Haciendo negocios en Venezuela
 

Luis Oliveros

 

Competitividad, ¿Problema de todos?

 

Es ampliamente conocido que una organización (pública o privada) es competitiva, cuando posee ventajas competitivas (mas importantes que las comparativas) con respecto a sus similares, y tiene la capacidad de utilizarlas y mantenerlas. Si este concepto lo adaptamos a un plano mas macro, nos encontramos que un determinado país es competitivo cuando responde ventajosamente en los mercados internacionales (colocando sus productos), pero esto ocurre cuando las empresas de ese país, tanto públicas como privadas, son competitivas. Para alcanzar la tan anhelada competitividad en un país, se requiere un trabajo mancomunado, del Estado y del sector productivo privado.

El papel del Estado es “sencillo”:debe fomentar con sus políticas de gobierno, las condiciones necesarias para garantizar el normal desenvolvimiento de las actividades económicas de las empresas. Debe proveer una infraestructura de calidad, debe saber alcanzar una estabilidad macroeconómica y política perdurable en el tiempo y saberla promocionar para utilizarla entre los inversionistas, pero tal vez lo más importante, es ofrecer fortaleza en las instituciones (la tan deteriorada, pero imprescindible credibilidad). Sin estos elementos, el alcance de un buen nivel competitivo para las empresas nacionales se torna muy cuesta arriba.

Pero si el rol del Estado es fundamental, no podemos restarle obligaciones a los empresarios, y es que de una actitud autoprotectora deben pasar a un planteamiento mas abierto y dinámico, porque solo así se podrán insertar en una economía global cada día más globalizada. Las empresas deben priorizar medidas que las ayuden a alcanzar nuevos nichos de mercado, diversificar su producción e incorporar valor agregado a sus productos. Para alcanzar todo esto, la primera herramienta que siempre se enumera es la tecnología, no obstante contar con una mentalidad innovadora, que ayude a emprender nuevas fórmulas para alcanzar mayor competitividad pareciera ser la mas importante y vital de las cualidades con las que debe contar toda empresa que quiera montarse en ese tren. Lamentablemente nuestro país representa un ejemplo de las cosas que no deben hacer estos dos actores, si quieren alcanzar el status de competitivos.
Por un lado tenemos que nuestro Estado desde hace muchos años, no cumple con su parte de este “trato por la competitividad”, ya que los venezolanos tenemos bastante tiempo (podríamos hablar de mas de 32 años), sin gozar de un ambiente macroeconómico estable y de un estado civil fuerte, muy por el contrario, la historia de desequilibrios fiscales y monetarios, y la agitación política de los últimos 12 años, no crean el caldo de cultivo propicio para avanzar en los niveles de competitividad. Y por el otro una gran parte de los empresarios venezolanos se acostumbraron a las bonanzas petroleras, al competir amparados en diferenciales cambiarios, subsidios, en fin cualquier subvención que Papá Estado pudiera ofrecer, sin darse cuenta de cosas tan elementales como por ejemplo, mientras la totalidad de sus ingresos eran en bolívares devaluados, un porcentaje importante de sus costos se generaban en dólares cada día más costosos.
Al final, un Estado incapaz de ejecutar políticas coherentes y una buena cuota de empresarios sin mentalidad emprendedora, se unieron para colocarnos en un lugar bien bajo de competitividad en el mundo.
Alguien escribió que “un país competitivo entraña un cambio de mentalidad colectiva”, y esto pareciera ser lo que se podría aplicar en el caso Venezuela. Debemos recordar, porque a pesar de que la tarea es ardua, y difícil, los beneficios económicos y sociales son demasiado valiosos.


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