La Economía Política de la Construcción del Socialismo
Figueroa Albelo y otros

 

 

MODELOS DE TRANSICIÓN AL SOCIALISMO DESDE EL DESARROLLO

 

Víctor M. Figueroa Albelo

 

El examen de las transiciones en la periferia subdesarrollada obliga necesariamente a tomar en cuenta la herencia de los clásicos del marxismo, sus visiones y práctica histórica, la de Lenin, en la construcción económica.

 

1. PROYECTO HISTÓRICO DEL PROLETARIADO EN EL LEGADO DE MARX

La transición es comunismo como proceso inicial de la formación histórica del nuevo modo de producción e intercambio y por el contenido incipiente de las nuevas relaciones económicas y sociales socializadas por la sociedad en su conjunto. La transición no es comunismo totalmente por las limitaciones y alcance de su contenido económico y social. Es, por tanto, un período específico que media entre el capitalismo y el comunismo, o mejor todavía que precede a su fase inferior, llamada socialista.[1] En estos contextos, es que puede definirse una interpretación clásica o modelo clásico de transición socialista en los pronósticos de Marx, diferente a lo que ocurrió en la praxis histórica.[2]

Marx no dejó un modelo detallado de la sociedad comunista futura, sino una teoría científica del desarrollo. La ausencia de un proyecto preciso y detallado de la economía, la sociedad y el Estado poscapitalista es una de las pruebas más convincentes de su fidelidad al socialismo científico.

Para Marx y Engels "(...) el comunismo no es un Estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el Estado de cosas actual".[3] Según esta tesis no hay ni puede haber un protomodelo de comunismo. La teoría general del desarrollo marxista postula simplemente que la “misión histórica y la razón de ser del capital” consiste en “el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social. Es así, precisamente, como crea, sin proponérselo, las condiciones materiales para una forma más alta de producción”.[4]

El modelo de transición al socialismo tampoco podía ser pronosticado en forma detallada, sino al sumo enunciado sus costados más esenciales. No era ni podía ser previsto el curso del proceso de transición, los modos y maneras en que tendría lugar ni las formas concretas que adoptarían las relaciones entre el Estado, la sociedad y la economía. Las respuestas más concretas que dieron los clásicos se vincularon al proceso revolucionario para la toma del poder político y la transformación radical de la sociedad capitalista hacia el comunismo. Las concepciones marxistas en este campo se formaron a partir de la teoría del desarrollo capitalista y del derrumbe y la asimilación crítica de la experiencia revolucionaria acumulada en la Europa de aquellos años.

En este apartado se tratará de presentar un cuadro resumido de las ideas principales expuestas por Marx y Engels respecto a la transición a fin de poder evaluar este problema en la experiencia particular soviética y tercermundista.

Revolución proletaria

La concepción marxista del derrumbe del capitalismo está sustentada en la teoría de la plusvalía y de la acumulación del capital. La socialización capitalista universaliza las condiciones materiales y sociales del orden burgués; escenario donde se enfrentan las fuerzas productivas universalizadas con las relaciones capitalistas universalizadas y el proletariado universal contra la burguesía. “El proletariado solo puede existir en un plano histórico-universal, lo mismo que el comunismo, su acción, sólo puede llegar a cobrar realidad como existencia histórico-universal”.[5]

No importaba para ello que la lógica del desarrollo desigual del capitalismo asignara a uno u otro país, o conjunto de países, un papel hegemónico mundial, “El comunismo, empíricamente, solo puede darse como la acción “coincidente” o simultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado”.[6]

La revolución proletaria sobrevendría en los países desarrollados y revestiría en consecuencia un carácter universal; luego se propagaría en cascada más o menos rápida y voluntariamente a través del mundo en virtud del dominio económico y el ejemplo de los países dominantes ya revolucionados. Engels subraya este punto de vista: “Una vez Europa esté organizada, así como América del Norte, eso dará un impulso tan fuerte y será un ejemplo tan grande, que los países semicivilizados seguirán ellos mismos nuestra senda; de ello se ocuparán, por sí solas, las demandas económicas”.[7]8 En tales condiciones, el comunismo no enfrentaría la bipolarización mundial ni el antagonismo que supone la existencia paralela del sistema capitalista.

En síntesis, al comunismo se arribaba a partir de un proceso revolucionario, fruto del agotamiento del desarrollo contradictorio del sistema capitalista; era un resultado directo del desarrollo y no un modelo para alcanzar el desarrollo.

Los clásicos del marxismo rechazaron abiertamente la idea de un "comunismo local". Con este concepto se referían al acceso a la construcción del comunismo en un país o conjunto de países de fuerzas productivas atrasadas, porque “sin ella (se refieren al desarrollo de las fuerzas productivas. VF) solo se generalizaría la escasez y, por tanto, con la pobreza, comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la miseria anterior”(...) “las mismas potencias del intercambio no podrían desarrollarse como potencias universales y, por tanto, insoportables, sino que seguirían siendo simples “circunstancias” supersticiosas de puertas adentro, y (...) “toda ampliación del intercambio acabaría con el comunismo local”.[8]

Años más tarde, Marx, previó la posibilidad de revoluciones sociales en Irlanda, Francia e incluso en Rusia. En todos estos casos mantuvo la línea fundamental de su pensamiento. Aceptaba que la revolución en Irlanda podría ser realidad "aunque bajo formas anticuadas". Hacia 1870, en vísperas de la Comuna de París, admitía que "La iniciativa revolucionaria partirá, sin duda, de Francia, pero solo Inglaterra podrá servir de palanca para una revolución económica seria (...)”; a Inglaterra "hay que tratarla como la metrópoli del capital".[9]

A finales del siglo pasado, estudiando el caso ruso y el problema de la comuna rural, ambos coincidieron, en que el centro revolucionario europeo se venía trasladando hacia el Oriente y llegaron a considerar la posibilidad de que en esas circunstancias Rusia pudiera dar la "señal para una revolución proletaria en Occidente" [10] de modo tal que ambas se complementaran.

Con relación a las colonias, se preguntaron sobre las posibilidades de la revolución y construcción comunista. Engels precisa que la revolución en estos países semicivilizados dependía de la victoria revolucionaria en Europa y América del Norte y que “Las fases sociales y económicas que estos países tendrán que pasar antes de llegar también a la organización socialista,(subrayado por V.F.) no pueden,(...), ser sino objeto de hipótesis (...)”.[11] Así entonces, entre el estallido revolucionario y la construcción del socialismo mediaba una diferencia esencial, determinada por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. [12]

Transición y comunismo

La transición al comunismo constituye un período particular del proceso lógico-histórico de formación y desarrollo del modo comunista de producción e intercambio. Según la hipótesis de Marx, tal período constituía un paréntesis (subrayado lo de paréntesis por VF) en los marcos del gran salto histórico del capitalismo al "socialismo avanzado". [13]

En “Crítica al Programa de Gotha” define que "Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura del proletariado”.[14] En la misma obra, refiriéndose a lo que denominara "primera etapa de la sociedad comunista" o "comunismo crudo", esto es a la fase socialista, escribe: "De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede. (...) Pero esos defectos son inevitables en la primera etapa de la sociedad comunista tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento”.[15] Obsérvese la reiteración implícita acerca de la brevedad que le asignaba al período de transición. La transición socialista, genéticamente hablando, nace del desarrollo y no constituye, por tanto, una etapa o modelo específico de acumulación para superar el atraso.

La asimilación de esta tesis es clave para entender cabalmente el lugar que Marx le asignaba a la transición; cuyo contenido esencial encierra la reestructuración revolucionaria de la base económica, lista ya para el cambio, y la tarea de reorganización de las relaciones políticas y sociales mediante la transformación radical de la superestructura bajo la dictadura del proletariado. El proletariado en el poder comenzaría a revolucionar la economía, la sociedad y la conciencia social; esta última cambiaría en un tiempo dilatado, incluso más allá de los límites del período de transición.[16]

Una vez superada la etapa de transición, la sociedad entraría en la fase socialista del desarrollo comunista la que abarcaría un largo proceso histórico de redespliegue y desarrollo de las fuerzas productivas y su potenciación a escala universal, orientados a superar la vieja división mundial del trabajo, la creación de una masa creciente de riqueza y bienestar. El hombre nuevo se forjaría en este complejísimo proceso.

La superación de las taras de conciencia, heredadas del capitalismo, no superables durante la transición sería un objetivo fundamental de la fase socialista y ocuparía toda una época histórica. En esta dirección interactuarían el empleo de incentivos materiales y morales; el primero por intermedio de la distribución según el trabajo y los resultados. La creación del hombre nuevo era el componente más complejo y estratégicamente decisivo para el triunfo del nuevo orden social.

La transición es, por tanto, comunismo inicial, incipiente e incompleto; y no puede dejar de contener atributos económicos y sociales de su ser maduro como del viejo orden que acaba de desplazar. Este movimiento real debe asimilar en todas sus etapas y estadios, de alguna manera y a un nivel dado, determinados rasgos económicos y sociales esenciales del paradigma comunista so pena de extraviar su trayectoria.

Base económica de la transición en el modelo clásico

La base económica de la transición al comunismo se forma a partir de la supresión positiva de la propiedad capitalista desarrollada. El capital es socializado por la sociedad, que lo coloca bajo su dominio y regulación. La propiedad social comunizada sobre los medios de producción, en sentido económico y jurídico, es el eje central del conjunto de las nuevas relaciones de producción e intercambio, bajo el mando del proletariado convertido en clase dominante. Estos son los signos que identifican el contenido y trayectoria de la transición al comunismo.

¿Qué es la propiedad social comunizada para Marx? Esta es esencialmente "una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo".[17]

La propiedad social comunizada es la negación de la negación en tanto que niega al capital (privatización de las fuerzas productivas sociales) que, a su vez, había negado la propiedad privada individual (privatización de las fuerzas productivas individuales). La propiedad social comunizada toma de la propiedad individual su principio clave: la identificación plena del sujeto de la propiedad y del productor (trabajador); esto es, la unidad indisoluble del trabajador y el propietario. Pero aquí tal identificación ocurre en los marcos de la posesión colectiva de los medios de producción existentes con el nivel técnico más alto alcanzado por el capitalismo. En este plano, la tendencia dominante ha de ser hacia la plena identificación del trabajador como individuo y propietario colectivo simultáneamente; ella es la verdadera esencia que identifica a la propiedad comunista,[18] no importa la etapa o fase de desarrollo en que se encuentre ni las formas o modos en que se realice prácticamente.

La nueva propiedad social puede realizarse sobre la base del cumplimiento de tres premisas básicas. Primero, la posesión colectiva de los medios de producción; segundo, la cooperación a escala de toda la sociedad, lo que supone a su vez la regulación social del proceso de producción global y, tercero, la presencia de los progresos de la era capitalista, es decir, las fuerzas productivas totalmente socializadas por el capitalismo. Por tanto, la base económica y material de la transición debía partir necesariamente de aquella que se había alcanzado por los países capitalistas de más alto desarrollo. Marx y Engels presuponían que el modo de producción capitalista habría logrado previamente la eliminación de los vestigios de la pequeña producción.[19] En rigor, se trata de un modo de producción capitalista que ha resuelto el problema de la heterogeneidad económica y, por tanto, a la transición, en la visión de Marx, no se le imponía la heterogeneidad económico-social de su base económica o lo que equivale a lo mismo, la económica mixta para impulsar, con el desarrollo, la homogeneidad comunista.

Estudiando el caso de Alemania y Francia, Marx y Engels, enfrentaron un problema político y económico singular. Allí el campesinado no había sido liquidado y constituía una masa considerable al lado del proletariado industrial. Eran clases aliadas, de cuya unidad dependía el futuro de la revolución. La superación positiva de ambos problemas por los cauces de la transición debía ser resuelta por intermedio del cooperativismo, que emergía así, como una fórmula socialista específica de la propiedad social apropiada a la transición. Por semejantes razones, en el caso de la comuna rusa, Marx y Engels no plantearon su liquidación, sino que consideraron viable su paso directamente a "la forma superior de propiedad colectiva, a la forma comunista" [20] si la revolución en Rusia era seguida por la del Occidente europeo.

La economía comunista va transformando el papel y lugar de los individuos en la sociedad. El nuevo carácter de esta economía, según Engels, viene dado por "un Estado de cosas que permita a cada miembro de la sociedad a participar no solo en la producción, sino también en la distribución y en la administración de las riquezas sociales y que mediante la dirección planificada de toda la producción, acreciente de tal modo las fuerzas productivas de la sociedad y su rendimiento, que se asegure a cada cual en proporciones cada vez mayores la satisfacción de sus necesidades razonables".[21]

Esta tesis es medular, porque revela un atributo inalienable de la propiedad social comunizada (de aquí en adelante propiedad social) en todos los estadios de su desarrollo. Esta esencia hay que concebirla como resultado de un proceso prolongado de participación creciente y total de los miembros de la sociedad en la cosa social en todas las etapas de desarrollo de la formación comunista. Las formas empíricas que asuma esta articulación podrán acelerar más o menos su materialización. Lo importante de esta concepción radica en que abre las puertas a la comprensión de la unidad y diferencias existentes entre la propiedad social y sus distintas formas de existencia; aún más, sirve para valorar las relaciones de mediación entre el Estado, la sociedad y los individuos.

Las modalidades específicas que podría asumir la propiedad social no fueron objeto de una atención especial por Marx ni Engels. Ellos solo sentaron los principios generales a los que debía atenerse el movimiento económico y el contenido de aquella propiedad social.

La propiedad social y la estatal no pueden identificarse directamente; la última aparece como una forma concreta, específica, de la primera. En varios documentos como el Manifiesto del Partido Comunista y el Antidühring se subraya el concepto de estatización, enfocado como "centralización de los instrumentos de producción en manos del Estado" [22] y conversión de los "medios de producción en propiedad del Estado", [23] una vez que el proletariado tomara en sus manos el poder y ejerciera su dominación política.

La lógica de esta tesis durante la transición resulta congruente con el carácter que venía asumiendo la socialización capitalista, donde el Estado cumplía la función de propietario capitalista colectivo que se suponía era el límite superior de la socialización capitalista. Pero, no debe olvidarse que para Marx el paso de los medios de producción al Estado con la revolución, equivalía al punto de partida del proceso por el cual el proletariado "se destruye a sí mismo como proletario", [24] por lo que la forma estatal tenía un carácter transitorio, de mediación entre dos estadios económico-sociales cualitativamente diferentes.

Cierto que el Estado no puede ser abolido, sino que se extingue. El Estado representa los intereses del proletariado y de toda la sociedad, por lo que ejercería funciones económicas y de regulación social en nombre de la sociedad. El nuevo papel del Estado proletario parte del derecho de propiedad, posesión y apropiación de las fuerzas productivas y del producto social por todos y cada uno de los miembros de la sociedad, lo que solo puede llevarse a cabo en tanto que realización económica y social de la comunidad de productores. Esta forma de la propiedad social se aproxima a la esencia de la propiedad social solo en la medida que real y efectivamente cada miembro de la sociedad participa en la producción directa, en la distribución y en la administración de las riquezas sociales; en una palabra, si ocurre la identificación creciente de cada uno como propietario y productor, simultáneamente. Así es el modo en que los individuos pueden realizarse en su dualidad de productores y de propietarios, dueños directos de los resultados de su trabajo y como intregrantes de la totalidad social.

Marx concibió ya hacia 1866 la posibilidad de organizar toda “la producción social en un sistema armonioso y vasto de trabajo cooperativo” [25], siempre que fuese antecedida de la revolución proletaria. La “producción social en un sistema armonioso y vasto de trabajo cooperativo”, supone la disociación del monopolio de la propiedad del de la posesión sobre los medios de producción. Tal disociación implica que el Estado conserva la función de propietario de los medios de producción fundamentales, en nombre de toda la sociedad y que, por otro lado,  los colectivos de trabajadores cooperativizados ejecutaran la función de producción. Un modelo semejante exige un sistema complejo de regulación social de la cooperación y combinación del trabajo y de la distribución del producto social.[26]

El estímulo material y espiritual al desarrollo del proletariado, como fuerza productiva fundamental de la sociedad y creador de la riqueza social, está mediada por la realización positiva de la contradicción propietario-productor. La distribución por el trabajo asume el papel de palanca estimuladora en tanto es capaz de reflejar dicha mediación y el proceso contradictorio de continuidad y ruptura entre el capitalismo agonizante y el socialismo naciente y la relación individuo-sociedad a todo lo largo de la construcción socialista.

Estado y democracia

La experiencia de la Comuna de París fue sintetizada teóricamente por Marx y enriqueció la teoría del Estado en la transición al socialismo. El Estado se extingue en la construcción del comunismo a medida que desaparecen las clases sociales y el gobierno de la gente es sustituido por la administración de las cosas. Esta concepción está íntimamente ligada a la del comunismo universal que supone la universalización del Estado sin la oposición externa de un capitalismo ya inexistente o reducido a su mínima expresión.

El Estado es la forma fundamental de la superestructura; por su intermedio se establecen múltiples relaciones y mediaciones entre las clases sociales, los individuos y la sociedad, según el grado de realización de la propiedad social, la democracia y la desalienación del individuo. El Estado de la dictadura del proletariado no podía ser otro que una forma desarrollada de la democracia, representada por la clase mayoritaria y dominante de la sociedad –el proletariado industrial. El Estado proletario estaba subordinado, por tanto, a la sociedad en todo y por todo y jamás podría colocarse por encima de ella. Su esencia democrática supone la desarticulación y liquidación de los institutos del viejo Estado burgués con su burocracia, bajo el dominio de la mayoría y la subordinación voluntaria de los individuos.

La experiencia de la Comuna, aunque incipiente e incompleta, permitió revelar la capacidad de las masas para alcanzar su propia liberación e instaurar el reino de su dominación en la tierra.[27] La burocracia y la estamentalización de una capa de la sociedad en los poros del Estado furon excluidos, ya que los servidores públicos debían ser elegibles y revocables lo que garantizaba la movilidad y el dinamismo de los representantes del pueblo. Los cargos públicos carecían de incentivos económicos especiales; sus salarios equivalían al de los obreros. El ejército profesional fue abolido, siendo sustituido por el pueblo armado; las funciones legislativas y ejecutivas se fundieron en una sola corporación de trabajo. No era un Estado de cuadros, sino de representantes del proletariado. Un partido político del proletariado, que asumiese el papel de dirigir a la sociedad y al Estado en nombre de los intereses cardinales de la clase tampoco encajaba en el esquema de la dictadura del proletariado que Marx previó y la Comuna no llegó a reflejar esta necesidad. En el Manifiesto del Partido Comunista se declara enfáticamente: "Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a otros partidos obreros. No tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado. No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento proletario".[28]

El posterior desarrollo de la gran industria, la ampliación numérica y organizativa del proletariado y el fraccionamiento político del movimiento obrero entre otras cuestiones, darían pie, años más tarde, para una reformulación de esta tesis y correspondió a Lenin el desarrollo de la teoría del partido en la revolución y la construcción socialista.

El proletariado, una vez asumido el poder, iniciaba un proceso de doble transformación: 1- su conversión de proletarios en propietarios comunes, con todos los atributos correspondientes en la dirección, administración y apropiación de la riqueza social; 2- su autoliquidación como clase social equivale a la liberación total de los individuos de la sociedad; pero en este paso el Estado "se destruye a sí mismo", mejor comienza a extinguirse; la democracia participativa alcanza su máxima expresión, o lo que vale lo mismo, se extingue la democracia.

La democracia como el Estado es fruto de la sociedad de clases; con la extinción de estos últimos ambos institutos históricos desaparcen. Los individuos y la sociedad alcanzan la verdadera libertad y con ella, acaba la prehistoria de la civilización.

2.  LA TRANSICIÓN AL SOCIALISMO EN EL PARADIGMA LENINISTA

El estudio de las deformaciones del socialismo en la URSS, que condujera al derrumbe, comienza necesariamente por plantearse las siguientes preguntas. ¿Existió un proyecto original, previo, diferente, de transición al socialismo que más tarde fuera transformado o más bien violentado? ¿Cuál era el contenido y génesis de aquel proyecto alternativo? Si se logran estos propósitos, entonces, se estará en condiciones de dimensionar y valorar en todo su alcance la génesis del modelo de socialismo que emergió luego de la muerte de Lenin y que se derrumbara a finales de este siglo.

La revolución proletaria en la época del imperialismo

El proyecto histórico de la revolución rusa y de la transición al socialismo en aquel país si bien partía de las concepciones originales de Marx y Engels, no podía dejar de asimilar las condiciones particulares del desarrollo del capitalismo mundial y de Rusia al filo de la primeras décadas de este siglo (XX). Lenin había defendido la tesis de la revolución proletaria en un esquema diferente al planteado por Marx, al plantear que era posible que la revolución "triunfe primero en unos cuantos países capitalistas, o incluso en un solo país capitalista".[29]

Los fundamentos de este enfoque tienen su fuente en la teoría del imperialismo y de las peculiaridades de la ley del desarrollo económico y político desigual del capitalismo a escala internacional en la era del imperialismo. Según esta lógica, el desarrollo político seguía un curso inverso al económico en virtud de lo cual el estallido revolucionario podía emerger en uno o más países atrasados y débiles económicamente de la cadena imperialista. Con las debidas diferencias lógico-históricas, Lenin retomó este concepto de otro análogo elaborado por Marx en 1844-45, relativo a las posibles colisiones en países industrialmente menos desarrollados.[30]

El desarrollo del capitalismo había dado paso a su etapa monopolista y, finalmente, a su variante más completa: el capitalismo monopolista de Estado. La universalización de las fuerzas productivas y la interdependencia de las relaciones económicas mundiales, reforzaron el despliegue de una doble bipolarización mundial: a) entre los países del capitalismo monopolista de Estado y b) entre estos y los atrasados, subdesarrollados y dependientes. Un puñado de naciones del primer grupo comenzó a comandar el desarrollo mundial.

Si bien la revolución proletaria podía iniciarse en uno o más países del grupo más atrasado del capitalismo monopolista, a la inversa de lo enunciado por Marx, su universalización se valoraba como objetivamente inevitable e indispensable para el triunfo del comunismo. La revolución, iniciada en un punto atrasado del capitalismo desarrollado, levantaría oleadas revolucionarias, una reacción en cadena, que alcanzaría finalmente a los países hegemónicos del imperialismo. La universalización del comunismo sería fruto, por tanto, de una revolución permanente y prolongada. Según Lenin, el foco proletario victorioso “se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados”,[31] porque, finalmente, "la libre unión de las naciones en el socialismo es imposible sin una lucha tenaz, más o menos prolongada, de las repúblicas socialistas contra los Estados atrasados".[32]

Los signos distintivos de la concepción leninista sobre la revolución proletaria, que enriquecieron al marxismo, incluyen entre otras tesis principales las siguientes:

§         La revolución proletaria puede iniciarse en uno o varios países de la cadena imperialista, sin que necesariamente sean los más desarrollados.

§         Un partido del proletariado, reflejando los intereses cardinales de la clase, obra en calidad de dirigente y garante de la revolución.

§         La revolución proletaria antes de universalizarse, atraviesa un período prolongado de bipolarización mundial antagónica de fuerzas, representadas por el proletariado y la burguesía, organizados estatalmente a escala mundial.

§         La revolución permanente es la partera de la revolución mundial.

En el fondo, esta concepción reafirma la necesidad expresa de universalizar la revolución proletaria, como garantía del triunfo definitivo del comunismo sobre el capitalismo en la Rusia Soviética. Además, da la medida de la continuidad creadora del marxismo en Lenin y su plena identificación con el proyecto de Marx.

Múltiples condiciones económicas, sociales, políticas internas e internacionales, fueron conformando la situación revolucionaria en Rusia. Desde finales del siglo XIX, el movimiento revolucionario de las masas, encabezado por los destacamentos del proletariado, dirigidos enérgica y activamente por el partido de Lenin, alcanzó niveles superiores al del resto de Europa. Así, en Rusia se repetía el caso francés del último tercio del siglo pasado, que preparó el advenimiento de la Comuna de París.

La Rusia zarista estaba incluida entre los imperios monárquicos de la época, poseedor de inmensas colonias en Asia. Allí el orden capitalista se había desarrollado y la monopolización de la economía contenía los rasgos propios al capitalismo monopolista de Estado.[33] Pero, en Rusia se combinaban los elementos de la modernidad capitalista con un mar de campesinos y de atraso cultural y técnico increíbles. Por esta misma razón, el proletariado era poco numeroso, aunque con un alto nivel de concentración; políticamente era el más organizado y combativo de Europa a inicios del siglo XX. La supeditación de Rusia a Europa occidental era proverbial. La I Guerra Mundial agudizó la lucha en un amplio espectro y fue el catalizador del estallido revolucionario. Finalmente, la revolución proletaria triunfó en Petrogrado y se expandió rápidamente por el resto de aquellas inmensidades, atrayendo a las masas campesinas, que constituían la gran mayoría de la población, tras el incentivo de la tierra y la liberación definitiva de la servidumbre.

La guerra civil y la intervención imperialista directa intentaron aplastar a la revolución sin lograrlo. Pero, la oleada revolucionaria en Europa no alcanzó su objetivo de revolucionar el orden capitalista. El fracaso de la socialdemocracia alemana en 1923, luego de las experiencias de Lituania y Hungría, más el caso polaco, abrieron una etapa de reflujo del movimiento revolucionario europeo.

La revolución proletaria rusa revolucionó las colonias del zarismo, que se unificarían en su gran mayoría en la URSS desde principios de los años veinte. El atraso económico y social de estas excolonias es difícilmente exagerable. Al final, la revolución proletaria quedó encerrada en el espacio geopolítico del antiguo imperio zarista. Este fue el escenario de donde partió la primera experiencia histórica de la transición al socialismo, que marcaría de modo especial al primer proyecto de construcción del comunismo.

La transición al socialismo: modelo especial de desarrollo

La transición al socialismo en la Rusia soviética planteaba nuevos problemas no contemplados hasta entonces en la teoría, porque el capitalismo ruso no daba ni podía dar un salto precisamente al "socialismo avanzado".[34] En el caso de Rusia, los eslabones del capitalismo monopolista y monopolista de Estado se entremezclaban con un mar de economía precapitalista.

La teoría marxista de la transición socialista exigía que se le tratara como una ciencia. Correspondió a Lenin la fundación sus principios generales de esta ciencia, partiendo de la asimilación crítica del marxismo precedente y de la experiencia particular soviética.

Somos del criterio de que Lenin esbozó para el caso soviético las iniciales de una teoría de la transición que se resume en un modelo de desarrollo especial, alternativo, de construcción del socialismo para el caso soviético. La URSS partía de un capitalismo monopolista atrasado (en eso radica lo peculiar) frente al CME que dominaba en los países más desarrollados del capitalismo.

El advenimiento del capitalismo monopolista, desde finales del siglo XIX, y su evolución hasta el capitalismo monopolista de Estado (CME) en los países dominantes, marcaba el escalón superior del desarrollo capitalista de la época y del proceso evolutivo histórico-natural de la sociedad bajo el capitalismo. Para Lenin el CME representaba "la preparación material más completa para el socialismo, su antesala, un peldaño de la escalera histórica entre la cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún peldaño intermedio”[35].

A partir de esta tesis, esbozó otra anticipadora y esencial que define la transición como un modelo de desarrollo especial, alternativo: "No se puede entrar por la puerta del socialismo si no es cruzando esa <antesala> que nosotros no hemos alcanzado”[36]. De lo que se deduce que la gran misión de la transición al socialismo en el caso ruso se reducía a impulsar las fuerzas productivas hasta alcanzar al “peldaño” previo al socialismo.

Un modelo de desarrollo semejante ocuparía lógicamente un larguísimo período histórico de preparación material, económica, social y cultural. Así, el “breve paréntesis histórico” pronosticado para la etapa de transición en el modelo clásico, se transformaba en un proceso prolongado en que actuaría de lanzadera del despegue económico, obviando la lógica de la acumulación del capitalismo monopolista. Una vez llegado al escalón de desarrollo de los países más avanzados del CME podría darse por terminado el período de transición y se alcanzaría el "peldaño llamado socialismo", "pues el socialismo no es más que el paso siguiente del monopolio capitalista de Estado. O dicho en otros términos, el socialismo no es más que el monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista".[37] Otra tesis leninista equivalente a la anterior consiste en que "El factor más importante, el decisivo para el triunfo del nuevo régimen social, es, en última instancia, la productividad (...) el capitalismo podrá ser y será definitivamente derrotado, porque el socialismo alcanzará un nuevo grado de productividad del trabajo, muchísimo más elevado".[38]

Las dos tesis anteriores confirman que Lenin retoma la idea esencial de Marx y Engels del tránsito al comunismo como un proceso universal y, segundo, que el acceso al "socialismo", primera fase del modo comunista de producción, solo puede concebirse, una vez que el modelo de transición haya cumplido su gran tarea histórica de desarrollo en el plano local, meta que se viabilizaría más rápidamente, sí la revolución proletaria estallara en los países dominantes del capitalismo monopolista. Esta última premisa siempre figuró como condición para el salto histórico en el pensamiento de Lenin.

La experiencia soviética constituía para Lenin (1923) un caso particular del movimiento general del capitalismo al comunismo. "Dentro de la regularidad general del desarrollo que se observa en toda la historia universal, no quedan en modo alguno excluidas, sino que, por el contrario, se presuponen etapas determinadas de desarrollo que representan una peculiaridad, ya sea en la forma o ya en el orden de este desarrollo", y remata la idea "Rusia, situada en la línea divisoria entre los países civilizados y aquellos que por vez primera son arrastrados definitivamente (...) al camino de la civilización (...) podía y debía revelar ciertas peculiaridades que no se desvían (...) de la línea general del desarrollo mundial, pero que hace que se diferencie su revolución (...)".[39] Lamentablemente, esta tesis fue olvidada y sepultada su significación por la apologética del marxismo-leninismo soviético con posterioridad a los años treinta.

La conclusión fundamental de este epígrafe se reduce a subrayar que la transición al socialismo en Rusia representaba un fenómeno particular, un modelo especial de acumulación para el desarrollo, apropiado a un país atrasado del capitalismo monopolista de Estado. Era un modelo especial bajo el mando del proletariado victorioso, que llevaría a cabo esta gran misión histórica en un largo período hasta alcanzar el nivel de desarrollo de los países del CME, obviando la lógica de la ley de la acumulación  capitalista y el papel hegemónico de la burguesía monopolista.

La transición al socialismo en la URSS representaba por sí mismo un salto histórico, un adelantamiento del proceso histórico-universal de la sociedad capitalista a la comunista. Allí la vía socialista no emergió, históricamente hablando, como un producto directo del desarrollo capitalista interno, sino como consecuencia de la ley del desarrollo desigual del capitalismo monopolista; fue un “parto” para promover el desarrollo bajo el dominio de la sociedad en pleno. La Rusia soviética envuelve el hecho histórico de una sociedad que sale del capitalismo monopolista, sin completar su desarrollo y una parte de los medios de producción es absorbida por la sociedad que inicia un movimiento económico cualitativamente diferente, esto es, el camino socialista.[40]

La teoría de la socialización marxista es, con todo derecho, la base metodológica general, la clave fundamental, para el diseño de este modelo de desarrollo; esto es, para abordar la reestructuración de la base económica heredada del capitalismo, el diseño del mecanismo económico y la definición y elección de los pivotes interno de la acumulación en función de la construcción del socialismo.

RASGOS GLOBALES DEL MODELO

Hay un conjunto de rasgos que tipifican al modelo de desarrollo especial de la transición al socialismo en la URSS que toman en cuenta los marcos sociopolíticos internos globales y epocales. Un intento semejante corre riesgos diversos, pero la síntesis ha sido siempre la expresión más concentrada de la verdad.

1.      Es un "comunismo local" que asume por su propia naturaleza y necesidad histórica, el papel de lanzadera de la revolución proletaria en los países capitalistas desarrollados. Su gran misión histórica consiste en alcanzar la autosustentabilidad del desarrollo local, mientras no ocurriera la revolución proletaria en Europa, entretanto, se erigió en una “fortaleza sitiada” del socialismo frente al capitalismo mundial.

2.      El poder lo vanguardiza el proletariado, bajo la conducción de un partido revolucionario del proletariado, que da inicio al proyecto de hegemonía política de los obreros, campesinos y demás clases explotadas.

3.      La bipolarización mundial –socialismo local naciente y el capitalismo mundial– supuso la lucha prolongada frente al mundo del capital y la hegemonía del imperialismo en todas las esferas de la economía mundial. Este fue el gran escenario en que se debatió la transición por su supervivencia en medio de una lucha encarnizada que adoptó diversas modalidades cruentas e incruentas.

4.      La economía de transición inaugura una nueva racionalidad económica diferente esencialmente a la del capitalismo, la del crecimiento económico con equidad y justicia social. La liquidación progresiva de la explotación del hombre por el hombre era la meta más inmediata. La viabilidad de este modelo dependía en alto grado de la conversión de las grandes masas y del proletariado particularmente, en los actores reales y verdaderos del movimiento histórico iniciado.

5.      La acumulación originaria socialista presupone la liquidación del gran capital. Con este acto se suprime la lógica capitalista (monopolista) del desarrollo y se instaura, por primera vez y en forma primaria, un nuevo tipo de relaciones de producción, bajo la égida de la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción. El Estado tiende a convertirse en el pivote central del crecimiento con justicia social, como premisa necesaria para el surgimiento de la economía de transición al socialismo.

6.      La meta global del modelo de economía de transición consistía en el desarrollo de una economía moderna, civilizada, al nivel de los países avanzados que asegurase el salto futuro al socialismo y, en un plano más amplio, impulsase la globalización del comunismo a escala planetaria.

7.      El sistema de relaciones de producción (base económica) resultante de la acumulación originaria estaba compuesto por diversos tipos y formas de propiedad y producción con sus agentes económicos específicos y diferenciados, donde el tipo socialista se coloca rápidamente en calidad de eslabón central de esta economía mixta de transición al socialismo.

La economía mixta era objetivamente indispensable, dado el atraso y diferenciación de las fuerzas productivas existentes, por lo que la socialización adopta diversidad de formas congruentes a fin de alcanzar la eficiencia y viabilidad del desarrollo dinámico de la economía en función de la modernidad productiva y la victoria del socialismo.

8.      Las contradicciones y antagonismos caracterizan a la economía y sociedad de transición. El “¿quién vence a quién?” pone de relieve que el “comunismo local” puede ser reversible en determinadas circunstancias y condiciones internas y externas.

9.      El movimiento económico queda bajo el arbitrio de la sociedad, a cuya cabeza se encuentra el Estado proletario que somete el desarrollo a la regulación planificada centralizada, como vector fundamental del movimiento económico, sin excluir ni negar al mercado y su papel en la reproducción ampliada. En todo caso, las fórmulas utilizadas concuerdan con la estructura económica y las metas del desarrollo económico bajo el imperio de la justicia social y la máxima equidad posible.

10.  La estrategia de industrialización y colectivización fundamentan el gran salto histórico que se requiere para alcanzar los niveles de los países del CME. Esta estrategia es comandada por el sector socialista de la economía, sin excluir la participación del resto de los sectores económicos en una medida y proporciones adecuadas.

11.  La revolución en la esfera de la cultura y la justicia social tiende a transformar paulatinamente la conciencia de la gente. La revolución económica y la cultural son las parteras del hombre nuevo como hombre de su tiempo y de las nuevas circunstancias que comienza a desarrollarse en dura lucha con su pasado y su propio presente.

Estas son, a nuestro modo de ver, las iniciales del paradigma leninista de la transición al socialismo para el caso específico de Rusia que encontrará su plasmación definitiva en la Nueva Política Económica (NEP) en los años veinte. Muchas de las tesis de este paradigma tienen, salvando las distancias y las circunstancias, un incalculable valor internacional actual para el movimiento revolucionario mundial.

La economía mixta de transición al socialismo

La teoría de la socialización, una vez liberada de su huera identificación con la nacionalización, es el único punto de partida racional para la comprensión de que el paso a la transición en Rusia exigía la heterogeneidad económico-social, además de ser la medida en última instancia para determinar el curso y alcance de las nacionalizaciones y la dimensión razonable y racional del sector socializado, así como las modalidades apropiadas de socialización directa e indirecta, necesarias y viables, para la dinamización de la economía en su conjunto.

Según la teoría de la socialización existe siempre una necesaria correspondencia y proporcionalidad dinámicas entre el nivel de las fuerzas productivas y sus formas sociales de apropiación, organización, dirección y control. Esta correspondencia, no puede ser interpretada como una articulación mecánica, que niegue el papel activo que tienen las formas que asuman las relaciones de producción bajo las cuales se apropian las fuerzas productivas dadas. Lo importante radica en que sirve para deslindar el entorno socializable que asegura la eficiencia del movimiento económico, de aquel otro en que su nacionalización frene o reduzca la eficiencia al punto de poder paralizar el desarrollo e incubar los elementos que en su momento induzcan a la crisis económica.

La heterogeneidad o multiformidad de tipos de economía (según la terminología de Lenin) en la transición es un concepto medular que revela su carácter mixto. La peculiaridad de esta economía consiste en la presencia del sector socialista como nueva cualidad, que vanguardiza el desarrollo, en oposición a los restantes modos no socialistas de producción con los cuales coexiste: el capitalismo privado, el capitalismo de Estado, la pequeña producción mercantil rural y urbana e incluso la economía patriarcal.

A cada uno de estos tipos socioeconómicos le corresponden determinados incentivos económicos y sociales, así como leyes económicas diversas por su contenido y modos de acción. El conflicto de la heterogeneidad se despliega en los ámbitos: económico, político, social e ideológico. La fisonomía de la económica mixta ocuparía toda una época histórica para el caso de Rusia, (Lenin gustaba hablar de decenios), hasta tanto el tipo socialista abarcara a todo el conjunto económico nacional.[41]

La economía mixta de la transición se diferencia en el plano metodológico general y estratégico del llamado "comunismo de guerra" que funcionó antes de la Nueva Política Económica (NEP), más allá de las coyunturas específicas que obraron en la formulación y aplicación de amas políticas económicas.

La guerra civil y la intervención armada de cinco potencias imperialistas agudizaron la crisis y el desbarajuste económico provocado por la guerra mundial en Rusia. En esas circunstancias se dictaron medidas extraordinarias de contingentación de la producción agropecuaria y se implantó el racionamiento. El intercambio fue suprimido y el dinero dejó de jugar un rol activo en el funcionamiento de la economía. El Comunismo de Guerra  emerge, por tanto, como una solución extraordinaria para enfrentar la situación coyuntural. No constituía, entonces, un modelo socialista para el desarrollo.

En el curso de la Revolución, los métodos del “comunismo de guerra” se ensamblaron con las ideas concebidas inicialmente sobre la construcción del comunismo desde la interpretación de las tesis de Marx y Engels. Los clásicos si bien legaron una teoría del desarrollo, nunca formularon un programa concreto para la construcción del socialismo. El comunismo era un proceso de superación de todo lo existente y la experimentación era inevitable.

El "comunismo de guerra" encerró, más allá de su necesidad práctico-histórica, un concepto político-económico del desarrollo, basado en la tesis del salto revolucionario al "socialismo avanzado", desconociendo la ley de la socialización y las realidades concretas de Rusia. Construir el socialismo y el comunismo paralelamente, mediante la socialización total y lo más inmediata de todos medios de producción, constituía su axioma fundamental. En términos prácticos, el “comunismo de guerra” negaba la heterogeneidad económica la que debía ser suprimida lo más rápidamente posible, junto con los mecanismos económicos que suponía especialmente las relaciones monetarias mercantiles y el mercado.

El Estado soviético asumió funciones económicas nuevas por su esencia mediante la concentración del capital expropiado lo que supuso inmediatamente su transformación en gestor directo de la producción. La acumulación y las inversiones estatales incrementaron sucesivamente el poder económico centralizado del Estado. Durante el "Comunismo de Guerra" se amplificó a niveles extraordinarios el poder económico estatal, iniciándose desde entonces su deificación creciente. Esta visión evolucionaría más tarde hasta convertirse en paradigma político e ideológico de la construcción del socialismo y del comunismo, bajo su conjuro, la propiedad estatal fue hiperbolizada y tratada como fórmula única y más completa del socialismo.

La NEP, por el contrario, subrayaba la necesidad objetiva de la economía mixta en un largo período histórico durante el cual apoyaría la dinamización de la economía nacional, por intermedio de un mecanismo económico congruente con el papel y lugar de los distintos tipos de economía. Este modelo de desarrollo aceptaba el aporte de todos los sistemas económicos vigentes y objetivamente necesarios, salvo que su accionar  pusiese en peligro el curso futuro a favor del socialismo y del proletariado en su conjunto. Es exacta la tesis que plantea que la "NEP entraría en la historia como el primer intento para estructurar en el presente siglo una economía mixta".[42]

El capitalismo de estado en la transición

Un aporte significativo de aquel modelo de desarrollo radicó en el papel asignado al llamado capitalismo de Estado, en tanto método de socialización y forma específica de economía en la transición socialista.[43]  Hasta pudiera parecer paradójico que Lenin llegase a concebirlo más progresivo que el tipo socialista en 1918 y más tarde a principios de la década de veinte.

El capitalismo de Estado (CE) servía para designar determinados métodos de regulación de la espontaneidad del capitalismo privado y de la pequeña producción mercantil en los marcos de la economía mixta de la transición. Como que dichas formas económicas estaban llamadas a sobrevivir un tiempo prolongado, el problema consistía en cómo encauzarlas y regularlas por la sociedad en función de los intereses de la construcción socialista. El CE asumió y adaptó la experiencia de regulación estatal operante en el occidente capitalista. También el CE identificaba a aquellas formas de economía que unificaban indistintamente el sector estatal con el capital privado, o bien el capital internacional, los pequeños productores e incluso las cooperativas supervivientes de la etapa capitalista. Las esferas de negocios que involucraba el CE, incluyeron la explotación de recursos naturales, industriales y otros en las esferas de la producción y la circulación, una buena parte de los cuales no encajaban o no era posible asumirlos por el Estado o por las cooperativas. El uso de especialistas extranjeros y nacionales bien remunerados, Lenin lo involucró dentro del concepto de CE. A las razones internas que justificaban el capitalismo de Estado, se agregaba el desbloqueo de las relaciones económicas internacionales, pues resultaba una fórmula idónea para la reinserción soviética al mercado mundial y así anular o restringir lo más posible los efectos del bloqueo. En fin constituía un puente sólido para acceder a los mercados, a las tecnologías y al financiamiento del Occidente.

Este tipo de economía y método de socialización es contradictorio y encierra un antagonismo de esencias, pues, impone un dualismo estructural y funcional en la economía nacional única. Las relaciones económicas en el CE influyen inevitablemente en todo el sistema de relaciones económicas, también, obran contradictoriamente en la conciencia de la gente. El excedente económico se realiza dualmente, como plusvalía y simple excedente socialista, esto es, se conserva, aunque parcialmente, la explotación del proletariado por el capital. Lenin, en oposición a sus críticos, afirmó en defensa del CE, que la plusvalía era el precio que el proletariado estaba obligado a pagar por aprender y desarrollarse. Definitivamente, el CE era objetivamente indispensable en el modelo especial de desarrollo.

Mecanismo económico

El mecanismo económico es el campo más complejo y delicado del proyecto de desarrollo socialista, pues refleja la conciliación efectiva entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y la acción de las leyes económicas. En definitiva, el mecanismo económico es objeto y reflejo de un grado determinado de socialización de las fuerzas productivas y de los incentivos objetivamente indispensables para  el crecimiento eficiente de la economía.

El paradigma comunista en su forma clásica solo había enunciado algunos preceptos asociados a la regulación social consciente de la reproducción ampliada. La planificación se definía como el instrumento fundamental para alcanzar tales objetivos, pero la regulación económica durante la transición reproduce esta necesidad a un nivel mucho más complicado por la presencia de la economía mixta.[44]

En la defensa de la NEP se proyectaron los juicios más sustantivos acerca del mecanismo de funcionamiento de la economía de transición y de sus reguladores específicos. Estos enfoques se desarrollaron en una durísima polémica en el seno de los cuadros dirigentes del Partido bolchevique. El "comunismo de guerra” había postulado el paso a la naturalización de las relaciones económicas, esto es, la supresión total de las relaciones monetario-mercantiles entre la ciudad y el campo y en todo el movimiento económico. La propia mecánica de los acontecimientos en Rusia y la asimilación acrítica de las herencias clásicas sobre el comunismo, convirtieron esta tesis en una concepción sobre la "aceleración del socialismo hacia elementos del comunismo" [45]

En el año 1921, Lenin comprendió rápidamente que la naturalización de las relaciones económicas no llevaba al comunismo. Los levantamientos campesinos en el sur del país fueron la señal de que había que corregir aquel estado de cosas. La heterogeneidad de la economía no podía ser violentada por lo que la NEP puede considerarse un paso atrás si se toma en cuenta la política del “comunismo de guerra”, pero ello no da derecho a considerarla una "marcha atrás", ni reducirla a un "recurso táctico"; tampoco se le puede negar validez internacional a muchos de sus postulados. [46]

Los planteamientos principales de la NEP sintetizan, a nuestro modo de ver, el carácter de aquella transición como un modelo especial de desarrollo. Un Estado del proletariado al centro, un partido de vanguardia, una economía mixta, vanguardizada por el tipo socialista, la regulación centralizada de la economía donde se articulaban la planificación y el mercado y un sistema de gestión empresarial basado en el cálculo comercial, son sus batientes fundamentales.[47]

El modelo de economía mixta en la transición socialista no era más que un caso especial de economía planificada de mercado. La NEP significó el paso del socialismo de planificación centralizada mediante métodos que naturalizaban las relaciones económicas a uno de planificación y mercado. Al Estado correspondía un papel dirigente en la esfera económica para impulsar el desarrollo en medio de la temible crisis económica y social y la aguda escasez de recursos que padecía el país. La intervención directa del Estado en la economía, tomaba incluso ejemplos del propio capitalismo monopolista de Estado. La centralización no excluía, sino presuponía la descentralización empresarial y territorial (también republicana y de otras formaciones territoriales).

En este contexto, las concepciones que desarrolló Lenin hacia el final de su vida acerca de la cooperación (el cooperativismo) como una fórmula culta de socialismo llaman poderosamente la atención, porque produjo una ruptura de fondo respecto a todo el pensamiento socialista acumulado hasta entonces.

En fin, el mecanismo económico debía impulsar la reanimación de la economía, acompañar  y crear las mejores condiciones para el despegue estratégico de la base económica y las fuerzas productivas y fortalecer los fundamentos del socialismo. En estas coordenadas transitaría el fortalecimiento y ampliación del tipo socialista. Otro problema consistía en la definición de los pivotes que centrarían el desarrollo de las fuerzas productivas articulándolo con el del mecanismo  económico que asegurase el curso socialista.

Pivotes estratégicos del desarrollo

Los pivotes de desarrollo de las fuerzas productivas en una dirección socialista servirían de lanzadera para llegar a la "antesala", esto es, a los niveles de desarrollo tecnológico de los países del CME. La industrialización del país y la cooperación serían sus claves fundamentales.

COOPERACIÓN

La cooperación se entendía, primero, como la vía preferente para la transformación socialista de la pequeña economía individual rural y urbana y, segunda, como una forma universal de socialización de todas las fuerzas productivas en todas las esferas de la sociedad.[48]

Mediante la cooperación, se integraron a los cauces del socialismo la pequeña burguesía rural y urbana. Rusia, ya se ha dicho, era un país predominantemente campesinado y con legiones de pequeños productores en el medio urbano, de ahí que la transformación económica y político-social en el campo era vital para el desarrollo económico y el equilibrio político. El campo constituía una pieza decisiva en el modelo de desarrollo.

La herencia cooperativista en Rusia era más pobre que la de Europa. El comercio al estilo capitalista con sus redes de comercio en las ciudades y en el campo apenas existía. La economía patriarcal en el campo simbolizaba mejor que todo el atraso acumulado. La unión de la Rusia Soviética con las antiguas colonias del zarismo profundizó la dimensión del atraso. En estos países excoloniales, el atraso económico y social difícilmente podían ser exagerado y en su gran mayoría el capitalismo no había hecho acto de presencia.

En el transcurso de la revolución soviética el campesinado había sido la clase social más beneficiada. La nacionalización de toda la tierra y su reparto entre los campesinos liberó a esta clase social de la explotación y la servidumbre. En el curso de los primeros años de la revolución, el campo fue escenario de una aguda diferenciación económica y clasista; el campesino medio comenzó a predominar y los estratos capitalistas (kulak) se reforzaron lógicamente.

La guerra civil agudizó a extremos inauditos la crisis económica que vivía el país; se generalizó el hambre en las ciudades. La lucha de clases tomó dimensiones apocalípticas, especialmente en el campo; las masas campesinas se levantaron en defensa de la tierra conquistada frente a la contrarrevolución interna (blancos) y la intervención de las potencias imperialistas.

El "Comunismo de Guerra" con su política de contingentación para combatir la hambruna cumplió un papel decisivo durante la guerra civil, pero cuando se constituyó en política económica e ideología al final de la guerra civil, chocó con los intereses económicos del campesinado. Las revueltas campesinas evidenciaron que esta política estaba condenada al fracaso. Con el paso a la NEP se eliminó la contingentación y se introdujo el impuesto en especie, impulsándose el libre cambio entre la ciudad y el campo, así se destrabaron las fuerzas productivas y, también, se reforzaron los factores que tendían a la disociación y diferenciación del campesinado.

Este es el cuadro en que la cooperación emerge como un proyecto político y económico dirigido a fortalecer la alianza obrera y campesina y la unidad de acción de los campesinos pobres y a neutralizar a los elementos capitalistas del campo. Contra la burguesía agraria no se utilizó el expediente de la nacionalización en vida de Lenin, pues se confiaba en que el proceso de cooperación los limitaría y marginaría después hasta su total colapsamiento con ayuda precisamente de la cooperativización, la industrialización y otras medidas del poder soviético.

La cooperación en la agricultura y en la esfera de los servicios ocuparía un largo período histórico, por que entre otros cosas, el salto de la pequeña producción a la colectiva era y es viable, solamente si se subordina al principio de la voluntariedad. Al final de su vida, Lenin comprendió que la cooperación a escala de toda la sociedad y con medios modernos de producción equivalía al socialismo sobre bases cooperativas.[49]

INDUSTRIALIZACIÓN

La necesidad de liquidar lo más rápidamente posible el atraso industrial y asegurar el desarrollo autónomo y autosostenido del crecimiento económico y la defensa militar del país, era una pieza clave del modelo especial de la transición. La industrialización siguió en lo fundamental un curso socialista, impulsada por el Estado, para la creación de la gran industria mecanizada a tono con las exigencias de la época.

La industrialización implicaba la apropiación progresiva de la técnica más moderna del capitalismo y la potenciación de la ciencia nacional. Sus objetivos estratégicos debían garantir: 1) el desarrollo de las fuerzas productivas al nivel de los países del CME; 2) la proletarización masiva que multiplicara numéricamente la clase social de vanguardia; 3) la formación de una nueva cultura y disciplina del trabajo, 4) el crecimiento sostenido de la productividad del trabajo, de la riqueza nacional y la competitividad y, por último, la elevación del bienestar del pueblo.

La ampliación, formación y desarrollo de la clase portadora del socialismo, el proletariado industrial, era esencial y muy urgente en los años veinte, pues, en el período precedente se había producido un fuerte proceso de desproletarización. En el año de 1921, la clase obrera "había llegado a ser una minoría muy minoritaria en las condiciones específicas de la Rusia Soviética".[50]

El financiamiento de la acumulación socialista era otro problema espinoso y complicado. El país carecía de tecnologías modernas, las relaciones externas estaban prácticamente bloqueadas y la industria instalada estaba sumida en una profunda crisis. Por otro lado, en la estructura agraria seguía predominando la pequeña economía campesina con una baja productividad y la colectivización apenas había comenzado por aquel entonces. En resumen, la capacidad de generación de excedente económico para su apropiación por el Estado en función de la industrialización, enfrentaba limitaciones y obstáculos colosales.

La estructura futura de la industria a que se aspiraba era una decisión estratégica. La experiencia histórica y la lógica que había seguido la industrialización capitalista no satisfacían el salto que se necesitaba. Como se sabe, el desarrollo industrial capitalista comenzó con las industrias del Sector II (productor de medios de consumo, especialmente la industria textil), que después impulsaron al Sector I (productor de medios de producción) al que seguiría el subsector I, conocido por industria pesada. Lenin asumió un enfoque inverso, ateniéndose a la teoría de la reproducción elaborada por Marx y a sus estudios sobre la materia. El esquema preferenció el crecimiento más rápido del Sector I, a cuya cabeza fue colocada la industria pesada, mientras tanto el sector II quedó subordinado a la dinámica del crecimiento intersectorial que debía garantizar su expansión ulterior.

El crecimiento rápido de la industria pesada era estratégico en múltiples sentidos para apoyar el desarrollo industrial de las restantes ramas, modernizar el sector agrícola e incentivar la colectivización, humanizar el trabajo, generar excedentes de fuerza de trabajo que cubrieran las demandas del resto de la economía nacional y desarrollar la industria de defensa. Así, la industrialización daría lugar a nuevas proporciones intersectoriales en concordancia con una economía moderna, de alta productividad y capaz de garantizar el desarrollo autónomo, autosostenido y competitivo del país.

En realidad, aquella agricultura atrasada era la única fuente nutricia real para el financiamiento de la industrialización por intermedio del sector externo. Además, a la reanimación agrícola estaban asociados otros objetivos múltiples como eran: el equilibrio sociopolítico interno y los excedentes de fuerza de trabajo para el despegue industrial y urbano. Otra fuente interna de acumulación fue el aporte que debieron hacer los proletarios de las ciudades con una parte de su producto necesario, extraído mediante políticas salariales y de precios.

El proceso de industrialización soviético en aquella época estaba favorecido, si lo comparamos con la experiencia mundial posterior, por el bajo nivel relativo de complejidad de las tecnologías existentes que facilitaban su asimilación rápida por países atrasados sin contar con una especial preparación. Recuérdese que Lenin había subrayado como premisas del comunismo a los soviets más la electrificación. Por último, el país contaba con un mercado interior suficientemente amplio, que aseguraba la expansión acelerada de la industria y la obtención de los beneficios de las llamadas “economías de escala y externas”.

Estado y democracia

La participación de las masas en los procesos económicos y sociales por intermedio de los consejos (soviets), los sindicatos y otras organizaciones, bajo la dirección del partido, constituía una condición sine quo non, sin la cual era impensable la construcción socialista. La organización democrática de los "soviets" y su papel como fórmula específica del Estado, garantizaba en principio la máxima integración de los ciudadanos, obreros, campesinos, intelectuales y otras capas en el gobierno y administración de la riqueza social.

En su evolución, el nuevo Estado se alejó de la experiencia de la Comuna de París y de los planteamientos del propio Lenin en su libro "El Estado y la revolución", acerca de la retribución de los funcionarios públicos y el enfrentamiento a la burocracia mediante la elegibilidad y revocabilidad de los representantes del Estado.

Hay factores objetivos que condicionaron dicho alejamiento de los principios comuneros. La lucha de clases, concretamente la guerra civil y la intervención extranjera, obligaron a una limitación de los institutos y los procedimientos democráticos. A la defensa armada de la Revolución a lo interno y externo se subordinó todo lo demás. El bipolarismo político mundial no admitió la coexistencia pacífica, el imperialismo mundial nunca la aceptó. A ese escenario complejo se agregaron otras cuestiones, como la profundidad de la crisis económica y alimentaria y las medidas de centralización que exigía la industrialización acelerada del país. Estos y otros problemas robustecieron el creciente poder centralizado del Estado y el papel de la burocracia.

El fortalecimiento de la democracia imponía una lucha decidida contra la burocracia, que no había sido abatida y presentaba síntomas evidentes de reproducción. Antes de su muerte, Lenin dedicó una parte sustantiva de sus escritos a la reorganización del Estado; admitió amargamente que el viejo aparato estatal no había sido destruido y que la burocracia lejos de disminuir se incrementaba, alcanzando al partido: "hay burócratas no solo en nuestras instituciones de los soviets, sino también en el partido", afirmó en su trabajo "Más vale poco y bueno".[51] A principios de 1923, Lenin propuso la fusión del partido y el Estado, [52] este paso para enfrentar la coyuntura, tendría más tarde una repercusión negativa y perniciosa. De modo creciente, se identificaron el Partido con el Estado, de un lado, y el Partido con el gobierno y la administración, por otro. El Partido asumió un poder absoluto e inapelable. La política y la ideología identificaron la administración de las cosas y el gobierno de la gente. Los riesgos eran inevitables (después se verá como se confirmaron), porque la dinámica de los acontecimientos podrían asfixiar la política, la ideología y, también, la administración. Peor todavía, el Partido corría el riesgo de  ser subsumido por la burocracia y de entronizar los métodos administrativo-burocráticos que lo alejaran de su esencia como representante y guía político e ideológico de las masas populares a las que pretendía dirigir.

La política de cuadros fue otro escenario donde aparecieron deformaciones, que luego sancionaría la apologética como esencias del socialismo. Lenin había considerado que la máxima estabilidad de los cuadros era beneficiosa para la conducción de la revolución; en principio esta idea no dejaba de ser justa en las condiciones de la Rusia atrasada y sin cultura suficiente. Pero esa concepción traspuesta al Estado significaba abandonar la práctica de la Comuna y de los principios democráticos postulados por el marxismo. Cuando se fusionaron el Partido y el Estado se crearon los fundamentos para la inmovilización de los cuadros, que propiciarían la falta de participación y control democrático de las masas en su elección y revocación. Los gérmenes de deformación que en la época de Lenin apenas se esbozaron, solo estaban en estado latente, se proyectaron crudamente desde finales de los años veinte.

En resumen, las tesis de Lenin solo pudieron ser aplicadas parcialmente en aquellos turbulentos y complejos años iniciales y la teoría de la transición quedó trunca. Razón tenía el Che cuando afirmó: "Lenin, a pesar de su genialidad, no tuvo el tiempo preciso para dedicar largos estudios (...) a los problemas económicos de esta etapa de transición, en la cual se conjuga el hecho histórico de una sociedad que sale del capitalismo sin completar su desarrollo de esa etapa (...) con concentración en manos del pueblo de la propiedad de los medios de producción".[53] No obstante, dejó lo suficiente para interpretar la transición en la Rusia soviética, justamente, como un modelo especial de transición, lo que basta para asignarle un lugar cimero entre los clásicos de la transición al comunismo.


 


[1] Ver especialmente los trabajos de Marx “La Ideología alemana” y “Crítica al Programa de Gotha”; y de Lenin “El Estado y la Revolución”, donde aparece esbozado teóricamente el tema del lugar de la transición en la construcción comunista.

[2] La polémica en torno a la transición y su lugar en la teoría del desarrollo marxista continúa hasta nuestros días. Hay que decir que crece en importancia especialmente luego del derrumbe. Una visión cubana del problema puede encontrarse en diversos trabajos del Comandante Ernesto Che Guevara y de Carlos R. Rodríguez en artículos polémicos publicados en la revista Cuba Socialista, No. 35, 44 y 45. El texto Lecciones de Economía Política de la Construcción el Socialismo, editado por el MES, tiene a nuestro juicio el mérito de ser la primera aproximación sistemática, aunque incompleta todavía, a un enfoque integral de la economía política de la transición desde una perspectiva tercermundista. El libro titulado “La Transición Difícil”, editado en Nicaragua en 1987, constituye una valiosa contribución al balance crítico de la transición, especialmente en los países del tercer mundo.

[3] Marx, C. y Engels, F. “La Ideología alemana”. Ed. C. Sociales. La Habana, 1973. p. 37.

[4] Marx, C. “El Capital”. T. 3. Ed. Ciencias Sociales. La Habana. 1973, p. 281

[5] Marx, C. y Engels, F. “La Ideología alemana”. Op. Cit., p. 36

[6] Idem, p. 37

[7] Engels, F. Marx Engels. OE en tres tomos. T III. Ed. Progreso, Moscú, 1980, p. 508

[8] Marx, C. y Engels, F. “La Ideología alemana”. Idem, p.35

[9] Marx, C. “Comunicación Confidencial al Consejo General de la Internacional”. O. E. en 2 T. Ed. Progreso. Moscú, l 973, p. 185-186.

[10] Marx, C. y Engels, F. “Prefacio a la edición rusa del Manifiesto del Partido Comunista de 1882”. O. E. en 3 tomos, T. I. Ed. Progreso. Moscú, 1973, p. 102. "Rusia está en la vanguardia del movimiento revolucionario de Europa". Obsérvese que en el texto al hablar de Rusia utilizan el término de <revolución> a secas y de <revolución proletaria> refiriéndose al Occidente capitalista desarrollado.

[11] Engels, F. Marx Engels. OE en tres tomos. T III. Ed. Progreso, Moscú, 1980, p. 508.

[12] Algunos han interpretado las observaciones de Marx sobre el caso Irlandés y de Rusia como un cambio radical en su concepción acerca de la transición al socialismo. Ver, por ej., la visión de José Aricó en “Marx y América Latina”. México, Alianza Editorial, 1982. Realmente, el autor no llega a comprender la diferencia existente entre el concepto de estallido revolucionario y construcción del comunismo en Marx; olvida, además, que Marx y Engels se habían referido a esta posibilidad en una obra tan temprana como “La Ideología alemana”.

[13] Rodríguez, C. R. Cuba Socialista, # 33 de 5-6/88. p. 5.

[14] Marx, C. “Crítica al Programa de Gotha”. O. E. en tres tomos, T. 3. Progreso, Moscú, l980, p. 23.

[15] Marx, C. “Crítica al Programa de Gotha”. O. E. en tres tomos, T. 3. Progreso, Moscú, l980, pp. 14-15

[16] Recuérdese que Marx en “Crítica al Programa de Gotha”, subraya que en la fase socialista están presentes las taras heredadas de la vieja sociedad en la conciencia de la gente.

[17] Marx, C. El Capital, T. I.. Ed. C. Sociales. La Habana, l973, p. 700

[18] Ver: Figueroa, V., Castillo, L. y Bell, R. en texto “Lecciones de economía política de la construcción del socialismo”. Ed. MES. La Habana, 1991. Cap. 5, ep. 5.1, pp. 84-112.

[19] La pequeña producción mercantil urbana y rural ha tenido una vida mucho más prolongada que la que le pronosticara Marx

[20] Marx-Engels. “Prefacio de la edición rusa del Manifiesto”. Ob. Cit., p.102

[21] Engels, F. O. E. en 2 tomos. Ed. Progreso, s/f.T.2, p.171

[22] Marx-Engels. “Manifiesto del Partido Comunista”. Op. Cit., p. 129.

[23] Engels, F. “Antidühring”. Op. Cit., p. 341.

[24] Idem, p. 341

[25] Marx, C. Instrucciones sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional. O.E. en tres tomos. T. II. Ed. Progreso Moscú, s/f, p. 81

[26] Ver: Marx, C. "Crítica al Programa de Gotha" y Lenin, V. "El Estado y la Revolución".

[27] En “El Estado y la Revolución”, Lenin precisó y sintetizó el legado de Marx acerca de la Comuna, enunciando sus rasgos más sustantivos en calidad de principios.

[28] Marx-Engels. “Manifiesto del Partido Comunista”. Op. Cit. p. 122

[29] Lenin, V. I. “La consigna de los Estados Unidos de Europa”. O. E. En 3 tomos. T. I. Ed. Progreso, s/f, p. 675.

[30] En “La Ideología alemana”, afirman que “si bien las colisiones en la historia nacen de la contradicción entre las fuerzas productivas y la forma de intercambio " no es necesario que esta contradicción, para provocar colisiones en un país, se agudice precisamente en este país mismo. La competencia con países industrialmente más desarrollados, provocada por un mayor intercambio internacional, basta para engendrar también una contradicción semejante en países de industria menos desarrollada”. Op. cit. p. 82

[31] Lenin, V. I. “La consigna de los Estados Unidos de Europa”. Op. cit. p.675.

[32] Lenin, V. I. Idem. ,p.675. La autoría de esta tesis sobre  “la guerra prolongada” se le achacó más tarde a L. Trotski (alto dirigente de la Revolución rusa de 1917), quien sí la sostuvo hasta su asesinato en México.

[33] En su trabajo “La catástrofe que nos amenaza y como combatirla”, escrito en set. de 1917, Lenin afirma rotundamente "que también en Rusia el capitalismo se ha transformado en capitalismo monopolista" y más adelante declara "El mismo consorcio del azúcar nos demuestra palmariamente la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado". O. E. en 3 tomos, T. 2. Op. Cit. pp. 275-276.

[34] Rodríguez, C. R. Cuba Socialista, op. cit. p. 5.

[35] Lenin, V. I. O. C., T. 36, p 311

[36] Lenin, V. I. O. C., T. 36. p. 311

[37] Idem. O. E. en tres tomos, T. I. Op. cit. p.276

[38] Idem. O. C.  t. 29, p.129.

[39] Idem. O. E. en 3 tomos, t.3, p. 787.

[40] Vea a Guevara, E. en Temas Económicos. ED. C. Sociales. La Habana, 1988. Serie Económica, p. 295-296.

[41] "el régimen social se basa en la colaboración de dos clases, los obreros y los campesinos, colaboración en la que se admiten también, bajo ciertas condiciones, los népmanes, es decir la burguesía". Lenin en O. E. en 3 tomos, t. 3, p. 794.

[42] Díaz, Vázquez, J. Folleto sobre “Transformación de los modelos de desarrollo socialista”. Universidad de la Habana. s/f. p. 7.

[43] Vea “Apuntes sobre la comercialización en el sector no estatal agrícola” en Revista Economía y Desarrollo no. 83.( pp. 47-49) de Víctor Figueroa y Luís García. Allí se puede encontrar un enfoque resumido acerca del capitalismo de Estado.

[44] Vea a Figueroa, A., V. “La regulación social socialista en la construcción del socialismo”. Capítulo V del libro de Texto “Lecciones de economía política (...)” Op. cit

[45] Rodríguez, C. R. Revista Cuba Socialista, no. 33, op. cit. p. 6.

[46] Se polemiza acerca de si la NEP fue un paso táctico o estratégico, así como la validez y alcance de sus postulados. El Che subrayaba, por ej. , que "la situación económica y política de la Unión Soviética hacía necesario el repliegue de que hablara Lenin. Por lo que se puede caracterizar toda esta política como una táctica estrechamente ligada a la situación histórica del país, y, por tanto, no se le debe dar validez universal a todas sus afirmaciones". Guevara, E. en Temas Económicos. Ob. Cit. p. 303.

[47] En la etapa última de las reformas económicas realizadas en China, Viet Nam, Corea del Norte y parcialmente en Cuba se despliegan modalidades que resultan total o parcialmente congruentes con aquellos postulados.

[48] Rodríguez, C. R. En Revista Cuba Socialista no. 33, op. cit., pp. 6-7.

[49] Ver artículos de Lenin “Sobre la Cooperación” en O.E. en tres tomos, T. 3. Ed. Progreso. Moscú, 1973. 

[50] Ver de Lenin especialmente su artículo sobre la Cooperación en OE en tres tomos. Op. Cit. T. 3.

[51] Lenin, V. I. “Nuestra Revolución” en O. E. en tres tomos, t. 3, p.803.

[52] Idem, p. 808

[53] Guevara, E. Temas Económicos (...). Op. cit., pp. 295-296.


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