La transición de mercados a sociedades emergentes

Iván Ureta-Vaquero

 

PRIMERA PARTE

I. Hombre, sociedad y economía.

"Es preciso insistir en que no perdamos de vista la responsabilidad que nos toca con respecto a la humanidad". (1)

Husserl.

“Que el poder público no resulte amo arbitrario sino un servidor de la colectividad, aunque sea no sólo administrador sino además regulador y productor”

Jorge Basadre.

Cuando José Cadalso se encontraba preso en tierras africanas escribió en una de sus famosas cartas –De Gazel a Ben Beley- uno de los pasajes más pesimistas pero a la sazón, más reales, que en resumen pintan el paisaje de las relaciones humanas.(2) Y aunque estas cartas fueron escritas en el siglo XVII poco o nada han variado las percepciones de un hombre con respecto a su entorno. Tanto fue así, que concluyó, que lo único de lo que le quedaban ganas era de retirarse al desierto para vivir solo y así, no sufrir los incongruentes juicios de aquellos se afanan por vivir más las vidas de los otros que las suyas propias. Sin embargo, ya nos dijo Aristóteles que el hombre es un animal social y que como tal su humanismo radica en la necesidad de vivir en un entorno colectivo.

Sea como fuere, parece que es posible identificar a la socialización y a la antisocialización como patrones válidos y justificados de conducta que cada uno de nosotros aceptamos en diferentes momentos de nuestra vida. Por ello vivimos en la dualidad de querer vivir en sociedad y en soledad. Esto se evidencia en una realidad que recordó aquel padre de la école des annales cuando dijo que somos más hijos de nuestro tiempo que de nuestros padres, de modo, que la aceptación de esa nueva filiación nos llena de contradicciones que tienen que ver con los complejos de nuestras supuestas convicciones personales y las convenciones sociales. Podría decirse que el éxito de una vida feliz, el éxito de una sociedad feliz, consistiría en la adecuación de un estilo narrativo biográfico y multibiográfico que permita una comunicación fluida entre los miembros de una realidad. Para esto es muy importante saber quien soy yo y quien es mi vecino. En definitiva, quién es el hombre.

Hoy en día esta pregunta es más necesaria que nunca, pero vayamos por partes. ¿Cuándo comienza a existir algo? Pienso que a partir del momento en el que se define y conceptualiza ese algo. Este constructo abstracto permite establecer la pauta a partir de la cual podemos seguir investigando. Procediendo de este modo comenzaremos este análisis a partir de un concepto un tanto novedoso a la par que controvertido: Zoológico humano temático. Esta es la metáfora con la que el filósofo alemán Peter Sloterdijk define la vida de los hombres en las ciudades. No es que estemos aceptando el concepto sin ningún tipo de restricción, ya que es evidente que la reducción del hombre a un animal de lujo tal y como lo perfila el mismo autor nos parece completamente antinatural. Pero sin embargo, puede ayudarnos esta idea para comenzar a esbozar las claves del propósito de este capítulo, que no es más que tratar de esclarecer algunas ideas de modo que las expuestas en los siguientes capítulos se entiendan mejor.

Retomando el discurso de Sloterdijk, definir a las ciudades como zoológico humano temático, es lo más parecido a llamarle animal al hombre, sin embargo desde una dimensión exclusivamente práctica, el hombre se ha visto culturalmente diseñado por un entorno que lo ha moldeado a su capricho desposeyéndole de todo aquello que le confiere naturaleza humana y por tanto, destruyendo el camino que conduce colina arriba a la humanización del mismo. Esta paulatina desposesión de los atributos humanos se ha visto intensificada gracias a un modelo antropológico derivado de una concepción económicista que no es, por cierto, actual. Con este planteamiento quiero huir de la idea de pensar en que los males de la sociedad actual se deba al capitalismo salvaje. Por supuesto que esto no es así. El capitalismo no es ni bueno ni malo. Es tan solo una definición conceptual de un momento histórico que en si no encierra un programa concreto. Lo que sí es cierto, es que dicho concepto –tan variable y tan discutible como otros modelos económicos; comunismo, feudalismo…- se ha ido construyendo sin tener en cuenta la base de un modelo antropológico sobre el que seguir construyendo el discurso teórico-práctico. (3)

De esta realidad ya se han dado cuenta algunos economistas. Aunque lo veremos más adelante, si examinamos la lista de premios nobel, durante los últimos años se ha observado un viraje notable en cuanto a la premiación de ideas o aportes. La ciencia económica, parece, o al menos como si de un cargo de conciencia se tratara, ha premiado a autores preocupados por el bienestar y la felicidad del hombre, hasta llegar al caso “extremo” para cualquier economista ortodoxo, de la premiación de Daniel Kanheman en 2002. ¡Un psicólogo! Creo que este reconocimiento removió muchos de los tradicionales sillones de la joven aunque fortísima ciencia económica.

Analista de la conducta humana, sin duda, Kahneman se preocupa por descubrir cómo actúa el hombre en el contexto social. Y con esta preocupación hemos comenzado este capítulo, pero desde un paso más atrás, ¿quién es el hombre actuante? La acción humana por tanto puede estar influenciada por varios factores. Hay que anotar en este punto que cuando utilizo el término acción estoy suponiendo que el lector sabe que dicho concepto es exclusivamente humano. Es decir, un animal no es capaz de realizar una acción. La acción es un atributo exclusivamente humano y esto lo explicó muy bien Karol Wojtyla en su antropología resumida en Persona y acción. Así, explica que desde el punto de vista lingüístico, en polaco, acción –Czyn- es un concepto que por convención es entendido y aplicado únicamente para las personas. Consideraciones semánticas aparte, Amitai Etzioni muestra en el cuadro que se reproduce a continuación que el comportamiento humano depende de una estructura social y ambiental en la cual se inscriben los preceptos morales y los factores económicos. (4)

Medioambiente y estructura

Social.

Comportamiento

Aunque el esquema presentado es muy simple, pienso que resume muy bien la calidad de la estructura social en la que nos desenvolvemos. Como se puede apreciar, el comportamiento tanto individual como colectivo depende o puede depender de la diferente dosificación de las dos esferas que influyen en el comportamiento: los preceptos morales y los factores económicos. De forma que, si individualmente puede caracterizarse a una persona por una mayor tendencia a actuar movido más por preceptos morales que por factores económicos o viceversa, así también se podrá evaluar la estructura y ambiente social. Pero aquí surge una pregunta imposible de evadir: ¿es la estructura social a través de sus patrones culturales la definidora del comportamiento individual, o es el comportamiento individual lo que configura el medioambiente y estructura social? La permeabilidad de ambas esferas es absoluta.

En este sentido como dice Frank Sheed, las familias se reúnen en la sociedad. Por este motivo de la existencia de la sociedad, la sociedad está basada en la naturaleza humana y es, por tanto, natural. Siguiendo a Sheed, la sociedad y su estructura se revela como una exigencia de la naturaleza humana, de modo que el hombre no puede alcanzar la plenitud de su dignidad como persona si no es en sociedad y cooperando con sus semejantes. Ahora, sí es cierto, que dicha combinación de aspectos individuales y colectivos representados, revelados naturalmente exigen unas formas de interacción conducidas por unos patrones comportamentales definidos. Hay varios caminos de lograr dicha interacción. Sean del modo que sean siempre existirá la interacción, pero algunas de ellas irán en contra de la naturaleza humana y sin embargo otras la potenciarán.

Parece que es necesaria la existencia de una autoridad que gestione y posibilite el alcance de ese coto exclusivamente humano. No estoy hablando, de acuerdo con Sheed de una autoridad externa que de forma caudillista y arbitraria exija determinados comportamientos en base a un atemorizante ejercicio del poder. Soy partícipe de la idea de que esa autoridad, es una exigencia natural en la sociedad. Que es consustancial a la misma y que por serlo es requerida por nuestra naturaleza humana. Nuevamente con Sheed, dicha autoridad no es conferida por los miembros de la sociedad, sino que es la propia naturaleza humana la que la exige: los hombres tienen el mismo poder para otorgarla que para otorgarse a sí mismos su propia naturaleza. Pero obviamente la implementación de dicho modelo natural exige la participación activa del hombre, quien a través de su inteligencia debe procurar la paulatina perfección del orden social en que se desenvuelve. Obviamente al argumentar estas ideas estamos refiriéndonos a un nivel estrictamente vital y temporal. Como comentábamos anteriormente existen dificultades para identificar y separar lo que pertenece a la esfera individual de la colectiva. La respuesta a la pregunta ¿es el hombre el que hace a la sociedad o la sociedad al hombre?, manifiesta esta complejidad, que sin duda presenta un esquema retroalimentado.

Es necesario ir un poco más allá. A pesar de que tanto los preceptos morales y los factores económicos influyen en el comportamiento, hay una diferencia sustantiva entre los dos elementos que configuran la calidad del comportamiento. De forma muy resumida podremos decir que los Preceptos Morales no son relativos mientras que los Factores Económicos, sí. De este modo, Etzioni (1990, p. 67) habla de la irreductibilidad del comportamiento moral, a la vez que Martha Nussbaum (1989, p. X) habla de las virtudes no relativas. En este momento es necesario precisar que no es lo mismo virtud que valores. Es muy frecuente oír en la calle a gente que dice que atravesamos una crisis de valores. Sin embargo los valores cambian con la experiencia mientras que los preceptos morales y así la virtud no, ya que no son cuestiones relativas. Habiendo aclarado esto de forma muy resumida, y continuando con la significación del cuadro precedente, se puede observar que, analizando el peso de uno otro factor se puede indicar que una estructura social tiene se caracteriza por su relativismo o no. Hagamos una pregunta sencilla: ¿Cuál piensa y diría usted que es la esfera que más pesa en nuestras actuales estructuras sociales? A) El comportamiento motivado por principios morales o B) El comportamiento motivado por factores económicos. Seguramente, aunque no se pueda negar la existencia de A usted habrá pensado que la respuesta más adecuada es la B.

De modo que se puede decir que el perfil antropológico que domina la estructura y medioambiente social es fundamentalmente un perfil antropológico que se mueve gracias a una génesis de percepción y de acción relativista. Contra esto, Etzioni (1990, ibid) expresa que el examen del comportamiento muestra que los individuos que buscan vivir de acuerdo a los principios morales se comportan de una forma sistemática y significativamente diferente a aquellos que actúan según sus propios placeres, o en resumen a partir de aspectos relativos. Por tanto ¿puede decirse que existiendo este diagnóstico estamos ante humanos en sociedad? ¿Tiene algo de cierta la visión de zoológico humano temático de Sloterdjik? Si entendemos que la elección racional es exclusiva del ser humano, si esta no se produce, nos estamos acercando más al modelo de comportamiento animal que al humano propiamente dicho. De todos modos no siendo tan pesimistas hay que decir que en el hombre, en general, existe una búsqueda de algún tipo de equilibrio entre los principios morales y los aspectos relativos, tratando eso sí de maximizar ambos. Pero como sabemos, la gran lucha se encuentra en el debate de las fuerzas que desestabilizan y hacen que dicho equilibrio sea muy difícil de conseguir. Como suelo decir, en economía, una de las palabras claves es la de equilibrio y no es por casualidad. Se debe a que casi todas las situaciones y eventos, son, en general, desequilibrios.

Cuando estudiábamos las relaciones entre el individuo, la familia y la sociedad, establecíamos que la autoridad que debe guiar con orden la estructura interna de un envoltorio llamado sociedad. Pero no estoy reflexionando en este punto como lo hizo Rousseau en su Contrato Social. Es necesario decir, aunque sea brevemente, que la obra de Rousseau podría tener algunos errores de observación, interpretación y conclusión. Si bien es cierto que Rousseau dice que antes de establecer los nuevos principios de convivencia de una nueva sociedad es necesario bucear para destacar las características de su estado natural para definir posteriormente su estado civil, en el capítulo IV referente al Pacto Social, el autor expresa lo siguiente: "Cada uno de nosotros pone en común su persona a todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y recibimos a cada miembro como parte indivisible del todo”.(5) ¿Qué es la suprema dirección de la voluntad general? Tengo muchísimo interés en tratar de criticar algunos paradigmas convencionalmente aceptados y este es uno de ellos. Y su crítica es pertinente en este momento. Si se expresa que la dirección de la voluntad general es suprema, se está sugiriendo su infalibilidad. Pero si establecemos que la voluntad general desde el punto de vista de Rousseau se establece gracias al diagnóstico de un estado natural y posteriormente analizado, a la instauración de un estado civil corremos un riesgo. ¿Cómo se analiza y se interpreta el estado natural del hombre? Y ¿quién y por qué lo hace? En definitiva, nuevamente estamos cuestionando la pregunta que flota sobre todo el texto; ¿cuál es el perfil antropológico que subyace al establecimiento de un estado civil? ¿Es infalible el análisis de un ilustrado como Rousseau al proponer un estado civil de acuerdo a su observación de la naturaleza del hombre? Aquí se podría decir que las interpretaciones pueden ser variadas y que el establecimiento de una sociedad también dependerá de esa varianza, sin embargo las consecuencias de esa aleatoriedad no pueden dejarnos indiferentes. Aristóteles expresó en Ética a Nicómaco - libro V -referente a la justicia, que las cosas bien hechas solo pueden hacerse bien de una manera, mientras que las cosas mal hechas pueden serlo de muchos modos.

Atendiendo a este axioma (, lo que parece justo) del estagirita, observamos que no pueden existir diferencias entre lo eidético y lo práctico y siendo esto válido, lógicamente hay que tener mucha precaución a la hora de establecer teóricamente lo ideal para traspasarlo al ámbito práctico. En resumen, hay que tener muy claro el perfil antropológico para que la abstracción pueda ser llevada a la práctica de forma adecuada. De modo que, insistiendo en la idea anterior, cuando observamos una defensa de la supremacía de la voluntad general estamos eludiendo la responsabilidad de analizar bajo que preceptos o principios se establece el perfil antropológico subyacente. De este modo, en virtud de la supremacía de la voluntad general estaríamos aceptando que, existe una autoridad gaseosa, ambivalente y dicho grado de abstracción, plagado de dualidades es lo que imposibilita al hombre establecer principios de autoridad derivados de su propia naturaleza, por lo que resultarán principios de poder derivados de este planteamiento convencionalista y contractual.

Como se puede apreciar estoy empleando dos conceptos completamente distintos, aunque muchas veces sus significados puedan tomarse como sinónimos. Me refiero a poder y autoridad. La autoridad es conferida en virtud al ejemplo manado de quien ejerce acciones de gobierno, mientras que el poder está asociado a conceptos de fuerza y despotismo, gracias a los cuáles el respeto y la factibilidad de ser obedecido derivan estrictamente de dichos mecanismos de coacción arbitraria. Obviamente, según esta diferenciación, la autoridad estaría más próxima a principios morales que respeten la libertad y el libre albedrío, mientras que el poder rodearía el relativismo impuesto por una ambivalencia arbitraria. Para que se entienda, se pueden poner dos ejemplos sencillos. Mahatma Gandhi fue capaz de establecer a través de sólidos principios morales, no relativos y universales, una conducta respetada por la comunidad internacional. Sin embargo, Hitler o Stalin tuvieron mucho poder pero a través del empleo de la fuerza y de un carisma derivado del temor que despertaban.

Estos dos conceptos podrán ser empleados para refinar el esquema de Etzioni mostrado anteriormente, donde se observaba una bicefalia que determinaba el comportamiento individual y colectivo y que obviamente terminaba por establecer el marco ambiental y estructural de una sociedad concreta. Sin embargo al esquema de Etzioni le faltaba incorporar los conceptos de autoridad y de poder para que así el análisis antropológico y sociológico fuera más preciso. Aunque más adelante afinaremos más los conceptos de praxis, en un nivel teórico habría que decir que a Etzioni le falta en su esquema, la presencia de un elemento aglutinante que caracteriza el comportamiento y consecuentemente la estructura y ambiente social. Hablábamos más arriba de unos principios morales y de unos principios relativos –factores económicos como dice Etzioni o pecuniarios como le gustaría decir a Thorstein Veblen- los cuáles intervienen en la definición del producto final llamado comportamiento, ingrediente fundamental de la estructura social. No vamos a establecer en este momento un análisis de caso concreto sino que vamos a presentar las dos categorías que de forma antagónica pueden revelarse.

De forma descriptiva –y en extremos- un modelo social y económico puede evidenciarse en forma A) Principios morales no relativos y B) Principios relativos. Tanto A como B se originan y se desarrollan como consecuencia de una percepción y definición antropológica previa que los imaginan. Superado el nivel eidético, la plasmación de unas pautas de conducta evidenciarán una mayor tendencia a A o a B en función directamente proporcional al modelo antropológico fundador. Para que dichos modelos funcionen y evolucionen necesitan un ordenamiento y una planificación que consciente o inconscientemente es hija de la percepción antropológica inicial. Veremos así que un modelo estará regido por un principio autoridad y el otro dominado por un poder arbitrario. En un esquema podría representarse del siguiente modo:

Modelo A. Moral no relativo/ Autoridad Modelo B. Relativo/Poder

Medioambiente

Estructura social.

Medioambiente

Estructura social.

Comportamiento Comportamiento

En el modelo A, no negamos la importancia de que existan unos factores económicos, puesto que de acuerdo con la tradición del aquinate, el hombre debe tener bienes que le permitan vivir con dignidad y debe así trabajar para procurarse una existencia y para dignificarse como persona ya que por el trabajo se revela al hombre, siendo el trabajo un bien del mismo o como diría Santo Tomás, un bonum arduum. Pero esto no significa que sean los factores económicos los que dominen el ámbito decisional. En el modelo A. los principios morales marcan los elementos de autoridad referenciados por la naturaleza humana. Por tanto no son arbitrarios. Sin embargo en un modelo como el B. los factores económicos o relativos, establecen su propia tiranía utilitarista subordinando así a unos principios morales, que sin bien no desaparecen, adquieren un papel prácticamente inoperante. Suponiendo la existencia de estas dos realidades ahora podremos analizar las características de la praxis social en función a una predominancia de un modelo u otro.


1. Conferencia de E.Husserl en Praga y Viena. 1935. “La crisis de la humanidad europea y de la filosofía”.
2. Pienso que es interesante copiar literalmente el fragmento. Cartas Marruecas de Gazel a Ben Beley. De uno mismo a uno mismo. LXXXI “No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo. Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes. Si, al contrario, uno es humilde y comedido, le desprecian por inútil y necio. Si ven que uno es algo cauto, prudente y detenido, le tienen por vengativo y traidor. Si es uno sincero, humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso; si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante. Estas consideraciones, pesadas con madurez y confirmadas con tantos ejemplos como abundan, le dan al hombre gana de retirarse a lo más desierto de nuestra África, huir de sus semejantes y escoger la morada de los desiertos o montes entre fieras y brutos.”
3. Es muy habitual que se piense que lo teórico y lo práctico pertenecen a niveles distintos, sin embargo entre ambas visiones existen conexiones indisolubles. Más adelante retomaremos los conceptos de teoría y praxis unidos al acto de pensar y de la acción en si.
4. ETZIONI, Amitai. 1990: The moral dimension. Towards a new economics. Free Press. P. 64.
5. Hay que explicar que este concepto esgrimido por Rousseau viene manado de una célebre frase: El hombre nace libre. No se puede negar la obsesión de los ilustrados por hablar de libertad, pero dicho concepto de libertad viene aunada a unos vicios representados a priori por una afirmación del utilitarismo lo que en si representa una paradoja. Esta obsesión por la supuesta libertad ilustrada le hizo decir a Rousseau que el hombre nacía libre, cuando en realidad, desde el nacimiento el hombre depende de otros –desde el cuidado básico de sus padres- y poco a poco se irá liberando de estas dependencias iniciales para ir asumiendo otras.


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