esta influencia histórica permitió que en Alemania se concentraran varios premios Nobel. Concretamente treinta en química, veintiuno en ciencias físicas, veinticinco en medicina y diez en literatura, mencionando además los ocho Nobel de la paz.


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