La dinámica de la inflación en Venezuela

Moisés Mata Aponte

 

 


SALARIOS E INFLACIÓN: LA LECCIÓN DE LA EXPERIENCIA VENEZOLANA. *






* Ponencia presentada en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Sociales, Mérida, ULA, FACES, 22 al 27 de octubre de 1985. Publicada en Cuadernos CECES (Mérida)(1): 7 - 23, 1987.

Aquellos que han tratado con las ciencias han sido hombres de experimento u hombres de dogmas. Los hombres de experimento son como la hormiga, sólo recolectan y consumen; los razonadores se asemejan a las arañas, que hacen la telaraña de su propia sustancia. Pero la abeja sigue un término medio; coge su material de las flores del jardín y del campo, pero lo transforma y lo digiere por sus propios medios... Por lo tanto, de una unión más íntima y pura entre estas dos facultades, la experimental y la racional...se puede esperar mucho.

Francis Bacon


UNA NECESARIA NOTA PRELIMINAR

La fuerza del argumento que sobre la mutua relación entre salarios y precios tiene el técnico, así como el político, nunca ha sido mejor descrita en profesión que la encontrada en la Teoría y Política del Dinero de Jorgen Pedersen: “Lo que más de cerca puede aproximarse a la verdad es definir la inflación como la financiación de un nivel creciente de salarios y la deflación como una reducción del nivel de salarios.” Conjugándose de este modo dos suertes de características que en una primera aproximación se nos asoman como necesarias: como un primer aspecto una modificación eminentemente monetaria, esto es, cada aumento de los salarios monetarios --en razón de que las expectativas de beneficios de los empresarios capitalistas son de tal suerte que estos encuentran sugestivo ampliar la escala de producción-- requerirá del mantenimiento de dinero adicional; y como un segundo aspecto, un proceso acumulativo de desequilibrios concernientes al mercado de trabajo. Veamos con un poco más de detalle la ocurrencia simultánea de estos dos aspectos.
1) Sea, sujeto a la primera condición,

P= W/Y

en la cual, W es igual a la remuneración del trabajo, es decir, la suma de dinero que el trabajador percibe por la venta de su servicio productivo; Y nos expresa el producto excento de todo efecto de precios, es decir, la mercancía que es elaborada en el proceso productivo y a cuya generación el trabajador contribuye; y P, por consiguiente, nos denota el nivel de precios. Todo lo cual conlleva a la consecuente implicación de que a todo cambio proporcional en la cantidad nominal de la remuneración del trabajo por unidad producida W/Y, le toca, en su efecto, un cambio de igual magnitud en el nivel de precios P. Esto bien puede indicarse en un sistema de coordenadas cartesiano, en el que P está representado en el eje horizontal y W/Y en el eje vertical. Luego, cada punto (W/Y,P) encontrado están asociados por la línea perpendicular que divide al cuadrante en dos partes iguales. (Ver Gráfica)
Así pues, para todo cambio acusado por W/Y mayor que (W/Y) le corresponde, unívocamente, un cambio proporcional en P mayor que P. Análogamente, para todo cambio menos que proporcional al denotado por (W/Y) le corresponde, a su vez, un cambio menos que proporcional al dado por P.
Lo que se significa en la gráfica ya apuntada, que como bien puede apreciarse está constreñido a la sugerencia de que hoy una relación significativa no espuria entre las variables (es decir, que P aumente cuando W/Y aumente o que P disminuye cuando W/Y hace otro tanto) requiere, como ya se hizo alusión, de la consiguiente contemplación explanatoria.
2) Hay dos alternativas viales, pero en franca contraposición, acerca de la posibilidad explicativa de lo que le atañe como desequilibrio al mercado laboral. La primera de las cuales está asociada al nombre de Keynes. Lo que se desprende de la lectura atenta del capítulo 21 de la Teoría General, nos abre, de hecho, la siguiente posibilidad explicativa: “Cuando un nuevo crecimiento en el volumen de demanda efectiva (léase un incremento de los salarios monetarios) no produce ya un aumento más en la producción y se traduce sólo en un alza de la unidad de costos, en proporción exacta al fortalecimiento de la demanda efectiva, hemos alcanzado un estado que podría designarse apropiadamente como de inflación auténtica.”
En Keynes, la mano de obra debe estar ocupada a un nivel tal que, ante una mayor demanda de la misma, conduce de toda suerte a una disminución del salario real.
Sea bueno apuntar que hay otra posibilidad explicativa, y que tiene que ver con Keynes, la cual está asociada al nombre de Phillips. El enunciado teórico que subyace en la presentación originaria de su relación estadística (1), sin temor a equívocos, bien puede apuntarse con la sutil pluma de Hicks: “En un proceso de expansión debe revelarse la escasez particular de trabajo cuando todavía existe en general una desocupación considerable. De modo que los salarios comenzarán a elevarse mucho antes de alcanzar el pleno empleo. El alza se atribuye...al tirón de la demanda, pero empieza a aparecer cuando todavía hay desocupación.” (2).
La relación más arriba enunciada equivale, aunque Phillips no lo dijese de esta forma, a su bien conocida relación inversa entre el cambio de la tasa nominal de la remuneración del trabajo y el cambio del nivel de desempleo.
La otra alternativa vial, que sin lugar a dudas mira en el comportamiento de los salarios un margen político de negociación, tiene que ver con “la explicación de la inflación en términos del conflicto social entre grupos, cada uno de los cuales aspira a una mayor porción del producto social.”(3). Más específicamente, la relación dialéctica se concibe, primariamente, entre la industria y la organización laboral (4).
Formado así este pequeño marco de refencia tomado de la historia de las ideas, veamos, entonces, hacia donde nos conduce la experiencia venezolana.


LA EVIDENCIA EMPIRICA


La muestra (5) de la prueba empírica que se revela en la figura 1, contiene el movimiento interanual que en una primera aproximación nos acusa tanto el nivel de precios, así como la cantidad nominal de la remuneración del trabajo por unidad producida.
La información contenida en la figura bajo referencia nos muestra el desarrollo de las variables bajo escrutinio a través de dos tendencias muy específicas. Estas son las que a continuación se apuntan: 1) una tendencia de relativa estabilidad, y 2) una tendencia de toda suerte ascendente. El período de relativa estabilidad le corresponde a los años 1950-1972, y la tendencia ascendente, por su parte, le pertenece de suyo al intervalo temporal 1973-1984.



En razón de obtener una mayor precisión en el análisis, se efectuó un procedimiento de cálculo adicional que, contrariamente a lo ya expuesto, elimínose para ello la tendencia que mirado a plazo más largo acusaron las variables.
Pues, bien, en la figura 2 se encuentra expresado el comportamiento cíclico de la parte de los salarios monetarios que se reflejaron en los precios, y el comportamiento cíclico de estos últimos.
Las variaciones que a la sazón comportan las variables ahora presentadas de esta manera, se nos descubre en el cuadro que sigue:




De la información empírica recién apuntada, y al trasluz de lo ya evidenciado en la figura 2, se desprende sin grado alguno de dificultad, lo siguiente: grosso modo, la relación de comportamiento que se observa entre la evolución del nivel de precios y la correspondiente a la remuneración nominal del trabajo por unidad producida es significativamente similar. Es decir, corren en la misma dirección, pero con las siguientes características en verdad vitales.
Para el primer período bajo nuestra consideración, esto es, para el período enmarcado entre 1950 y 1955, la coexistencia de las variables en su comportamiento afloran un resultado totalmente inverso. En efecto, mientras que el nivel de precios nos denota una amplitud en ascenso, la cantidad nominal de la remuneración del trabajo por unidad producida nos denota, a su vez, un notorio descenso que va hasta el año 1972. En el intervalo (1956-1972) el nivel de precios nos dibuja un comportamiento análogo, pero con una amplitud en descenso mucho menor.
Por otra parte, en el intervalo histórico 1973-1975 se nos evidencia una amplitud ascendente de los salarios monetarios/unidad producida que está por encima de la amplitud tocante al nivel de precios. En el período restante (1976-1984) la amplitud igualmente ascendente del nivel de precios es mayor que la perteneciente a los salarios monetarios por unidad producida.
La cuestión fundamentalmente significativa que a la luz de la historia misma de los acontecimientos se infiere, bien puede expresarse en estos términos: en los tiempos buenos, esto es, en aquellos donde el costo de mano de obra por unidad producida es decreciente, la acción del hombre de negocios se ha materializado en fijar los precios de una manera análoga; disminuyendo así su margen bruto de beneficios. En los tiempos malos, esto es, en aquellos donde el costo de la mano de obra por unidad producida es por el contrario creciente, la acción seguida por el hombre de empresas ha consistido en fijar los precios por encima; preservando así su margen bruto de beneficios.
¡ De este modo, el sistema productivo venezolano ha logrado asegurar su grado de eficiencia!


UNA NOTA ADICIONAL


El libro de texto nos enseña que el efecto de un incremento en el precio de la mano de obra por encima de su productividad, más que reflejarse en los precios, se reflejará antes bien en una reducción del nivel de empleo. Y viceversa, un incremento de la productividad de la mano de obra por encima de su precio, tendrá en su efecto un aumento consecuente en el nivel de empleo.
Lo más arriba señalado equivale a decir que la racionalidad del hombre de empresa resuelve en la fijación, no del precio con el que bien podrían obtener los máximos beneficios posibles, sino del nivel de ocupación bajo el cual maximizarían sus beneficios normales, la eficiencia misma del sistema productivo.
Pues, bien, a la sazón se realizó una prueba adicional donde se muestra el crecimiento interanual del nivel de desempleo, a la luz de la variación interanual que tanto los salarios monetarios por unidad producida (6), como el nivel de precios, nos evidenciaran en el cuadro 1. El resultado así obtenido se encuentra expresado en el cuadro 3.


Además, e igualmente al unísono, en la figura 3 se encuentra dibujado el comportamiento cíclico de las variables en cuestión.
Lo que bien cabe decir acorde a los hallazgos, en modo alguno convalida una relación de comportamiento simétrica entre la remuneración nominal del trabajo por unidad producida y el nivel de desempleo. Mejor dicho, los cambios respectivos que sobre el desempleo de mano de obra ha hecho suyo la industria, no guardan relación alguna con el movimiento denotado por los salarios/unidad producida. Más, aún, para los períodos en los cuales pareciera conjugarse cierta similitud en sus respectivas variaciones (1963-1969 hacia la baja, y 1979-1982 hacia el alza) el nivel de precios, por su parte, nos comporta una amplitud que en su relación con el nivel de desempleo -- en uno y otro caso-- es manifiestamente mayor.

Hay una pregunta lógica que ante la ocurrencia misma de los acontecimientos bien cabe formularse: si el nivel de desempleo no ha variado de acuerdo a los cambios acontecidos en los salarios monetarios por unidad producida, cuál ha sido la causa de su por demás notorio comportamiento.
En otra parte (7) ya hemos dado perfecta cuenta de este asunto. Dicho en breve, lo que ha causado el desempleo en la economía venezolana es la inadecuación de la demanda efectiva. Esto es, una condición bajo la cual el producto absorbido por los salarios reales ha sido con mucho menor que el absorbido por la inversión.


NOTAS

(1) Véase A.W. Phillips. Desempleo y Tasas Salariales, en Inflación. Madrid: Tecnos , 1975, pp. 205-19 (R.J. Ball y Peter Doyle comp.)

(2) J.R. Hicks. La Crisis de la Economía Keynesiana. Barcelona:
Labor, 1976, p. 64.

(3) A.O. Hirschman. La Matriz Social y Política de la Inflación. El Trimestre Económico (México) (187): pp. 679-709, 1980.

(4) Véase J.Burton. Inflación de Salarios. Barcelona: Vicens-Vives, 1974, cap. 3.

(5) El marco de referencia histórico que se tomó para la prueba empírica cubre el período: 1950-1984, siendo el año calendárico 1950 = 100.

(6) En aras de soslayar el mínimo vestigio de confusión a que puede dar lugar la presentación de la materia ahora propuesta, sea necesario acotar que los salarios monetarios por unidad producida es igual al inverso de la productividad física del trabajo.

(7) Véase Moisés Mata A. La Cuestión del Desempleo. Estudios Sociales (Mérida) (1): pp. 49-72, 1985.
 


Google
 
Web eumed.net

 

Volver al índice de La dinámica de la inflación en Venezuela

Volver a "Libros Gratis de Economía"

Volver a la "Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI"