La transición de mercados a sociedades emergentes

Iván Ureta-Vaquero

 

III. ¿Tengo o Soy?

Cuando analizábamos las características de las distintas fases del crecimiento económico establecidas por Rostow, observábamos cómo dichas fases se fundamentaban en criterios exclusivamente económicos, tanto en su dimensión natural como monetaria.(1) El análisis rostowiano descubre magistralmente las líneas evolutivas dentro de las cuales se explica de algún modo la pregunta que cualquier economista de la actualidad se formulara: ¿cómo se han desarrollado históricamente las naciones? De algún modo, este sistema clásico es producto de una interpretación de los procesos históricos desde una perspectiva postmarxista –dentro de la cual el sistema económico lo determina todo- y desde el punto de vista económico se enmarca en una joven tradición que despega con el ensayo sobre la naturaleza de la economía de Lionell Robbins en 1935. La visión de Rostow es una visión que en cierta forma rompe con una posible tradición historicista puesto que demuestra que las fases del crecimiento económico, asociado a diferentes estructuras (2) y coyunturas no se puede explicar de la misma forma sino que desde una perspectiva antihistoricista los eventos no pueden predecirse tal y como quisiera no sólo las corrientes historicistas sino también la nueva economía.(3) En este sentido, rompiendo con la visión del economista como un individuo con altas dosis de prognósis y con grandes dotes nictálopes, lo que si pueden predecirse son las consecuencias de los actos, no los actos en si.

Sin hacer un estudio estricto sobre la naturaleza de la economía y de sus implicaciones con las estructuras sociales, podemos convenir en que, desde su origen y hasta su nacimiento como ciencia con Adam Smith, la economía tiene una profunda relación con la ética y con la pregunta socrática de ¿cómo hay que vivir? (4) Y la respuesta a esa pregunta está muy relacionada con otra ecuación que establece Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio de 1971, posiblemente inspirado en textos que van desde el aquinate hasta Erich Fromm, quienes analizaron las implicaciones y efectos entre el “ser” y el “tener”(5). De la misma carta encíclica rescatamos el siguiente pasaje:

“El tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el último fin. Todo crecimiento es ambivalente…La búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza; para las naciones como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral”.

Esta reflexión inicial es lo que nos permitirá observar que la explicación del crecimiento económico según las bases rostowianas, no resultan satisfactorias desde una perspectiva de desarrollo humano integral. O si se quiere, de proceso de humanización. Y ¿qué queremos explicar con una propuesta tan provocadora? ¿Acaso estamos involucionando en nuestro proceso de humanización? Defender esta postura sería, poco más humillar nuestro actual ethos conseguido tras tantos vaivenes en la historia. Pero sin embargo creo que los tiempos actuales exigen una cura de humildad con la que se trate, al menos, de reflexionar sobre los aspectos esenciales que afectan al desarrollo del individuo y de la sociedad. Cuando hablamos de políticas de desarrollo – tema sobre el cual recurriremos más adelante- generalmente hablamos de conceptos tanto macro como microeconómicos. No obstante, no solemos evaluar el impacto de las personalidades en su medio, desde el punto de los procesos de socialización.(6) Es decir, los analistas de instituciones supranacionales no suelen utilizar indicadores cualitativos de vital importancia como la autoestima o la salud mental de la sociedad a estudiar. En este sentido no podemos dejar de mencionar uno de los párrafos más interesantes de la obra de Rawls sobre justicia social (7):

“…podemos definir el respeto propio (o la autoestima), en dos aspectos. En primer lugar, incluye el sentimiento en una persona de su propio valor, su firme convicción de que su concepción del bien, su proyecto de vida, vale la pena de ser llevado a cabo. Y, en segundo lugar, el respeto propio implica una confianza en la propia capacidad, en la medida en que ello depende del propio poder, de realizar las propias intenciones. Cuando creemos que nuestros proyectos son de poco valor no podemos proseguirlos con placer ni disfrutar de su ejecución. Atormentados por el fracaso y por la falta de confianza en nosotros mismos, tampoco podemos llevar adelante nuestros esfuerzos”

Como decíamos anteriormente, uno de los fenómenos más interesantes que se prestan a los estudios sobre la pobreza es precisamente el análisis sobre la naturaleza de los procesos de socialización. En este sentido si elementos como la subestima se extienden y suponen la base de un tipo de socialización basado en ella, la conciencia y la acción colectiva necesaria para emprender proyectos estará irremediablemente limitado. Este era el principal problema que tratará de resolver una propuesta como la de la Optimización de Recursos Internos.(8) Según este planteamiento es posible pensar que muchos de los problemas estructurales que aquejan a una comunidad estén precisamente originados por un conjunto de sistemas de información que se concretan en un lenguaje determinado y una actitud definida y catalogable. Los estudios sociolingüísticos nos pueden colocar en una meseta desde la cual podemos observar la forma en la cual los integrantes de una comunidad perciben su individualidad con relación a la colectividad. Y en un estadio superior, detectar los rasgos de la personalidad colectiva, los cuales reproducen unas actitudes determinadas ante la asunción de un proyecto colectivo. Siendo estos factores apreciables, un estudio en profundidad de los giros y expresiones, generacionales y transgeneracionales, que discurren a lo largo de los distintos procesos de socialización de los integrantes de la comunidad pueden sugerir un programa “terapéutico” que trate, por ejemplo, a través de las experiencias de la Programación Neurolingüística (PNL) un cambio en la forma en la cual los individuos interactúan. Pero quizá un cambio actitudinal no esté únicamente relacionado y restringido a la esfera del lenguaje verbal, sino que el lenguaje no verbal – fundamentalmente gestual - también supone una esfera de análisis, evaluación y corrección.

En este momento podría hablarse del lenguaje de la neurosis y de la psiquiatría.(9) Es posible pensar que la neurosis(10) forma parte de la evolución de las sociedades. Para Loras, todo es neurosis o se convierte en ella cuando la ambivalencia establece la distancia del individuo respecto de su ser y el mundo(11). Por tanto en la medida en la que el individuo se encuentre más desorientado la tendencia a la neurosis, a la anomia, la depresión es una consecuencia directa. Para observar por tanto lo saludable que es una sociedad o lo desarrollada que pueda estar desde el punto de vista humano, no habrá que echar mano a caracterizaciones económicas sino que habrá que pensar si el individuo sabe realmente para que está en el mundo  y en cual es su papel sociedad. Por ello, si observamos que un país como los Estados Unidos es el principal consumidor del mundo de antidepresivos y ansiolíticos habrá que repensar la teoría del desarrollo y los lugares de urgencia para hacer programas de cooperación internacional (12). Como expone Chomsky, Touraine, Beck, el hombre cada vez está más solo a pesar de vivir en la época de la comunicación. La publicidad y las formas y estilos de vida que se venden sirven para aislar cada vez más al hombre y para que sea más vulnerable. No es por ello complicado encontrar estudios psicológicos que demuestran que un individuo aislado es capaz de cambiar sus sentimientos y percepciones por las mayoritarias con suma facilidad.(13) Por ende, si añadimos las referencias comentadas de consumo de ansiolíticos y antidepresivos el panorama es más complejo todavía.

Este consumo de antidepresivos tan generalizado tiene mucho que ver con una distorsionada visión del estado del bienestar. Ya no cabe la posibilidad de aceptar que la alegría o la tristeza son estados de ánimo inherentes a los cambios vitales que experimenta el individuo y que por su naturaleza, deben estar, y están, presentes diariamente. Sin embargo, en la medida que disponemos de un estilo de vida materialmente mejor dotado, nuestra capacidad de sufrimiento y de tolerancia al dolor físico o simplemente a la tristeza, adquieren unas dimensiones difíciles de afrontar. Sobre este particular, los análisis lingüísticos son extraordinariamente interesantes para constatar esta evolución léxica. En este sentido comenta José Antonio Marina, que la palabra abatimiento está documentada por primera vez alrededor de 1460, congoja, en 1465, desconsuelo hacia 1520, depresión, sobre 1580, murria, en 1611, consternación a mediados del siglo XVII, añoranza en 1895. Lo que significa que “el español antiguo se conformaba con sentir una tristeza tosca, hasta que prefirió sentir tristezas precisas en vez de tristezas innominadas”. (14)

Estos análisis son imprescindibles para comprender el significado de conceptos creados en sociedades industrializadas, los cuales se exportan de forma inconsciente o deliberada a realidades imitadoras, o importadas consciente o deliberadamente por estas mismas en un ansioso intento de emular comportamientos y estilos de vida más evolucionados. Por ello, cabría nuevamente hacerse eco de la pregunta que se formuló Eric Fromm cuando se interrogaba de la pertinencia de reflexionar sobre si existen sociedades sanas o enfermas y de si, realmente estaba legitimado hablar de este modo.(15) Por estas razones existen conceptos muy importantes para el análisis ético y moral, como el de libertad que se conceptualizan y se dispersan por todo el mundo, expandiendo un mensaje equívoco que es interpretado por la sociedad sin ningún tipo de rigor y sobre todo, imposibilitando un diálogo coherente encaminado a la búsqueda de la verdad. El concepto de libertad norteamericana (16) está pues completamente distorsionada y se exporta como un producto de máxima aspiración y sin embargo, este concepto de libertad supone una dependencia a un sistema consumista, individualista, que engendra aislamiento, neurosis y comportamientos obsesivos –y sabemos que el comportamiento obsesivo es fundamentalmente rígido, inflexible-. Todo lo contrario al concepto de libertad que se contrapone al principio de independencia que rige el concepto cultural norteamericano y que se ha expandido como el modelo del desarrollo social. Con buen criterio y no por casualidad Amartya Sen tituló a uno de sus libros Libertad y Desarrollo.(17) El problema de fondo lo encontramos en que el concepto de libertad humana se ha impuesto como consecuencia del modelo de libertad económica. Del laissez-faire de países con regímenes políticos inspirados en la democracia liberal.(18) Pero tendremos que tener en cuenta que este perfil no hay que achacarlo a un modelo clásico o liberal o neoliberal como se le quiera llamar, sino que también hay que pensar que con la Revolución Francesa y por la “Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano” se marcó de forma indeleble los valores morales del individuo, teniendo en cuenta que dicha moralidad se fundamentó en una libertad individualista de corte utilitarista que terminó por excluir de forma completa la figura de Dios, tendiendo a sembrar que solo lo inmediatamente útil –¿podría verse aquí también la visión maquiavélica de que el fin justifica los medios? - debe ser la finalidad de los actos humanos y de las sociedades en si. Por tanto es tan frecuente confundir la libertad con el hedonismo y esto desencadena en una gran negación de la libertad social como reconoce Rodríguez Casado. (19)

Ahí encontramos por tanto la clave que determina al país que es desarrollado y al que es subdesarrollado. El país subdesarrollado apabullado por el éxito del sistema económico liberal interpretará la libertad como únicamente alcanzable llegando a ese sistema económico o al menos, tratándolo de emular. Tratándolo de imitar. Estos países que tratan de emular dicho sistema económico son los que se pueden denominar como países en vías de desarrollo. Por tanto son países en vías de ser libres y que aspiran a serlo. En este sentido el lenguaje político y económico recrean todo un estado de opinión entre la ciudadanía. Si queremos ser libres tenemos que imitar este sistema sino seguiremos siendo reprimidos, esclavos. (20)

Habiendo enunciado lo anterior, los procesos del lenguaje son una manifestación inequívoca del estado de salud de una sociedad y se puede deducir que la modificación o la contemplación de posible alteración de dichos procesos del lenguaje -teniendo en cuenta que hablamos que la actual situación del malestar social –como contraposición al bienestar social- está fundamentado por un problema de comunicación- podrían mejorar la salud social. La meta de esta “terapia” colectiva radica fundamentalmente en provocar nuevos sistemas de comunicación que permitan reestructurar el sistema global de relación comunitaria y la percepción del autoconcepto culturalmente observado, la cual origine un cambio de actitud colectiva ante el futuro. Proactivo y estimado. De este modo a medida que estos cambio se vayan operando el plano psicológico cognitivo también irá modificándose y de esta forma los procesos de socialización primaria – los niños – se encaucen dentro de las regeneradas estructuras sociales. Una de las formas de operar este cambio cultural radica precisamente en la implementación de una estrategia educativa, en un plan nacionalmente orquestado y que fomente por encima del resto de las habilidades la autoestima de los beneficiarios de este cambio de política educativa.

Una de las formas más representativas del estado de una sociedad es precisamente su lenguaje. El lenguaje representa la epidermis cultural de una sociedad y en las formas de expresión se manifiesta el talante de la misma. Cuando hablábamos al principio de la dicotomía no sólo conceptual sino también de las consecuencias prácticas entre “ser” o “tener” no pensábamos en estas ideas desde un punto de vista únicamente anecdótico, sino que sus implicaciones son profundas en relación al posible cambio mental que puede propagar una reprogramación de la percepción del autoconcepto del individuo respecto a su existencia, generalmente hipotecada por una falsa idea de existencia vinculada a la tenencia.

Realizando un análisis desde esta perspectiva Erich Fromm –autor que seguiremos de cerca- cuando reflexiona sobre el “ser” y el “tener” habla de la necesidad económica de un cambio humano.(21) Esta visión se complementa con la idea que relaciona el control del desarrollo de los sistemas económicos y el bienestar –eudaimonía- del hombre con la necesidad de proteger a la naturaleza y al propio hombre de su actividad con respecto a la naturaleza. Fromm recapacita sobre los informes emitidos por el Club de Roma a través de D.H. Meadows y de M.D. Mesarovic y Pestel según este segundo supuesto. Ambos informes coinciden en que sólo unos cambios tecnológicos y económicos radicales de nivel mundial, que se apliquen según un plan maestro, pueden evitar una catástrofe mundial definitiva.(22) Fromm matiza que estos cambios deben operarse en la orientación del carácter humano.(23) Este cambio de la estructura del carácter del individuo y de las sociedades exige una reinterpretación del rol protagónico del concepto de “tener” como principio identificador del autoconcepto del individuo y de la sociedad.

Una de las obsesiones del Hombre actual es ser propietario. Ser poseedor en vez de poseer el ser. Sin embargo tanto desde las perspectivas griegas como latinas, el concepto de propiedad es singularmente negativo. El concepto griego más cercano es el de Idiotes, que significa básicamente estar privado de participar en la vida pública, teniendo en cuenta que el principio de participación en la res pública era para un ciudadano ateniense parte de su ethos. En latín observaremos que el término privatus se refiere a la incapacidad de algo, es decir, a estar privado de algo.(24) De igual manera las tesis escolásticas van a criticar de una forma particularmente agresiva, al menos en sus fases iniciales, la acumulación de la riqueza.(25) Finalmente a medida que el comercio va ganando terreno y las estructuras sociales irremediablemente siguen la senda marcada por el capitalismo comercial –por simplificar y reducir el concepto de capitalismo, el cual requeriría un análisis más profundo, complejo y regional- la riqueza y la propiedad se va a considerar como un mal necesario. Ya en el siglo XVI observaremos que la ética reformista modificó los valores que la iglesia había defendido a lo largo de varios siglos al contemplar la riqueza, y la acumulación de la misma, como algo contrario a la espiritualidad del buen cristiano, el cual, no debía obsesionarse con la propiedad sino que la vida terrenal debía considerarse como un entrenamiento para el premio celestial. El análisis de Weber sobre el capitalismo y la ética protestante nos muestra de forma sugerente –aunque no satisfactoria- una interpretación cercana al crecimiento del capitalismo como “religión” asociada a una ética teológica.

En las tradiciones occidentales y orientales podemos encontrar paralelismos que postulan las mismas consideraciones entre el “tener” y el “ser”. Para Buda, el anhelo de posesiones desvirtúa la auténtica dimensión de la existencia humana. Jesucristo nos va a mostrar un camino muy similar. El debate “eterno” entre el “tener” y el “ser” significa para Fromm dos modos fundamentales de la experiencia , las fuerzas que determinan la diferencia entre los caracteres de los individuos y los diversos tipos de caracteres sociales.(26) Si bien es cierto que los caracteres sociales orientales y occidentales con respecto al “ser” y el “tener” como dice Fromm son distintos, lo que en la actualidad no puede obviarse es que asistimos a una uniformidad de los caracteres sociales hace décadas todavía diferenciados debido a una menor extensión de los hábitos consumistas generados por el capitalismo, los cuales originan un deterioro del autoconcepto del ser y su mutación por el autoconcepto del tener. Bajo este pensamiento no estamos queriendo decir que el sistema capitalista sea malo. No lo es en absoluto. Lo que resulta nocivo para el hombre es el materialismo desprendido de un sistema económico mal interpretado por el hombre desde un punto de vista filosófico.

Las diferencias entre el “ser” y el autoconcepto del “tener” se puede ejemplificar del siguiente modo. Cuando nos roban nos sentimos frustrados al menos desde dos puntos de vista. 1) Por ser privados de un bien que nos costó conseguir y 2) Por ser privados de una parte de nuestro autoconcepto, el cual se basa en parte muy importante en la propiedad, la cual nos genera un sentimiento parcial de pérdida de la identidad, y en el supuesto de ser privados de la principal fuente de nuestra riqueza, de nuestra autoestima –perder las tierras, perder el empleo, ser embargados por deudas, etc- nos roban nuestro autoconcepto de autoestima personal y social. Este planteamiento sería una forma de explicar las medidas de seguridad que se colocan en las casas privadas. Donde existe una preocupación por mantener la integridad de las posesiones se provoca ese sentimiento que anclado en una percepción autoconceptual relacionada con el “tener” ocasiona una sensación de stress y de desconfianza basada en un autoconcepto cultural subestimado, lo que normalmente desemboca en un comportamiento tendente a la desconfianza y al recelo.

No es por casualidad entonces que el concepto de desarrollo y progreso se analizan con insistencia bajo puntos de vista estrictamente económicos, no siendo esta finalmente la orientación a la que tiende a llegar el inconsciente de la sociedad o de la clase social interpretada como individualidad agencial capaz de desarrollar sus capacidades de forma integral. Hoy día puede parecer que la única forma de interpretar el éxito personal, o desarrollo comunitario es a través de una ecuación económica basada en los parámetros de PBI y consumo. Sin embargo después de más de una década de publicidades irresponsables en torno la apertura de las posibilidades competitivas de los países en el entorno internacional ha entrado en crisis la misma concepción económica o economicista. Y es que la mera acumulación de bienes y servicios, incluso desde una perspectiva utilitarista, a favor de una mayoría no basta para generar felicidad colectiva. Sobre esta evidencia no se puede mantener, como sostiene Amartya Sen, que una idea integral de bienestar no se puede tomar como la única base de la información que da la elección. (27)

Estos comportamientos consumistas degeneran en una esclavitud de la naturaleza de libertad del individuo, ya que la abundancia de artículos hipoteca la felicidad de la persona a la potencialidad de compra de dichos artículos, que más que ser comprados por una estricta función de utilidad, son adquiridos por una función simbólica, por la posibilidad, de que, en esta sociedad en la que las clases sociales abiertas conviven y se retroalimentan unas a otras, es posible ascender con la tenencia de artículos simbólicos, representativos de uno u otro grupo. En este sentido, son igualmente intolerables las miserias del subdesarrollo como las del superdesarrollo. (28)

Cuando nos proponemos analizar las diferentes realidades sociales que conforman una entidad policomunitaria (29), rápidamente acudimos a índices de renta (30) para establecer una clasificación que nos permita identificar una sucesión de clases sociales. Según este criterio hablaríamos de clase baja, media y alta, con sus correspondientes subcategorías. Pero ¿hasta que punto es pertinente esta catalogación a la hora de conocer la vertebración de una sociedad? ¿Cuáles pueden ser los factores no estrictamente económicos que nos pueden dar una visión diferente sobre las gradaciones de las clases sociales?. Desde que existen los conceptos de poder y estratificación, puede argumentarse que las clases sociales, en función de su status económico controlan a las clases subordinadas. Pero ¿cómo puede medirse esta aseveración en una sociedad fuertemente dominada por el subsector económico informal?. Cuando caracterizamos sistema económico de una sociedad emergente observamos con preocupación las altas tasas de empleo informal, que a pesar de su naturaleza, moviliza elevados recursos económicos e incluso financieros (desde el punto de vista de la informalidad). Se pueden distinguir por lo tanto dos subsectores económicos representativos: el formal y el informal. Ambos conviven de una simbiótica, ni siquiera parasitaria. Podemos decir que en países con un grave déficit en el nivel de distribución de la riqueza, el subsector económico formal subsiste gracias al nivel económico informal. Es por esto por lo que se puede conceptualizar que existe un consumo de riqueza, es decir de bienes, pero también existe un consumo de pobreza, en el sentido que el subsector económico formal, consume servicios del subsector económico informal, lo que evidencia esta relación de retroalimentación. La catalogación de clase social en los tres estratos mencionados anteriormente proceden de un período histórico muy definido: la revolución industrial. Más tarde y desde la sociología, Weber introduce una catalogación que también incurre en tres factores que determinan el stablishment: La clase, el estatus y el partido ó la política. La clase haría referencia a las relaciones del trabajador con el mercado, el estatus, con el honor y el prestigio y el partido se referiría a los factores que influyen en la afiliación a tal o cual dominio o tendencia política. Estas tres dimensiones son llamadas por Weber: live chances (oportunidades de vida).

En este análisis el concepto político vinculado al de clase social no es baladí. Ya dijo Aristóteles que el hombre es un animal político. Más adelante esta idea la rescata y la emplea Cromwell Cox, para definir a la Clase Social como una Clase Política.(31) Pero esta idea debería observarse desde dos perspectivas tal y como critica Gurvitch, ya que una clase social es más que una agrupación partidista que trata de alcanzar el poder, ya que no se puede reducir un concepto de clase social a un interés político.(32) La hipótesis de Gurvitch disociaría por lo tanto los conceptos estrictamente políticos y económicos para definir una clase social: “Las clases sociales no son ni estados, ni grupos impuestos, ni castas, ni agrupaciones de afinidad económica, ni rangos entre las personas que se libran a tal o cual actividad. Son mucho más que esto.”(33)

La importancia de reflexionar sobre estos temas es grande, ya que cuando analizamos economías que se caracterizan por una gran informalidad, los patrones comportamentales son más complejos y la integración entre sociedad y estado -entre instituciones públicas y agentes económicos y sociales- es más débil. Incluso es interesante la visión de Gramsci, quien plantea que el sujeto es la clase social que se expresa por medio del Partido. Pero en el caso peruano, nos encontramos con una realidad diametralmente opuesta, ya que debido a la desconfianza, escaso desarrollo de proyectos comunitarios, el avance de un individualismo (34) favorecido por una sociedad de consumo, las clases sociales, independientemente del nivel socioeconómico que representen, no se ven representadas en las instituciones públicas y menos aún en los partidos oportunistas. De ahí que estemos observando una nueva conceptualización de clase social vinculada a su capacidad de consumo –real o aparente- independientemente de si integran el subsector económico formal o informal. Y en definitiva estamos asistiendo a una pérdida del valor de ciudadanía, interpretado este como la vinculación, compromiso e integración entre la colectividad y la individualidad.

Es evidente que la velocidad a la que avanza la tecnología, los productos industrializados, los microprocesadores, es incontrolable por nosotros, los consumidores. Al final dejaremos de ser personas, habitantes, ciudadanos, para ser denominados: Consumidores. Y no podemos escandalizarnos de ello pues en la literatura del Marketing así sucede. Somos incapaces de dominar la avalancha que nosotros mismos estamos favoreciendo y no nos adaptamos a los cambios que ellas generan. Y escribo esto en una computadora de última generación, eso si que es una paradoja. Hay muchas ideas que comparto con el arqueólogo co-director de las excavaciones de Atapuerca, Eudald Carbonell, y una de ellas es precisamente su criterio de Humanización. A cualquiera le sorprendería leer esto: “Somos primates poco humanizados. Aún no somos humanos” ¿Cómo?. ¿Acaso no nos han dicho siempre en la escuela que somos la raza más inteligente de la cadena evolutiva. Si nosotros no somos humanos ¿qué es lo que somos entonces?. La respuesta es muy convincente: “Para serlo, necesitamos liberarnos del comportamiento primate más elemental y desarrollar una forma de comportamiento inteligente en el que la cooperación y la distribución de los recursos estén por encima del individualismo.” En la misma línea de pensamiento están las declaraciones de Primitiva Vera (Hermana de la caridad en Bombay, India): “El dinero gobierna el mundo sin ningún tipo de responsabilidad social, las multinacionales van y vienen, y sus dirigentes abren y cierran las factorías a miles de kilómetros de distancia, sin importar la repercusión en los trabajadores, que sólo son números. Estamos en un proceso de total deshumanización”. (35)

Estos puntos de vista los debemos tener en cuenta cuando pensamos en plantear propuestas y metodologías de generación de sociedades emergentes. Observando los puntos anteriores es evidente que es necesaria una forma de interpretar la acción humana y la naturaleza de la teoría de las decisiones tomadas por los agentes de las sociedades. Es decir, porqué alguien actúa de un determinado modo, y como podría actuar libremente teniendo en cuenta que se persigue un desarrollo integral, que puede estar, porque no, ayudado por un crecimiento económico.


1. Un libro clásico que nos puede ayudar a completar la visión de Rostow en función al desarrollo de los diferentes tipos de economía es el de DOPSCH, Alfons. 1943 Economía natural y economía monetaria. F.C.E. México. Para este propósito también puede ser útil otro libro tradicional. Sobre todo en sus dos primeros capítulos. CHANDLER, Lester. 1942. Teoría monetaria. F.C.E. México.
2. Un buen resumen que analiza el estructuralismo con el neoliberalismo lo podemos encontrar en COLCLOUGH, Christopher y MANOR, James (compiladores). 1994: ¿Estados o mercados? El neoliberalismo y el debate sobre las políticas de desarrollo. FCE. México. Págs 11 y siguientes. La virtud de los contenidos de esta obra radica en la fecha de primera edición en 1999, lo que nos permite reflexionar sobre los comienzos de las políticas neoliberales tras el consenso de Washington. Otro estudio más concreto y clásico sobre el estructuralismo desde una perspectiva latinoamericana es el de BARROS DE CASTRO, Antonio y LESSA, Carlos Francisco. 2000: Introducción a la economía: un enfoque estructuralista. Siglo XXI editores. México. Quincuagésimo cuarta edición.
3. Me parece imprescindible el texto sobre el historicismo de POPPER, Karl. 2002: La miseria del historicismo. Alianza/Taurus. Madrid. Primera edición en “Area de Conocimiento y humanidades” La primera edición. Aunque el libro se editó en tres partes por la revista económica durante los años 1944 y 1945, la tesis fundamental del libro hunde sus raíces en los años 1919-1920. No resulta baladí comentar que la crítica a la predictibilidad de los eventos físicos o sociales no estaba tan clara en este momento dominado fundamentalmente por las herencias de la
mecánica newtoniana. Sin embargo en este momento Popper ya se dio cuenta de las restricciones que existían para predecir los hechos sociales y los fenómenos físicos. Más tarde y casi coincidiendo con la muerte de Einstein la cada vez más exitosa física cuántica terminaría por rasgar los viejos mantos de la determinabilidad y abrió paso a la nueva concepción no sólo de la física, sino porqué no, de la interpretación de los hechos sociales gracias a las tesis indeterministas. Sobre estos aspectos nos puede ayudar otro libro del mismo autor: POPPER, Karl. 1990: El universo abierto. Tecnos. Barcelona.
4. Las relaciones existentes entre la economía, con la moral y la ética la explicó muy bien Amartya Sen en su libro; SEN, Amartya. 1999: Sobre ética y economía. Alianza Editorial. Madrid. Págs 19 y siguientes.
5. Pablo VI. 1971. Populorum progressio. 19: lc., 266s. Cita extractada de otra obra de referencia para este tipo de estudios de: JUAN PABLO II. 1988: Sollicitudo Rei Socialis. Preocupación por los problemas sociales. Séptima Carta encíclica. San Pablo Madrid. Pág 50.
6. Utilizo el término “socialización” desde la perspectiva sociológica que la caracteriza como “el principal canal de transmisión cultural a lo largo del tiempo y de las generaciones”. En GIDDENS, Anthony. 2002: Sociología. Alianza. Madrid. Pág 59.
7. Texto citado en DIETERLEN, Paulette. 2003: La pobreza: un estudio filosófico. F.C.E. –UNAM. México. Pág 42.
8. URETA, Iván. 2004: Política por servicio social o viceversa: La integración de los sectores públicos y privados en economías en desarrollo para la Optimización de Recursos Internos. Society for the Advancement of the Socio Economics. George Washington University. Pág 45 También en URETA, Iván. 2002: “Cuando la financiación no basta. Perspectivas sobre el desarrollo agrícola y la organización empresarial del pequeño campesinado en la sierra central de Perú”. En VVAA: Estudios de Ciencias Administrativas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima. Vol 1. nº 1.Págs 66 y siguientes.
9. Para ello nos serviremos de LORAS, Olivier. 1971: “El lenguaje de la neurosis y de la psiquiatría”. En VVAA: El lenguaje y los problemas del conocimiento. RAE. Buenos Aires. Segunda edición. Págs 75-92.
10. La teoría de la neurosis cultural está trabajada por Michael Schneider en SCHNEIDER, M. 1973: Neurose und klassenkampf. Hamburgo. Como dice Schneider, “la teoría de la neurosis cultural, según la cual la cultura sólo puede adquirirse renunciando crecientemente a los instintos, no sería otra cosa que el eco psíquico despertado por la ideología de renuncia del burgués protestante, agente de acumulación de capital. Op cit. Pág 88. Este punto también es tratado por HERBIG, J. 1983: El final de la civilización burguesa. Editorial Crítica. Barcelona. Págs. 58 y siguientes. Herbig comenta en este sentido que “si la prisión es el signo de la represión externa, el infarto o la neurosis constituyen el síntoma de la represión interna” Op cit. Pág 74. Como puede observarse, el concepto de libertad o de aspiración a la misma vendido por las sociedades industrializadas, más que tender a la “liberación” del individuo, propende a someterlo y a generar acciones y reacciones comportamentales obsesivas y rígidas, que son fruto de esa represión interna, de esa frustración por tratar de ser a través de lo que no se tiene. De ahí al individualismo y a la neurosis basada en una aceptación de pseudorrealidades paradigmaticas creadas por un clima cultural y relacional ambivalente, indeterminado y relativista, tan sólo es un paso.
11. Op. Cit. Pág 75.
12. La venta de antidepresivos se ha multiplicado en España por tres en los últimos 10 años y el consumo del Prozac se ha convertido en un fenómeno sociológico que supera la finalidad para la que fue creada la fluexitina como principio activo del citado medicamento. Más detalles de estas noticias se pueden consultar en; www1.lanic.utexas.edu/project/fármacos/002not08.htm. Igualmente el consumo masivo de este medicamento ha significado que se hayan detectado diversas cantidades de fluexitina en las aguas de consumo doméstico del Reino Unido. Como comentó “The Observer” en 2.001 se prescribieron 24 millones de recetas de Prozac mientras que en 1991 se prescribieron 9 millones. En periódico ABC. España. 9 de agosto de 2.004.
13. Son útiles en este sentido los siguientes títulos: CHOMSKY, N y RAMONET, Ignacio: 2004: Cómo nos venden la moto. Paidos. Barcelona. BECK, U. 1991: La sociedad del riesgo. Paidos. Barcelona. TOURAINE, A. 2000: ¿Podremos vivir juntos? Fondo de Cultura Económica. México.
14. MARINA, J.A. 1998: Ética para náufragos. Compactos. Anagrama. Barcelona. Págs 22-23.
15. Sobre este particular es conveniente recordar estas frases escritas en 1955 refiriéndose al mundo industrializado y al concepto de salud mental social que en mucho discrepa con los postulados normativistas que indican que la salud mental está relacionado con el grado de adaptación del individuo en sociedad. Por eso para analizar el concepto de salud mental no podremos sujetarnos de este concepto normativo sino, que como dice Fromm: “lo que es muy engañoso, en cuanto al estado mental de los individuos de una sociedad es la validación consensual de sus ideas. Se supone ingenuamente que el hecho de que la mayoría de la gente comparte ciertas ideas y sentimientos demuestra la validez de esas ideas y sentimientos. Nada más lejos de la verdad. La validación consensual, como tal, no tiene nada que ver con la razón ni con la salud mental. Así como hay una folie à deux, hay una folie à millions. El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios, no convierte esos vicios en virtudes; el hecho de que compartan muchos errores no convierte a éstos en verdades, y el hecho de que millones de personas padezcan las mismas formas de patología mental no hace de esas personas gentes equilibradas”. Se recomienda leer la totalidad de esta obra de Fromm. FROMM, E. 1958: Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México. Págs. 20 y siguientes. Otro libro parcialmente interesante que analiza los comportamientos sociales de ámbitos industriales es: VVAA: 1967: La sociedad industrial contemporánea” Siglo XXI. México. Es este documento destacamos las aportaciones de Eric Fromm al describir la “conciencia y sociedad industrial” págs 1-15 y los comentarios de Irvin Louis Horowitz al analizar “los dilemas y decisiones en el desarrollo social” págs 16-47
16. Como señaló con gran criterio en su momento Ludwig Erhard, “Un pueblo que ya no sabe hacer ningún sacrificio material en defensa de su propia libertad se verá condenado a la larga a desaparecer de la historia”. En ERHARD, L. 1959: Bienestar para todos. Omega. Barcelona. Tercera edición. Pág. 288.
17. SEN,A. 1992: Libertad y Desarrollo. Planeta. Madrid. Curiosamente surgen otros documentos periódicos publicados por grandes agencias internacionales como el Banco Mundial, que se titulan Índice de Libertad Económica. Sin embargo el concepto de libertad que se utiliza en el título de este documento no tiene ningún sustento ni relación estricta con el concepto de libertad por cuanto las informaciones contenidas son fundamentalmente datos macroeconómicos. Y estos datos categorizan a los países como más o menos libres en función al mayor o menor grado de adhesión a las recomendaciones del Banco Mundial. Por tanto aquellos que no cumplan los requisitos básicos del Banco Mundial para ser libres simplemente no lo son. Aunque según la contradicción interna que existe a la hora de decir que es libertad y que no lo es, puede significar una dependencia y esclavitud de un sistema autodenominado como libre. Este es el poder de comunicación. Se consigue manipular conceptos políticamente correctos –libertad, democracia, igualdad, etc…-y asociarlos al pensamiento del sistema económico dominante. Luego hablaremos de las relaciones activo-reactivas entre agentes que interactúan.
18. GÓMEZ PÉREZ, R. 1975: Represión y Libertad. Eunsa. Pamplona.
19. En RODRIGUEZ CASADO, V. 1984: Elogio de la libertad social. Universidad de Piura. Perú. Pág 37
20. Es muy interesante la siguiente reflexión de Vicente Rodríguez Casado al decir sobre la concepción materialista de la libertad que: “Esta posición claramente materialista, tan frecuente hoy en los países del mundo libre, está en abierta contradicción con las exigencias de responsabilidad individual y social que encarna la libertad”. Op. Cit.Pág 31. La negrita es del autor. También interesante la siguiente reflexión en la que “para el industrialismo, la defensa de la libertad adquiere un tinte peculiar: se trata de la libertad para el desenvolvimiento creativo de la actividad económica, eliminando las limitaciones que tradicionalmente oponían los gobiernos al desarrollo autónomo de la industria y del comercio”
21. FROMM, Erich. 1999: Del tener al ser. FCE. México. Decimoquinta edición. Pág 27
22. Ibid. Sobre este particular y desde una perspectiva son interesantes los estudios realizados por Ulrich Beck. Su obra en donde expone su teoría de la sociedad del riesgo, fundamentando dicho riesgo en las consecuencias medioambientales de la industrialización así como de sus formas y estilos de vida derivados de la misma. BECK, Ulrich. 1999: La sociedad del riesgo. Paidos. Barcelona.
23. En este sentido Fromm matiza que una nueva sociedad es posible sólo si, en el proceso de desarrollarla, también se forma un nuevo ser humano, o en términos más modestos, si ocurre un cambio fundamental de la estructura de carácter del Hombre contemporáneo. Ibid.
24. FISICHELLA, D. 2002: Dinero y democracia. De la antigua Grecia a la economía global. Tusquets. Barcelona. Pág 68
25. Esto no quiere decir que el aquinate destruya el principio de propiedad y los bienes materiales ya que ellos son necesarios para llevar una vida digna.
26. Op. Cit. FROMM, Erich. 1999. Pág 34.
27. Profundizando en esta cuestión como hace SEN: “Las otras dos concepciones de la utilidad – como felicidad y como satisfacción del deseo- son sin duda plausibles. Sin embargo, la tesis de que la felicidad es equivalente al bienestar tiene dos problemas básicos. En primer lugar, (desde una perspectiva utilitarista), la felicidad es básicamente un estado mental que ignora otros aspectos del bienestar de una persona. (…) En segundo lugar, como concepto de estado mental, la perspectiva de la felicidad puede darnos una visión muy limitada de las otras actividades mentales. Hay más estados mentales que el de ser feliz, tales como estar animado, el entusiasmo, etc., que son directamente determinantes del bienestar de una persona.”. SEN, Amartya (1997): Bienestar, justicia y mercado. Paidos. Barcelona. Pág 66 y siguientes.
28. Juan Pablo II, caracteriza a esta sociedad como la civilización del consumo ó consumismo, que comporta tantos deshechos y basuras. Sobre esta cuestión es interesante la visión de que “un objeto poseído, y ya superado por otro más perfecto, es descartado simplemente, sin tener en cuenta su posible valor permanente para uno mismo o para otro ser humano más pobre. En Juan Pablo II (1988): Sollicitudo rei socialis. Preocupación por los problemas sociales. Séptima carta Encíclica. San Pablo. Madrid. 5ª edición. Págs 48 y siguientes. Sobre estas cuestiones añade: “El mal no consiste en el tener como tal, sino en el poseer que no respeta la calidad y la ordenada jerarquía de los bienes que se tienen. Calidad y jerarquía que derivan de la subordinación de los bienes y de su disponibilidad al ser del hombre y a su verdadera vocación. Con esto se demuestra que si el desarrollo tiene una necesaria dimensión económica, puesto que debe procurar al mayor número posible de habitantes del mundo la disponibilidad de bienes indispensables para ser, sin embargo no se agota con esta dimensión. Las características de un desarrollo más pleno, más humano, el cual- sin negar las necesidades económicas- procure estar a la altura de la auténtica vocación del hombre y la mujer (…)”. Op cit. Pág 51. De alguna manera se rescataría en este texto algunas reminiscencias utilitaristas del tipo clásico y de umbral, donde se recomienda escoger la opción que maximiza la suma de las utilidades. Sobre esta cuestión puede consultarse ARNSPERGER & VAN PARIJS (2000): Ética económica y social. Teorías de la sociedad justa. Paidos, Barcelona. P 35 y siguiente. Y por otro lado es interesante el concepto de satisfacción de la vocación del hombre y la mujer, que en otras palabras es lo que Amartya Sen llamaría “capacidades” ó Conjunto de Capacidades las cuales podrían también denominarse como “el conjunto de vectores de realización a su alcance. Al examinar la faceta de bienestar de una persona se puede prestar atención legítimamente al conjunto de capacidades de la persona y no sólo al vector de realización que ha elegido.”. En SEN, Amartya (1997) “Bienestar, justicia y mercado”. Paidos, Barcelona. P. 81. También SEN, Amartya (2.000): Desarrollo y libertad. Planeta. Barcelona. Págs 114 y siguientes.
29. Hago referencia al nivel comunitario y al desagregado de comunidades que se crean dentro de comunidades conceptualmente más ámplias.
30. Es interesante anotar que esta clasificación no habría que buscarla únicamente en la configuración de una sociedad proletaria a partir de la revolución industrial inglesa, sino que partiría varios siglos atrás. Concretamente, ya Servio Tulio, probablemente inspirándose en las 4 categorías sociales establecidas en Grecia por Solón en 426 a.C. dividió a los romanos según su fortuna. Estas leyes tuvieron una importancia clasificatoria muy notable ya que se extendieron desde su fundación en 578 a.C hasta 534 d.C. Se estableció el concepto de clase social en función de la condición económica, clasificación que aún perdura en nuestros días.
31. CROMWELL COX, O (1948): “Caste, Class, Race”. Doubleday. Págs 112-282.
32. Como dice Gurvitch: “(…) si esto quiere decir que toda clase estructurada, organizada y consciente de si misma tiende a organizarse en un partido político y luchar para llegar al poder (…) Pero se equivoca totalmente si quiere decir que la existencia de una clase se reduce a un agrupamiento desde el punto de vista político”. Ver.GURVITCH, G. (1960): “El concepto de clases sociales de Marx a nuestros días”. Galatea. Buenos Aires. Pág 10.
33. Op cit. Ibid.
34. Sobre esta cuestión, vital para comprender el grado de subdesarrollo social e institucional se recomienda el análisis del texto de Ulrich Beck. BECK, Ulrich (1998): La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Paidós. Barcelona. Págs 101 y siguientes.
35. El Correo Español. 8 de febrero de 2.004. Pág 72. Estamos siendo herederos de una filosofía de marketing norteamericana, cuyos principales reclamos publicitarios relacionaban la calidad de vida con la productividad del individuo: “Do you want a shirt—a washsing machine, a breakfast food?Competition gives you a choice.Competition improves products and increases values.You are part of that competitive power.PRODUCE BETTER-LIVE BETTER.” El subrayado es original y la representación era una postal comercial. En KIPPING, Matthias y TIRATSOO, Nick (2001): “Americanisation in 20th century europe: business, culture, politics”. Vol 1 y 2. Centre de Recherche sur L´Histoire de l´europe du nord-ouest. Universidad Charles de Gaulle, Lille 3. Roubaix. Sobre las influencias culturales o mejor dicho “aculturales”, los autores comentan lo siguente: “Cultural influences: we wanted to find about the different carriers through which american cultural models were transferred to Europe, for example music and films, but also style in the widest sense, including the generation of identities. Among other things, contributors were asked to look at the business behin d these different cultural influences and/or government efforts to control and shape them.”. Op cit. Vol II. Págs 9-10. Es sumamente interesante el concepto subrayado de generación de identidades ya que resume bien la idea de aculturación norteamericana, pero no solo en Europa, sino en América Latina o en los países del ex bloque soviético.


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