América Latina Hoy
¿Y Hasta Cuándo?

Iván Ureta-Vaquero
César Calvo

 

Los 3 radicales humanos…y un cuarto.

Siguiendo la recomendación metodológica de Max Weber, a continuación definiremos los aspectos radicales de la humanidad que han ido evolucionando a lo largo de la historia y que han permitido que el hombre, se muestre y actúe de una determinada forma en función, primero a sus aptitudes y hoy, más que a sus aptitudes a sus actitudes. El salto cualitativo es importante de cara a observar diferencias en identidad del hombre y de las características sociales, si es que deseamos estudiar las características propias y “dinámicas” de las organizaciones humanas. Pongo “dinámicas” entre comillas, porque de acuerdo con Genara Castillo (2001:76) “la organización del espacio humano puede entenderse mal si no se la ve según esa clave de crecimiento humano…Asimismo conviene advertir que toda acción humana práctica tiene consecuencias externas, aunque el propio sujeto no sea siempre consciente de ello; pero esa apertura hacia fuera de la acción humana es más fecunda cuando está sostenida por un constante crecimiento interior”. Por tanto, observamos que el punto de origen es la dificultad para definir los parámetros del crecimiento interior, cuando todo se mide en función a unos resultados materiales, lo cuál más que provocar dinamismo provoca estatismo.

Era necesario explicar esta idea para pasar al primer radical humano. Persuadido por esta necesidad explicativa, Leonardo Polo indica que los griegos fueron quienes diseñaron al primer radical humano, diciendo que el hombre era un ser viviente racional con una naturaleza peculiar. A partir de este momento arranca la historia intelectual de occidente y ya dijimos porqué era importante hacer hincapié en este marco. Por tanto, los albores de nuestra cultura comenzaba muy bien, porque era capaz de diferenciar al humano del resto de seres vivos.

Andando el tiempo, en el pensamiento occidental surge un nuevo radical, o radical cristiano, donde puede observarse que se pasa de una definición de ser racional a la de ser personal y esta dimensión es más profunda y obviamente más digna que la anterior. Aunque desde ningún punto de vista se excluyen mutuamente. Como dice Polo, “es un radical más propiamente tal. No es que el hombre no fuera persona antes ni fuera animal racional antes de estos descubrimientos, pero sí que los descubrimientos marcan el comportamiento humano, el sentido de la vida, la manera de cómo el hombre se orienta y la existencia depende de la adquisición y propagación de estas grandes convicciones, que el hombre es un ser racional y un ser personal”. Lejos de pensar que aquí acaban las cosas, entró en escena un tercer radical humano que ha provocado más confusiones que aclaraciones respecto a la necesidad de integrar a todos los radicales. Este tercer radical es el que descubre la gran capacidad productiva del hombre. Este radical surge cuando el mundo moderno comienza a desarrollarse en función al despertar de un comercio de larga distancia. Como dice Leonardo Polo “precisamente, al poner el acento en esto, al entender al hombre como constructor, como gran artista de sí mismo, se podría decir que se descubre otra radicalidad que llamo el principio de resultado: lo importante del hombre es lo que hace, lo que resulta del enorme dinamismo humano.

El ensalzamiento del radical moderno ha significado la generación de unas fuerzas centrífugas que han terminado expulsando a zonas periféricas y marginales a los dos anteriores radicales humanos, convirtiéndose así, este radical en un antirradical antropófago.(1) Así, observamos una tendencia prácticamente absoluta a reducir al ser humano a los resultados que es capaz de generar. Retomando las palabras de Polo, “el radical moderno, además, está hoy en situación bastante vacilante, está experimentando muchas críticas, porque se ve que es insuficiente, pues ese radical moderno está aislado, está en crisis, pero no debería estarlo. Pero para que no lo esté es menester fortificarlo con esos otros radicales que la edad moderna dejó un poco de lado al ser criticados”. Se puede ver por tanto, que la validez del hombre queda supeditada a ese principio de resultado. En los próximos capítulos seguiremos incidiendo en estos aspectos, pero ahora sería necesario conectar con estas ideas, algunos conceptos aliados que permitirán definir el problema con mayor claridad.

Juan Antonio Pérez López (1991) distinguió tres tipos de sistemas: 1) Sistemas estables 2) Sistemas ultraestables y 3) Sistemas libremente adaptables o sistemas libres. Para Pérez López, los sistemas estables son aquellos que no tienen ningún tipo de aprendizaje y que por tanto podrían resumir las cualidades de objetos no animados. Los sistemas ultraestables son aquellos en los que si existe un aprendizaje. Sin embargo no es un aprendizaje basado en la racionalidad sino en la experimentación del tipo ensayo-error. Sería el sistema que resumiría el comportamiento instintivo de los animales. Por último, los sistemas libres, son aquellos en los que existe un aprendizaje basado en la experimentación que a su vez es guiada por la razón, atributo exclusivamente humano. Se supone en este nivel que un individuo escoge, inteligente, racional y libremente sus acciones y que obviamente analiza las posibles consecuencias.

Pero vayamos un poco más allá. De acuerdo con Pérez López, teniendo en cuenta que en resumen los tipos de necesidades son tres -materiales, congnoscitivas y afectivas- también existen tres motivos que se corresponden con cada uno de los tipos de las necesidades y que son guías para comprender qué es lo que le mueve a cada uno a la hora de hacer algo. El plano decisional más básico es el que se corresponde con los motivos extrínsecos. Es decir, actuar dominado casi exclusivamente para satisfacer las necesidades materiales. O en palabras de Etzioni, actuar motivado casi exclusivamente por factores económicos o relativos.

¿Se puede hablar de necesidades en el hombre de una forma simple? Efectivamente no. Las necesidades del hombre las podemos establecer en tres planos; el material, el cognoscitivo y el afectivo, como explican Ferreiro y Alcázar (2002). Como reconoció Santo Tomás de Aquino, el hombre debe tener bienes que le permitan vivir con dignidad. Este aspecto se relaciona con el plano material. Pero no se puede olvidar que la naturaleza humana no se compone únicamente de este ingrediente básico sino que se completa con los planos cognoscitivos y afectivos. Por tanto, las necesidades materiales, reflexionan directamente sobre el cuerpo y el tener, las cognoscitivas sobre la inteligencia, el saber y el hacer, y las afectivas sobre la voluntad, el ser y el servir. Otros autores como Allardt (2000:126) coinciden en estos puntos, que podrían ser resumidos del siguiente modo:

Necesidades Dimensión Motivos

Materiales Cuerpo/tener Extrínsecos

Cognoscitivas Inteligencia/saber/hacer Intrínsecos

Afectivas Voluntad/ser/servir Trascendentes

Según el esquema previo, el radical moderno, incide en la satisfacción de unas necesidades materiales y las canaliza a través de motivos extrínsecos. Sin embargo, los radicales referentes al ser racional y al ser personal se enfocarían en mayor medida en la satisfacción de las necesidades cognoscitivas y afectivas, las cuáles se guían por motivos intrínsecos y transcendentes, los cuáles son los que pueden provocar comportamientos de solidaridad, espíritu comunitario, cooperación. En definitiva, recrear un esquema engendrador de humanismo. El paradigma del hombre actual, desarrollado a partir del radical moderno, está muy influido por esa dimensión humana basada en la satisfacción de unas necesidades materiales. Las necesidades materiales son indefinidas, son infinitas, y por ello, muchas de ellas relativas. Esto genera que se tenga una visión relativa de quién es el hombre. Por ello, también tenemos una idea equivocada de lo que es el bienestar, pues se supone que el bienestar es directamente proporcional a la posibilidad de satisfacer una creciente demanda de necesidades relativas.

Así pues, la conducta del hombre se relativiza y en la consecución de resultados todo se resume. Yo seré valorado por lo que he conseguido, no por cómo lo he conseguido. De modo que los principios de justicia, también se tambalean. ¿Cómo me comportaré según este esquema con mis semejantes? Martín Buber y más tarde Amitati Etzioni explican las relaciones sujeto-sujeto y las relaciones sujeto-objeto. En el primer tipo de relaciones, el individuo es observado como un fin en si mismo, mientras que en el segundo esquema está completamente instrumentalizado, y se entiende como un medio para el logro de un fin. Para una utilidad concreta. Muchos de nuestros valores actuales se rigen bajo este segundo paradigma asociado al concepto del radical moderno.

Con todo lo expuesto, pienso no obstante, que falta un cuarto radical. Así quizá la explicación sería más completa. Si es cierto que los tres anteriores radicales son complementarios, debe existir un cuarto radical que los ordene y los haga cooperar buscando dicha integración. Así pienso que sería útil introducir el concepto de radical humanista. Desde este punto de vista, entendiendo que cada uno de estos radicales representa un tipo de causa distinta podría decirse que el radical griego del hombre racional, se podría relacionar con una causa material y el radical cristiano, o del ser personal con la causa formal, teniendo así completas las causas intrínsecas. Las causas extrínsecas serían la causa eficiente, en este caso radical del hombre productor basado en el principio de resultado y la causa final, el radical humanista. Con este esquema podríamos explicar el problema del desarrollo. Para mí desarrollo significa humanizar.

Esquema causal de los radicales humanos

Causa Radical

Material Ser racional

Formal Ser personal

Eficiente Productor

Final Humanista

Las dimensiones causales que se han mostrado en el anterior cuadro, evidencian que la integración de los radicales humanos históricos, es posible, sino que tienen un fin muy concreto que se puede resumir en la necesidad de crear una actitud, suponiendo que la aptitud para conseguirlo preexiste. Teniendo en cuenta esas dimensiones causales, también nos hacemos eco de la importancia de integrar las necesidades humanas, habida cuenta, que la satisfacción de las necesidades materiales, las cognoscitivas y las afectivas, forman también parte de esa necesaria integración. Además, estos aspectos se fundan sobre los motivos de los que anteriormente hacíamos referencia. Un último cuadro, podría permitir observar la integración de todos estos factores.

Necesidades Motivos Radicales Causas Integración

Materiales Extrínsecos Moderno Eficiente

Cognoscitivas Intrínsecos Ser Racional Material Humanista-Final

Afectivas Trascendentes Ser Personal Formal


1. Cuando me refiero al concepto de la antropofagia no lo estoy relacionando con esquemas planteados por autores como Antonin Artaud.


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